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Sexo con el granjero dotado
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta historia pasó cuando fui de vacaciones a la granja.

Resulta que mi abuelo y abuela viven en la granja, trabajan allí, y a mi madre no se le ocurrió mejor idea que ir a visitarlos.

Otras veces de niña me habían llevado a esa granja, y la verdad nunca me interesó, digamos que, a mis 18 años, soy demasiado citadina para la granja.

Cómo hacía tanto que no los veíamos tuve que ir obligada, encima sola ya que mi mamá tenía trabajo. No solo iba a estar lejos de la ciudad, sino que tenía que estar sola con mis abuelos, es decir, sola totalmente ya que ellos trabajaban todo el día.

Cuando llegué saludé a mis abuelos y me quedé charlando un rato con ellos, cuando de repente llega uno de los granjeros con el que mi abuelo trabajaba.

Era un señor ya mayor, enorme y musculoso.

Yo llevaba una falda blanca corta ya que era verano y un top escotado rojo, lo cual hacía que el viejo no despegara sus ojos de mis pechos.

Ya el viejo verde se fue y mis abuelos también, pues debían ir lejos a buscar unas gallinas.

Me encontraba leyendo una revista cuando tocan la puerta, era el viejo.

Lo atendí y me preguntó por mis abuelos, obviamente quería una excusa para hablarme porque sabía perfectamente que mis abuelos fueron a comprar gallinas, pero igual para no ser grosera le expliqué.

-ah, entonces estás sola.

Me dijo con tono extraño, pero aun así me excitó un poco, le dije que si y él se adelantó y entró en la casa.

Cerró la puerta y me arrinconó a ella, debajo de su pantalón veía como su miembro se hacía duro.

Entonces mientras me tenía arrinconada me manoseó la vagina y los pechos.

Yo gemía, pues era bueno con los dedos y además se sentía rico. Para más contacto separé las piernas y levanté una de ellas.

Y allí estábamos, yo de pie contra la pared con una pierna levantada y los pechos hacia afuera, con el viejo manoseándome y metiéndome los dedos.

Sacó su pene y comenzó a frotar la cabeza en mi clítoris y luego en toda mi vagina húmeda que hacía ruidos jugosos.

Me sostuvo las dos piernas contra la pared y con su fuerza me suspendió en el aire, entonces comenzó a penetrarme, primero lento e iba aumentando la velocidad conforme pasaba el tiempo.

De pronto quitó su pene, me alzó y me puso sobre la mesa para continuar penetrándome.

El viejo no se quería perder de nada, mientras me penetraba me manoseaba toda y me decía cosas sucias.

Cuando noté que estaba a punto de venirse me masturbé el clítoris para intentar venirme al mismo tiempo, me vine y a los segundos se vino él.

Se fue y luego mis abuelos llegaron. Por la noche mientras dormían mis abuelos no busqué y continuamos cogiendo en el granero, y eso me calentó más. Fue uno de los mejores sexos que tuve.

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