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Tiempo de lectura: 10 minutos

Cuando desperté la vi, ella seguía allí, junto a mí, solo la cubría una sábana, su cuerpo desnudo y el olor a sexo de la noche anterior, me hicieron pensar en lo ocurrido hacía apenas unas horas, fue el producto para que mi verga se ponga tiesa y mis manos comiencen a recorrer todo su cuerpo acariciando su suave piel.

Mica, fue despertando de a poco, entreabriendo sus ojos color miel, giro, se abrazó a mí y con dulzura apoyo sus labios en los míos besándome apasionadamente, mientras con sus delicadas manos, tomó mi sexo para comenzar con un lento movimiento hacia abajo y arriba, mientras que con la otra, acariciaba los cabellos que habían quedado de mi incipiente calvicie.

Me tendí sobre su cuerpo para fundirnos en un beso vehemente, durante el cual, nuestras lenguas se buscaban con avidez.

Sin previo aviso, sus manos se apoyaron en mi pecho, empujando con una fuerza que nunca imagine que tendría, caí a un costado, totalmente sorprendido por la reacción, con sus finos y delicados labios busco rápidamente la cabeza de mi verga, comenzando a succionarla, pasando su lengua desde el glande a los testículos, intercalando con suaves chupadas y pequeños mordisquitos, con la punta de la lengua busco el agujero de la uretra intentando meterla, jugo con ese sector de mí miembro, sensación que nunca había sentido, confieso que fue la primera vez que me lo hicieron.

A punto de descargar mi semen, le pedí que se detenga y se ponga en 4 y así lo hizo, arrodillada a piernas abiertas, la cabeza apoyada en la almohada ofreciendo su dulce vagina y permitiéndome ver su culo hermoso, me abalance al preciado tesoro, ya chorreando sus jugos y emanando su dulce aroma me dedique a bucear su sexo con mi lengua haciendo todo el recorrido, desde su clítoris hasta su esfínter anal, ambas manos aferradas a la cabecera de la cama, no tuve mucho tiempo para disfrutarlo, pues tuvo un orgasmo que no pudo disimular, su hermosa concha comenzó a destilar jugo, junto con un grito que no pudo contener, en ese mismo momento apoye la punta de mi verga en la entrada de esa caverna húmeda y latente, la tome del pelo y se la clave hasta el fondo para comenzar un frenético vaivén entre gemidos y grititos de placer, cosa que me calentó aún más, empezó a gemir anunciando su inminente orgasmo, le di dos palmadas en sus glúteos y le detono una acabada con un grito de placer tal, que, sin anuncios ni advertencia previa, hizo que descargue en su canal vaginal una tremenda carga de semen. Entre sus contracciones vaginales y las pulsaciones de mi verga cuando liberaba cada chorro de ese líquido lechoso que había comenzado a chorrear ya por sus piernas, ambos caímos rendidos en la cama, ella boca abajo y yo todavía sobre ella.

Cuando nos recuperamos un poco, nos acostamos de espalda para acariciarnos sin decir nada.

Ni una palabra, hablaban nuestros ojos y nuestras caricias.

Decidimos ir a bañarnos, se incorporó de la cama, quede absorto viendo su cuerpo desnudo entre los reflejos del sol matutino que iluminaba su escultural cuerpo, camino al baño, seguí sus pasos, abrimos la ducha e ingresamos ambos, nos enjabonamos mutuamente, esas caricias fueron nuevamente elevando la temperatura corporal, colocó en el zócalo de la bañera su pierna derecha y nuevamente mi verga ávida de sexo, se introdujo, ahora más suavemente, en su cálida argolla, movimientos suaves y lentos acompañaban nuestros gemidos, contándonos, mientras tanto, como nos íbamos sintiendo.

-Así también me gusta, suave.

-¿Cuál fue la experiencia hasta ahora que más te gusto?

-A decir verdad, todas, me elevo mucho el sentir los chirlos en mi culo.

-¿Siempre te gusto ese tipo de cosas?

