Llega el cumpleaños de uno de los chicos, y mamá les permite tener una “animada fiesta”, tras la cual un dialogo muy serio y franco entre madre e hijo, pone a Jonás y Judith en un camino sin retorno en su relación.
Sexto mes:
Todo seguía aconteciendo tal cual venía pasando. Pero llegó el cumpleaños Ronaldo y Tomás quienes cumplían 20 años, y por aquellos días estaba medio decaído de ánimo.
Entonces Judith, quiso que ese cumpleaños fuera el primero que se festejara en la isla, ya que el resto e incluso el de ella misma habían pasado sin pena ni gloria.
Asique ese día ella preparó una comida especial, que alcanzó hasta para la cena. Y a la noche, cómo la temperatura era bastante baja, ella permitió abrir algunas pocas botellas de bebidas alcohólicas y tomar, en honor a la ocasión.
Todos estaban muy contentos ese día, y al llegar la noche todos bebieron de más.
Al dormirse los muchachos, solo quedaron Jonás y Judith despiertos, quienes no habían bebido tanto, o por lo menos tenían más resistencia a la bebida que el resto.
Y mientras ordenaban todo en la cueva que hacía las veces de comedor y que por las noches alumbraban con antorchas y fogatas. Conversaban sobre temas varios.
Cuando todo estuvo ordenado, ellos se sentaron a conversar a la luz de las antorchas y una casi apagada fogata.
Jonás la notaba muy rara a su mamá esa noche, quizás por la bebida o por alguna otra causa también, pero Judith estaba siendo muy demostrativa con él, muy amorosa, y hasta en cierto punto muy sensual con sus comentarios y bromas.
Pero cuando quedaron solos y tranquilo la cosa siguió.
– Yo te voy a preguntar algo, y quiero que me digas la verdad. Disparó Judith.
– Está bien. Responde Jonás.
– Vos ¿me espias a mí? Le pregunta ella.
– ¿Cómo? Pregunta nerviosa él.
– Por ejemplo, cuando voy a bañarme al manantial, o voy al monte a mear o cosas así, me he sentido observada últimamente y… otras cosas más. Dice ella muy seria.
– Mamá yo… Alcanza a decir él.
– No quiero excusas, quiero respuestas. Insiste ella.
– Si, alguna vez lo he hecho. Confiesa avergonzado.
– ¿Desde cuándo mi amor? Le pregunta ella suavemente, tratando de tranquilizarlo.
– Mhhh, ¿desde cuándo te sentiste espiada? Indaga estratégicamente él.
– No sé, creo que desde hacen varias semanas, tal vez un mes. Dice ella.
– Creo que es ese el tiempo que llevo haciéndolo. Le miente él
– ¿Te gusta hacerlo? Le pregunta ella.
– Si, que sé Yo, me gusta verte. Dice él con la mirada en el piso.
– Tranquilo hijo, está todo bien. Es muy difícil sobre llevar lo que estamos pasando, hace tiempo que no estás con Jessica, tenés en claro que probablemente no la vuelvas a ver, soy la única mujer que ven vos y tus hermanos, además tenés que dormir conmigo en una cama chica, cómo que son muchas cosas ¿no? Reflexiona Judith.
– Si, pero igual, es cómo que está mal ¿no? Dice Jonás avergonzado y preocupado por lo que pueda responder su mamá.
– Mirá, que sé yo. En circunstancias normales, no te lo discuto, pero bajo estas circunstancias en las que nos está tocando vivir, deberíamos dictar nuestras propias normas, e ignorar algunas normas sociales. Le responde ella sorprendiéndolo.
– Y ¿Cuáles serían las normas que impondrías en este caso específico?, Le pregunta él.
– Bueno, a mí no me gustaría hablar tanto de imposición de normas, más bien me gustaría discutirlas cómo personas adultas que somos. Además, no te creas que yo soy de mármol, también tengo mis debilidades con el sexo opuesto, y ahora estoy sintiéndome tan sola cómo vos y Jony, que él tenía a su noviecita Camila, y ahora a la única mujer que ve es a mi. Dice Judith.
– Bueno, entonces ¿tengo derecho a verte? Le pregunta Jonás.
– Si, claro mi amor, pero no solo en el manantial, cuando lo necesites y estemos solo me decís y te muestro lo que quieras. Le dice ella tiernamente.
– Y Vos ¿no vas a querer nada? Le pregunta él
– Si, obvio, cuando estemos solos podemos “vernos” los dos. Le propone Ella.
– ¿Cómo sería eso de vernos? Pregunta Jonás.
– Hagamos esto, decime ¿cómo hacías para espiarme en el manantial? Pregunta ella.
