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Licenciada Paula (parte 2)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Me acerqué, y la besé con pasión,  a la vez que ella tomaba mi pene y lo masturbaba, la tomé por la parte trasera de la cabeza para dirigir los besos, ella estaba perdiéndose en mi boca, bajé a su cuello, ella me tomaba del cabello mientras yo iba bajando para ir a lo que quería, esas chichis que tanto deseaba tener, comencé tocándolas, apretando levemente sus pezones, procediendo a chuparlos y disfrutar como gemía de gusto por tenerme ahí.

Luego de unos minutos y de dejárselos empapados de mi saliva, me solicitó:

– Quiero probar eso que llevo rato tocando, está caliente, huele bien y quiero conocer su sabor.

– Disfrútalo como yo estoy disfrutando de esas tetas tan deliciosas.

Empezó a chupar la punta, babearlo, escupirle, lo hacía lento, ya que los brackets la limitaban un poco, pero lo hizo delicioso, lamía como se debe, y la metía lo más profundo que podía.

– Realmente sabes lo que haces, Paula

– Quiero ver qué hacer tú Ahora

Se acostó en la cama y era mi turno, ella estaba experimentada, tenía que hacerlo bien si quería que se repitiera.

Inicie pasando mi boca por sus muslos, acariciando su cuerpo, eso le fascinaba, se retorcía y decía sentir cosquillas deliciosas, lamía lentamente hasta llegar a su vagina, dónde usé mi lengua extendida, dando una pincelada larga y lenta por toda su vagina y terminando en su clítoris, dónde comencé a dar lengüetazos, a la vez que tomaba sus piernas y entrelazaba mis manos con las suyas, gemía tan delicioso, sabía tan exquisita y se sentía tan bien, que comenzó a tomar mi cabeza y moverse ella misma, mientras mi lengua continuaba estimulándola. Ingresé un dedo en su orificio que se encontraba totalmente empapado, por lo que fue fácil entrar; acto seguido comencé a mover el dedo hacia mí, estimulándole más y provocando que gritara.

– Santos! ¡Santos! ¡Por Dios! No me importa lo que estás haciendo pero no pares! ¡Es lo que mejor!

Obedecí su petición, estuve un muy buen rato tocándola, hasta que comencé a hacerlo más contante, hasta el momento en que comenzó a temblar y te jalo el cabello para quitarme de su vagina, gritó como jamás la había oído.

– Santos! ¡Te necesito! ¡Métemela ya! ¡Así! ¡Hazme lo que quieras después, pero penétrame en este momento!

– A mi amante lo que pida!

Puse mi verga en posición, le escupió a su mano y la restregó en mi miembro, después comencé a introducirlo, estaba más que lubricada, hervía de cachonda, así que prácticamente su concha la absorbió, se sentía tan bien, nunca había tenido relaciones sin condón y lo estaba disfrutando mucho, ella gemía y me pedía besos, chupar sus pechos, y decía cosas que me calentaban.

– ¡Ay cariño, la siento tan profundo! ¡Me vas a dejar más invalida!

– Yo te cuido, pero esto te pasaría diario

– Yo soy tu mujer puedes hacerme lo que quieras, menos sacármelo

– Ah, ¿eres mi mujer!?

– Si, toda tuya

– Y puedo hacer lo que yo quiera?

– Sí mi amor, tú pide y yo obedezco

– Me quiero venir adentro de ti!

– Dónde quieras, chamaquito! ¡Yo me los trago y los absorbo!

– Me voy a venir!

– Relléname!

Me salió tanta leche que en el momento que salí de dentro de ella, mis chicos se escurrían, a lo que ella dispuso.

– Wow, está muy calientita, siento como sale y… (Tomó un poco de lo que le salía y lo probó) mmmm está muy rico!

– Me alegra que te guste, lo que te salió a ti me encantó.

– Pues si todavía aguantas, quiero que te vengas en mi boca para poder probarlos directamente.

– Por supuesto que aguanto, solo déjame… (Me acerqué a sus pechos para olerlos, sudaban y tenían un aroma tan delicioso, que procedí a chuparle todo hasta que casi casi solo olía a mi saliva) son perfectos.

Me levanté, y le pedí que se sentará hacía la cabecera de la cama, de modo que mi pene quedará a la altura su boca y que me lo chupara para darle lo que me pidió, lo hizo y comenzamos.

Comenzó chupándolo con tal pasión, que desbordaba saliva que caía en sus chichotas, lo que aproveché para la rusa más rusa de la vida, se deslizaba con tal facilidad y las apretaba tanto, que sentía que me saldría la leche en cualquier momento, así que le dije.

– Ya viene! ¿¡Lista!?

– Lista! (Dijo con la boca abierta y la lengua afuera).

Expulse 3 grandes chorros, de los cuales 2 fueron a la boca embarrando parte de sus labios y cayendo hasta sus pechos, y el 3ero fue hacia su rostro, dejando manchada su nariz, cachete y frente. Me senté en la cama rendido, y mirándola, sentada y con mi leche por la cara y senos, tomándose mi leche y mirándome con esa sonrisa que me estaba encantando ahora más que nunca.

– Está dulce

– Gracias, estuvo muy bien eh

– Ya sé, quién te viera mocoso, si sabes cogerte a una mujer

– Solo a las de verdad (le guiñe un ojo)

– Jajaja, déjame ir limpiarme, y nos vamos a dormir porque no hemos descansado, y por mi condición no puedo aguantar más, ¿me ayudas? Y te dejare dormir entre mis pechos.

– Claro, aunque no te prometo no chuparte los mientras duermo.

– Cuento con ello (me guiño el ojo).

Terminamos de limpiarla y nos acostamos desnudos, cumplió su palabra y dormí todo el tiempo entre sus pechos, oliéndolos, ese aroma a sexo era inigualable. Pasaron las horas y despertamos, tomamos un baño (por calientes y para ayudarle) y me retiré de su casa, no sin antes decirme.

– Yo soy tu mujer, y necesito que vengas a cuidare cuando esté sola

– Yo soy tu hombre, y mi deber es complacerte

Me fui a casa, esperando con ansias el siguiente encuentro.

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