back to top
InicioTríosDos pollas para una lesbiana

Dos pollas para una lesbiana
D

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 8 minutos

Mi cuñada lesbiana es desvirgada por dos pollas por todos sus orificios.

Como en mis relatos anteriores, “La gran follada” y “Convenciendo a mi mujer”, este relato también es totalmente verídico y espero que os guste tanto como los anteriores y lo disfrutéis, como yo lo disfruté en su momento.

Como ya os dije en los otros relatos, somos un matrimonio de mediana edad, que llevamos ya unos cuantos años disfrutando del mundo liberal, mi mujer se llama María y yo Julio.

Para comenzar la historia os diré, que, como la mayoría de los matrimonios, tenemos el típico cuñado/a repelente, sabelotodo que no soportamos, pero tenemos que tragar con ellos por ser hermano/a de nuestra pareja, pues yo no iba a ser menos, y en mi caso tengo una cuñada que se llama Ana, la cual es insoportable, prepotente y aun encima fea de cojones.

La verdad es que no la soporto, siempre tiene que tener la última palabra y como buena cuñada, ella sabe de todo, aunque realmente no tiene puta idea de nada, vamos, lo que viene siendo un cuñado/a de manual.

Ana lleva toda la vida sola, nunca tuvo pareja, y hace pocos meses salió del armario, algo que todos sabíamos desde siempre, pero que ella siempre trató de ocultar, pero al morir su madre recientemente, por fin se animó a dar el paso. Ahora vive con Silvia, que es su pareja con la que lleva unos meses. Lo único bueno que tiene mi cuñada es su físico, ya que se pasa todo el día en el gimnasio, con lo cual tiene un cuerpo duro y sin un gramo de grasa, por lo demás, sinceramente, no hay por donde cogerla.

Para mi desgracia, la tengo cada dos por tres metida en casa, se acopla cuando le apetece y como tenemos una casa grande, incluso se queda a dormir, sin preguntar si tenemos planes o no, y ahora con su pareja, se nos acoplan las dos con todo el morro del mundo.

Los que habéis leído nuestro primer relato “Convenciendo a mi mujer”, ya conoceréis a Iván, un chico con el que realizamos nuestro primer trío hace unos años y con el cual creamos una buena amistad, llegando al punto, que muchas veces se queda en nuestra casa a pasar el fin de semana y le metemos unas folladas de escándalo a mi mujer. Pues bien, el martes habíamos hablado con él, para que viniese el sábado a nuestra casa, con la intención de pasar un buen rato los tres, aprovechando que este fin de semana estaríamos sin hijos, ya que estos se irían al pueblo unos días. Con lo cual quedamos con Iván sobre las 8 de la tarde, con la idea de bajar a picar algo por ahí y luego volver a casa a rematar la faena, como ya hicimos otras veces.

Llegó el día y a eso de las 7 de la tarde suena el timbre de la puerta, yo creí que era Iván que se había adelantado, pero no, al abrir la puerta me llevé la gran sorpresa, era mi queridísima cuñada Ana con Silvia, su pareja. Casi me da un infarto, teníamos todos los planes hechos y estas cabronas nos los venían a joder. Ya en la entrada les solté que nos cogían de milagro, ya que íbamos a cenar con un amigo mío, el cual nos vendría a recoger en un rato, a lo que ella me respondió que no me preocupara, que ellas quedaban solas en casa hasta que viniéramos de cenar.

Si mi cara era un poema, la de mi mujer ya ni os cuento, estas se nos habían acoplado por la puta cara, en el último momento y no sabíamos qué hacer con ellas.

Al poco rato llegó Iván, el cual se sorprendió al ver tanta gente en casa y la verdad es que yo no sabía ya ni que decirle, por que aquella situación se nos escapaba de las manos. Por educación le presente a mi cuñada y a su novia, con las cuales empezó a entablar una conversación, momento en el cual aproveche para coger a mi mujer a parte y hablar de cómo íbamos a hacer para librarnos de ellas y seguir adelante con nuestro plan. Al final decidimos dejarlas allí colgadas e irnos a cenar por ahí con Iván y luego rematar la faena en cualquier hotel, pero mi queridísima cuñada ya había hecho otros planes, en el rato que había estado hablando con mi mujer, ella ya había liado a Iván para pedir unas pizzas y cenar en casa los cinco. Mi mujer y yo estábamos flipando, ya no sabíamos qué hacer, con la metedura de pata de Iván aceptando la propuesta de Ana, ya no había forma humana de librarnos de ellas. Me llevé al chaval al salón, mientras ellas quedaban en la cocina, y le comenté que cómo coño había aceptado la propuesta de mi cuñada, y me comentó que pensaba que estábamos todos de acuerdo y que por eso accedió.

Con el plan chafado y la noche ya jodida, solo quedaba esperar por las pizzas que mi cuñada ya había pedido telefónicamente antes de que nadie se echase atrás.

Mientras tanto, para matar el tiempo Iván y yo nos pusimos a jugar a los dados en una mesa pequeña de castaño, muy robusta que tenemos en el salón, en la cual, muchas veces cenamos y que, por lo general, es donde están los mandos de la tele y del equipo de música.

