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El lado oscuro del convento (parte 1)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Me lo he pensado mucho antes de escribir estas notas, pero pienso que hacerlo es una manera de que todos disfruten y puedan sentir tal y como yo sentí todo lo que viví como trabajadora de uno de los tantos conventos de Sevilla, España.

Me llamo Lucia, soy piel blanca, ojos verdes claros, melena castaña natural larga, de buen cuerpo, tetas redondas y firmes a mis 28 años, y un culo que ha puesto a flipar a chicos y chicas, no he tenido hijos y me cuido muy bien. A los 21 años entre a trabajar en el convento de mi ciudad, ayudada por el sacerdote de la parroquia quien era muy amigo de mi madre y allegado a la familia y fue quien le hablo a mi madre, una mujer muy católica, de que podía trabajar allí, pues el mantenía buenas relaciones con la que en ese entonces era madre superiora de aquel convento y le había comentado que necesitaba a alguien que le ayudara con ciertas cosas de oficina, como redactar oficios en computadora y aquellas cosas que comúnmente haría una secretaria.

Todo comenzó a fluir muy bien, entrado el verano, me presente un día lunes a laborar pues ya tenía la recomendación de parte del padre, así que no habría problema, llegue llena de expectativas y al tocar la puerta me estaban esperando ya. Me presente y me saludo muy cordialmente la hermana Sofía, quien me mostro las instalaciones y en cada pasillo me presentaba como la nueva secretaria de la madre superiora, así pase algo de no menos 40 minutos recorriendo todo el complejo y conociendo a muchas de las monjas que estaban allí, dando tiempo a que la madre superiora saliera de una oración con otro grupo de hermanas.

Me instale y comencé a laborar pasaron dos meses y todo iba fluyendo muy bien, no había nada extraño o fuera de lo normal que no fuera redactar oficios, enviar misivas ya sea vía email o redactar documentos, un día me quede trabajando hasta tarde pues debía enviar unos reportes al obispo, recuerdo que era un viernes, ya me había ganado la confianza de las hermanas y pues tenía acceso a varias llaves para entrar y salir, estuve en la oficina hasta las 10 de la noche y pues cuando iba caminando por uno de los pasillos que daba hacia el corredor, y daba al frente de la cocina, escuche un ruido sutil como unos gemidos, un poco nerviosa y asustada me quede inmóvil, luego lentamente y tratando de que mis pasos no sonaran, me acerque a la puerta de madera que estaba cerrada, me agache lentamente y me dispuse a mirar por el ojo de la llave, y pues fue tal mi sorpresa que quede enmudecida y pálida en el momento pero luego muchas cosas pasaron por mi mente, pues lo que estaba ante mis ojos uff fue toda una locura, allí estaba la hermana Sofía junto a otra monjita llamada Elena dándose mucho placer con besos muy apasionados, juntando sus tetas y tocándose ambas totalmente desnudas recostadas del mesón de la cocina.

Mi mente empezó a volar y pues para mí era totalmente nuevo ver a dos mujeres en vivo y directo teniendo sexo, algo que claramente conocía pues soy bisexual, pero sexo lésbico de monjas solo lo había mirado en algún video porno de internet, caliente por todo esto solté mi bolso y comencé a tocarme, por debajo de mi falda, pues siempre llevaba faldas, ya que esa era una de las pocas condiciones que me coloco la madre superiora para trabajar con ella, usar faldas y no usar descotes ni maquillaje voluminoso, en fin, empecé a frotarme por encima de la tanga, sintiendo uff muchas cosas y mojándose casi inmediatamente tanto mi mini tanga como mis manos y piernas, era indudable que estaba excitada por lo que estaba mirando, sus lenguas podía verlas muy bien cómo se enredaban y se besaban mientras Sofía pasaba sus manos por las tetas de Elena, uff que rico, y yo dándome sobre el clítoris bien rico y bien húmeda, en ese instante ellas cambian de posición y en el piso colocando un mantel de la cocina, se acuestan y empiezan hacer una tijera bien rica mientras Elena le soba las tetas a Sofía, y veo como se desprende el sudor de su cuerpo, ambas estaban en su máximo placer, sus cuerpos desnudos vibraban de placer mientras yo detrás de aquella puerta tocaba mi clítoris como loca, sin parar.

Elena se levanta, mientras Sofía mete su cabeza entre sus piernas para lamer su clítoris y esta le aprieta el pelo y cada vez hunde su cabeza y hace un gesto bien rico mientras suspira de placer y se muerde los labios, Elena estaba dispuesta para acabar y cada vez sujetaba con más violencia a Sofía de su cabello, al mismo ritmo mi mano sobaba mi clítoris y estaba a punto de venirme, hasta que lo logre creo que sin darme cuenta en sinergia al mismo tiempo que Elena se corría yo hacía lo mismo, uff que placer que rico se sentía, y el morbo que me daba de todo aquello de lo prohibido que era lo que mis ojos estaban mirando en ese momento, estas dos hermanas teniendo sexo lésbico en la cocina de un convento, ufff luego de acabar me arrodille de placer, y así estuve un par de minutos hasta que me recobre y me dispuse a marcharme, toda mi tanga estaba empapada, mis manos logre limpiarlas un poco con un pañuelo, que llevaba en mi maletín, y pues salí despacio hasta la puerta principal, abrí, salí y cerré, y me dispuse a tomar un taxi, de camino a casa no paraba de pensar en lo que había ocurrido y en lo loco que fue todo aquello, y a su vez en que acabada me di de solo ver lo que tenía antes mis ojos.

Continuará…

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