Que pensarían ustedes si os contase lo que me sucedió una vez en la casa de mis abuelos, todo ocurrió unas navidades hace unos tres años más o menos.
Resulta que todos los años nos solemos juntar mi familia y las familias de mis otros primos y primas en la casa del pueblo a unos ochenta y seis kilómetros de mi ciudad.
Como cada año nos vamos allí para celebrar las fiestas de Navidad y Año Nuevo entrante, la verdad es que ese año no me pude quejar de quién se sentó a mi lado en la mesa para la cena; una tía mía que la verdad si os cuento os vais a quedar con la boca abierta de lo bien que lo pasé estando a su lado.
Todos y todas estábamos arrimados en nuestras sillas para la cena, cuando de pronto sentí algo que me acariciaba la pierna debajo de la mesa, sin apartarme del borde de la mesa pude ver que la mano derecha de mi tía me acariciaba muy despacio la pierna hasta llegar a mi entrepierna; ya os podéis imaginar a que me refiero, me comenzó a tocar mi paquete por encima del pantalón hasta conseguir que aquello se me fuese poniendo bien duro.
Yo con disimulo bajé también mi mano izquierda y comencé a tocar y acariciar su pierna hasta conseguir subir su vestido hasta la cintura y así poder tocar también su braga, yo con mucho cuidado me desabroché el botón y bajé la cremallera del pantalón hasta dejar libre mi abultado paquete que ya sobresalía por encima del calzoncillo para que así mi tía pudiera masturbarme con más soltura y yo con mi mano por debajo de su ropa interior hacerla lo mismo a ella, juguetear con mis dedos dentro de su coñito y sobar bien sus labios húmedos que mojaban mis dedos con solamente tocar su entrepierna.
Al mismo tiempo que jugueteaba con su coño podía ver su cara de placer con disimulo hacia los otros comensales que rodeaban la mesa de Navidad, su mano me pajeaba con tanta tranquilidad que mi polla cada vez estaba más y más dura, lo que yo tenía miedo era de correrme y que salpicada por encima de la mesa y pidiera llegar a caer en algún plato, gracias a Dios eso no pasó porque cuando ya estaba a punto de correrme bajé mi mano y apunté hacia abajo presionando su mano también para que no ocurriera ninguna fechoría que pudiera salirse del plano sexual.
Pasadas dos horas y ya habiendo terminado todos de cenar nos fuimos a otro salón que allí había cerca de donde habíamos cenado para sentarnos junto a una chimenea y poder cantar villancicos de Navidad y así contarnos todas las historietas de navidades pasadas.
Estando yo sentado en un sillón no podía divisar bien donde se había sentado mi tía que tanto cariño la tenía y que tanto añoraba de siempre, me levanté y fui a buscarla por toda la casa hasta que di con ella, se había metido en el baño para poder darse una ducha y que así nadie la pudiera molestar.
Me acerqué a una ventana que había fuera de la casa de mis abuelos y justamente por la parte del corral allí la pude ver cómo se duchaba y la caía el agua por sus pechos hasta llegar a su peludito coñito del cuál podía ver cómo sobresalían un poco sus labios.
Volví a entrar en la casa y sin que nadie pudiera verme me adentré en el baño donde estaba mi tía jabonándose el cuerpo, ya una vez dentro eché el cerrojo de la puerta para que nadie pudiera entrar y así ella y yo poder disfrutar de dicho baño los dos juntos.
Comencé a desnudarme y ella no quitaba la mirada de mis partes bajas, entré en la ducha y cogí la esponja bien empapada en jabón y comencé a jabonar su espalda y su bello trasero el cual me tenía loco cada vez que se lo tocaba.
Ahora la tocaba a ella jabonarme a mí por todo mi cuerpo, mi pene comenzó a empinase hasta ponerse como un mástil de una bandera, mi tía se arrodilló en el plato de ducha y comenzó a pajearme al mismo tiempo que me hacía una buena mamada; madre mía como me la chupaba, la verdad es que tenía buen ritmo, como cuando tocan la zambomba pero con mi polla dentro de su boca.
Así un buen rato, dale que te pego, saqué mi mástil de su boca, la puse contra la pared y la penetré bien honda, hasta que rozase mis testículos los labios de su coño, comencé a ejercitar mi cintura; hacia dentro y hacia fuera, hacia dentro y hacia fuera; así un buen rato, mis manos agarraban su cintura mientras mi pene entraba y salía de su madriguera una y otra vez, con suavidad y delicadeza.
Pasada una media hora saqué mi polla de su coñito y se la introduje por el agujero de su culo, un poco dolor sintió al principio pero haciéndolo una y otra vez con mucho cuidado la iba dando de si su agujero más sagrado y difícil de penetrar.
Poco rato después saqué mi pene de su garaje trasero y comencé a correrme encima de ella; sus tetas, su coño y su cara, aquello parecía que nunca terminaba de correrse, mi tía para terminar la faena del baño agarró mi polla, se la metió en su boca y comenzó a masturbarme con ganas para hacer que me corriese del todo.
De mi polla aún salía semen que quedaba en las reservas de mis huevos hasta que por fin dejó de gotear y dejase mi pene bien estrujado como si de una esponja se tratara.
Salimos del baño, eso sí; primero salió ella y después yo, para que no pensaran que habíamos hecho algo malo dentro del baño y tanto tiempo encerrados en él.
Nuestros abuelos nos llamaron para que fuéramos a tomarnos las uvas y la verdad que para mí fue la mejor despedida de año que jamás olvidaré en mi vida.
Fin