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Tiempo de lectura: 3 minutos

Esto es una historia totalmente real, me llamo Bea tengo ahora 38 años. Estoy divorciada y tengo un niño de 9 años. Me casé a los 22 con un chico que al principio pues lo típico, sientes algo por él y pues conforme al tiempo me casé con él y al cabo de un tiempo llegó nuestro hijo.

Debo decir que con el pasar de los años las cosas con el nunca terminaron de ir bien, de hecho, me fui dando cuenta de que no tenía nada que ver con él muchas veces y también el hijo que tuvimos lo tuvimos por a ver si las cosas mejoraban, pero las cosas siempre iban igual, a parte de mi vida sexual frustrada ya que el chico tenía un problema de eyaculación precoz por el que incluso accedió a terapia con un sexólogo la cual costó 2000 €, pero que ni así pudo solventar.

Pues bueno con todo lo contado al final gracias a una larga terapia con mi psicólogo terminé de entender que debía plantear el divorcio y así fue, después de 9 años de casada, con 31 años me divorcié y me quedé con la custodia del niño respetando claro la parte legal que le correspondía al padre, 2 fines de semana al mes y las vacaciones de pascua y verano.

Después de la ruptura empecé con otro chico con el que teníamos mucho feeling y me sentía escuchada y querida con el que dure 2 años, pero que por sospechas que tenía yo de actividades ilícitas a las que se dedicaba corté la relación, no puedo a un niño pequeño explicarle que la pareja de su madre es un chico que se dedica a sus trapis con ciertas sustancias, también cabe decir que la frustración de mi vida sexual siguió estando allí, esta vez porque el tamaño del chico no era precisamente agraciado, cuando lo hacíamos tenía la sensación de que me metía un huevecillo de codorniz por así decirlo de alguna forma.

Y así… Pues pasé un año y pico soltera con algún que otro rollete y así es que un día 1 de junio de 2017 salí con unas amigas a cenar a un bar, en el bar estábamos nosotras y otro grupito de gente y algún que otro chico por allí, el ambiente era guay y el camarero cerró puertas y empezó a poner música y estuvimos bailando, hablando e interactuando con la otra gente y por allí había un chico de 25 años con el que empecé a hablar y eso que el chico al final me pidió el número y yo se lo di, al dárselo yo y mis amigas nos fuimos ya para casa, el chico me preguntó que si no me quedaba más, pero la verdad no me podía quedar ya que eran la una de la noche más o menos y el día siguiente por la mañana tenía que acompañar a mi hijo al colegio.

Aquella semana, era la última semana de cole del niño, a partir de la otra el niño ya se fue con su padre a pasar el verano, así que al quedarme más libre el chico me habló por whatsapp y quedamos un día para tomar algo, aquel mismo día al hablar un rato nos empezamos a besar y él insistió en pasar la noche a un hotel del pueblo yo accedí y eso…pasamos la noche a un hotel y efectivamente lo hicimos.

La primera vez no estuvo del todo bien aunque el chico más dotado no estaba, aparte después pensándolo bien yo me quería echar para atrás por la diferencia de edad, pero el propuso volver a vernos y yo al final dije que si, el segundo día después de tomar algo y charlar fuimos a su casa lo volvimos a hacer. Aquella vez mucho mejor y aparte lo que disfruté más fue tener en mi boca un buen rato aquella buena tranca que tenía hasta hacerle correr.

Le dije que a muchos tíos les gustaría tenerla como él. A partir de ahí cada semana cuando nos parecía íbamos quedando, aparte también quedábamos en algún apartamento turístico del complejo de apartamentos en el que yo hacía de administrativa en aquellos entonces, incluso una vez en mi hora libre subimos a una habitación a hacerlo, aquel día después de volverla a tener un buen rato en mi boquita, cabalgué encima de él hasta llegar y él llegó y me dejó la faldita mojadita… jeje.

Lo dicho, quedábamos cada 3 o 4 días, probábamos miles de cosas me corría mientras me lamia, alguna vez cuando él me tocaba el clítoris con paciencia… Madre mía… Sabia tocarme, lamerme y follarme.

Pero sobre todo mi parte favorita era lamérsela bien un buen rato…

Quiero explicar que normalmente siempre me corría o yo encima o con el dándome por detrás mientras yo succionaba mi clítoris notando aquel pene hasta el final como el que dice, os aseguro que me notaba bien llena y que también soy una mujer silenciosa mientras lo hago, en mí no destacan los gemidos.

Pero una vez lo que más recuerdo es que haciéndome la postura del misionero en su habitación con la ventana abierta viendo como una vecina de un piso de al lado tendía ropa me pilló un orgasmo con un gemido que me pegué… Que aquel gemido no recuerdo haberlo pegado en mi vida ni recuerdo haberme corrido nunca con la pose del misionero… Jajaja.

Al cabo de pocos meses yo me mudé con mi niño a otro pueblo de otra parte de España y allí quedó todo… Ahora hablamos una vez o dos veces al año para saludarnos y desearnos felices fiestas y ya está.

Pueden comentar mi gente! Eso es totalmente real.

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