Mientras yo me solazaba con Coqui en la playa, mi mujer disfrutaba del paseo de compras, según me fui enterando en el celular. Al llegar allí en una combi, el grupo de mujeres y sus maridos se fueron a recorrer a su aire por el mall, dejando a mi mujer a solas con Kevin, el animador. Le pidió que la acompañara una tienda de mallas y ropa interior y su acompañante se mostró dispuesto. Vieron varias bikinis y conjuntos sexys para la intimidad, pero como ella se mostraba indecisa, Kevin le sugirió que se probara algunos para ver cómo le quedaban.
-Acompáñame al probador, le dijo la muy atrevida, tomándolo de la mano.
No se hizo rogar el caribeño y allí fueron. Para no llamar tanto la atención lo hizo esperar en la antesala de los probadores. Se probó la primera y le pidió que entrase.
-¿Qué te parece?, le preguntó contoneándose con un bikini diminuto blanco y negro.
-Te queda espléndido. Me molesta un poco el bretel, dijo Luli. ¿Me lo podrías regular?
-Cómo no, para eso estoy, respondió Kevin y se puso detrás para ajustar el tiro mientras arrimaba su paquete al culo de mi mujer.
Lejos de escandalizarse, Luli se inclinó un poco para apretarse más al cuerpo de Kevin, mientras él le alzaba un pecho con una mano y regulaba el bretel, para luego tomarle ambos pechos con las manos y decirle que se veían muy bien. Ella se relajó sobre su cuello y lo miró a los ojos hacia atrás.
-¿Te gustan?
-Se ven deliciosos.
Luli llevó sus manos para atrás y le acarició el bulto duro por encima de la bermuda, hasta envolverlo, mientras con la otra lo tomaba de la nalga para apretarlo más contra su culo ansioso.
-Fijate si se nota la depilación tanga que me hicieron.
-No veo nada, dijo Kevin.
Ella tomó la mano con la que el animador aún sostenía su pecho y la deslizó hasta meterla en su bikini, al tiempo que recostándose aún más hacia atrás lo atraía a su boca y le daba beso profundo y húmedo.
-Estás muy bien depilada y te siento muy caliente ahí abajo, dijo Kevin ya metiendo sus dedos dentro de su concha mojada.
Profundizó los besos mi mujer y presionó la mano que hurgaba en su interior jugoso para que los dedos entraran todavía más. Gimieron los dos excitadísimos, hasta que mi mujer se volteó, ya con un pecho afuera y le bajó el cierre de la bermuda, dejando salir un pingo enhiesto de buenas dimensiones, ya húmedo de líquido seminal y empezó a pajearlo.
-Esperá que le voy a contar a mi marido, le dijo al sorprendido animador, mientras le sobaba el pingo. No te preocupes, lo voy a poner a mil.
"Estoy franeleando con Kevin en un probador. ¿Querés foto?”, me mandó un mensaje.
-¡Ya!, fue mi rápida respuesta.
Me mandó tres, los dos acariciándose frente al espejo, besándose y empezando a chuparle el glande.
-¡Buenísimo! Dale a fondo y contame, le contesté.
Se deleitó chupando la pija del caribeño hasta que no pudo más y le pidió que se la metiera, bajándose el bikini. Kevin no se hizo esperar y la puso de espaldas para penetrarla mejor. Entró muy fácil en el chocho empapado y se empezaron a mover frenéticamente hasta que un ruido los hizo detenerse. Él tuvo que taparle la boca para que no siguiera gimiendo con la poronga en su interior, porque estaba a punto de orgasmo. Lentamente se la fue sacando, aunque ella trataba de retenerlo.
-Me estoy jugando el trabajo, la podemos seguir después, te lo prometo, le susurró.
Luli no podía respirar de la calentura que tenía. Se volvió y le dio un morreo fenomenal de besos, caricias y paja. Kevin pudo detenerla y meterse la pija de nuevo dentro de la bermuda, conteniendo la mojadura con un pañuelo hasta que puso salir del probador.
Tras varios minutos mi mujer salió con su nuevo bikini puesto y un nuevo pareo más oscuro que no llegaba a ocultar cómo sobresalían sus pezones erectos.
-Te faltó la lencería, dijo Kevin.
Eligió un par de conjuntos de tanga muy provocativos, pero no se los probó. Mientras la vendedora pasaba la tarjeta, volvió a besarlo profunda y largamente a Kevin, ya sin ningún pudor y fueron a pedir refrescos porque el resto de los compradores tenían para rato. Los apuraron enseguida y se fueron a meter en la combi, que estaba a la sombra de unos árboles en el extremo más alejado del parking.
