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La mujer que conocí en una clase de zumba
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hola, esta vez me gustaría contarles sobre cómo fue mi primera vez con una mujer mayor, tenía 18 años con una mujer ya mayor que conocí en una clase de zumba en un camping de la costa catalana.

Esta historia se centra en el mes de julio del 1990. Desde muy pequeño mis padres hacían camping y ese verano unos vecinos de parcela me preguntaron si quería ganarme unas pesetas cuidando a sus dos hijos de 9 y 11 años de lunes a viernes, solo era controlar que se cumpliera los deberes que ellos dejaban escrito en una libreta como deberes diarios. Yo solo me tenía que cuidar de que todo se cumpliera y si surgía alguna novedad llamarlos a Barcelona donde vivían que estaba a una hora de coche más o menos.

Una de las obligaciones que tenían era cada día hacer ejercicio físico, unos días salíamos a correr otros lo hacíamos en bicicleta etc. Entre las cosas que hacíamos dentro del camping era asistir a clases de zumba que daba una de las monitoras del camping, una chica joven que estaba como un tren de buena.

Ahí empecé a conocer a algunas mujeres ya mayorcitas que tomaban clases, una de ellas se llamaba Laura, era una mujer de 1,60 aproximadamente, morena nada del otro mundo, pero que tenía aparte de su simpatía algo que me atraía poderosamente, sus pechos, también como podréis leer más adelante, también yo a ella y no se cortaba en demostrarlo cuando estábamos solos en la piscina vigilando a los niños. Ella también tenía dos hijos que vigilar, algo más mayorcitos que los que cuidaba yo. Desde el principio noté en sus miradas algo que poco a poco descubrí era el deseo de llevarme al huerto, quiere decir llevarme a la cama, al principio solo eran charlas casuales hasta que poco a poco fuimos entrando en lo personal e íntimo, ella también estaba sola con los niños de lunes a viernes, bueno a sábado, su marido venia los sábados por la mañana y marchaba los domingos a media tarde.

Las charlar se fueron haciendo cada vez más íntimas hasta que sugirió el tema sexual, ahí ella fue la que tomo la iniciativa, me dijo que su marido no la complacía tato como ella necesitaba en la cama, me preguntó si ella me gustaba, le respondí que como no me iba a gustar si era una mujer muy guapa. Entonces mirándome fijamente a los ojos me dijo que yo le atraía mucho y que si ella me gustaba me gustaría hacer el amor con ella. Todo eso habiendo hablado si tenía novia, si me había acostado ya con alguna chica, fue ese día y en esa charla cuando me comentó sus carencias de sexo con su marido.

Al principio no me lo podía creer, pero en verdad era un sueño poder hacer el amor con una mujer como ella. Hasta entonces no es que hubiera estado con muchas mujeres, lo que era decir follar por llamarlo para que se me entienda bien no lo había echo nunca aunque a ella le dije que si y solo había mantenido escarceos con alguna chica besos, caricias pero nunca llegando a la penetración, sería la primera vez que mi pene se cobijara y explorara el fondo del sexo de una mujer y eso me hacía estar un poco nervioso. El hecho que una mujer me dijera directamente que quería hacer el amor conmigo hizo que me costara conciliar el sueño durante algunas noches hasta que por fin pudimos realizarlo.

Durante las semanas siguientes fuimos hablando intentando buscar ese momento, ella decía que no quería que fuera algo rápido, que su deseo era pasar a ser posible toda una tarde juntos sin prisas ni medo a que alguien nos descubriera. Por fin llegó ese día, ese momento deseado. Su marido era muy aficionado al futbol y ese fin de semana se jugaba el clásico, Barcelona-Español y su marido no subía.

Quedamos el sábado después del mediodía, yo ya estaba libre de mis obligaciones con los niños quedamos en vernos en un lugar del pueblo cercano al camping donde estábamos. Llegue con más de media hora de adelanto, nervioso y con el corazón latiendo a mil pulsaciones. La vi llegar y la encontré más guapa y deseable nunca y aun me puse mas nervioso.

Ella lo tenía todo planeado me dijo solo llegar que cogeríamos un taxi para desplazarnos a un pueblo cercano donde habia reservado una habitación para una noche. No se si al ver mi nerviosismo pensó que seria por lo que costaba la reserva de la habitacion que me dijo que no me preocupara que lo pagaría ella. Ya dentro del taxi nos dimos los primeros besos, hasta ese momento aunque alguna noche habiamos estado hablando solos a bastante tarde, yo nunca me atrevi a hacerlo y ella supongo que por miedo a que alguien sin que nos dieramos cuenta podría vernos tampoco se atrevio a dar el paso aunque según me confesó despues del primer beso lleva dias deseandolo. Fueron unos primeros besos suaves y sutiles, ella ese día decidió ponerse para la ocasión un vestido fino de verano fresquito y como ropa interior unas braguitas que más tarde pude comprobar eran negras.