– Me iba detrás de ti unos minutos después que vos y me ocultaba entre las rocas y te miraba con los largavistas. Responde él.
– Jajaja, que bien la hacías ¿eh? Bueno, ahora no te van a hacer falta los binoculares, ahora nos vamos a bañar juntos ¿te parece? Responde Judith.
– Claro, me encanta. Responde casi emocionado el muchacho.
– ¿Vamos a dormir? Le pide dulcemente su mamá.
– Vamos. El chico apaga todo y va tras su mami a la cama.
Jonás se entretiene unos minutos antes de llegar a la carpa, y cuando lo hace busca a tientas la cama que compartía con su madre. Y al encontrarla, se sienta en el borde y comienza a sacarse la ropa para ponerse el pijama. Pero cuando se lo va a poner.
– Acostate así no más. -Le murmura ella ya acostada.
Él obedece sin más, y al meterse en la cama, descubre que su madre lo espera con una grata sorpresa, al darse cuenta de que solo está acostada con una remera, un corpiño y bombacha. Era la primera vez que la tenía en la cama sin pijama,
– ¿Te gusto así? Le susurra ella tiernamente.
– ¡Siii, me encantas! Le responde él
– Asi, vas a poder acariciarme mejor. Le dice ella
– ¿Acariciarte? ¿puedo acariciarte? Le responde él.
– ¡Jajaja! ¿no lo hacías casi todas las noches? ¿en serio creías que yo dormía tan profundo? Lo desenmascara su mamá.
– ¿Estabas despierta todas las noches? Le pregunta sorprendido Jonás.
– ¡Aaah! ¿así que me metías mano todas las noches? Le pregunta ella entre risitas picaras.
– Bueno, no todas, solo a veces. Responde avergonzado su hijo.
– Pero lo disfrutabas ¿no? Pregunta ella.
– Si, claro. Y ¿vos? Responde él.
– Al principio, me ponías muy incómoda, no sabía cómo pararte, pero ya últimamente, esperaba a la noche para estar entre tus brazos. Le confiesa ella.
– ¿De verdad? Le pregunta Jonás.
– ¡Si mi amor, ya te dije que mami no es de palo! Yo también necesito un hombre a mi lado. E igual que vos, ya pierdo las esperanzas de que algún día nos encuentren y nos rescaten. Dice Judith.
– Mhhh, claro. Solo atina a responder Jonás.
– ¿Te puedo confesar algo? Le pregunta nerviosa ella.
– ¡Siii claro! Responde él.
– ¡Jajaja, no sabés cómo disfruté sentir tus erecciones jajaja! Dice ella entre risas de nervios y vergüenza.
– ¡No me digas! Responde el chico.
– ¿Te excitabas conmigo o pensabas en Jessica? Le pregunta ella.
– ¡Jajaja! Últimamente me excitas vos. Le dice él, nervioso y con vergüenza.
– Modestia parte, me lo imaginaba. Dice francamente su mamá.
– Sos hermosa, y re piola conmigo y con todos nosotros mamá. Le responde él
– Te y los amo. Le responde ella.
– Yo también te amo. Le dice Jonás muriéndose de ganas por comerle la boca de un beso. Pero ella se da la vuelta y le da la espalda.
– ¿Vas a ir conmigo mañana al manantial? Le pregunta su mama ya casi durmiéndose.
– ¡Claro, mañana nos bañamos juntos! Le responde.
Jonás la abraza de atrás, y ambos se duermen profundamente.
Al día siguiente para cuando Jonás se despierta, su mamá ya se había levantado y estaba lavando la ropa.
Jonás se levanta, y ambos se saludan con una pícara sonrisa
Todo transcurría normal en aquel soleado día. Hasta que los muchachos iban a darse un baño al manantial, antes de que fuera el turno de la mamá, tal cómo lo hacían siempre.
– ¡Ey Jony! Te pido un favor. Le dice Jonás a su hermano mientras iban de camino al manantial.
– ¿Qué pasa? Le responde su hermano.
– Yo sé que hoy te toca ir a vos a espiar a mami, pero ¡dejame ir a mí! Le dice Jonás.
– ¡Aha? Y ¿se puede saber por qué? Le pregunta Jonatán.
– ¡Es importante boludo! No te puedo explicar todo acá porque nos pueden escuchar los demás. Pero en síntesis hubo un avance importante con mami anoche. Le resume Jonás.
– ¿Ya te la comiste hijo de puta? Le pregunta Jony lleno de envidia.
– ¡No, no aún no! ¡Pero me surgió una oportunidad única con ella! ¡apoyame en esta boludo, si me sale bien, nos la vamos a coger todos! Le suplica Jonás.
