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Mi maestra de último grado
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Bienvenidos, trataré de ir contándoles mis experiencias vividas a lo largo de mis 55 años de vida.

Capítulo 1: Mi maestra de ultimo grado escuela primaria, llamada Estela.

Nunca fui muy buen alumno y terminé 7° grado de la escuela primaria como pude, una de mis maestras se llamaba Estela, daba las materias de Lengua y Literatura y Ciencias, una autentica MILF. No tenía un gran cuerpo, pero su actitud felina me volvía loco, medía 1.65 metros de altura y no tenía ninguna curva a simple vista, ya que era flaca y de pechos pequeños, siempre ocultando su cuerpo detrás de su guardapolvo blanco.

Después de egresado, volví años después al colegio, con motivo de cumplirse 50 años de su creación. Llegué al colegio con la ceremonia ya comenzada, estaba ingresando la Bandera de Ceremonias y comencé a buscar con mi mirada a mi antigua maestra Estela, sin suerte lamentablemente. Pensé tal vez que ya se había jubilado o habría pedido el traslado a otro colegio.

Ya para ese entonces yo estaba saliendo de mi adolescencia, media 1.69 de altura y practicaba deportes, por lo que mi cuerpo estaba desarrollado, en ese entonces tenía el pelo castaño oscuro y mis ojos siempre fueron de color miel.

Terminado el acto escolar, saludé a algunos de mis antiguos compañeros de colegio y a las autoridades y estaba por irme cuando decidí pasar por el salón donde había pasado 7 años de mi infancia, entro al salón y me senté exactamente donde me sentaba siempre, tercera fila, ultimo asiento, justo al fondo del salón.

Me quede unos minutos en silencio recordando todas las travesuras y buenos momentos pasados en ese salón y de pronto la puerta se abre y entra ella, Estela, estaba como la última vez que la había visto, solo que no estaba con su clásico guardapolvo blanco, llevaba puesto un hermoso vestido sastre de color crema y un pañuelo rojo al cuello.

Nuestras miradas se cruzaron y tardo unos minutos hasta que recordó mi nombre.

-¿Daniel? ¡Qué bueno verte, después de tanto tiempo!

Yo me levanté y fui a darle la mano, pero ella me abrazo y me miro directo a los ojos, tocando mis hombros y mis brazos.

-Que grande que estas -y me pregunta- ¿Cuánto tiempo paso desde la última vez que nos vimos?

-Hace 5 años que no nos vemos señorita Estela, ya terminé la secundaria y el año próximo comienzo la Universidad.

-Por favor, llámame solo Estela, ya no soy más tu maestra lamentablemente.

-Gracias Estela, realmente la aprecio mucho, tengo muy buenos recuerdos de usted.

-Qué bueno Daniel, me alegro mucho y ¿Qué piensas seguir estudiando?

-Administración de Empresas.

-Justo lo que estudio mi hijo, se recibió hace dos años y se fue a trabajar a Chile, en lo que pueda ayudarte estoy a tu disposición- al decirme esto me miró fijamente y sentí que su mirada me estaba sacando una radiografía – Tengo muchos libros de mi hijo en mi casa que quedaron, cuando quieras podés ir por ellos, te los regalo.

-Muchas gracias Estela, lo tendré en cuenta, muy amable.

Nos cambiamos nuestros números teléfono personal, en esa época los celulares aun no existían.

Nos dimos dos besos y sentí como me abrazaba fuerte contra su cuerpo, podía sentir su perfume y despertaron en mi las ganas de besar su cuello y decirle al oído todas las veces que había tenido fantasías con ella y que me despertaba a la madrugada duro como una piedra y mi única solución era tocarme hasta llegar al orgasmo repitiendo para mis adentros su nombre una y otra vez.

Deje pasar una semana y llame a Estela por teléfono, una tarde calurosa y pesada de verano, típica de Buenos Aires en febrero.

-Hola, ¿Estela?

-Sí, ella habla ¿Quién es?

