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Humillado en la sauna
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Sevilla es una gran ciudad, pero a la vez es pequeña, es fácil encontrarte con conocidos o conocidos de conocidos.

Habíamos vuelto de Tenerife y yo no tenía noticias de Jacinto, lo llamé varias veces pero no me contestaba al teléfono, no quería ir a su casa sin su permiso, nos metimos en abril del 2014, yo había tenido algunas cosillas pero me seguía haciendo falta una buena polla, decidí ir a la sauna donde encontré a Jacinto.

Hacia tiempo que no iba, hace algunos años que la cerraron, estaba muy bien, muy buenas instalaciones, dos jacuzzis, sauna, baño turco, piscina climatizada, sala de relax, sala de masaje, cuarto oscuro, zona de cafetería, cabinas privadas, todo muy limpio, el personal muy profesional y encantador y la clientela, principalmente osos y maduros, gente muy sana.

Luego se jodio la cosa, empezó a ir gente muy puerca y el personal también bajó de calidad, en los jacuzzis y la piscina daba asco meterse, las cabinas sucias y apestando a tabaco, hubo alguna que otra denuncia, en fin, que la cerraron.

En aquella época todavía era una sauna premium, entrabas y te encontrabas con la recepción, un chico detrás de una mampara de seguridad te cobraba y te entregaba una toalla pequeña, una más grande, un sobre con lubricante, un par de preservativos y unas chanclas como esas de los spas de un solo uso.

A la izquierda había una puerta que te abría el chico y entrabas a un pasillo largo con bancos en el centro y taquillas a los lados, localicé mi taquilla, me desnudé, me puse la toalla pequeña alrededor de la cintura, la grande al hombro y pasé a las duchas.

Había dos o tres hombres, uno de ellos me llamó la atención, un cuarentón alto, rubio, ojos verdes, cuerpo bien proporcionado, seguro que practicaba algún deporte de esos pijos, tenis o paddel, las manos muy cuidadas, era muy hermoso y el caso es que me sonaba mucho la cara, el también se fijo en mí, estuvimos flirteando y al final nos despojamos de las toallas y nos metimos en la ducha.

Comenzamos con besos, caricias, el me enjabonó a mi y yo a él, me dio a conciencia con el gel por toda la raja del culo y en especial en el ojete, yo enjaboné su polla y sus huevos, su pecho, me restregue contra el mientras nuestras lenguas se cruzaban.

– ¿por qué no vamos a una cabina? – le dije

– ¿no te gusta el morbo de que nos miren?

Teníamos varios espectadores que se la meneaban mientras nos miraban.

– ¡que les den!

Me empujó por los hombros hasta que estuve en cuclillas y me dediqué a comerle la polla, una hermosa polla con el cabezón en forma de seta, se la comí, le comí los huevos, me puso las manos en la cabeza y me folló la boca.

– ¡ohhh siiii! ¡siii puta! ¡eres una verdadera zorraaa!

– me encanta el sabor de tu polla cabronazo.

– ¡vámonos a una cabina, maricón! – me dijo

– ¿y el morbo?

– ¡que se jodan estos bujarrones!

Se sentó en la camilla y yo me arrodillé delante, le chupé la polla, me metí los huevos en la boca, lamí con mi lengua el tronco de su polla, jugué con el frenillo, me metí el cabezón en la boca y chupé como si fuera un pezón.

– ¡eres la mejor mamona que conozco puta! – me decía y movía las caderas cuando yo tenía su polla en la boca – ¡que buena eres zorra! ¡mejor que ella!

Yo no sabía a quien se refería, seguía tragándome aquella polla, chupandola y mamando y el fulano aquel empezó a gritar.

-¡Oh, oh, me corro guarra, me corro! – sacó la polla de mi boca y se corrió en mi cara. – ¡Sí perra, siiii, eres mejor que ellaaa!

Seguía sin saber a quien se refería mientras con su nabo restregaba su semen por mi cara y yo abría la boca para relamerme y limpiar aquella polla y saborear su lefa amarga.

– ¡ven zorra! ¡quiero ese culo!

