El torneo había sido duro, repleto de sin sabores y amarguras, pero todos los sacrificios fueron sido recompensados. Campeones… por un punto, en la fecha final, a 3 minutos del término del partido y gracias a un penal ejecutado por el Caramelo y que se fabricó, a pura viveza, el pela’o. El equipo más joven, pues si bien todos éramos ya mayores de edad, ninguno de nosotros aún superaba los 21 años.
Pensaba, mirando el techo de mi cuarto en si la hermana (hija de la madrastra de mi amigo) del Pela’o cumpliría su promesa. En mi mente estaba clara toda la escena… aun así me costaba creer que de verdad lo haría. Una llamada en el celular me devolvió a la realidad. Era el Pela’o… La Gabi cumpliría su promesa a las 11 de la noche. Froté mis manos, miré la hora y con renovadas fuerzas, recordando cómo todo sucedió, comencé a vestirme.
La noche anterior al encuentro, jugábamos consola, en el cuarto del pela’o: El dueño de casa, el caramelo, el Juancho y yo, play station, cuando cerca de las 11 irrumpió en el cuarto, como una tromba, su hermana de 19 años, llamada Gabriela.
Lucía el cabello tomado en una cola de caballo, un peto negro, minifalda de mezclilla azul desteñida hasta medio muslo y sandalias con terraplén. En el brazo izquierdo portaba una pequeña cartera a juego con su calzado.
Gabriela: -sorprendiéndose con nuestra presencia- perdón… pensé que estabas solo, hermano… quería preguntarte si esto que llevo puesto es adecuado para mañana, ven porfa…
Yo: antes que te vayas, te digo de una que sea a donde sea que tengas que ir, te ves perfecta, Gabi.
Gabi: en serio lo crees, Dani… es que…
Pela’o: escucha al car’e cuico, hermana… luces… menos mal que eres mi hermana… ya!!! Y ahora déjanos que mañana jugamos y de ganar, seremos campeones…
Gabi: verdad… mañana es el partido… ¿y cómo se sienten?
Caramelo: estamos con el plantel mermado por las lesiones y las dos últimas expulsiones y con éste (apuntando al Juancho) sin poder jugar, pero al mal tiempo… cara de poto como dice mi abuela…
Yo: la verdad es que el equipo está tranquilo nervioso… ya sabes… es la final y el único resultado que nos sirve es ganar, pero eso no nos presiona… bueno… un poco, sin embargo, estoy seguro que es en momentos como estos cuando o somos o no somos… y yo creo que somos…
Pela’o: nada más, car’e cuico… bien dicho…
Gabi: ya veo… lo que necesitan es motivación… Si ganan, esa misma noche, en este mismo cuarto, les bailo el tema que ustedes escojan, quitándome la ropa…
Pela’o: deja de decir tonterías y sal de mi pieza…
Gabi: ahí se las dejo… nos vemos…
II
El invierno agonizaba y sin embargo podía ver el vaho salir de mi boca. Hacía frío y para obviarlo comencé a recordar a la hermana del Pela’o. En realidad, es hermanastra por los dos lados, pues es vástago de la segunda esposa del papá del Pela’o, que dicho sea de paso está mejor que la hija.
Gabriela o la Gabi es una trigueña de metro y medio de altura. De abundante y ondulado cabello castaño oscuro con algunos mechones pintados de un opaco rubio y otros definitivamente pelirrojos y cuyas puntas rozaban el inicio de su hermoso culito. Almendrados y expresivos ojos verdes destacan en un bello aunque austero rostro.
En rigor podríamos decir que es delgada, de espaldas estrechas, al igual que su cintura, medianos y ligeramente separados pechos y pronunciadas caderas rematadas por dos coquetas margaritas adornando su espalda baja. Dueña de un proporcionado par de redondos y duros glúteos que juntos forman un hermoso culo, el cual se encuentra grácilmente sujeto por dos estilizadas y largas piernas.
Resultó que fue Gabriela quien me abrió la puerta, faltando un minuto para la hora indicada. Lucía la misma ropa que en la víspera nos había enseñado y al parecer, con algo de alcohol corriéndole por las venas.
Gabi: hola, Dani… eras el último que faltaba… ¿quieres tomar algo? Pasa a la pieza del Juanca. Yo voy al tiro.
Yo: hola Gabi, luces preciosa… una cerveza está bien, gracias… oye… no tienes que…
Gabi: oh… tú también… es solo un baile y ya… deja de ser tan cartuchón… me extraña de ti… especialmente de ti…
Yo: está bien… yo decía no más… oye y por qué te extraña eso de mí…
Gabi: por cosas que supe gracias a Antonia y Paola… las recuerdas ¿cierto?