-Es la primera vez que me lo hacen.

-Si te gusto, en próximos encuentros incorporamos algo más.

-Si por favor, estoy experimentado cosas que nunca había sentido.

-Te juro que me pasa lo mismo, me llevaste a un clímax que no sabía se podía alcanzar.

Parece que la conversación la había excitado sobremanera, pues comenzaron las contracciones vaginales, esta vez sin gemidos, pero vinieron acompañadas de una boca abierta, como gritando, pero muda y ojos hacia arriba que parecían estar en blanco.

Cuando me asegure que su orgasmo había terminado, saque mi pija y la di vuelta, bajando su pierna, las abrió y apoyo sus manos contra los cerámicos de la ducha, la comencé a bombear de nuevo, pero la sentía rara, pues era como si se la quisiera sacar de adentro, ocurrió en un par de oportunidades, resignado la saque, rozando sin intención (lo guardaba para otra oportunidad) su ano y se estremeció, vi cómo se le erizo la piel, la mire, ella observo por encima del hombro con una mirada que interprete de aprobación.

Quería reservar el culo para otra ocasión, pero como dice el refrán la carne es débil…

No lo dude, apoye la punta de mi verga en su orificio, empujando suavemente, pero mica se adelantaba con las caderas cada vez que la punta penetraba un poco, le pregunte si no quería.

-Seguí por favor, después te explico, no pares.

Nuevamente comencé la tarea, esta vez dilatando con los dedos, haciendo círculos en su tan cerrado agujerito, introduciendo la punta de mis dedos, del más pequeño al grande, con ese permiso continué suavemente, colaboró un poco más, nuevamente apoye la punta ejerciendo un poco de presión hasta que entro toda la cabeza del pene, como pego un gritito, me detuve hasta que se amolde, y fui introduciendo de a poco todo el cuerpo de mi verga, me pidió que no pare, colaboro con unos movimientos de cadera desde adelante hacia atrás, haciendo ella que mi verga ya sedienta de ese culo valla entrando hasta el fondo, con un suave mete y saca me puse a disfrutar de ese tan preciado, ajustado, delicioso e impensado, bonus track.

Ese momento épico, inolvidable y exquisito, lo disfrute a full, tratando de hacer mis movimientos de vaivén lo más lento posible, para lograr prolongar el placer que da llenar esa cavidad (tan deseada por la mayoría de los hombres) de líquido seminal.

El agua a temperatura cayendo sobre nuestros cuerpos, la respiración agitada de ambos, los movimientos de cadera sensuales que Mica profería, esos gemidos mezcla de placer, incomodidad y pequeño dolor, hizo que estalláramos en un inmenso orgasmo.

Con una gran oleada de semen llenando el recto, de esa simiente calentita que quería escapar por los costados de mi verga, sin poder hacerlo, hasta que perdiendo dureza, pude sacar el invasor de ese tan y siempre deseado agujero, empezó a chorrear por sus muslos, nos abrazamos y con un gran beso, terminamos la tarea inicial, que era bañarnos.

Nos vestimos para salir a disfrutar de un paseo, comenzó a vestirse muy sensualmente, poniendo su tanga entre sus largas piernas hasta calzarlas en su sitio, tanga que cubría a penas su concha depilada y por detrás una fina tira de tela que se colaba entre sus glúteos, tan fina que no cubría el agujero que un rato antes recibió una visita imprevista.

Un corpiño haciendo juego, que se deslizo por sus brazos cubriendo sus tetas, pantalones muy ajustados al cuerpo, zapatillas blancas impolutas, una remera negra, proporcional a su figura y su típico peinado, “cola de caballo” completo su atavío.

Sin cartera; cigarrillos en el bolsillo como así también su móvil y con movimientos gráciles en su andar la vi ponerse rumbo al auto para llevarla a su hogar.

Ya de regreso y en mi casa, recapitule todo lo vivido, detalle por detalle, se me hacía increíble que me estuviera ocurriendo esto tan hermoso, sensual y sexual.

