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Sensaciones sexuales (VI)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Llegamos a la casa de mi amiga Natalia. Era verano y el calor no nos daba un segundo de tregua. Apenas entramos me dijo:

– Marisa ya conoces el camino.

Sin mediar otra palabra, y recordando que el dia anterior me había estado mirando la cola mientras subía esa escalera caracol, le respondí:

– Primero las damas.

Naty sonrió y subió a su dormitorio, sabiendo que esta vez era yo quien iba a disfrutar del paisaje.

Una vez en su habitación, nos sentamos cada una en su cama. Si bien yo estaba en la cama de Elena, la sentía como propia, como que era una extensión de mi casa.

Nos sacamos los vestiditos de algodón, típicos de los que se usan por encima del traje de baño y por supuesto, no podíamos dormir en bikini. Naty ya me había visto totalmente desnuda el día anterior y yo a ella. No tenía sentido ser pudorosas, así que ambas nos quitamos todo y nos quedamos totalmente desnudas. Yo emití una risa pícara y algo vergonzosa. A Naty eso le llamó la atención.

De repente se puso de pie y se paró a mi lado. Me pidió que me pare. Paso su brazo derecho por detrás de mi cintura y me pegó a ella. Sentí como nuestros pechos se juntaron, como nuestras pancitas se juntaron, como nuestro sexos desnudos estaban tan cercanos.

Me miró a los ojos y me dijo: “a vos te pasa algo, lo presiento”.

¿Se había dado cuenta? Mi corazón empezó a latir muy rápido. Me quedé sin palabras.

Se acercó a mi oído, corrió mi pelo por detrás de la oreja y me susurró: “me parece que yo sé lo que te pasa”.

Mi corazón se aceleró, sentí algo especial en el estómago, y finalmente, uff. Naty usando el mismo dedo con el que me corrió el cabello, bajó por mi mejilla. Fue una sensación hermosa. Solo cerré los ojos y disfruté esa caricia. Siguió su camino hacia abajo no sin antes tocar mi pezoncito que me hizo estremecer al sentir ese roce. siguió por mi panza y finalmente llegó a mi pubis. Comencé a respirar con mas fuerza porque me imaginaba lo que se venía. Naty llegó a mi vagina y posó sus deditos allí. Y sí, para que mentir, mis labios estaban totalmente empapados. “Estás muy caliente” me dijo casi susurrando.

Instantáneamente comenzó a hacer pequeños círculos en mi vulva y yo me rendí abrazándola. Acariciaba su espalda y disfrutaba lo que ella me hacía. En un momento me atreví y agarré uno de los cachetes de su cola. Me gustó hacerlo. Sentí que me mojaba más.

Un toc-toc en la puerta interrumpió nuestra muestra de cariño. Era la mamá de Naty.

-Chicas, ¿necesitan algo? voy a apagar las luces.

-Nada ma!!- respondió Naty, en el preciso instante en que dejó de abrazarme y tocarme.

-Hoy te salvó la campana- me dijo luego mirándome a los ojos. Se fue a su cama y se acostó para dormir. Yo no pude hacer otra cosa más que copiar dicho acto. Naty apagó la luz y la habitación quedó totalmente a oscuras.

Me tiré a la cama totalmente desnuda, boca abajo y por supuesto el brazo que Naty no veía, justo con la mano en mi entrepierna. No sé cómo iba a hacer para no hacer ruido pero quería terminar lo que mi amiga había comenzado.

Mi mano no podía evitar jugar, buscando mi clítoris. Mi corazón salía de mi pecho. Mis piernas querían acompañar el ritmo de mis caricias. Era muy rico todo lo que estaba sintiendo.

Algo me llamó la atención. Muy cerquita también se sentía un respirar profundo y el ruido de una cama que también se movía.

Yo estaba muy concentrada en lo mio, asi que ignoré todo lo que pasaba a mi alrededor y me seguí tocando. En un momento Naty me dice: ¿Marisa, te estás masturbando? Me dio mucha vergüenza y respondí: No. ¿Y vos Naty? Ella simplemente respondió: “también”. Y las dos nos empezamos a reír dando un final diferente a ese ratito de excitación.

Cansada por todo lo que pasó en el día me dormí instantáneamente y de una manera muy profunda.

Una vocecita me despertó diciéndome al oído: “Dulce despertar princesa hermosa” y me dio un beso en el cachete. Era Naty que ya se había levantado y estaba lista para el desayuno. Yo seguía totalmente desnuda tal cual había quedado la noche anterior. Me dio vergüenza. Me tapé como pude y me vestí lo más rápido que pude.

Bajamos a desayunar y los padres de Naty se ofrecieron a llevarme porque iban a Pueblo Esther y mi casa quedaba de camino. Así que acepté la invitación y me volví a casa con ellos.

En el camino me entró un mensaje de whatsapp que me dejó con la boca abierta.

Continuará…

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