Génesis era y es una mujer muy guapa. Alta y delgada, de piel blanca, con una cara un poco alargada, labios y boca pequeños, de ojos grandes de color café claro. Sus pechos firmes que cabían en cada una de mis manos, cintura breve y de nalgas ni muy grandes ni muy chicas.
Tanto Yesica como yo no cabíamos de gusto al saber que intercambiaríamos parejas con su esposo Josué. Estando en el motel y mientras Yesica se lo llevó a él a la habitación que eligió, Génesis y yo entramos a nuestra habitación.
-¿Has estado con alguien más aparte de tu esposo? -Le pregunté mientras nos sentábamos en el sillón y pedía unas cervezas a la recepción.
-Nunca. Se me ha antojado uno que otro chico de la plaza comercial, entre ellos tú, pero ni loca me hubiera atrevido a engañar a Josué. No sé dónde tenía la cabeza cuando acepté intercambiarnos.
-Espero que no te arrepientas ahorita. ¿Qué sientes al saber que tu esposo se va a coger a mi novia? ¿Estás celosa?
-Sí me dan celos, pero él a muchas chicas les tira la onda, así que aprovecharé esta para desquitarme.
Mientras nos tomábamos las cervezas platicamos un buen rato, del trabajo, de la infidelidad, de los sentimientos, hasta que tocamos el tema del sexo. En qué le gustaba y qué no, para este punto ya estábamos sentados juntos y la abrazaba con un brazo mientras con mi mano libre acariciaba sus piernas, nos comenzamos a besar, me encantaban sus labios y su boca pequeña.
La recosté en el sillón y me hinqué a su costado, seguíamos besándonos mientras con mi mano acariciaba sus pechos sobre la ropa, metí mi mano bajo su blusa y el contacto con su piel le provocó escalofríos, abrió sus piernas y sobre su pantalón froté su panocha, al sentirme cerró sus piernas apretando mi mano con fuerza, aún sobre la ropa se sentía muy caliente. Metí mi mano bajo su pantalón a la altura de su abdomen y fue ella quien lo desabotonó y con calma lo fue bajando hasta donde pudo y yo terminé de quitárselo.
-¿Te gusta que te la chupen? -Le pregunté. Y ella contestó que sí, pero su esposo casi nunca se lo hacía.- Pues que mal por él, no sabe de lo que se pierde -le dije.
La levanté un poco para que se reclinara en el respaldo del sillón y me puse entre sus piernas. Se las levanté para quitar su pantaleta y me encontré con una vagina como no había visto antes. Sus labios vaginales no se notaban, se veía como lo que se llama una pata de camello, sólo había una rajita muy húmeda. En su pubis muy poco vello púbico de un tono claro por ser el color de su piel muy blanca. Luego de admirar esa hermosura de panocha, acomodé sus piernas sobre mis hombros y sus nalgas en la orilla del sillón. Me supo deliciosa su humedad. Metí mi lengua en ella y era diferente su forma de apretar, succioné con mis labios su clítoris que de igual forma apenas y se notaba, lo encontré por sus gemidos, pues ese era el punto en donde más fuerte gemía. Le dediqué un buen rato a mamar su rica panochita, ella se quitó la blusa y como pudo desabrochó su brasier, me mostró un hermoso par de tetitas blancas con pezones en un tono café muy claro, aunque quise acariciarlas, estaba tan metido en su panocha, que con mis manos atraía sus piernas hacia mí, para estar lo más posible dentro de ella. Ambos disfrutamos de ese rico oral, se vino delicioso en mis labios mientras echaba su cabeza hacia atrás y gritaba tan fuerte que seguramente se oiría en otras habitaciones.
