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Mi primera vez en un bus ¡de lujo!
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Soy Santiago, de 18 años, delgado y curioso. Cuando obtuve el debido ingreso a la universidad de oriente distante a 6 horas de la casa de mi tía, tenía que optar por vivir en una ciudad sin conocer a nadie. Como previsión decidí viajar 3 días antes del inicio de clases y evitar el desorden que sabía suele ocurrir los fines de semana en los terminales de pasajeros.

Listo y con maletas, tomé un bus de lujo, gracias al apoyo financiero de la pareja de mi tía, mi tío Ángel. Quien ya era un contratista en la construcción de viviendas en Valencia.

El viajar es un bus de lujo te garantiza comodidad durante el viaje. Me despedí de mis tíos subí al 2º piso del bus y apenas habían pasajeros. Me dirigí casi al final del pasillo y tomé asiento. Salimos cerca de las 11 de la noche, como iba solo en un espacio de 2 butacas, subí mis piernas y me senté de lado sobre mi lado izquierdo.

Habrían transcurrido como 30 minutos cuando abrí los ojos y vi en la parte posterior de mis asientos el rostro de una persona que trataba de fisgonear.

-Buenas noches -le dije, con recelo y en tono un poco molesto.

-Discúlpeme joven –era la voz de un señor y continuo diciendo – Vas a Barcelona?

-Obvio -respondí yo, con cierta incomodidad.

-Entiendo que estés molesto, te asusté, me disculpo; me llamó Juan Carlos. Trabajo en la Universidad de Oriente y regreso a casa, estos buses suelen venir vacíos.

-En serio –le interrumpí-¿trabaja en la universidad de oriente?

-Si claro – tocó su móvil, se encendió la pantalla y sacó del bolsillo de su camisa el carnet que confirmaba todo, lo leí con calma.

Agregué –que bien, voy a estudiar Ingeniería allí.

-Oye que bien, entonces nos veremos más seguido.-por un momento hizo silencio y preguntó– ¿ya tienes residencia?

-Pues no. Me voy tres días antes para intentar conseguir y establecerme con calma.

-Pues si te parece bien, conozco una muy cerca de la Universidad, serías sólo tu, es donde una señora amiga y no le gusta alquilar a desconocidos y extraños.

-Suena genial, Soy Santiago Ferreira, ya somos conocidos y si me gustaría ver esa residencia.

Así estuvimos un rato conversando del clima, las playas de allí, los cines, hasta que el señor Juan Carlos me preguntó:

– ¿Tienes novia?

-Pues no, ojalá consiga en la U, alguna buena chica.

-Eres un caballero y te quiero decir que estoy casado desde hace 25 años, tengo 2 hijos, ambos en USA, vivo con mi esposa, pero desde hace unos meses, tengo una curiosidad inmensa.

Esperé en silencio, desconociendo que sería y temiendo que fuera drogas, él continuó…

-A veces me provoca, es algo loco, perdóname – seguí mudo- veras… me provoca probar en mi boca el miembro de otro hombre.

Quedé sorprendido y mudo aún, que rara solicitud y no lo es tanto porque yo lo hice una vez.

-Si te pidiera que me dejaras mamar tu pene, ¿aceptarías?

Estaba frío, no sabía que decir. De pronto el agregó

-Te pagaría por eso

Vaya, así que me pagaría. Parece que guardar silencio genera ingresos.

-Pero ¿lo harás aquí? ¿dentro del bus?

-Si, en los puestos de adelante va una señora y su esposo, dos chicas y un abuelo. Detrás de nosotros no hay nadie. Entiende que sería nuestra primera vez para ambos, al fin yo sabré si me agrada esto o no, tu tendrás placer sin compromiso y te daré el equivalente al pasaje de regreso en un bus de este tipo-

wow pensé, ¿será cierto?

-Bien acepto, muéstrame el dinero –El Sr. Juan Carlos sacó su billetera y me dio más de lo acordado. Lo guardé en mi maleta y le dije

-Bien, ¿qué hacemos?

-Déjame a mí – comenzó por sobar mi entrepierna y no tardo mucho mi pene en comenzar a crecer, él me aflojó la correa y abrió mi pantalón bajando el cierre.