Yo: un caballero no tiene memoria…
Gabi: jajaja… tonto… tu cerveza… ahora pasa… yo voy al tiro…
En la pieza del Pela’o ya estaban todos los involucrados. Por idea del Caramelo la Gabi bailaría sobre la cama, así nosotros la observaríamos cómodamente desde alrededor, siendo escenario y límite al mismo tiempo. La canción elegida fue una del grupo Soda Stereo, que sabíamos le gustaba mucho.
Yo: ¿y tus viejos?
Pela’o: se fueron a celebrar a la playa… vuelven mañana…
Yo: ¿y ahora qué?
Pela’o: mira… te llamé dos minutos después que entró a mi pieza con la pintura corrida por llorar y me dijo que les avisara a los demás que cumpliría su promesa. Se levantó y después de ducharse y hasta ahora se ha tomado media botella de ron sin pronunciar una palabra más…
Eran pasadas las 11. De fondo sonaba El Rito, cuando de súbito se presentó la Gabi. Desde el umbral de la puerta nos miró a todos, preguntándonos si estábamos listos, a lo que a coro contestamos que sí. Dio un paso, cerró la puerta y lentamente caminó hasta el borde de la cama.
Gabi: sube el volumen por favor… escúchenme… es un tema… solo está permitido mirar… ¿estamos?
Pela’o: lo que tú digas, hermanita…
Ya estaba sin ropa sobre la cama, pero ninguno de los que la mirábamos estaba satisfecho con lo realizado, pues era evidente el desgano con el cual realizaba cada uno de sus movimientos. Su rostro expresaba manifiesto malestar, reflejándose en un pobre espectáculo.
Yo: -pidiendo con señas que bajaran el volumen de la música- por qué esa carita de amargura… qué te pasa, Gabi… suéltala…
Gabi: es que… mi novio terminó conmigo… y… nadie termina conmigo… me dio bronca…
Yo: y por qué terminó contigo, si se puede saber…
Gabi: porque supo que lo engañaba con su primo… pero con él era solo sexo, al Pablo lo amaba… y porque le conté la promesa que les hice y… no le gustó…
Yo: entiendo… y si hubiese sido al revés… que tú te enteras que Pablo te engaña…
Gabi: pues lo corto… pero eso no le da derecho a hacerlo conmigo…
Juancho: estoy de acuerdo, mijita… nadie puede tratarla de ese modo… él no merece ni media lágrima suya… mírese… ¿no es así, Caramelo?
Caramelo: pensaba, corazón, que debiese grabarse ahora y mandarle parte del video al tonto ese para que vea de lo que se perdió para siempre… o no pela’o?
Pela’o: claro, pero con ganas o mejor no…
Yo: concuerdo… mira… estás desnuda, eres una mujer exquisita y a pesar de ello ninguno de nosotros está excitado, porque tú no lo estás pasando bien…
Gabi: tienes razón… no me siento bien… discúlpenme… -parándose con el propósito de bajar de la cama-.
Juancho: la pregunta es por qué no lo estás pasando bien, si tú misma te metiste en esto… debes decidir si tus decisiones las tomas tú o tu novio.
Caramelo: mira, a nosotros no nos importa si eres o no eres una de esas que les gusta que les digan qué hacer… es tú problema… solo te instamos a que decidas qué clase de mujer eres…
Gabi: -sentada al borde la cama, erguidos los pezones- mmmm.
Juancho: para que la piensa tanto, mijita… desde aquí puedo ver su coño mojadito… Deje que la tratemos como realmente se merece…
III
Nunca logré determinar si el silencio que siguió a las últimas palabras de mi amigo fue un sí o un no, el caso es que cuando los cuatro al mismo tiempo nos lanzamos sobre ella, tocándola, besándola, chupándola por todos lados, no se resistió con determinación, pues a los pocos segundos, jadeaba y gemía con evidente placer.
Loa primeros instantes estuvimos los cuatro afanados en el cuerpo de Gabi, pero al cabo de unos minutos y cuando todos vimos que estaba entregada al placer que le brindábamos, Caramelo y Juancho se hicieron a un lado, quedando como atentos espectadores.
Gabi estaba mirando al techo, los ojos cerrados, las rodillas en el aire y completamente separadas, exponiendo su depilado y rosado coño con su hermanastro en medio lamiendo con determinación su clítoris y, con sus dedos, hurgando decididamente su húmedo coño.