Su respiración seguía agitada. Se puso de pie igual que yo y mientras nos besábamos, me ayudó a quitarme la ropa. Me sentó en la misma forma que ella estuvo en el sillón, se puso entre mis piernas y yo apoyaba mis pies en el piso. Su cara era de impresión, mi verga rasurada se veía más grande que la de su esposo llena de pelos, usaba sus dos manos para acariciar mi tronco y huevos al tiempo que subía y bajaba la piel de mi verga. Me daba tiernos besos en los huevos y abrió lo más que pudo su boca, pero siendo esta tan pequeña, no le entraba la cabeza, con su mano derecha me empezó a masturbar muy fuerte, diría que de una manera violenta, pues me ardía la piel de la verga, su saliva ayudó para que resbalara mi cabeza en su boca y alternó un rico sube y baja tanto con su mano como con su boca, que me estaba haciendo disfrutar mucho, pero el dolor que me provocaba su masturbación, me hacía aguantar el orgasmo. Eran violentas sus mamadas, pero ella lo disfrutaba, gemía aún con mi verga llenándole la boca y movía su cuerpo de manera que me hacía entender que disfrutaba estar mamando verga. Se vino sin tocarse, gemía de modo que así lo entendí y ni así dejó de chupármela. Le avisé que me iba a venir, ella sacó mi verga de su boca y apretó mi tronco con fuerza, de modo que contuvo mi esperma para que no saliera a chorros, sino que fue aflojando de apoco para que resbalara por mi cabeza y sobre su mano, yo la veía con una sonrisa hermosa en su rostro, así como si cumpliera una fantasía. Sacó su lengua y empezó a beber mi leche, lamía su mano y toda parte donde hubiera esperma, gemía y lo disfrutaba.
Se relamió los labios y con un poco de mi semen en la boca se acercó a besarme, abrió su boca frente a mí para que viera lo que me iba a compartir y así recibí ese beso, sus hermosos pechos estaban sobre mi pecho y con una de sus manos jalaba mi verga. Disfrutamos de ese rico sexo oral.
Se sentó a mi lado y se tomó una cerveza completa. Se veía feliz, no paraba de sonreír, hacerlo de ese modo era un deseo reprimido.
Pedimos otras cervezas. En ella ya se notaba el efecto del alcohol. Sentados uno al lado del otro, ella acariciaba todo el tiempo mi verga, yo estaba ya muy duro. La volví a recostar en el respaldo del sillón, me puse un condón y tuve una hermosa visión al ver entrar mi cabeza en esa panochita extraordinaria, ella soltó un gemido, con sus piernas a mis costados me incliné para abrazar su cintura con mis brazos y de a poco me fui metiendo en ella , con una sensación deliciosa en mi verga y ella gimiendo con cada centímetro que le entraba. Nos movíamos con ritmo, abrazados y con nuestros cuerpos muy juntos. En verdad ella gemía casi a gritos y se vino dos o tres veces así, yo sentía los espasmos dentro de su vagina, pero no dejaba de moverse. Sus besos seguían riquísimos y ambos disfrutábamos de sus ricos orgasmos. En uno de esos orgasmos yo me vine junto con ella, me vacié dentro del condón, pero como ella seguía moviéndose y mi verga no perdía su firmeza, seguimos cogiendo rico hasta que nos cansamos de estar en esa posición.
Aprovechamos para ir al baño. Los dos seguíamos muy calientes, así que ella no se negó cuando sentada en el escusado me incliné para besarla y metí mis dedos en su panocha, sintiendo cómo salía su orina y escurría por mi mano, gemía entre mis labios y yo disfrutaba de ese líquido tibio.
Nos metimos bajo la regadera y al salir, pedimos otras cervezas. Ella seguía feliz y el sueño ni se nos acercaba, a pesar de que sabíamos que ya era muy tarde. Nos metimos a la cama y luego de ponerme un condón ella se montó en mi verga, con sus manos sobre mi pecho, ella subía y bajaba sobre mi tronco, igual no paraba de gemir. Tuvo otro orgasmo así montada sobre mí. Se recostó sobre mi pecho a descansar pues había hecho algo de esfuerzo.
