Esta historia trata sobre un amor como no podrá haber otro igual, tanto mi hermano como yo, estamos hechos el uno para el otro. Entre nosotros no hay secretos ni reclamos, no hay celos, pero si mucho entendimiento, no hay partes de nuestro cuerpo que no hayan sido ampliamente exploradas en la búsqueda de insólitos placeres, hay camaradería y un refinado morbo por todo lo que hacemos y convivimos día con día.
Nuestros padres siempre fueron muy liberales, tanto así que sabían perfectamente que entre mi hermano y yo empezaba a haber mucha complicidad y un acentuado deseo carnal entre nosotros. Desde que teníamos relaciones de noviazgo con otras personas, nos dimos cuenta de que era algo muy aburrido tanto para él como para mí, pues siempre preferíamos disfrutar estar juntos, yo sentada en las piernas de Sergio de un buen café, y fumarnos un cigarrillo, así como salir los dos al cine o jugar cartas, de esa forma es que nos empezamos a dar cuenta de que ambos nos entendíamos a la perfección.
Conforme fuimos adquiriendo más edad, nuestros gustos empezaron a cambiar, pues le tomamos el gusto a bañarnos juntos, meternos juntos a la regadera para explotar y acariciar nuestros cuerpos desnudos y deleitándonos con la vista y tacto todo lo que significaba el estar juntos como hermanos recién enamorados. Incluso nuestros padres sabían todo lo que hacíamos, aunque existía un gran respeto entre ellos y nosotros. Poco a poco el deseo de abrazarnos mi hermano y yo y darnos nuestros primeros besos, se iba apoderando mágicamente orillándonos a explorar juntos lo que fueron nuestros primeros orgasmos. No fue sino hasta que decidimos el cómo vivir nuestras vidas, que nos volvimos pareja el uno del otro lo cual fue del pleno conocimiento de nuestros padres, con ciertas recomendaciones para evitar embarazos. De esa forma fue que nos cambiamos a una sola recámara en la que tuvimos nuestros primeros desahogos conyugales y de verdad que era algo bien hermoso tratar con nuestros padres como lo que fueron; los mejores padres y suegros del mundo y ellos con nosotros como la mejor nuera y yerno del mundo independientemente de ser sus hijos biológicos.
– ¿Qué tal pasaron la noche, hijos?
– Muy bien madre, dormimos bien rico a pierna suelta.
– Y tú hijo, no estarás pensando en embarazar pronto a tu hermana –dijo nuestro padre
– No padre, la verdad es que aún estamos muy jóvenes y queremos formar un buen futuro, no creemos conveniente el que mi hermana quede embarazada tan pronto, por eso nos cuidamos mucho.
– Eso está muy bien, tu madre y yo nos embarazamos de ustedes muy jóvenes aún y pensamos que todavía no habíamos disfrutado plenamente de nuestro matrimonio.
– Nos hubiera gustado que hubieran podido casarse entre ustedes. –dijo nuestra madre
– No creo que aún vayan a aprobar el matrimonio entre hermanos de la misma sangre. –le contesté
– La madre de ustedes tuvo relaciones de incesto con uno de sus hermanos también, ¿eso lo sabían? –comentó nuestro padre
– Sí, también nos lo contó nuestra madre, que tuvo relaciones de incesto con el tío Jorge. ¿Tú no te molestaste por eso?
– No, en absoluto y eso que aún ya de casados su hermano la seguía buscando para continuar con sus sesiones amorosas.
– ¡Ay, Pedro! Para que te acuerdas de todo eso, sí los dos estábamos de acuerdo –dijo nuestra madre
– ¿Te enojaste?
– No en realidad ellos se disfrutaban mucho, así que entre nosotros pasaban unas por otras
– ¿A qué te refieres, padre? –le pregunté yo
– Ay, hija a que yo también tenía mis relaciones por fuera del matrimonio con dos de mis secretarías, así que todo estaba compensado… jajaja
Pero eso no era todo en realidad, pues no fue nada más la relación con sus secretarías lo que lo movía a aceptar plenamente la relación de incesto que se daba entre su cuñado y su esposa, sino que en realidad entre ambos cuñados existió un enamoramiento homosexual que los llevo a culminar el gran amor que sentían el uno por el otro y compartir la cama esposo y esposa con Jorge el hermano de ella. Así fue como el incesto entre ambos, hermano y hermana se empezó a convertir en poesía cada vez que se miraban a los ojos y esa poesía se hizo sexo compartido con Pedro el marido de su hermana Claudia.