-Cuantas cosas que me he perdido. Viví toda una vida dentro de un “tupperware”.

Camino a su casa fuimos hablando muchas cosas, entre ellas, se sinceró y me dijo con rubor en su rostro.

-Vos tuviste la posibilidad de ser el primer hombre que entra por mi culo, lo reservaba para una ocasión especial, y vos sos el especial, me impresiono la dulzura con que me lo hiciste, no te dejo de reconocer que dolió, pero fue un dolor con gusto y placer, nunca imagine que analmente podía tener un orgasmo, sobre todo con la intensidad que experimente, siempre pensaba que mis amigas, cuando me lo habían dicho, lo hicieron solo para que me dejara romper el culo.

-Me alegro que te haya gustado, me llena de felicidad haber sido tu primer polvo en ese culo hermoso que me vuelve loco, sobre todo que lo hayas gozado; te prometo que van a venir cosas que tanto vos y yo desconocemos en la práctica.

En la paz de mi ambiente hogareño, me dispuse, computadora por medio, a buscar temas de sexo, para llevar a cabo con el ángel guardián de la soledad que había llevado en estos meses.

Toda la semana transcurrió entre ordenador, charla telefónica y la casi obsesiva búsqueda de las mil maneras de tener sexo, había calado hondo en mi mente la idea del poco hilo que me quedaba en el carrete, teniendo en cuenta que la vida son solo tres días y yo ya había vivido dos…

Cuanto había perdido por dejarme llevar en una sociedad pacata, llena de tabúes; infierno, purgatorio, cielo, san pedro, Dios (aclaro, soy creyente, creo en dios por sobre todas las cosas, no creo en el hombre, no curas, no monjas).

Como ya había contado, en la semana me puse a investigar e hice algunas compras… aunque con mucha vergüenza por ese temor a lo desconocido, nunca había entrado a ningún shop de sexo, por suerte los dependientes hicieron una lectura rápida inspirándome confianza, logrando me relaje y pueda contar las experiencias a implementar, comprando un montón de insumos sexuales.

Con el combo de cosas ya adquiridas, prepare toda la habitación, un par de luces de colores, un arnés para pies y manos de cuero con esposas que tenían una tela suave por dentro, un inmovilizador extensible de piernas, una fusta pequeña de cuero, antifaz de seda, un pequeño vibrador con forma de pene, aceite para masajes y velas aromatizadas que también cumplían la función para masajes (según me dijo quién me la vendió, la sensación de la cera caliente en el cuerpo era indescriptible, solo había que probarla).

Después de armar todo el cuarto, me puse a pensar, debía llevar nuestros encuentros a un nivel superior, tomar el control en cuanto a sexo se refiere, por lo que fui nuevamente al shop y adquirí un “huevo vibrador” con funcionamiento a bluethoot, es tal cual, con forma de huevo, el que se introduce en la vagina y sale como una antena con una bolita (también vibratoria) que se posiciona sobre el clítoris y se acciona mediante una aplicación en el móvil.

Entre dime y diretes, llego el tan esperado fin de semana, como habíamos quedado, la pase a buscar 21 horas para ir a cenar y luego paseo.

Como ya la había visto en otra oportunidad, su silueta se dibujó en el contorno del marco de la puerta, se veía solo una sombra dibujada, al irse acercando se comenzó a vislumbrar todo su esplendor femenino, pantalones de jean color negro, blusa del mismo color, una chamarra también de tela jean color celeste, sus zapatillas tenis blancas y su infaltable peinado.

Nos saludamos con un candente beso, se apoyó en mi pierna casi rozando mi pene y este dio un respingo como queriendo salirse del pantalón, ambos reímos a carcajadas de la situación, cosa que fue motivo de cargada hasta llegar al restaurante.

-Que apurado esta tú amigo.

Dijo en tono de broma mientras lo acariciaba y le daba unas palmaditas cariñosas a través del pantalón.