Entendió cuando la puse en cuatro patas que me la iba a coger de a perrita. Empinada como estaba podría decir que se veía como una letra i, una rayita de su vagina y el punto que era su ano. Me incliné para lamer su vagina y de paso darle un beso a su ano, muy antojable para mí. Ella se resistió un poco, pero terminó por aceptar esa caricia de mi lengua en su culo. Sólo metí un poco mi lengua, pues no era mi intención pedirle sexo anal ese día. Con sus manos se agarró a los barrotes de la cama, me puse otro condón y la tomé por sus caderas, le metí la verga de a poco, tenerla así también fue una experiencia diferente. Apretaba de otra forma. Creo que le gustó mucho, como para la mayoría de las mujeres esa es su posición favorita, le metía la verga con fuerza y ella se echaba para atrás impulsándose de los barrotes de la cama, por lo cual la pared también recibía esos impulsos.
Se veía hermosa de a perrita, y más hermoso su rostro cuando sobre su hombro volteaba a verme, entrecerrando sus ojos y gimiendo muy fuerte. Disfruté mucho metiéndole la verga en su apretada panocha, en esa hermosa y rica panochita. Tuvimos nuestros respectivos orgasmos, me vacié tan rico dentro de ella y ella igual, que su fluido escurrió por mis huevos, tanta fue su humedad que no pude evitar, al sacarle mi verga, bajarme a beber su orgasmo a pesar de combinarse su sabor con el sabor del condón, ella me lo agradeció levantando más su hermoso culo, lamí hasta dejarla casi seca.
Seguíamos sin sueño, así que nos sentamos a platicar y tomar otras cervezas. Entre pláticas nos besábamos. Llegué a poner cerveza sobre sus pezones. Y de su pecho y ombligo yo la bebía encantado. Ella hacía lo mismo sobre mi verga y así pasamos el resto de la noche o, mejor dicho, madrugada.
Josué comenzó a tocar el claxon de su coche, así que nos comenzamos a vestir. Ver a esa mujercita hermosa vestirse y con esa sonrisa en los labios, me paró la verga al instante. Le pedí una mamada más y ella aceptó encantada. Nos quitamos la ropa de rápido y nos pusimos a hacer un 69, ella con su rica masturbada y mamada fuerte en mi verga y yo con su hermosa panochita en mis labios. No pude evitar meterle un dedo en el ano y ella al sentirme se movió más rico, con más ritmo, no tardó mucho regalarme un rico orgasmo en mis labios, lamí hasta el último rastro de su humedad. Afuera sonaba el claxon del coche de su marido, así que fue bajando la intensidad de su mamada. Yo estaba satisfecho con el orgasmo que me dio a beber, así que en esa posición, ella sobre mí, le di una nalgada suave provocándole un leve gemido, señal de que le gustó.
Mientras nos vestíamos rápido para salir, ella me pidió que si Josué preguntaba si ella me había mamado la verga, yo debía decir que sí, pero que lo había hecho mientras usaba un condón. El punto era hacerlo creer, que no había tenido contacto con mi leche. Le aseguré que eso diría si me preguntaba.
Al subirnos al coche yo saludé a mi novia Yesica con un beso largo en la boca. Génesis quiso hacer lo mismo con Josué pero apenas y le dio un beso pequeño en los labios. Ella iba feliz, platicando conmigo y con Yesica, preguntando cuándo lo íbamos a repetir mientras Josué iba de malas.
Nos dejaron en donde rentábamos y ellos se fueron a su casa. Yesica quería saber los detalles de ese encuentro con Génesis, pues estaba muy caliente viéndola tan animada. Entramos a nuestro cuarto con la idea de hacer el amor mientras nos contábamos nuestras experiencias en ese intercambio, pero encontramos un papel que echaron bajo nuestra puerta, decía que fuéramos lo más pronto posible a la casa de mi suegra.
Preocupados nos dirigimos para allá.