Con mi compa nos encanta mirar porno. Empezamos a hablar de eso después de tener sexo, estando tirados en la cama en esa calma hermosa. Ella hizo la pregunta. Creo que no le resultó fácil, pero cuando empezamos a contestarnos fue un poco menos fácil, aunque muy excitante.
A veces es más difícil hablar que mostrar, así que abrí la pestaña de incógnito en el celular y le mostré dos videos. Uno de facesitting y otro de pet play, donde la persona que personificaba a la gata se exhibía y tomaba semen de un tachito. Ella me mostró uno femdom, dónde ella le daba órdenes ridículas al tipo y lo hacía vestir su ropa interior; y otro dónde un hombre se metía en el vestuario femenino en el gimnasio, le vendaba los ojos a la única mujer que había, garchar, él se iba y ella nunca lo veía.
Nos encantó.
Jugamos al ajedrez, llegamos al acuerdo de que quien gane será quien manda y quien pierda deberá obedecer los caprichos sexuales del otro por 24 horas. Jugamos muy mal, y peor excitados. Clavé su dama con un alfil, ella se comió el alfil y yo a su dama con mi torre. Estaba empezando a sobrarme cuando metió su torre en la primera fila y me dio un mate de pasillo. Se río con el pecho erguido, y yo miré el tablero un poco triste. Excitadamente triste.
– Desnudate – me dijo, se seguía riendo. Protesté un poco. Recién la tenía dura, pero el miedo me la volvió a bajar. Había perdido: ella mandaba y yo quería hacerla feliz. Me desnudé de espaldas a ella y me volví a sentar en frente del tablero.
– No nene, servime una copa de vino.
De pasada a la cocina le di un beso en los labios, ella me besó también, me sentí seguro. Mientras estaba descorchando y sirviendo el vino sentí mi cola expuesta, vulnerable y jugué con eso. La levanté un poco, arqueé la espalda, ella no me veía pero me hubiera encantado que entrara y me viera así, metido en mi papel de sirviente, con todo mi cuerpo para ella.
Se había acostado en el sofá y estaba con el celular, le entregué la copa en la mano, dio unos sorbos, dejó la copa y se abrió el pantalón.
– Sácame todo, me dijo.
Obedecí, ella seguía concentrada en su celular. Cuando estuvo desnuda abrió bien las piernas. No esperé a que me pidiera que se la chupara. Era un vídeo reality en español, dónde una mujer iba a tener un trío con dos hombres. Se la chupé con toda mi alma, le acariciaba el cuerpo, las nalgas con mis manos, le metí los dedos en la concha y el culo. Estaba hipnotizado, ni siquiera se me ocurrió tocarme a mí mismo mientras la servía. Me la imaginaba a ella, diosa, chupando un par de vergas, siendo penetrada, gimiendo.
Bajó el celular, me agarró del pelo y me escupió la cara, me metió dos dedos en la boca y me volvió a empujar a su conchita, me apretó, movía su pelvis en mi cara, daba igual si era sobre mi boca, mis ojos, mi nariz, tenía toda la cara mojada. Así tuvo un orgasmo.
Cuando se relajó me abracé de su pierna con mi cabeza en su pelvis. Ella respiraba tranquila, pero yo estaba inquieto.
Me acarició.
– Te parece bien si estás desnudo hasta la noche? Me gusta verte.
Le dije que sí, la besé entre las piernas y me incorporé. Ella volvió a ponerse la ropa interior y el pantalón.
Eran las cuatro de la tarde de un domingo y no teníamos nada que hacer. Miramos una película, preparamos la merienda y comimos. Ella me tocaba al pasar, si la tenía blanda me la sacudía como jugando. En un momento me metió de sorpresa un dedo en el culo. Cuando veía que la tenía dura a más no dar me recostaba el culo o me besaba apretándose toda contra mí.
Quería desnudarla también, sobarle las tetas, metérsela y acabarle adentro sin importarme nada, apretarla contra la pared y agarrarla del pelo mientras me la garchaba. Pero ella había ganado, había sido más inteligente que yo, y estaba hermosa.
Después de comer nos acostamos, ella quería dormir. Para mí era imposible, estaba en un estado de agitación tremendo. Cuando se durmió decidí ponerme el boxer, quería descansar. Me dormí también.
Me despertaron sus manos sacándome el boxer. Me desnudó casi con rabia. Ella estaba solo en bombachas, enérgica, se le sacudían las tetas y se divertía haciéndose la enojada.
– Si querés placer te lo vas a dar vos – me dijo-, y con esto en el culo. – Sacudió el dildo en la mano.
Se corrió la bombacha y se empezó a meter el dildo. Yo la miraba como tarado. Se gozaba, gemía, se tocaba las tetas, ni me miraba. Después, cómo por gentileza, me dio un besito en la pija y me metió el dildo en el orto, mojado por ella. Me masturbé por fin, estaba en la gloria, quería que fuera largo, me metía y me sacaba a mí mismo el dildo en el culo y me hacía la paja. Ella se sentó en mi cara y me pasó frenéticamente la concha. No sé si tuvo uno, dos o tres orgasmos, yo seguía llevando y trayendo mi orgasmos muchas veces. Estaba al borde.
-Déjate el coso en el culo- me dijo. Se me sentó en verga, yo estaba por explotar. Subió tres o cuatro veces y solté el chorro de chele adentro.
Nos relajamos, nos quedamos abrazados largo rato. Ella me dijo te quiero, y yo le dije te creo. Me acarició, me besó y nos dormimos.
Al día siguiente dimos por terminado el juego, y yo me puse a hacer ejercicios de ajedrez.