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Carnaval en Tenerife
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Uno de los dueños del salón de belleza al que acudo se llama Ricardo, una mariquita deliciosa muy amiga mía, yo acababa de salir de una de las sesiones con Jacinto, como siempre dolorido, pero con el culo satisfecho, continuaba diciéndome que me iba a vender como la puta barata que era para sus amigos, yo pensaba que todo era una forma más de humillarme porque sabía que eso me ponía cachonda como una perra.

– a final de mes te vienes conmigo al Puerto de la Cruz, al carnaval.

Ricardo me estaba haciendo un completo, manicura, pedicura, limpieza de cutis…

– ¿pero que dices maricón?

– ya está todo dispuesto, he sacado los billetes.

Ricardo había trabajado algunos años en Tenerife como artista travestida en diferentes locales, de aquella época tenía un piso de dos dormitorios en el Puerto de la Cruz que un amigo de allí le gestionaba como apartamento vacacional pero Ricardo siempre se reservaba el carnaval y alguna otra fecha, al menos iba tres o cuatro veces en el año, con el dinero que había ahorrado había vuelto a Sevilla y había montado con otro socio el salón al que yo acudía desde hacía varios años, la cosa les iba muy bien, tenían varios empleados pero a mi siempre me atendía Ricardo.

– yo no puedo hacer eso Richi, ¿como me voy a ir? ¿y el trabajo?

– ¿no dices que la empresa te debe días del año pasado? Pues los coges por que el miércoles 26 tomamos el avión y nos volvemos el lunes 3.

Y allí estábamos, en el aeropuerto de Tenerife norte, alquilando un coche para movernos por la isla.

El piso de Ricardo era un apartamento muy coqueto, dos dormitorios, salón, cocina con barra americana, cuarto de baño y una preciosa terraza desde la que se veía el Lago Martiánez, el jueves y el viernes estuvimos recorriendo la isla, tomando el sol en la playa, visitando a los amigos de Richi y disfrutando del magnífico ambiente nocturno de la ciudad en carnaval, el sábado por la noche nos travestimos para acudir a una de los bailes de disfraces que se celebran.

Ricardo me peinó, tengo el pelo largo, me hizo una cola y me puso un lazo negro, me maquillé, sombra de ojos, perfilador negro, rímel, labios rojo intenso a juego con las uñas de manos y pies, me puse un liguero negro, medias, una braga-faja negra de encaje, collar y pendientes de perlas, tacones negros, guantes negros por encima del codo, pulsera de perlas y un vestido negro con escote palabra de honor que me llegaba hasta la rodilla, una torera de raso color rosa pálido y bolso a juego, Richi en cambio apostó por el rojo, se colocó una peluca rubia muy a lo Marilyn y uno de esos chalecos de silicona con pechos que parecen naturales y que hacía que su figura se redondeara y se feminizara, y así nos fuimos las dos, en busca de macho.

Entramos en un local que estaba repleto, como pudimos nos abrimos paso hasta la barra y conseguimos hueco en una esquina, Richi pidió un cosmopolitan y yo un vodka-Martini.

– esto está muy bien puta.

– si zorra, está muy bien.

Mientras le contestaba a Richi mi mirada se había fijado en un tío que estaba en el otro extremo de la barra, a unos metros de nosotros, Un tío enorme, grande como una montaña, vestido con una sahariana azul y pantalones del mismo color, pelirrojo, pelo muy corto, casi rapado, y una barba muy cuidada, él también me estaba mirando.

– ¡salgo un momento puta!… ¿Me estás oyendo?

– ¿eh? ¿qué? – Richi me miraba con el móvil en la mano.

– tengo una llamada, salgo fuera, aquí no hay quien entienda nada.

– ¿voy contigo?

– no, quédate – observó al hombre con el que yo había cruzado la mirada – creo que has ligado.

Se marchó y en ese momento, un tipo que estaba al lado, bastante bebido, se empeñó en invitarme a una copa, me negué varias veces y el tipo empezó a ponerse violento, la situación se estaba poniendo bastante fea y me disponía a marcharme cuando el gigante apareció a mi lado.

– Buenas noches cariño, siento haberme retrasado. – me dio dos besos.

– buenas noches.

– ¿te está molestando? – señaló con la cabeza al pesado.

– no, no te preocupes.

El borracho lo miró, se dio media vuelta y se marchó.

– gracias.

– no hay de que, no puedo ver a una dama en apuros, mi nombre es Hans.