Me hizo colocarme boca abajo sobre la camilla con las piernas abiertas, hizo un rulo con todas las toallas y me lo colocó bajo el vientre para que tuviera el culo levantado y me hizo la mejor comida de ojete que me han hecho en mi vida.

– ¡oohhh diosss!

Me lo follaba con la lengua, me lo chupaba, mordía mis nalgas y yo suspiraba.

– ¡follame cabrón! ¡por favor, dame por el culo te lo suplico! ¡revientamelo!

Y el seguía con la lengua haciendo que me derritiera y que suplicara por su polla.

– ¡dame tu polla, te lo suplico! ¡ ollame cerdo!

Me puso lubricante en cantidad, se colocó sobre mí y me la metió muy despacio haciendo que su cabezón en forma de seta me abriera, noté un ramalazo de dolor mientras vencía la resistencia de mi esfínter y él, como experto que era, esperó hasta que mi culo se adaptó a su polla y me la metió hasta los huevos.

– ¡ay dios! ¡ay mi culo! ¡hijo de putaaaa!

– shhh calla maricón

Me tenía dominado bajo él con su peso y con su miembro metido hasta los cojones

– ¡Joder maricón!¡hasta los huevos!¡a ella le costó más, claro que ella no lo tiene tan hecho como tú!

– ¿quien carajo es ella?

– ¡coño, pues tu exmujer!

En ese momento recordé de que le conocía, mi exmujer es enfermera en un hospital de la junta, tiene un buen puesto, y el tío es médico, su mujer también es compañera suya, yo los había visto cuando iba con mi exmujer, intenté levantarme pero me tenía dominado debajo.

– ¡hijo de puta! ¡déjame cabrón!

– shhh callate zorra, de la metida no te libra nadie.

Intenté quitármelo de encima pero me tenía bien sujeto, con sus piernas impedía que cerrará las mías, con uno de sus brazos rodeaba mi cuello y con el otro me agarraba la mano, mientras, me lamia el cuello y me follaba el culo.

– ¡hijo de puta! ¡ hijo de putaaa!

– ¡quieto maricón! – me decía – ¡disfruta de mi polla como disfrutó tu exmujer!, ¡joder, si tú te la comes mejor que ella!

Su polla mientras entraba y salía de mi culo, me mordí los labios y empecé a llorar, lloraba por que estaba gozando, por la situación, por la humillación, por la follada descomunal que me estaba pegando.

– eres un cabrón, eres un cabrooon

– maricón, era mucha hembra para ti zorra, y no me extraña que te haya dejado, esa mujer necesita un macho y tu eres muy maricón.

Se apretó contra mí y se corrió en mi culo, siguió follandome batiendo su lefa dentro.

– ¡si la hubieras visto cuando la tenía a cuatro patas en la consulta y me suplicaba que le diera por el culo por que el gilipollas de su exmarido no se lo tocaba!

– ¡cabrón cabrón cabrón!

– luego se echaba a llorar y decía ¡ay mi ex! ¡pobrecito mi ex!, si supiera que su ex es maricón y se traga las pollas mejor que ella.

Me sentía vejado, humillado, en ese momento me corrí, me vacie, tuve un orgasmo intenso que me dejo exhausto, rendido, temblando, con el culo dolorido por que el tío había sido una bestia, lleno de la leche que había batido en su interior.

– no te preocupes maricón – me dijo – tu secreto no saldrá de aquí.

De eso estaba yo seguro, tampoco él querría que su mujer se enterara que se follaba a su compañera o fuera a saunas gays a follarse a tíos.

– ¿sabes?

Yo había adoptado posición fetal en la camilla y abrazaba mis piernas mientras la lefa de ese hijo de puta salía de mi culo.

– Mientras estuvo casada contigo le tiré los tejos y siempre me rechazó, me hacía ilusión hacerte cornudo, se veía que estaba falta de polla así que en cuanto supe lo del divorcio le entré y me la follé, fue fácil.

– Eres un hijo de puta.

– Lo sé.

Se largó dejándome allí, hecho una piltrafa, humillado, ese día me folle a todo el que pasó por la cabina, cuando salí de la sauna no podía ni caminar.

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