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La despedida de Ale, en casa y tus ojos vendados
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Recuerdo ese día que te dejaste que te cogiera Alejandro.

Era su despedida, viajaba a Australia. Como olvidar ese polvo que le diste.

Alejandro era amigo de ambos desde la infancia, siempre venía a casa y compartíamos una cena, unos tragos. En la piscina o en el quincho. Alejandro es atleta, de buen porte y físico, es nadador, por lo tanto ya se imaginarán. Cualquier mujer como tú se fijaría en él.

Ese día te sentí ansiosa, te sentí diferente. Preparamos la despedida en casa, con varios amigos. Ese día llevabas una blusita rosada y una falda negra que marcaban tus curvas. Entre tus caminatas se subía la falda y dejaba ver un poco más el inicio de esas nalgas blancas. Note ver cómo coqueteabas con Alejandro, esa risa entre ustedes, vos tan bonita con ese cabello lacio suelto y largo.

Pasaba la noche, y por las escaleras del segundo piso me llamaste. Subí junto a vos y comenzaste a besarme, me tiraste por la pared, comencé a tocarte, dijiste al oído quiero que me toques y sientas lo mojada que estoy, te subí un poco la falda hice a un lado la lencería que llevabas puesta y te sentí, mojaste por completo mis dedos y te la metiste en la boca. Por alguna razón, de reojo vi a Alejandro que vio todo eso. Ella no paró y siguió besándome.

Algunos invitados ya se iban, y solo quedábamos los tres, dijiste que subías a cambiarte que estabas un poco cansada. Me quedé con Alejandro entre tragos al borde de la piscina y me dijo les voy a extrañar.

Recibí tu mensaje, que decía subí junto a mi que tengo los ojos vendados, te espero.

En ese momento decidí pedirle a Alejandro que suba, con la excusa de tener una llamada, de que él vaya a ver si te encontrabas bien. Simule la llamada y subió. Al rato subí detrás de él y logré ver cómo estabas, abrió la puerta, te encontró de cuatro en la cama, con los ojos vendados. Alejandro cómo es amigo nuestro desde la infancia ya sabía nuestro juego, así que, tu no sabías que no era yo, solo escuchaste abrir la puerta y alcance escuchar que decías quiero que me comas toda. Alejandro bajo la boca directo entre tus nalgas y comenzó a lamerte entre la raja, imagino lo mojaba que estabas porque lo sentí. Se sacó el jeans y saco la pija, la mojo un poco y comenzó a meterte. Te agarro de la cintura y no paró. Te la metía como si fuera la última vez. Te escuchaba gritar.

Llegué abrí la puerta despacito y Ale no dijo nada, el seguía dándote como endemoniado, solo me quite el jeans y tú seguías con los ojos vendados, acerque mi pija sobre tu boca y sonreíste, te quitaste la venda y viste que Alejandro era el que te estaba cogiendo rico.

Dijiste están locos, y te volteaste en la cama agarrándote de la cabeza. Te levantaste y comenzaste a mamarnos las vergas. Esto es nada más por tu despedida fue lo que dijiste.

Y dejaste que te siguiera cogiendo, mientras me comías a mi la verga. Podía ver tu cara de deseo, cómo te cogía y te la metía mientras vos me la comías a mi. Invertiste los roles y saltabas como nunca, sobre mi pija dura, la sentías bien adentro, nunca te sentí tan caliente, tan hot tan rebelde.

Tus poses de cuatro, tu lencería, tu cola roja, tu cabello despeinado, tirada en la cama viéndote encima de él, encima de mi. Teniendo dos vergas para ti sola, volviéndote loca. Gozaste y lo disfrutaste.

No podíamos contenernos, tus gritos, tus movimientos, lo mojada que estabas, lo rico que te cogíamos, no mencioné que tenías unas cintas que lograban atajarte de ahí para penetrarte más fuerte.

Terminamos sobre tu rostro. Y esa gota de leche lo agarrabas con el dedo y te lo metías en la boca. Lo disfruté como nunca decías, la verdad disfrutamos los tres. Bajamos fuimos corriendo a la piscina, y luego dijiste que querías a los dos dándote en el agua en la piscina.

Si lo pides así toda buenita cómo no cumplir esas fantasías, te lo mereces Diosa, que te deseen porque sos extremadamente hermosa, caliente y hot con esas lencerías con las que llegas siempre. Tus juegos siempre serán los míos…

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