Apenas entraron y cerraron la puerta, se prendieron en un intenso morreo, lleno de besos y caricias, mientras caminaban prendidos hacia el fondo, donde fueron a caer sentados en los últimos asientos, a salvo de miradas indiscretas por los vidrios polarizados y las cortinas. Empezó a sobarle el bulto encima de la bermuda a Kevin, mientras éste le metía mano entre las tetas y por la concha burbujeante. Estaba a punto del orgasmo, cuando le sacó la pija y se la empezó a chupar con frenesí.
Tras un par de minutos, se acordó de mí y activó una video llamada. Yo estaba acurrucado a la sombra junto a Coqui, desnudos y de nuevo al palo, acariciándonos y besándonos. Abrí la llamada y la vi jadeante.
-¿Estás bien?, le dije mientras tenía a Coki a mis espaldas apoyando su pija entre mis nalgas.
-Estoy muy bien, me respondió, mirá, y dirigió el celular a la poronga de Kevin que pajeaba con su otra mano.
-¡Guau! Atiné a exclamar, qué buena está.
-¿Te la comerías?, me dijo.
-¡Toda entera!, le respondí mientras giraba la cabeza, le daba un beso húmedo a mi galán moreno y me apretaba bien contra su cuerpo firme y su pija bien dura.
-¡Qué buen beso!, casi como cuando me besás a mí. Mirá, me dijo, y le dio flor de morreo al Kevin y en pantalla fue besándolo por sus pectorales y abdominales hasta alcanzar la pija y empezar a saborearle el glande, el tronco y los huevos.
-Está riquísima, ¿se nota?
Le respondí que me había recalentado y empecé a pajearlo al Coqui mientras lo volvía a besar. Enseguida Luli apoyó el celular en la ventanilla contraria enfocándolos a ambos, se puso de pie, se quitó el bikini, y se sentó a horcajadas sobre las piernas de Kevin para ir metiéndose su pija en el coño bien lubricado hasta llegar al fondo y empezó a montárselo como poseída.
-¡Buenísima cogida!, le grité.
-Te quiero, me dijo.
Coqui me susurró que mi mujer lo había calentado mucho y quería volver a coger.
-Dale, pero de frente, para verte.
Se arrodilló frente a mí, me alzó las piernas y me la puso sin problemas, porque tenía el ano ya dilatado y bien lubricado por los restos de leche que me había echado antes. Mi mujer incentivó su cabalgata sobre Kevin al ver el cuerpo de mi amante mientras me daba a fondo y escuchaba mis pedidos de más y más.
Luli hizo sus firuletes de entrar y salir y menearse sobre la pija de Kevin varios minutos hasta que el caribeño empezó a jadear con fuerza y empujarla hacia arriba para metérsela más adentro y ambos se corrieron a la vez. Coqui vio todo y acabó dentro de mi culo otra vez con todo su cuerpo transpirado brillando como una estatua de mármol negro.
Sólo quedaba yo muy caliente porque tenía las manos ocupadas, pero Coqui se recostó sobre mí para besarme poco a poco bajando hasta mi pija y me la chupó con maestría mientras lo enfocaba con el celular. No duré ni dos minutos y eyaculé en su boca el poco semen que me quedaba, que no dudó en tragarse hasta la última gota y volver a besarme bien a fondo haciéndome saborear mi propia leche.
-¡Estuviste bárbaro!, me dijo Luli aún sentada sobre Kevin que no dejaba de chuparle las tetas y besarla profundamente a cada momento.
-Kevin todavía está al palo, me dijo.
-Aprovechalo, le respondí, exhausto.
Y empezó a menearse de nuevo apretándolo contra sus pechos bamboleantes. Noté que Kevin también se impulsaba y después de varios minutos de montada, volvieron a correrse juntos en un éxtasis sexual increíble.
Siempre previsora, en su bolso Luli llevaba unas toallitas húmedas con las que limpió meticulosamente la pija aún enhiesta de Kevin que era una máquina sexual inagotable, para después ponerse un apósito dentro de su bikini que pudiera contener la catarata de jugos y leche que salían de su coño y facilitarle uno a Kevin para que la humedad no mojara su bermuda.
Una vez recompuestos se dieron un beso interminable de lengua y más caricias, hasta que se oyeron golpes en la puerta de la combi y Luli me dijo que cortaba la video llamada, pero que la seguiríamos más tarde, en el complejo hotelero y en persona.