– ¿Y después puedo ir 2 días seguidos a espiarla Yo? Le pregunta Jony.
– Mirá, te cuento resumidamente ¡quiere que nos bañemos juntos! Le responde Jonás.
– Ok, anda hoy vos, pero mañana voy yo. Le dice Jony.
Los muchachos se bañan durante unos cuantos minutos, y luego cada uno retoma sus actividades diarias. Jony se despide de Jonás con unas palmadas en el hombro, se miran y se sonríen. Y Jonás se separa de ellos fingiendo retomar sus actividades de juntar leña cómo hacía cada tarde, y cuando vio a la mamá dirigirse al manantial, le chifló, y la saludó con la mano. Ella le sonrió y siguió su camino sola, para que nadie los viera ir juntos cuando supuestamente ella iba a higienizarse.
Transcurrido unos minutos, el chico corrió hacia el manantial. Cuando Judith lo oyó correr hacia ella. Estaba acostada en su toallón, solo con un conjunto de bombacha y corpiño blanco. Ella se levanta y lo recibe con los brazos abiertos una gran sonrisa.
Se abrazan, y ella da unas vueltas frente a él para exhibirse frente a su hijo en ropa interior.
– Antes que nos metamos al agua, ¿me mostrarías desde donde me espiabas y cómo lo hacías? Le pregunta ella tiernamente y con mucha curiosidad.
– ¿En serio queres saberlo? Le responde él.
– ¡Siii! me pregunto cómo nunca te vi! Le responde ella.
– Bueno, vamos, seguime. Le responde su hijo.
Ambos caminan varios metros alejándose bastante del manantial, y llegan a las rocas donde se ocultaba Jonás cada tarde para ver a du mamá tomar su baño totalmente desnuda.
Jonás le explica cómo se escondía entre las rocas. Y cómo la espiaba con los binoculares desde allí.
Ella al oír las explicaciones y detalles, se sonrojaba y se preguntaba cómo fue tan tonta y descuidada con su privacidad, estando sola en medio de la nada con 4 jóvenes machos en plena adolescencia y juventud.
– ¿Te gustaba lo que veías? Le pregunta tímidamente ella.
– ¡Si, venía cada día a verte! Le responde su hijo.
– Y ¿te… te masturbabas? Le pregunta ella roja de vergüenza y su mirada fijada en el piso.
– A veces sí, otras veces solo te miraba.
– ¿Me veías cuando yo me…? Pregunta Judith, llena de vergüenza al recordar que ella muchas veces aprovechó sus baños solitarios para sus desahogos femeninos.
– ¿Cuándo te masturbabas? ¡solo te vi una vez parada desnuda en la orilla masturbándote. Mientras le responde esto, recuerda que él ya no era el único que la espiaba, y quizás su hermano Jonatán, la había visto también.
– Es que generalmente lo hacía dentro del agua, rara vez lo hago estando afuera. Le explicó Judith.
– ¿Lo haces todos los días? Le pregunta su hijo.
– Casi siempre, y vos cuando te masturbabas… ¿querías hacerlo conmigo? Le pregunta ella.
– Últimamente sí. Responde él aguantándose las ganas de besarla.
Pero, su mamá da por finalizada la charla, se da vuelta y camina hacia el manantial.
Jonás la sigue, y al llegar Jonás se saca el pantalón y la remera quedando solo en calzoncillo.
– Pensé que te ibas a venir con la maya. Comenta su mamá al verlo con el calzoncillo gris.
– Eso que tenes puesto, tampoco es un bikini. Le responde él pícaramente.
– ¡Jajaja! ¿Vamos al agua con mami? Le pregunta ella tiernamente, tomándole la mano. Y ambos entran al agua.
Luego de nadar un buen rato, él ve que Judith se dirige a la orilla y saliendo del manantial, toma su jabón y champú y le hace señas a Jonás para que se acerque a ella.
Ella estaba con el agua hasta los tobillos.
Entonces ella le da a él el champú y el jabón, y con las manos libre, se saca el corpiño y la bombacha.
Jonás que no tuvo tiempo a reaccionar, la queda mirando azorado, estupefacto, incrédulo.
– ¡Buenoo! ¿Qué pasa? ¿nunca la viste a Jessica desnuda? Y a mi ¿no me espiabas desnuda? Le pregunta ella sonriéndole tiernamente.
– Si ¡pero es distinto! A Jessica le he visto, pero es otra cosa, y a Vos te he visto también, pero de lejos, ¡nunca te había visto de cerca! Le responde el chico.
– ¿Estoy muy peluda? Le pregunta su mamá avergonzada, viendo que su hijo, no sacaba los ojos de su peluda concha.