En tanto, por mi parte, disfrutaba chupando y masajeando sus bellos y bien puestos senos con verdaderas ganas al tiempo que a cada tanto subía hasta su boca para besarle los labios con pasión y deseo.
El doble estímulo, de súbito, trajo consigo el primer orgasmo de la hermanita de mi amigo. El mismo fue precedido por el arqueo de la espalda, quedando, por algunos segundos, apoyada en la punta de sus pies y la cabeza en una posición araña sin las manos, los ojos cerrados, los labios entre abiertos en una muda mueca de placer. Luego, se desplomó sobre la cama.
Gabi: -con la voz ronca y la respiración aún agitada, mirándonos a ambos alternadamente, dijo,- quiero que solo ustedes dos me follen…
Pela’o: no po perlita… estamos los que estamos según tú misma decidiste… lo que tienes que dirimir es simple… o todos o ninguno…
Gabi: está bien, pero ellos con condón…
Yo: quédate tranquila, que todos usaremos.
Pela’o: ahora ven para acá para tratar de seguir con la fiesta…
Gabi: jajaja… este es payaso siempre, parece… ¡ay! Más despacio… ay, ah, ah… ahhh… asiii…
Con tierna firmeza, el Pela’o tomó a su hermanastra de la mano, moviéndola hasta lograr que se ubicara a lo perrito, siempre con la cara hacia mí y el respingado culito hacia él. Nos bastó un cruce de miradas con mi amigo para entendernos. De una sola vez llegó hasta el fondo del coño de Gabi con su pene, dejándolo unos segundos dentro, para luego iniciar un mete y saca lento que le sacó suspiros a su hermanita.
Contemplé la escena con una mezcla de calentura y morbo. Luego, le ofrecí mi verga a Gabi, quien de inmediato la introdujo en su boca, mirándome a los ojos perdida en deseo y lujuria. Al cabo, el Pela’o y yo nos follábamos a su hermanastra, primero lentamente, para luego ir aumentando la velocidad en forma pausada, pero progresiva.
Fueron largos minutos así. Justo antes de aumentar aún más el ritmo, saqué mi verga de su boca abruptamente. No quería acabar. No así. Quería me regalara su culito. Llamé con señas al Caramelo quien sin más instrucción, se acercó a Gabriela, introduciéndole en su boca, de una sola estocada su corta, pero gruesa verga (sin condón).
Poco tiempo después, el Pela’o acababa en la espalda baja de su hermanita, siendo reemplazado casi de inmediato por el Caramelo quien le quitó su verga a Gabi y se desplazó hasta quedar con el culo de la excitada hembra a su entera disposición. Sin embargo, le pidió darse la vuelta para follársela mirándole la cara.
Poco tardó en tener llena la boca y el coño con las vergas de mis amigos, el Juancho y el Caramelo, respectivamente. Algo más de 5 minutos tardó en acabar en su vientre el Caramelo. Fue ipso facto reemplazado por su compinche Juancho el que durante otros 5 minutos se la folló bruscamente hasta eyacular en sus pechos.
IV
Con una toalla de un perfecto blanco en la mano, caminé hacia Gabriela. Nos miramos con intensidad todo el trayecto. Al llegar, con exagerada cortesía le pregunté: -si la dama me lo permite-, agitando al mismo tiempo el cuadrado pedazo de tela a la altura de mi cabeza. Accedió con una coqueta sonrisa. Con una tierna eficacia sequé el abundante sudor que cubría todo su cuerpo y retiré todos los restos de fluidos que salpicaban algunas zonas más que otras y que provenían de cada uno de mis amigos. Al finalizar, tiré hacia un lado la manchada toalla para luego, estirarme al lado de la hermanita del Pela’o, quedando en cucharita, acariciándole sus muslos, su cintura, sus brazos.
Gabi: me agradan tus caricias, Dani…
Yo: eres una deliciosa hembra y una increíble mujer, Gabi… Esto es un sueño hecho realidad…
Gabi: ¿en serio?
Yo: ¡¡¡por supuesto… cómo no… mírate!!!
Gabi: es que… tú también me gustas… e hice lo de la apuesta para llegar a como estamos ahora, los dos… qué es lo que siento entre mis glúteos… por qué me lo quitaste denante…
Yo: porque de ti lo quiero todo y no solo tu boca…
En ese instante ubiqué la punta de mi verga en la entrada de su coño y tras jugar en los alrededores por casi dos minutos, introduje el glande íntegro para comenzar un parsimonioso mete y saca solo con la cabeza de mi polla.