De cerca era aún más impresionante, tenía acento extranjero, era grande, fuerte como un toro, manos grandes, por la abertura de la sahariana se veía una abundante mata de vello rojizo.

– me llamó Einar Y te diré un secreto Hans – me acerqué a su oído – no soy una dama en apuros, soy un putón en busca de macho – le susurre mientras le agarraba el paquete.

– ¿Qué está pasando aquí? – Richi había llegado en ese momento – bueno, me voy, unos amigos nos han invitado a una fiesta particular, luego te mando la dirección.

– ¿me vas a dejar aquí solo?

– no te dejo sola puta – miró a Hans de arriba a abajo – te dejo en muy buena compañía.

– Creo que deberíamos continuar nuestra conversación en otro lugar… eh… menos concurrido – me dijo Hans en cuanto mi "amiga" se marchó.

– ¿en tu casa o en la mía? La mía está cerca.

– En la tuya si no te importa, yo estoy en un hotel.

Durante el trayecto Hans me contó que era promotor inmobiliario y que pasaba su tiempo entre Tenerife, Mallorca y una ciudad alemana que ni siquiera recuerdo, ni me importaba un carajo la verdad, yo lo que quería era llegar a casa y comerme a aquel semental.

En cuanto entramos en el ascensor nos metimos mano, nuestras bocas se encontraron, metió su lengua y jugó con la mía, yo la mordí y la chupé mientras agarraba su paquete a través del pantalón, allí se percibía algo grande que iba creciendo, Hans enterró su cara en mi cuello, lo recorría con su lengua, mordía el lóbulo de mi oreja mientras me apretaba contra él agarrando mis nalgas.

– ¡cómo me tienes cabrón!, me tienes caliente perdida desde que te vi.

En la puerta del apartamento tuve que agacharme a recoger las llaves del suelo, Hans me agarró por la cintura cuando iba a abrir, me apretó contra él, sentí su aliento cálido en mi cara mientras susurraba en mi oído lo caliente que lo había puesto, mordía mi oreja y mi cuello.

En cuanto entramos le quité la sahariana, tenía el torso completamente cubierto de vello pelirrojo desde el cuello hasta el vientre, mordí sus pezones mientras desabrochaba el cinturón, el botón y la cremallera, el pantalón cayó dejándolo en calzoncillos, sus piernas fuertes estaban también cubiertas de vello, me arrodillé y bajé el calzoncillo, su polla saltó a mi cara, una polla grande, gorda, en plena erección.

– ¡madre del amor hermoso!

La agarré y retiré el prepucio, el glande quedó al descubierto, le cogí los huevos y empecé a chupar, la tenía gorda el hijoputa, larga y gorda, yo la mamaba como si fuera el pezón de una teta, me la metía casi entera en la boca, la sacaba, jugaba con mi lengua con el frenillo y con el cabezón, lamia el tronco hasta llegar a los huevos, volvía a subir y volvía a mamar mientras apretaba aquellos cojones.

– ¡uuuf! ¡si que eres buena, si!

– ¡ooohh! ¡si! ¡siii!

Me agarró del pelo, me puso la otra mano en la nuca y comenzó a follarme la boca, alguna vez me metió la polla tanto que me llegó a la campanilla y me dieron arcadas, se movía frenético y yo sabía lo que venía.

– ¡aaah! ¡sii! ¡oh! ¡me corro!

Me largó toda la lechada en la garganta y tuve que tragarmela entera, daba unos gritos el puto cabrón que pensé que iba a venir medio Tenerife, nunca he estado con un tío mas escandaloso a la hora de correrse.

Me incorporé y nos abrazamos, agarré sus nalgas desnudas y le apreté contra mí, nuestras bocas se encontraron, nuestras lenguas se enredaron y le di a probar el sabor de su propio semen.

– uy, lo siento.

Al abrazarnos su miembro había manchado de lefa mi vestido, lo desabroché y lo dejé caer, me quité los guantes y me disponía a quitarme las bragas.

– no te quites nada más por favor.

Le agarré de la mano y lo llevé al dormitorio, se colocó en la cama a cuatro patas mostrándome toda su grupa.

– ¡comeme el culo!

Me agache, besé y mordí sus nalgas, las separé con las manos dejando al descubierto un ojete lleno de vello, besé a los lados y lamí con la lengua toda la raja del culo.

– ¡oohhh!