-Que lástima que vamos por la ciudad, si no lo besaba a él también, por ahí se puso celoso por eso se levantó…

-Tranquilo, ya vas a tener tu turno (le hable a mi verga).

Era todo risas, nos contamos como había ido la semana; sobre todo lo que no habíamos podido hablar por teléfono.

Llegamos al lugar, una parrilla pequeña pero cómoda, con luz tenue, pocas mesas y prácticamente todas parejas, mesas separadas por una buena distancia, que no permitían escuchar las conversaciones entre sí.

Le entregue, la caja con el huevo vibrador, le explique cómo se ponía y su función, diciéndole que valla al toilette a posicionarlo, accediendo de forma inmediata.

En la cena, todo transcurrió normalmente hasta que eche mano a mi móvil, charlando de cualquier cosa y comiendo frugalmente, accione el vibrador en el modo más suave, vaticinando lo que se vendría después, se sonrojo y hacía unos movimientos leves en la silla, la estimulación era alternada, activado, desactivado, subiendo y bajando las velocidades, hasta que dejo escapar un gemido no tan leve que no pasó desapercibido por una pareja que estaba en una mesa contigua a la nuestra, echándonos una mirada entre cómplice y picara (tanta lectura porno, había activado mi morbo a un punto que no me había enterado que lo tenía, me sentía la reencarnación de Rasputín jajaja).

Tuve que detener, muy a mi pesar, el juego, el artilugio electrónico supero ampliamente mis expectativas, y tuve temor que Mica no pudiera contenerse, ya había experimentado que sus gritos de placer siempre iban de menor a mayor, el mayor hubiera espantado a Jason de martes 13.

Salimos de cenar, subimos a auto y fuimos sin rumbo, sin saber dónde, o quizás sí, lo cierto es que tomamos por una avenida, en la cual, no me pude aguantar y puse en funcionamiento nuevamente el vibrador hasta llegar a la ruta, en el camino sí que se retorcía del placer sin contener gemidos, aunque modere un poco más para que no terminara en un orgasmo con un aparato, así que lo detuve.

Su pequeña mano acaricio mi pierna, sentía el calor de su mano masajear mi muslo, me daba gusto sentirlo, pasando directamente a posarse sobre mi verga apretándola, creo yo para sentir bien la erección, la apretaba la soltaba la masajeaba y volvía a repetir el ciclo varias veces, acerco su cara a mi entrepierna besándola sobre el pantalón, luego de unos minutos siento su mano bajar la cremallera buscando su tesoro aprisionado por esas capas de tela.

Noche con una luna que no se veía muy grande pero que iluminaba el oscuro camino, fui deteniendo la marcha de a poco, orillándome a la banquina para que pudiera terminar con comodidad lo que había empezado.

Ya totalmente detenido el vehículo, nos entregamos mutuamente, ella con lo que había empezado y yo por comenzar.

Con su pequeña mano tomo la mía dirigiéndola a ese punto de encuentro donde se topa el comienzo de sus dos extremidades inferiores, esa cueva inquieta, cálida, que traspasaba su calor a través del pantalón, (sin darme cuenta, porque estaba absorto en sentir lo que mis manos tocaban, como así la temperatura de su vagina), mica libero mi verga de su encierro y había comenzado a masturbarme con lentitud, mientras miraba a mi rostro para ver como disfrutaba.

Me estaba excitando más y más, se acomodó bien en el asiento para poder cruzarse mejor y así llegar a mi verga con facilidad, la metió en su boca comenzando el movimiento de entrada y salida, con leves cabeceos, mientras, cómo podía le acariciaba su culo, que por la posición me había quedado a disposición, aunque se me dificultaba el acceso, por la posición y el pantalón ajustado.

Mientras estaba entregada a la tarea tan meticulosa que se había puesto a realizar, pude posicionar mis manos para acariciar sus pechos, la blusa que llevaba puesta y su corpiño, eran dos obstáculos a sortear para que sus tetas descansen en mis manos y poder tomar entre mis dedos sus, ya, duros pezones.