– ¡No, estás perfecta! Le responde su hijo.
– ¡Me enjabonarías por favor? Le pregunta ella dándole la espalda.
Jonás toma el jabón y le empieza a enjabonar la espalda, mientras ella le ayuda recogiéndose el pelo.
– Oy, gracias por ayudarme mi amor. Le dice ella mientras su hijo le enjabona la espalda.
Jonás en ese momento, no puede evitar una fuerte y repentina erección, cosa que cuando Judith se da la vuelta y queda de frente a él para que la enjabone de frente, no puede evitar notarla y sorprenderse.
– Yo ya estoy desnuda hace rato, pero en cambio Vos seguís con el calzoncillo puesto ¡eso no vale! Protesta ella, queriendo ver aquel pene erecto.
– ¡Ay, mamá! Protesta él avergonzado.
– ¿Qué hijo? ¡Yo si pude sacarme la bombacha y el corpiño! Y ¿vos no podrías quedar desnudo también cómo mami? Protesta ella.
– Pero…. Dice é poniéndose colorado mirando su pene.
– ¿No te gustaría que te bañe cómo cuando eras chico? Le pregunta ella.
– ¡Si claro, pero…Dice nervioso
– Te sacas el calzoncillo o te lo saca mamá ¡Vamos! Lo “regaña” ella cómo cuando era niño.
– Está bien. Accede él resignado, y se lo saca, pero entonces queda parado frente a su mamá con una gran erección.
– ¡Guau, guau, guau! Exclama ella al ver el tamaño y dureza del pene de su hijo.
– Perdón mami. Casi murmura él avergonzado con la mirada en el piso, o mejor dicho en el agua.
– Te prometo que después vemos que hacemos con ese asunto. Le murmura ella dulcemente refiriéndose a la erección.
El chico toma el jabón y empieza a enjabonar el cuello los hombros y pechos de su mamá.
Al llegar a las tetas, no puede evitar acariciarlas con las 2 manos, y se entretiene un buen rato en esa zona.
Para cuando se da cuenta de lo que está haciendo, levanta la mirada hacia su madre, y ve cómo ella lo disfrutaba en silencio con los ojos cerrados. El silencio reinaba entre los dos, solo se oía el agua que caía de una pequeña cascada que había en el manantial a varios metros de ellos.
Jonás enjabona el vientre y baja suavemente la mano hasta la vagina de Judith. Cambia de mano el jabón, se moja la mano libre en el agua y la lleva a la vagina de Judith, quien entre abre sus piernas, para facilitarle la tarea a Jonás.
El chico acaricia la velluda concha de su madre, y la enjuaga con groseras caricias, que de inmediato estimulan la excitación de ella.
Ella se muerde los labios, y cierra los ojos, tomando por los hombros a su hijo con las dos manos, y abre más las piernas en clara señal de aprobación a Jonás.
Entonces el chico le acaricia el clítoris, hasta ver que su mamá mira hacia el cielo y flexiona levemente las rodillas cómo pidiéndole más.
Jonás mete un dedo dentro de la mojada concha de su madre, y ella flexiona aún más las rodillas y le aprieta suavemente los hombros.
Entonces el chico empieza a masturbarla deliberada y rápidamente. Ella aprieta con fuerza los hombros de su hijo con sus manos. Permanece así unos minutos en los que su hijo la masturba con verdadera pasión y ahínco.
Hasta que siente que su mamá le clava las uñas en los hombros, sus ojos se abren cómo queriendo desorbitarse y y boca se abre lo más que puede, pero no emite sonido alguno. Y tras unos breves instantes, ella da 2 pasos atrás, y cae sentada en el agua totalmente agotada.
Judith, sentada en el agua lo miraba fijo a su hijo, cómo pidiéndole explicaciones por lo que habían hecho, o más bien, por lo que ella se había dejado hacer por su hijo.
Tras unos segundos, ella agacha la cabeza y se cubre el rostro con las 2 manos.
El chico permanecía parado frente a ella con su pene apuntando a su mamá. Cuando ella lo vuelve a mirar, Jonás, se chupaba los dedos con los que la había pajeado.
Esto hizo que Judith, se incorporara de inmediato, y dirigiéndose a un lugar más profundo, se diera un chapuzón.
Al emerger del agua, lo volvió a mirar a su hijo, y sale del agua llorando.
El chico quiso dialogar con ella, pero ella solo lloraba mientras se secaba con la toalla. Luego se vistió y se fue. Y rato después hizo lo propio su hijo, quien estaba muy preocupado por la reacción de Judith. Él creía que lo había arruinado todo.
Continuará…