-Soy Daniel, ¿Cómo estas Estela? Quería saber si hoy podía pasar a ver los libros que me dijo y de llevarme algunos, si es tan amable.

-Qué alegría que me llamaste Daniel, claro que podes pasar a buscarlos, estoy sola en casa todo el día, anota que te paso mi dirección.

Anoté su dirección y me fui a tomar el colectivo para llegar a su casa. Después de hacer un par de combinaciones y casi una hora de viaje, llegue a destino. Era un lindo chalet, por la zona Oeste de Buenos Aires. Toque el timbre y después de unos minutos que me resultaron eternos, veo salir a Estela.

-Hola Daniel, que bueno que pudiste venir. ¿Llegaste bien? Pasa que hace mucho calor

-Gracias Estela, llegue bien, por suerte tenía la guía Lumi (Jóvenes de mi edad, seguro la recuerdan).

Al dejarme pasar, la deje ir adelante a Estela y yo la seguía de cerca, lo que me permitió admirar su cuerpo, esa tarde se había puesto unas bermudas ajustadas, que marcaban muy discretamente su cola y tenía puesto una camisa blanca de tela muy fina, que dejaba ver sutilmente su ropa interior.

Al entrar en la casa, era un amplio chalet de dos plantas, parte de sus paredes forradas con madera, muy hermoso.

Apenas cerró la puerta, me dio un abrazo y un beso que sentí muy cerca de mis labios.

-Sentate Daniel, bienvenido a mi casa.

-Muchas gracias Estela, te felicito, tenés una hermosa casa.

Estuvimos charlando un rato largo, acompañados por un rico café, una pregunta fue llevando a la otra hasta que llegamos a preguntarnos por nuestras vidas sentimentales.

-¿Estas saliendo con alguien o estas solo? Yo a tu edad ya estaba de novia con el que fuera mi marido durante 27 años, falleció hace un par de años ya el pobre.

-Oh- le respondí yo- Lo lamento mucho Estela, mi más sentido pésame. Yo estoy solo, he tenido algo con una compañera de secundaria pero nada serio, quiero concentrarme en mi carrera y con el tiempo ver de encontrar a una mujer especial para mi vida.

-¿Especial? En qué sentido Dany?- Ya comenzábamos a tener más confianza

-Especial en el sentido que me gustaría que sea sincera sobre todas las cosas, romántica y muy apasionada, que la mire y sueñe con ella, que sea un poco atrevida, en el sentido a que si quiere algo, no lo pida, que directamente lo haga.

Se quedó un largo rato mirándome, sentí un pequeño suspiro en su respiración y me dijo

-Creo que será difícil encontrar lo que buscas, más en chicas de tu edad, tal vez deberías pensar en alguien más madura, con mayor experiencia – Dijo esto llevando la taza de café a sus labios y mirándome con esa mirada felina que recordaba cuando yo era su alumno y ella mí maestra.

Nos quedamos en silencio mirándonos un largo tiempo, hasta que un relámpago se escuchó a lo lejos. Típica tormenta de verano de Buenos Aires, donde en 30 minutos llueve lo que no se llueve en 6 meses.

-Subamos al cuarto de Leo, a buscar sus cosas, antes que se largue a llover y no puedas irte.

Subimos por una escalera caracol y yo no le quitaba la vista de su cintura y cola, como se movía de un lado a otro a medida que subía la escalera, cuando estamos subiendo el último tramo de la escalera, me di cuenta que justo había un espejo y ella podía verme. Al darse cuenta Estela que la estaba mirando, comenzó a mover aún más sus caderas, se notaba que le gustaba provocar.

Al llegar a la habitación de Leo, comenzó a llover intensamente y luego de unos minutos la luz comenzó a parpadear hasta que se cortó, quedando toda la casa a oscuras.

-En algún lado debe de haber una linterna por aquí -dijo Estela

Me ofrecí a ayudarla y entre los dos fuimos tanteando casi a ciegas la habitación de su hijo, en un momento siento las manos de Estela rozando las mías, me abraza y me dice al oído.