Apliqué mi lengua a los pliegues del ano mientras agarraba su polla, penetre su ojete con la lengua, y continué lamiendo la raja de su culo, apliqué saliva en cantidad en ese agujero, exhalé mi aliento sobre él y le metí un par de dedos.

– siiii, comete mi culo, si, asiii.

Continuaba con mi lengua, bajé por su perinéo metiendo mi cara entre sus nalgas e introduciendo mi nariz en su ano, lamia, chupaba, mordía.

– ¡siii! ¡follame cariño! ¡dame por el culo! ¡méteme tu polla!

Me quedé sorprendido, esperaba disfrutar con la polla de aquel tiarrón y ahora me suplicaba que le diera por el culo.

– follame corazón, metemela por favor.

Me puse de pie, me quité las bragas y mi polla, dura como un palo saltó adelante, la coloqué contra su ano y muy despacio comencé a metersela.

– ¡aaay mi culo! ¡oooh!

Había vencido la resistencia de su esfínter, aguardé un momento hasta que su ojete se fue haciendo a mi miembro y poco a poco se la metí hasta los cojones.

– ¡ay mi culo! ¡ay cariño mi culooo!

– ¡si maricón! ¡tu culo, tu culo! Mmmm

– ¡muévete preciosa! ¡mueveteeee!

Comencé a moverme adelante y atrás metiendo y sacando mi polla en aquel hermoso culo, a cada golpe de caderas mío aquel alemán con pinta de macho lanzaba un gemido pidiéndome más.

– ¡ay que rico! ¡ay! ¡ay mi culo!

– ¿te gusta?

Yo continuaba entrando y saliendo de aquel agujero, el sudor me recorría el pecho y la espalda, olía a sexo.

– ¡siiii, me gusta! ¡ooohhh siii!

La saqué, le dije que se diera la vuelta y se colocó boca arriba, levanté sus piernas, me eché sobre él y le metí la polla de un golpe.

– ¡ayyy!

Agarré su miembro y comencé a masajearlo al ritmo que lo enculaba.

– ¡ay si!, ¡ay que rico!

– ¡si maricón! ¡que rico!

– ¡ay que me corro! ¡aaah! ¡me corro!

Comenzó a eyacular, recibí gran parte en mi mano, extendí su lefa por su miembro, una lefa espesa y abundante, incremente el ritmo al que me lo follaba, se volvió frenético, quería correrme en su interior, llenarle el culo de leche.

– ¡te voy a dejar preñado maricón!

– ¡ay sí cariño! ¡llename con tu leche!

– ¡toma maricón! ¡toma leche! ¡joder! ¡me corro! Ufff.

La metí hasta los huevos y comencé a eyacular llenando a aquel macho de semen pero no me paré, yo quería aquella polla en mi culo así que en cuanto acabé de expulsar la última gota de lefa la saqué, me puse sobre él a horcajadas, agarré su polla dura, brillante y resbaladiza por su propia corrida, la dirigí a mi ojete y lentamente me senté sobre ella metiendomela hasta los huevos, notando como me iba abriendo el esfínter.

– ¡ostia puta!

– ¡siii maricón! ¡dios qué polla!

Aguanté un momento quieto mientras mi culo asimilaba el tamaño de aquel monstruo, me llenaba por completo, comencé a moverme adelante y atrás, con las manos apoyadas en el enorme pecho de Hans, luego me incliné hacia él y le besé en la boca, el agarró mis nalgas y poco a poco comenzó a moverse enculandome.

– ¡si maricón siii!

– ¡ay Hans! ¡si, dame, daameee!

Me agarró por la cintura y giró quedando yo ahora debajo suyo, abracé con mis piernas su cintura mientras él continuaba metiéndo y su enorme polla de mi culo, yo arañaba su espalda y le gritaba pidiendo más.

– ¡ay Hans que me corro! ¡me corro!

Me corrí por segunda vez, el roce de su cuerpo con mi polla mientras me enculaba me hizo eyacular manchando mi ligero, Hans apretó y se corrió por tercera vez, en esta ocasión en mi culo, después de eso nos quedamos dormidos.

Me desperté con la luz del sol que entraba por la ventana, estaba solo en la cama, sobre la mesita de noche, ¡ciento cincuenta euros y una nota de agradecimiento!

– ¡ la madre que lo hecho por el coño!

Richi en la puerta se descojonaba de risa.

– ¡al final si que te disfrazaste de puta!

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