– Sí me imagino que una relación de incesto vale por dos relaciones “normales”
– Sí fue un buen triángulo el que teníamos ellas y yo, valió la pena el que su madre siguiera manteniendo relaciones con su hermano Jorge.
– Aunque eso no fue todo –agregó Claudia ante sus hijos con quienes no pretendían tener ningún tipo de secretos– en realidad su padre también se enamoró de mi hermano y Jorge de él, de esa forma fue que el incesto entre mi hermano y yo se volvió en algo compartido con su padre.
– Vaya pues es bueno el saberlo, además mi hermana y yo lo intuimos desde un principio que vimos al tío Jorge y a papá besándose, además no es algo que nos competa a mi hermana y a mí los acuerdos que tengan entre ustedes, ni algo que tengamos que juzgar, el amor se da en diversas formas –dijo mi hermano Sergio.
– De eso ya sabíamos algo, pero cada quien sus formas de amarse y nosotros las respetamos. Ya ven, que las relaciones entre mi hermano y yo son de lo más común en varias familias y además por ser hermanos de sangre son de lo más apetecible. –les dije.
– Mi querida Susana, de eso no me cabe la menor duda mi hermosa ninfa –me contestó Sergio dándome un tierno beso.
– Entonces ¿crees que el dispositivo sea algo seguro para que no vayas a embarazarte de tu hermano?, hija –preguntó nuestra madre.
– No madre, no lo creo –aunque por otra parte empiezo a tomar mis precauciones, dado que mi hermano eyacula gran cantidad de semen al igual que eyaculo yo cuando nos venimos. Porque siempre siento que me llena la vagina con su esperma y yo lo mojó mucho también cada vez que me vengo.
– Mi hermano Jorge también eyacula mucho cada vez que me hace el amor y a veces llegue a pensar que podía embarazarme de él muy fácilmente. –dijo mi madre
– ¡Ay madre!, ¿Qué necesidad tenemos de saber mi hermano y yo cuánto eyaculaba tu hermano cuando te hacía el amor?
– Jajaja, igual que nosotros cuando nos dices lo que tu hermano y tú eyaculan, Bueno, eso lo supo desde siempre tu padre, no veo el por qué no deban saberlo ustedes, si se trata de una relación de incesto muy normal que se da muchas veces en familia.
– Así es hijos, cómo ven su madre y yo pudimos entendernos muy bien, cómo esperamos que ustedes también tengan una buena vida marital y puedan ponerse de acuerdo siempre. A veces siento como si formáramos parte de esos reyes egipcios que se casaban entre hermanos y que el incesto era algo muy normal, como lo ha sido para nosotros.
– Ay Pedro, ¡Qué cosas van a pensar nuestros hijos!
– Acuérdate de las relaciones de incesto de Angelina Jolie con su hermano James y de Khloe Kardashian con su hermano Rob, o del amor platónico con visos de incesto que existió entre María Félix con su hermano Pablo
Así las cosas, en realidad no había nada que ocultar en nuestra familia, el incesto era algo muy normal en la familia, un incesto lleno con un gran sentido romántico, no era del tipo del incesto vulgar, sino más bien fino y amoroso, así es que mi hermano Sergio y yo continuábamos disfrutando de nuestras relaciones de incesto tan “normales” como las que se darán en otras tantas familias, unas veces a escondidas, otras no tanto, como para que no pudiera enterarse el resto de la familia y mantenerlas en secreto.
Pasaron algunos años más, nuestros padres se cambiaron a los Estados Unidos donde Jorge el hermano de nuestra madre se había casado con una mujer muy guapa canadiense y que al igual que Jorge, compartía según nos había dicho nuestra madre, los mismos gustos por compartirse en familia, de tal manera que papá disfrutaba al igual que nuestra madre de ese tipo de relaciones compartidas, en el que mamá continuaba disfrutando de esa relación de incesto que desde su juventud había compartido desde siempre con su hermano Jorge y ahora también con nuestro padre y también con la pareja de nuestro tío, aunque en realidad entre nuestro padre, su cuñado Jorge y la mujer de éste, no se trataba propiamente de una relación de incesto, sino de una relación más “normal”. Pero así es la vida y así es el mundo con las sorpresas que nos da.
Según nos contó nuestra madre nuestro padre y el hermano de ella se enamoraron muy profundamente, era muy común entre ellos compartir su semen directamente entremezclado con los fluidos de la vagina de nuestra madre y hacer el 69 ya fuera entre cuñados o con nuestra madre.
