Este es mi primer relato y espero que les guste. Pasó hace aproximadamente 15 años, tenía 33 años, y estaba casado y con dos hijos aun pequeños, vivía en un departamento pequeño independiente de una casa grande un familiar en un sector clase media de Quito, Ecuador. Trabajaba entre 10 y 12 horas diarias en un banco, razón por la cual normalmente llegaba tarde a casa y encontraba a mi esposa acostada o dormida, de allí que mi vida íntima estaba pasando por un declive.
Soy y era en ese tiempo de buen ver, estatura mediana 171cm, delgado tonificado, ojos grandes y facciones finas, y tenía en aquella época algunas admiradoras en el banco que trabajaba, sin que tenga una relación mas allá de sexo casual con alguna de ellas.
El caso es que una noche particularmente mas tarde llegué a casa, y para mi sorpresa en el pasaje de ingreso estaba mudándose una familia nueva, con un camión que bajaba todo el mobiliario. Eran tres mujeres y un muchacho, la madre Enma de unos 55 años, las dos hijas Rosario Clara de 22 y 25 años y el muchacho Alex de 18 años. El tumulto era tal que no podía pasar con mi auto a mi casa, y dialogando con la señora Enma acordamos dejarlo en su entrada y en la mañana retirarlo de allí, cosa que acepté, y de paso les ayudé a bajar una lavadora muy grande y pesada.
En la mañana luego que mi esposa preparara el desayuno y llevara a los niños a la escuela, Sali a casa de la vecina a retirar mi auto. Cual sería mi sorpresa que me recibió Clara que estaba sola arreglando el desorden de su mobiliario, era como de 160 cm figura delgada, pero de amplias y redondas caderas, tez blanca y senos medianos, vistiendo unas pijamas de pantalón blanca con flores, algo transparente que evidenciaba una ropa interior de tanga negra, y lo mas atractivo era sin duda su cara, de facciones finas, ojos grandes, y una hermosa cabellera negra de rizos cortos, pues entré, y le dije algo parecido.
-Buenos días vecinita Clara, será que ya puedo retirar mi auto?
-Claro vecino, y gracias su ayuda de ayer y estas molestias con el auto.
-No se preocupe… mas bien que le parece si desayunamos? (doble sentido y mirada lujuriosa).
-No le preparó su mujer?
-No, y me dejó con muchas ganas.
-Miren a este vecino, quiere que le alimente!
-Me encantaría
Sin dejar de mirarme abrió la puerta de acceso a la cocina y entré, me ofreció café y lo tomamos de pie en esa misma cocina, en un descuido mientras preparaba algo estiré mi mano y la abracé por detrás de la cintura, pegando mi boca a mi oído le susurré algo como.
-Realmente mi Clarita eres mas deliciosa al tacto que a la vista, además hueles rico!
No se movía y solo entrecerró los ojos al sentir los 18 cm de verga dura que la tenía entre sus nalgas, y al sentir esa aceptación tácita empecé a bajar por su pantalón de dormir a sus caderas, y con la otra mano subir hasta la base de sus senos.
Uff deliciosos, justo al tamaño de mi mano con unas puntas pequeñas y rosadas, en tanto que con la otra mano alcancé la entrada de su vagina depilada y muuuy húmeda.
Le empecé a meter despacio mi dedo índice y a su vez ella suspiraba profundamente abriendo las piernas hasta tocar su clítoris levemente en círculos siendo que su vagina respondió con muchos jugos y aun mas suspiros. Estaba a mil y sentí la mano que agarraba mi verga por fuera del pantalón y me decía algo como.
-Vecino, ayer vi el paquete enorme que trae, muéstreme ahora, quiero sentirlo, para lo cual giro, me bajo la bragueta del pantalón y sacó mi miembro, acariciándolo desde la raíz y huevos hasta la punta de la cabeza. Estaba en el cielo, empezó a realizarme uno de los orales mas deliciosos que haya recibido, sin que fuera necesario metérsela toda hasta la garganta, era una maestra en la mamada de la cabeza, sentía su lengua deliciosa en cada pedazo de mi verga mientras con su mano me acariciaba los huevos y empezaba a explorar las paredes de mi ano, cosa que me causó un corto circuito interno, retirándole la mano de esa zona peligrosa.
No aguantando mas, le levante le giré y le baje el pijamas con todo y ropa interior, doblando su espalda hasta dejar expuesta esa vagina deliciosa y joven, pero sin metérsela ya que empecé con un juego de sobársela en los labios por fuera, quería verla muy excitada, y vaya que lo logre, empezó a jadear mas duro algo así como
-Ya métemela por favor, para de tocarme así, voy a terminar sin que me lo metas, y yo seguía en el juego, y ella por favor, ya no aguanto mas, quiero sentirte, no seas malo, métemela!
Hasta que cuando menos lo esperó se lo metí con toda la fuerza de mis caderas, lo que le sacó un grito enorme de placer “ayyyy, que rico bebé!”, y empezamos un ritmo frenético y fuerte, en el que ella jadeaba… “así… así… mas fuerte, mas duro, que rico huevo tienes”.
Pasaron como 10 minutos y sentí que ella termino una vez pero yo quería mas, y no paraba de metérsela duro, cambiando de posición al subirle a la mesa del comedor con las piernas bien abiertas y sobre mis hombros, alcanzando la profundidad mas grande de su vagina.
Tuvo un segundo orgasmo, y sus jugos me bajaban por las piernas mojando mi pantalón de terno, y casi a la media hora sentí que estaba por eyacular, fue mágico, muy duradero y con tres salpicaderas de leche blanca y espesa, la primera adentro, y las otras dos fuera, en tanto que ella empezó a convulsionar y a desesperarse diciendo que no podía respirar y estaba a punto de desmayarse.
Con susto poco a poco fue recuperando el color y a espirar mas pausadamente, ocasión que aproveche para despedirme con un dulce beso en los labios. En realidad era una mujer joven, y muy atractiva a pesar de no estar arreglada ni pintada. Acordamos posteriores encuentros pero fuera del barrio, ya que era muy arriesgado exponerse con el vecindario, y así ocurrió, pero esa ya es otra historia.