Llegamos al hotel, subimos a la habitación y ella tenia prisa y sin dejar de besarnos comenzo a quitarse la ropa, tardó poco porque bajo el vestido solo llevaba las braguitas. Los dos nos quedamos solo con la ropa interior de abajo, ella las braguitas y yo calzoncillos. Nos estiramos en la cama sin que ella dejara de besarme, me acariciaba y me miraba observando mi reacción diciéndome.

-Pero que guapo eres jodio.

-Te noto muy nervioso, relájate.

Me dijo mientras me acariciaba lentamente bajando su mano hasta ponerla sobre el bulto que comenzaba a hincharse dentro de los calzoncillos.

-Relájate veras como todo va ir bien y te va a gustar, me has mentido ¿verdad?, nunca has estado con una mujer.

No me atreví a seguir mintiendo y le respondí que así como estaba con ella no.

-Tú has lo que yo te diga y veras que bien lo vamos a pasar.

Mientras me acariciaba la cabeza rozándome con sus labios los míos, me cogió una de mis manos y la llevo entre sus piernas, sentí el calor que su sexo desprendía. Ella acompañaba mi mano indicándome donde y como tenía que acariciarla. Seguíamos besándonos, entonces ella dejo de acariciarme por encima de los calzoncillos e introdujo la mano dentro cogiendo el pene que ya estaba bastante erguido y duro.

-Esto comienza ponerse a tono ya, menuda polla, (pene) tienes chaval, la tienes mucho más grande y gruesa que la de mi marido.

Ella me iba guiando entre besos y caricias se quitó las bragas, luego me ayudó que yo hiciera lo mismo con mis calzoncillos y ya los dos desnudos con una de sus manos acercó mi pene a su sexo (vagina). Al sentir el calor y la humedad de los gruesos labios vaginales sentí un escalofrío de los pies a la cabeza sin poder evitar que de mi garganta se escapara un gemido de placer. Mi primera reacción fue intentar ponerme encima, entonces ella me sujetó.

-Tranquilo, tranquilo, no tengas tanta prisa, las cosas de palacio dicen que van despacio.

Un dicho que se suele usar cuando las cosas han de ir con más tranquilidad. Ella se recolocó bien en el centro de la cama y me dijo que me pusiera sobre ella. Con una mano cogió mi pene y lo puso entre los húmedos labios vaginales y me dijo que empujara pero despacio. Así lo hice y poco a poco mis 18 centímetros fueron entrando en aquella caliente, húmeda y maravillosa cueva, ella al sentirla todo dentro dejo escapar un profundo suspiro.

-Dioss, mi amor, que cosa más gorda y larga, me llega hasta el fondo, cariño tienes una polla maravillosa, ahora empieza a moverte despacio de atrás adelante.

Por primera vez, sentí esa sensación indescriptible que se siente cuando hundes el pene dentro del sexo de una mujer. Me dijo que sin dejar de moverme le besara los pechos, que le chupara los pezones y yo fiel alumno hacía todo lo que ella me indicaba. Besaba y chupaba sus pechos con desesperación y empujaba con fuerza, no tenía control de mi estaba poseído por el placer de querer más y más de ella hasta que ella notando que me iba a correr me detuvo y me pidió que me diera la vuelta y me acostara boca arriba, entonces ella paso sus piernas a los lados de mi cintura y apoyada en las rodillas con la mano llevo la punta de mi hinchado pene en la entrada de su sexo y se fue dejando caer hasta hundirse el pene hasta que sus labios vaginales quedaron aplastados contra mi vientre, Se movía de una manera que hacía que viera las estrellas mientras me decía.

-Relájate, tranquilo, no te corras aun, aguanta, aguanta un poco más.

Mientras me pedía que chupara sus pechos, para mí era una sensación totalmente mágica de placer, pero como todo lo bueno tenía que acabar, volvió a pararse, se aparto a un lado y sentada en la cama comenzó a hacerme una mamada, hasta que el semen comenzó a brotar de mi pene que ella tragó sin que se desperdiciara una gota. Una vez dejo de salir semen ella se volvió a tumbar a mi lado sin dejar de acariciarme el pene. Después me dijo que lo hacía para que no se me aflojara y volverlo a hacer, sin ser consiente que mi pene se podía aguantar tieso y duro aun después de varias corridas.

Pasados no más de dos minutos lo volvimos a hacer otra vez y esa ves en la postura que ella me dijo se llamaba el misionero volví a correrme, esta vez dentro de su sexo, los dos nos corrimos a la vez. Descansamos esta vez algo más de dos minutos y volvimos a hacerlo por tercera vez, ella antes de volver a correrse disfruto de varios orgasmos, yo de nuevo inundé su sexo con el semen acumulado en mis testículos.

Esa fue la primera vez, durante todo el mes de julio lo hacíamos cada día.

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