La sensación de sentir sus manos y su boca jugando en mi virilidad, era casi indescriptible, por momentos mi verga entraba toda en su boca, por momentos su lengua jugaba a explorar cada centímetro de piel, dejándola empapada de su tibia saliva.

Reclinando un poco el asiento la incorporé para así, poder levantar su blusa, cosa que hice junto a su corpiño para acariciar la suave piel de sus tetas y jugar con sus pezones, mientras tanto, mica seguía con su acción masturbadora gimiendo y haciéndome disfrutar.

Sin mediar palabra, se inclinó nuevamente sobre mis piernas para continuar aquello que había dejado trunco.

Esta vez, comenzó a chupar mi verga con tanta devoción que era casi inminente mi descarga de semen en su boca, le avisé que estaba por llegar al clímax y siguió más ávidamente, hasta que no pude aguantar llenando su boca con ese líquido espeso y caliente, los que ingería con cada descarga, por su cantidad, un poco salió por la comisura de sus labios, con su lengua lo atrapaba para no desperdiciar nada de nada, haciendo luego una exhaustiva limpieza de mi aparato.

Al acabar su faena, termine de recostar el asiento, aprovechando la oscuridad y soledad de la ruta, le saque suavemente los jeans, quedando expuesta su tanga, la que comencé a besar y pasar mi lengua, notando la humedad de esa caverna, esa humedad producida por sus jugos que venían desperdiciándose en el afán de impregnar ese minúsculo trocito de tela que cubría la rosada concha que pedía acción,

La incomodidad se estaba haciendo sentir, les recuerdo que mido 1,78 con esa estatura se me complicaba posicionarme en la parte delantera del vehículo; abrí la puerta, la tendí con la cabeza en el asiento del conductor y sus piernas las lleve hacia afuera del auto, para poder arrodillarme sobre el césped de la banquina y llegar al dulce fruto que pude por fin contemplar; me esperaba candente y húmedo, deseoso de ser explorado, le quite con suavidad el huevito vibrador, que ya había cumplido su misión.

Comencé, diría, no a chuparlo, sino más bien a saborear, la catarata de fluidos; comenzó en un principio a dar suspiros, pequeños y cortos suspiros, la intensidad ellos se convirtieron en pequeños jadeos de placer, susurrándome me dijo…

-Por favor no me dejes acabar… andá despacio, muy despacio…

Recorrí todo el contorno de esa raja disfrutando de la textura de los labios vaginales y la dureza de su clítoris ya erecto, ese botón detonador del placer, quedando mi lengua untada de los mencionados jugos que salían de los lugares más recónditos de esa cueva, mi lengua, con la lentitud de un gusano, entraba y salía, llegaba al clítoris y volvía a bajar.

Coloco ambas piernas en mis hombros para más comodidad, aprovechando la postura, di unos toques con la punta de mi lengua en el agujero del culo, dio un respingo, se estremeció y aprovechando eso, recorrí nuevamente sus labios vaginales hasta llegar al clítoris, deteniéndome y permitiendo otra vez a mi lengua jugar con él; mientras lo hacía mis dedos índice y mayor se deslizaron al interior de su concha, haciendo que comenzara unos movimientos pélvicos que iban de menor a mayor intensidad, creo en este punto no hacía mucha falta que me dijera que ya acababa, su eyaculación caliente y espesa, combinado con sus gemidos y gritos, me hacía saber que había tenido un orgasmos largo e intenso.

Ya repuestos de tan intensa faena y luego de acomodarnos la ropa, fumar un cigarrillo y platicar sobre el momento vivido, emprendimos el viaje hacia mi casa, con la intención de pasar un hermoso, sensual y sexual fin de semana.

Mica, sin saberlo estaba por llegar a un lugar donde íbamos a pasar dos días, que a mi juicio, serian tanto inolvidables como cargados de nuevas experiencias, como habíamos quedado, pondríamos en práctica.

Estábamos llegando y ella ni sospechaba que aún, quedaba más…

Continuará…

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