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Mi nuevo vecino (parte II)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Ya pasó cerca de un mes y un poco más desde que me mudé aquí, ya me acostumbré de cierta manera a mi nueva vida, si bien aún hay algunas cosas que no sé cómo buenos restaurantes, calles o bares, tengo la suerte de tener un muy sexi vecino y su amable padre que siempre que necesito algo ellos me pueden ayudar. Constantemente intente sacar charla a Franco, este solo me brindaba pocos segundos de su tiempo, aparentemente es un hombre bastante ocupado.

Me frustraba la situación, nunca me costó tanto coquetear con un hombre, cada vez sumaba intentos fallidos de acercarme, sin embargo, descubrí el patrón, por lo general cuando salía en la noche a cenar o comprar algo aproximadamente a las 20 podía encontrar a aquel hombre afuera fumando. Por lo tanto, empecé a vestirme de manera más provocativa para poder llamar la atención, salía con leggins pegados, shorts o directamente salía sin ropa interior con el fin de llamar su atención. Alguna vez si pude sentir que su mirada me seguía, pero no era muy seguido, y nunca lo suficientemente descarado como para poder convencerme a mí misma de ser más atrevida. Constantemente llamaba la atención de los demás hombres en la calle, e incluso al señor de la tienda, todos me miraban menos Franco.

La situación me frustraba, y noche tras noche me masturbaba pensando en aquel hombre, me centré tanto en el que no había dado chance a ningún otro hombre que conocí en mi aun corta estancia en la ciudad. Necesitaba follar, me sentía sola, y mis ganas no disminuían sin importar cuantas veces por semana me masturbara. Por lo que tome la decisión de que el sábado más próximo saldría a algún bar cercano y buscaría encamarme con el primer hombre de buen ver que se me acercara.

Llego la noche en la que planeaba no dormir sola. Me maquille, use un labial rojo intenso que remarque mis labios, lo cual me hace ver bastante sexi por mi blanca piel, planche mi pelo de manera que se viese lacio y más largo. Pensé en salir sin ropa interior para llamar más la atención de mi futuro amante, pero preferí no ser tan descarada, terminé usando ropa interior negra que combinaba a la perfección remarcando mi figura cuando los pasos estén adelantados. Me puse un vestido pegado corto que llegaba al borde de mi rodilla y tenía un buen escote, si bien no destaco ni en tener un trasero o senos muy grandes, lo compenso con mi rostro inocente y atractivo.

Llegue a un bar que estaba a unas calles de mi casa, tome asiento y me pedí un trago. Era bastante peculiar aquel lugar, ya que había personas de todas las edades, desde grupitos muy jóvenes, de unos 18 años, hasta hombres y mujeres de aproximadamente 40 años supongo. Pasaron unos 5 minutos y ya vi que había varios hombres mirándome, hasta que uno se dispuso a acercarse y conversar. Tristemente este galán no era de mi estilo, se notaba que era muy joven, y tenía su labia que serviría con una chica de su edad, pero no conmigo, rápidamente capto el mensaje de que no estaba interesada en él y termino retirándose, primer galán bateado.

No paso mucho tiempo hasta que un chico de aparentemente mi edad se acercó, logro sacarme conversación, claramente era alguien interesante, además que era bastante simpático, Parece que tendría mi galán de la noche, no paso mucho cuando me invito a dejar el bar para irnos a un club cercano para poder bailar, propuesta que acepte. Llegamos al nuevo lugar y nos dispusimos a pedir más alcohol, y bailar cada uno con su vaso en mano. Seguía pasando la noche, y conforme más vasos terminábamos más caliente se volvía el baile. Nuestros cuerpos se encontraban muy pegados, además que ambos ya teníamos una buena cantidad de copas. Le di la espalda y pegué mi cintura lo más cercano a su entrepierna, empecé a sentir como un bulto crecía lentamente. No pude evitar que una sonrisa se dibuje en mi rostro, sabiendo que mi plan estaba funcionando a la perfección. Sentí como sus labios se acercaban a mi oreja y dijo las palabras mágicas.