-Siempre me dieron mucho miedo las tormentas, no me dejes sola por favor.

-No te preocupes Estela, no me voy hasta que pare de llover o regrese la luz.

-Gracias, muchas gracias querido ¿Te quedarías toda la noche si fuera necesario conmigo?

-Claro que si Estela, no me iría a ningún lado.

-Ah… Daniel, SOS un amor- Y me dio un beso muy pequeño y rápido en mis labios

Yo no sabía que hacer en ese momento, me había agarrado totalmente desprevenido, ella al darse cuenta de mi sorpresa, me dice:

-Perdona Daniel, fue un acto reflejo.

-No me importa Estela, podes hacerlo todas las veces que quieras.

-¿En serio lo decís? Te llevo un par de años, podría ser tu madre.

-Podría, pero no lo es Estela, debo confesarte que fuiste durante mi adolescencia, objeto de veneración por parte mía.

Ella comenzó a reírse.

-Me imagino que tipo de veneración jajaja.

La abracé y le di yo ahora un beso, que fue recibido con timidez al principio y después con más pasión.

Estela abrió levemente sus labios y nuestras lenguas al fin se encontraron, la lluvia mientras tanto se había vuelto un temporal, pero a nosotros ya no nos importaba nada. Nos besamos más apasionadamente y sus manos recorrían mi espalda, busque su cuello y lo bese, con besos pequeños, suaves, dulces y calientes y de su boca pude sentir sus leves primeros gemidos.

La tenía apoyada contra la pared del cuarto, todo mi cuerpo pegado al de ella y mi erección ya era más que evidente, ella al sentirme, se pegó aún más a mi cuerpo y su mano fue bajando por mi pecho, hasta la hebilla de mi pantalón.

-¿Te ayudo Estela?

-No bebe, no hace falta, aún recuerdo cómo hacerlo jajaja.

Sus hermosas manos desabrocharon mi cinturón y después mis pantalones que cayeron al piso, solo quede con un bóxer de algodón blanco. Ella se alejó un poco de mí, y escuche como se quitaba la ropa, cada tanto un relámpago amigo, me dejaba ver su cuerpo.

Cuando volvimos a estar juntos, los dos estábamos casi sin ropa, a mí solo me quedaban los bóxer y Estela la parte de abajo de su ropa interior.

Esta vez nos besamos con más pasión, ya las manos de cada uno se movían libremente sobre el cuerpo del otro, busqué sus pechos, eran medianos, pero coronados con unos pezones pequeños y duros, me fui agachando hasta besarlos, cada uno de sus pechos me cabían en mi boca perfectamente

-Te gustan bebe.

-Me encantan Estela, me enloquecen…

-Seguí entonces Bebe, son todos tuyos.

Mientras seguía jugando con sus pechos y sus pezones en mi boca, sentí la mano de Estela, meterse entre mi piel y mi bóxer, atrapando en sus suaves manos mí pene

-Bebe, que bien que estas- me dijo

Creo con luz, Estela hubiera visto como mi cara se puso un poco colorada.

Me agarro de la mano y me llevo a su cuarto, la ayude a prender un par de velas y quedamos iluminados por una hermosa luz amarillenta, muy sensual.

-Al fin puedo verte mejor, no te das una idea de las ganas que te tenía bebe.

-Y yo por vos Estela.

-Entonces vamos a sacarnos las ganas bebe.

Caímos sobre la cama, uno arriba del otro, ya sin ninguna ropa que nos moleste, abrazados y besándonos muy apasionadamente. Estela comenzó a besarme el cuello y fue bajando por mi cuerpo, beso mi tetilla, me mordió suavemente mirándome a los ojos, ya una mano había bajado hasta mi pene y su mano subía y bajaba muy despacio, dándome mucho placer. Siguió bajando con su boca por mi cuerpo hasta llegar a mi pene, beso la punta y abrió sus labios y lo atrapo con ellos, se lo fue metiendo en su boca muy lentamente, mientras me miraba a los ojos, yo no lo podía creer, lo que tanto tiempo había fantaseado, se estaba haciendo realidad. Se sacó todo mi pene de su boca y me dijo:

-¿Te gusta bebe? Ahora que sos mayorcito te lo puedo hacer. ¿Queres que siga? Mira que no me gustan que acaben en mi boca.