Surgió mi verga, quizás 15 o 16 cm, grueso casi como un vaso. Él retrajo mi prepucio y comenzó a pasar su lengua, tibia, áspera. Con su mano izquierda apretaba mis testículos cuando decidió tragar mi falo, era rico como lo mamaba, sabía hacerlo, suave tierno y firme. Era como recibir cariños de una hembra. Recordé mi osadía con mi tío Ángel. Se ve que yo debía aprender de tipos como Juan Carlos.

Así estuvo un buen rato, hasta que le dije –voy a acabar – y él mantuvo el ritmo, dispuesto a tragar mi semen.

Quise empujar su cabeza para meterle toda mi verga, pero el temor a una mordida me contuvo. Él lamió y chupó hasta dejarlo limpio. Se levantó rápido, buscó algo en su bolso, regresó con toallitas húmedas y terminó la limpieza.

Me miró fijo y dijo –Gracias Santiago, fue tal como lo esperaba, es dulce y espeso, fue rico.

-A tus órdenes – se levantó y se dirigió al asiento posterior.

El sueño me arropó de inmediato, despertándome el Sr. Juan Carlos al llegar al terminal.

-Santiago llegamos, vamos por las maletas.

Al bajar pude apreciar el físico del Sr. Juan Carlos. Cerca de 50 años. Fornido, un poco canoso, 1.80 a quizás más.

Llegamos a la 5 de la mañana, me invitó a desayunar. Hizo una llamada y terminamos el desayuno.

-Vamos a la entrada la mañana era fresca. A los 5 minutos llegó un carro y él me dijo vamos, sube atrás.

-Amor –continuó él- el es Santiago viene de Valencia, va a estudiar en la U y creo que podría ser inquilino de Laura. ¿Si?

Del asiento del conductor surgió una voz dulce acompañado de un rostro aún joven.

-Hola Santiago, soy Carmen, la esposa de Juan. Y vamos a la casa de Laura, mi cuñada. Juan, llámala para que esté atenta.

-Si, es cierto, dijo Juan.

Me sentía extraño, ellos conversaron sobre el viaje, él comentó lo tranquilo del mismo y que si no fuera sido porque conversamos un rato antes de dormir, nada especial hubiera ocurrido.

10 minutos después arribamos a una urbanización cerrada, el portón eléctrico se abrió y a la derecha nos estacionamos, el Sr, Juan Carlos se bajó y me dijo ven Santiago, aquí es.

Nos esperaba una señora treintañera. Blanca con una cabellera negra abundante y lisa. Me saludó con mucha confianza.

-Bienvenido Santiago, vienes recomendado y pareces ser un chico serio. La U está a 10 minutos caminando, a 4 en bicicleta y a dos en carro.

Creí que íbamos a entrar en la casa, pero no, me dijo sígueme, así lo hice al doblar la esquina de la casa, se veía una puerta de cristal, sobre ella un hermoso vitral.

La Sra. Laura dijo – tiene entrada independiente, con este puesto de estacionamiento, baño, cocina, una cama individual, si deseas lavar la ropa de cama o tuya, lo puedes hacer por esta pequeña puerta, -lo pagas adicional-. Tienes señal satelital de tv -lo pagas adicional-, espero que el precio sea de tu agrado.

Al decirme el precio, quedé asombrado, era un poco más de la mitad del precio observado en internet. –Lo acepto, le dije casi al brinco.

-Perfecto -dijeron Juan y Laura. – Ve y descansa Santiago, vengo cerca del mediodía para almorzar.

-Ven y almuerzan aquí. – EL Sr. Juan mostró asombro y quiso decir algo, cuando la señora. Elena nos dijo – Hay, no puedo hoy. Les dejaré el almuerzo en la cocina, debo ir a trabajar en la Colina Norte. ¿Si?

-De acuerdo -dijo el Sr. Juan.

-Umju -dije yo. Se retiraron de prisa

Entré a la habitación y me puse a pensar que todo estaba bien, mejor de lo esperado.

NOTA: Vaya, si tenía ganas de contar lo siguiente, para ello; necesito saber quiénes hoy me han acompañado y me expresen sus comentarios y sugerencias. Gracias.

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