– Vamos a un lugar más tranquilo

El calor de ambos nos obligó a acercarnos a un callejón, en el cual nos empezamos a besar desenfrenadamente. Sentía como de manera salvaje la mano de mi acompañante empezaba a presionar y apretar mi trasero. Cerraba los ojos y sorpresa, se me vino la imagen de franco, quería que sea franco el hombre que estuviese haciendo eso, manoseándome, y disfrutando mi cuerpo. Me sentí muy mal, no quería tener sexo con este chico, quería a Franco, moría porque fuese Franco. No pude seguir con eso, entonces busqué una excusa para poder zafarme de la situación.

– Oye perdón, estoy en mis días fértiles

Como perro totalmente desesperado me empezó a decir que usaría condón, o que terminaría afuera. Me negué y empecé a pedir que frenara, no me sentía cómoda en esa situación, lo terminé separando. Claramente era un chico respetuoso, porque freno de inmediato y vi en su rostro cierta tristeza que me causo ternura, le di un beso y le di mi número. Me acerqué a su oído y le dije que esto lo terminaríamos otro día. Era un chico interesante, me gustaría conocerlo, tal vez salir por un café con él, pero de momento, tenía una cuenta pendiente con mi vecino.

Volvía a mi casa aproximadamente a las 3 am, muy frustrada, dado que tenía todo para cumplir mi objetivo y fui yo la que termino echándose para atrás. Llegaba a mi hogar y veo en la calle a mi vecino fumando. Me sorprendió ya que era bastante tarde y él estaba afuera. Me acerque para saludarlo y le pregunte si me invitaba un cigarro a lo que el con una sonrisa me pasaba uno.

Franco – Parece que fue una buena noche, ¿alguna conquista? – Exclamaba con una sonrisa amigable

Tatiana – No, parece que no llame la atención de ningún chico- Mentí

Franco- No creo, una chica tan simpática yo creo que llamaría la atención de cualquiera

Me sonroje, era la primera vez que me hacía un alago, le comenté porque salía a fumar, a lo que me comento que su padre sufría de cáncer en el pulmón, por ende, no podía fumar cerca de él. Empezamos a charlar y conocernos mientras terminábamos los cigarros. Cuando vi que iba a prender un cigarro más le pregunté si no prefería entrar a mi casa para evitar el frio, así seguíamos con la charla, y que no había ningún problema con que fumase dentro.

El acepto mi invitación, dentro mío sentía un calor creciente, obviamente, mi plan no era solo charlar y fumar. Mientras entrabamos me puse a pensar que tal vez mi plan de no dormir sola, puede concluir en éxito.

Nos sentamos en mi sillón con un cenicero cerca, charlamos de temas triviales, nos conocimos más, pasaban los minutos y yo moría por lanzarme y comerme sus labios, pero tenía miedo de sufrir otro rechazo, era mejor tantear el terreno y asegurar la victoria. Empecé a mover mis piernas con la intención de llamar su atención e invitarlo a que se atreva a algo. Tuve la idea de hacer caer la caja de cigarrillos, me pare y la levante muy sugerentemente, de manera que pueda ver mi trasero y ver si se atrevía a algo. Me levante y senté nuevamente, con mucha frustración al ver que nada paso, estaba equivocada, cuando vi su entrepierna note que un bulto estaba ahí.

Lentamente me acerqué más a él, y sentí como ponía su mano en mi pierna. Lo vi a los ojos y le sonreí, el asustado quito su mano.

– Perdón no debí hacer eso

Antes que continúe empecé a besarlo de manera desesperada, un beso locamente húmedo y desesperado. Conforme avanzaba el deseo más mío que suyo nuestras manos iban tanteando de seguir haciendo más intensa la situación, no podía más, termine subiendo encima de él. Ni bien me puse encima suyo sentí como su mano fue directo debajo de mi vestido a mi trasero, simplemente nos estábamos besando y ya me sentía chorreante con ganas de sentirlo dentro mío. Empezó a besar y morder suavemente mi cuello, lo cual definitivamente termino enloqueciéndome, cosa que género que mi cuerpo empiece a moverse, de manera que mi entrepierna genere un roce constante con su bulto. Estaba segura que mi humedad sería tan grande que podría mojar su pantalón.