-Seguí por favor, no te voy a dar mi lechita aún. ¿Dónde te gustaría que te la de?

-La quiero en mi cola o en mis tetas.

-Te la doy donde vos quieras amor.

Volvió a comerme, ahora con más intensidad, desde la punta hasta la base de mi pene, sentía como le llegaba al fondo de su garganta y eso me enloquecía. Se fue corriendo y paso una pierna por sobre mi cuerpo y quedamos en un perfecto 69. Su vagina estaba muy mojada, y para mi tenía el más rico de todos los perfumes, el perfume de una mujer en celo.

Comencé a besarla, primero los bordes de su vagina, en círculos cada vez más cerrados, hasta que la punta de mi lengua penetro su vagina que se abrió como una flor, ella comenzó a mover sus caderas, de arriba abajo, lo cual me ayudaba a comerla mejor, en un momento dejo de comerme y me pidió que le meta un dedo, cosa que hice inmediatamente y comenzó a gemir cada vez más y más fuerte, la punta de mi lengua rozaba su clítoris y mi dedo entraba y salía cada vez más rápido.

-Seguí así bebe, no pares, que te doy todo amor, ya, seguí…

-Sí, dámelo amor, en mi boca, lo quiero todo en mi boca -le dije.

-Mmmmm bebe, eso me enloquece ¿Lo quieres? ¿Seguro lo quieres?

-Si amor, dámelo, dámelo ahora.

Sentí como sus caderas se tensionaban y su mano apretaba la base de mi pene fuerte y comenzó a resoplar y gemir, era la mejor canción que podía escuchar, sentir como gozaba Estela y acababa en mi boca era mi éxtasis.

Me pidió por favor que pare, o haría que tuviera otro orgasmo, ya que me confeso que era multi orgásmica.

Nos abrazamos y nos dimos unos besos, mientras ella recobraba el aliento.

-Tu turno Bebe, es hora que me des tu lechita.

Se montó arriba mío y bajo su mano agarrando mi pene y guiándolo dentro suyo, primero se lo pasó por sus labios vaginales, lo humedeció con sus jugos y después se lo fue metiendo muy despacito, mirándome a los ojos. Yo sentía como su vagina se abría y me recibía, apretando mi pene dentro suyo. Una vez que estuve todo dentro de ella, se quedó inmóvil, mirándome y comenzó a contraer sus músculos. Juro que sentía como si se estuviera moviendo arriba mío, pero estaba completamente inmóvil.

-No vayas a acabar Bebe aun, espera un rato más, quiero disfrutarte.

-Si Estela, yo aguanto, pero no sé por cuánto tiempo más amor.

Comenzó a moverse para adelante y para atrás y después en pequeños círculos, se levantaba y volvía a sentarse sobre mí, más y más rápido. Yo la sostenía de sus caderas y la ayudaba a moverse.

-Ya amor, no aguanto más, me viene, me viene la lechita.

-Aguanta bebe y acabamos juntos.

Nuestros movimientos se coordinaron a la perfección, en cada movimiento de su pelvis, yo sentía como mi pene se introducía hasta el fondo de su vagina. Se inclinó sobre mí, me clavo las uñas en mis hombros y me mordió la boca, en ese momento llegamos al clímax.

-Acabo amor, acabooo

-Si Bebe, démela toda, toda adentro, quiero tu lechita bebé.

Ya era tarde noche y la luz aún no había vuelto, había dejado de llover hace tiempo y quedaba esa pesadez y humedad en el ambiente aún.

-¿Te querés quedar? Ya es tarde, te puedo preparar algo para cenar.

-Me encantaría Estela, aviso en casa y me quedo.

Continuará.

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