Al cabo de otro par de minutos, durante los cuales una de cada tres o cada dos, pasaba mi verga húmeda por su rosado ano, de pronto dejé la punta apoyada en la entrada de su respingado culito. Su depilado agujero posterior comenzó a palpitar.
Gabi: -con voz de niña caprichosa, me dijo- mi ex lo intentó varias veces y lo logró en dos… En ambas sentí mucho dolor…
Yo: es que hubo un problema ahí…
Gabi: ¿un problema?
Yo: obvio… no estuve yo… te prometo que solo dolerá al comienzo, pero si me ayudas, tal vez ni eso.
Gabi: te lo paso porque me gustas, pero si me duele promete que paras…
Yo: ok… lo prometo… pero…
Mientras charlábamos mantuve mi verga en la entrada, a veces ejerciendo una leve presión, a veces apenas rozándolo. Tan afanado estaba que por unos instantes había olvidado dónde y con quienes estaba. Alcé la vista.
Mis tres amigos habían estado atentos a nuestro intercambio de palabras, pues sus vergas comenzaron nuevamente a dar signos de vida. Ahí estaban, Caramelo a mi diestra; Juanjo a la izquierda y el Pela’o a los pies, callados, ávidos observando cada uno con su verga en la mano.
Entonces, de una sola vez, clavé de improviso mi verga hasta el fondo de su dilatado coño, dejándolo ahí por algunos segundos. En susurros le dije; -pero solo si me pasas tu manito… eso… y usted misma se toca… justo… justo ahí… Eso cariño, tóqueselo a su antojo…- tras lo cual inicié un lento mete y saca.
Unos cuantos minutos pasaron y con mi dedo índice inicié el asalto al culo de la hermana del Pela’o, al tiempo que mi verga mantenía ocupada su conchita y ella misma se daba placer tocándose el clítoris. Casi no sintió cuando al cabo de otro par de minutos, le follaba el coño con mi verga y el culo con mis dedos índice y corazón a todo vapor.
Tan de súbito como la penetré, extraje verga y dedos al unísono, en medio de un intenso orgasmo, recibiendo protestas basadas en escatolalias de grueso calibre de su parte las que fueron acalladas en el momento en el que de una sola vez, su culo recibió varios centímetros más de la mitad de mi verga, comenzando de una un consideradamente lento mete y saca, extrayendo exclamaciones de dolor, mezcladas con gemidos de placer de parte de Gabi.
Yo: no dejes de tocarte… ¿te duele mucho? ¿Quieres que lo saque?
Gabi: no… despacito… así mismo como lo haces… que ricooo…
Al comienzo fue más que lento, fue considerado, casi como hacer el amor, pero luego de un par de minutos ella misma fue la que me pidió que me la follara más rápido y fuerte y quién soy yo para negarme a tal pedido de una dama como la Gabi.
Por más de 10 minutos follamos como posesos. Mis amigos eran fueron testigos del primer orgasmo que la sacudió con violentos y arrítmicos espasmos que me obligó a detener el bombeo por casi un minuto. Al cabo, continué con más ahínco por un rato hasta que, en medio de su segundo clímax, eyaculé con verdaderas ganas dentro de ella, inundándole las tripas con mi semen.
Caímos juntos a la cama, quedando en la misma posición de cucharita con la cual todo este hermoso sueño había partido. Con tiernos besos cubría su cuello y hombro mientras observaba a los chicos. Todos estaban excitados, pero ninguno quería ser el que rompiera el momento.
Pela’o: ¿cómo estás hermanita?
Gabi: me siento en las nubes y toda pegajosa… necesito una ducha…
Pela’o: ¿se acabó la fiesta, hermanita? Te lo pregunto por…
Gabi: que nadie se retire… necesito conversar con ustedes así que espérenme un rato… pueden, ¿cierto?
Caramelo: solo si vienes a conversar solo cubierta con la toalla…
Todos: jajaja
Gabi: lo pensaré mientras me baño…
Pasaron horas según nosotros y no fueron más de 15 minutos los que se demoró en ducharse… y les contaré que su llegada post baño superó todas nuestras expectativas. Espero sus comentarios antes de soltarla toda.
Solo les adelantaré que nos estuvimos follando como condenados a muerte a la exquisita, siempre ganosa y bella hermanastra del Pela’o, el mejor 10 en el Antorcha FC en los últimos 20 años, toda esa noche y parte de la mañana del siguiente día.