No podía más, lo agarré de la mano y lo dirigí hacia mi habitación, ni bien llegamos proseguí a bajar sus pantalones y quitárselos, cosa que lo dejo únicamente en ropa interior. Me arrodille y empecé a besar y dar leves lamidas por sobre su ropa interior generando que el emita leves gemidos que no hacían más que calentarme más. Baje lentamente esa última prenda que evitaba que vea mi premio. Su miembro no era muy gordo, pero largo sí que era, llegando a medir fácilmente lo mismo que un vaso de vidrio de esos que te dan en gala. Tenía semejante espada enfrente mío, no aguante e intente meterlo a mi boca de un solo intento, cosa que no pude. Ante ver el tamaño empecé a lamerlo de punta hasta sus límites mientras con mis manos jugaba con sus testículos. Después de un rato así intente nuevamente meterlo entero a mi boca, e inicie con el movimiento de meterlo y sacarlo, en ocasiones intentaba meterlo entero, cosa que al final no conseguí por el tamaño, golpeaba mi garganta cada vez que intentaba. Cuando por fin me di por vencida lo retiré de mi boca y proseguí a darle un beso a la punta. El sabor salado de su liquido pre seminal era algo que me encanto, por lo general no disfruto de ese sabor, pero esta ocasión, después de tanto fantasear con esto, lo sentí como un manjar.

Me pare y me dispuse a dejar caer mi vestido relevando mi ropa interior negra que combinaba a la perfección. Ni bien deje caer la ropa el quedo algo embobado con la imagen unos segundos, el procedió a plantarme un beso que podría decir que era más romántico que salvaje. Aprovechando su cercanía le saque la polera dejando ver ese cuerpo, no trabajado, pero si cuidado, el cuerpo perfecto, no muy musculoso, pero no descuidado.

Me alzo en sus brazos plantándome otro beso, este más salvaje que al separar nuestros labios dejaba ver un hilo de saliva colgando. Me recostó suavemente en la cama y bajo directamente a besar mis muslos, intercalaba besos con lamidas, lamidas con mordidas, sentí hasta nervios cuando mis bragas eran retiradas. Un beso suave en pleno clítoris y una gran lamida en plena raja, me encontraba en el cielo en aquel momento, cuando empezó a lamer y succionar con su boca mi clítoris pensé que duraría unos cuantos minutos antes de venirme, error, porque ni bien introdujo dos de sus dedos en mi sentí todo mi cuerpo vibrar, sentía mi primer orgasmo.

Subió hasta que su rostro estaba a mi altura, lo vi a los ojos, y estaba preparada para sentir otro beso caliente, pero sentí de la nada como su miembro se introducía de golpe en sexo. No pude evitar dar un grito que parecía más gemido por la combinación de sensaciones entre dolor y placer. Sentía su moviente leve dentro mío, mientras sus ojos miraban mi rostro fijamente, la sensación de que me estén observando tan detenidamente mientras tenía sexo me hizo sonrojar, lo cual provoco en él una sonrisa. Poco a poco empezó a aumentar su velocidad y su dureza al punto que cuando menos esperaba puso mis piernas a la altura de sus hombros haciendo que cada estocada sea mucho más profunda. En el ambiente solo se escuchaba el palmoteo que nuestros cuerpos generaban con cada penetración y mis gemidos que con cada movimiento suyo eran más fuertes y constantes. Sentir como el tiraba todo su peso contra mi cuerpo, sentirlo tan profundo en mí, sentir aquel choque de sus testículos contra mis nalgas, y aquel sonido como si estuviéramos aplaudiendo, era más de lo que esperaba con este hombre.

La posición se sentía delicioso, pero yo quería tomar el control, me dispuse a acostarlo y subirme encima suyo, puse su verga dentro mío y de una sola estocada lo metí en mí. Empecé a cabalgarlo de manera violenta, cada vez más rápido, sentía como mis senos rebotaban consecuencia de la velocidad. Estaba tan cerca de desfallecer, sentí otro orgasmo y caí rendida en su pecho.

Con voz autoritaria me ordena ponerme de rodillas para recibir su líquido, pensé en dar otra cesión de sexo oral, pero ni bien empecé a jugar con su herramienta cuando sentí su leche caliente cayendo a mi cara y parte en mi pecho, con mi dedo limpié lo que había caído y lo dirigí hacia mi boca, saboreando aquel peculiar y viscoso sabor. Terminé mirando a sus ojos y solo pude sonreír, me sentía feliz, no solo conseguí a un amante para la noche, si no conseguí al amante que yo quería.

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