Voy a ser muy breve, pues mientras estoy con el móvil escribiendo esta pequeña historia, mi mujer nos está comiendo la polla a mi mejor amigo y a mí.
Es una mujer maravillosa a la que amo con locura, además es más bien gordita, de pechos grandes, un culo espectacular con un tattoo en la espalda y una piel suave.
Su rostro es agraciado, lleva gafas, un piercing discreto en la nariz y su cabello de media melena azabache. Sus labios son gordezuelos y una auténtica máquina de placer.
La noche empezó yendo a cenar a una pizzería y ahí nos dimos un atraco de pasta y pizzas; además bebimos una buena botella de lambrusco.
Charlamos de varios temas, entre los que había una nueva publicación de novela, una nueva obra musical y por parte de mi mujer, de un nuevo sistema de hacer masajes alucinante.
A mí ya me había explicado algo, pero la conversación la tenía con Enrique, yo estaba al lado de ella y a mi amigo justo enfrente de Lucía, mi esposa.
Él le preguntó de que se trataba y ella le respondió que se inclinara a través de la mesa hacia ella…
Enrique obedeció y ella también se inclinó hacia él, rozándole los labios, muy suavemente lo que hizo que mi amigo se estremeciera.
– Qué te parece, si quieres luego te avanzo más.
-Me parece muy buena idea -le respondió él.
Se cogieron de las manos mientras yo miraba.
Se reían de cosas triviales y cuando salimos a la fría noche para volver a casa, ella se acercó lentamente a él para darle un suave beso en los labios.
Cuando entramos en el coche, vi el gran bulto que tenía en la entrepierna.
– Andrés, tú siéntate detrás, yo me pongo junto a tu amigo -me dijo mi esposa.
Enrique puso en marcha el vehículo y a medio camino, mi mujer le dijo que parara en un descampado medio a oscuras que había.
Ahí, sin más empezaron a besarse, primero suave y luego con pasión…
Enrique respiraba entrecortado y cuando Lucía le bajó los pantalones y luego su ropa interior y se metió con suavidad toda la polla, él jadeaba de placer.
Desde la parte trasera veía un espectáculo fascinante y lleno de excitación.
Lentamente Enrique le quitó el jersey de lana a mi mujer, para comprobar los dos que no llevaba sujetador… y unos pechos enormes caían hacia abajo… cuando acabó de lamérsela, empezó con una cubana espectacular.
Pero lo importante era seguir comiéndole la polla, así estuvo diez minutos, quince, cuarenta… hasta que mi amigo gritó:
-¡Me corrooo!
Ella no apartó la boca y él empezó a convulsionarse en su interior. Yo me había bajado pantalones y calzoncillos y me hacía una paja. Fue maravilloso.
Ahora estamos los tres en la cama, desnudos y mientras escribo esto, ella nos va felicitando el año nuevo con una buena comida de polla.
En esta vida no hay nada más hermoso como sentir placer y follar hasta el agotamiento.
Qué maravilla.
Buen año 2023.
David Caricias.