Ya para entonces mi hermano y yo, habíamos consolidado nuestra relación amorosa, aún no había ningún hijo a la vista y fue en ese tiempo que nos habían recomendado a una muchacha que nos ayudara con los menesteres de la casa. María era una chica de unos 19 años que era muy servicial y al parecer no estaba interesada como otras muchachas en tener novios y entretenerse con ese tipo de amoríos, aunque físicamente gozaba de muy buenos atributos, pues poseía una figura de proporciones muy exquisitas, no de formas tan curveadas, más bien era delgada y de un busto que sobresalía al igual que sus nalgas, sin llegar a exageraciones.
Ella había tenido relaciones de incesto con su padrastro y la madre de ella a petición de él, según me contaría y que eso no la había asustado, sino por el contrario la hizo más conocedora de todo lo que podía llegarse a disfrutar sexualmente, copulando no solo con un familiar que introdujera su esperma dentro de su vagina sino también con una mujer como lo era su madre.
Entre mi hermano y yo llevábamos una vida marital como cualquier otra pareja. María sabía que Sergio y yo éramos hermanos y que teníamos relaciones de incesto frecuentes, pues ella era la encargada de a petición nuestra llevarnos el desayuno a la cama, fue así como ella nos vio a mi encima de mi hermano, con mis pechos recargados sobre el de mi hermano Sergio mientras nuestros movimientos denotaban que ambos estábamos copulando de lo más rico y se nos quedaba mirando a la vez que nos sonreía mientras ponía el desayuno sobre una mesita a nuestro alcance.
Pero eso no fue todo, porque tanto a mí como a mi hermano empezó a atraernos María. Yo ya había tenido algunas relaciones lésbicas con algunas compañeras de la universidad y a ella tampoco le hacía el feo el verme desnuda, así que todo lo demás fue dándose entre nosotras y entre nosotros.
Todo empezó una vez que estábamos platicando y que María me confesó que a ella también le atraían ese tipo de relaciones, pues el padrastro de ella quería verlas cogiendo a su madre y a ella, mientras él se la metía a ella por detrás porque a su padrastro gustaba del sexo anal.
– ¿Y tú qué hiciste cuando les propuso eso tu padrastro?
– A mi madre y a mí nos gustó la idea, ninguna de las dos nunca le hemos hecho el feo a una buena hembra, y para nosotras se trataba de algo mucho más caliente el hacerlo entre madre e hija.
– Entonces ya sabías lo que era el incesto. Incestus, in que es adentro y cestus que es la membrana de castidad de la mujer. Yo lo interpretó como el pene de un familiar, puede ser hermano, tío, padre, sobrino que meten su pene dentro de la vagina de una hermana, madre, tía, prima, sobrina y copulan eyaculando su semen dentro de ella para que sea un hecho el incesto.
– ¡Vaya se escucha muy caliente eso que dice! A mí siempre me pareció que el incesto se trataba de algo más caliente por tratarse de coger entre miembros de la misma familia que hacerlo con cualquier otra persona.
– ¿Entonces supongo que ves con buenos ojos lo que hacemos mi hermano y yo?
– ¡Claro!, hasta tengo que ir a masturbarme luego de verlos.
– ¿Por qué no nos lo habías dicho antes?
– Porque no sabía si a ustedes les parecería bien hacer el amor conmigo.
– ¿Cómo piensas eso, muñequita?, si estás como quieres, me encantan tus pechos así de grandes cómo los tienes. ¿quieres que me desnude delante de ti?
– Me encantaría verla desnuda, señorita
– Háblame de tú
– Como usted diga, como tú digas…
Así se dio el hecho de empezar a coger entre nosotras, me encantaba la idea de hacerlo y de contárselo a mi hermano, que cada vez éramos más descarados con María, pues empezamos a hacernos el amor fuera de las sabanas mientras ella nos acercaba el desayuno y podía ver el pene de mi hermano meciéndolo a propósito para que se le antojara. Pero no solo mi hermano y yo éramos los descarados, pues María ya no se ponía calzones y se inclinaba para que pudiéramos observar lo hermoso de su panocha.
Fue de ese modo como empezamos a tener relaciones entre nosotros y el hecho de hacerlo con María hizo que cada vez fueran más calientes. A mi hermano le gustaba ver como María me acercaba sus labios para juntarlos con los labios de mi vagina como si se tratara de dos bocas lamiéndose y la punta de la lengua de María, apuntara hacia mi clítoris y lo sorbiera chupándolo como si se tratara de un pene diminuto como de hecho lo es.