Pues allí estábamos los dos tan tranquilos jugándonos unos dados, mientras ellas estaban en la cocina hablando de sus cosas, hasta que en un momento entro mi cuñada en el salón a dar por el culo, y solicitando entrar en la partida, y claro está, ya entro mangoneando, diciendo que así era muy aburrido, que mejor apostándonos unos chupitos, por lo que cogió una botella de whisky del mueble bar y unos vasos, así que cada vez que uno perdiese tenía que meterse un lingotazo. Al poco rato vino Silvia y también se unió a la partida, mientras mi mujer seguía en la cocina preparando unos aperitivos mientras no llegaban las pizzas.

Al rato ya nos habíamos bajado entre los cuatro dos botellas de whisky, fue entonces cuando a mi queridísima cuñada le vino a la cabeza la brillante idea, de que al que perdiese, en vez de chupito tenía que sacarse una prenda. Como el que mas y el que menos ya había perdido unas cuantas manos e iba ya bastante contento, nadie se opuso y seguimos con el juego. La partida proseguía muy igualada, así que ya estábamos todos con poca ropa, en la última mano ganamos nosotros, así que Ana y Silvia perdieron el sujetador, quedándose las dos con las tetas al aire. Las de mi cuñada daba gusto verlas, ya que como os dije anteriormente, a pesar de lo fea que es, la hija de puta tiene un cuerpazo, pero Silvia, bufff, no hay por donde cogerla, debe de pesar 150 kilos, además de ser también fea de cojones, por lo que casi es mejor perder la partida que verla desnuda.

Llegamos a la última mano todos con solo una prenda y tanto Iván como yo estábamos medios empalmados de ver a mi cuñada casi en pelotas.

Tira mi cuñada los dados y saca un Full, tira Iván y saca un trio, con lo cual perdemos la única prenda que nos quedaba, quedándonos en pelotas en el medio del salón con las pollas medias tiesas, para el disfrute y regocijo de mi cuñada, la cual disfrutaba del momento como una loca a carcajada limpia. Me dispongo a recoger los dados cuando mi cuñada pregunta: ¿Ya se acabó el juego? Claro, le dije yo, ya no hay más ropa que quitar, a lo que ella contesta: Podemos seguir jugando y si perdéis hacéis una prueba. No apuestes aquello que no puedas pagar, le dije. Yo siempre pago, lo que pasa es que sois unos rajados, exclamó ella.

En esto mi mujer que ya andaba por ahí le dijo a Ana: No apuestes con Julio, que no sé cómo hace, pero gana siempre las apuestas. Mi cuñada se río, y le contestó a mi mujer que ellas habían ganado y que además contaban con una prenda de ventaja por lo que era imposible perder. Mi mujer la volvió a advertir, diciéndole que iba a salir mal parada, pero mi cuñada hizo caso omiso y cogió los dados de encima de la mesa. Ante las advertencias de mi mujer Silvia dice que se planta, por lo que quedamos jugando Ana, Iván y yo.

Antes de comenzar a tirar me dice mi cuñada que el que pierda tiene que asumir las consecuencias, que no vale rajarse bajo ningún concepto, sea cual sea el castigo, que no hay excusas, Iván y yo nos miramos y aceptamos.

Tira los dados ella y saca dobles de ases y negros, tira Iván y saca un trio de reyes, y tiro yo y saco un Full, por lo que mi cuñada sin decir ni una palabra se saca el tanga que llevaba, quedando con todo el coño al aire en medio del salón, un coñito muy rico, por cierto, todo depiladito, que daban unas ganas locas de comerlo. Iván y yo teníamos las pollas que estallaban al ver ese precioso coño.

En esto tanto mi mujer como Silvia le vuelven a advertir que no siga jugando, pero ella con su prepotencia habitual y envalentonada por el whisky decide seguir jugando. Así que tira ella al haber perdido y saca un full de reyes y julias, el cual lo celebra como si fuese el final de la Champions, ahora era el turno de Iván, el cual saca un póker de negros, ahora mi cuñadita ya no estaba tan contenta y comenzaba a estar un poquito preocupada. Ahora era mi turno, era ella o nosotros, así que agite bien los dados encomendándome a todos los santos y zas, sacó un póker de damas, mi cuñadita acababa de perder, y su alegría y su bravuconería desaparecen por completo, dejando paso a un silencio sepulcral, ahora éramos nosotros los que reíamos sin cesar, mientras Silvia estaba seria como una estatua y mi mujer recordándole que se lo había advertido.

Bueno, pues es hora de saldar deudas, le dije, mandándole ponerse tumbada boca arriba y bien abierta, encima de la mesa donde habíamos estado jugando, ya que Iván le iba a hacer un examen ginecológico con la lengua, a la vez que yo le haría un examen bucal para ir comenzando.

Mientras el chaval le empezaba a comer el coño, yo le meto toda la polla en la boca, mientras Silvia seguía petrificada y totalmente pálida viendo a su pareja en esa situación e imaginando lo que vendría después.

Se notaba que Ana no había probado nunca una polla, porque no tenía ni idea de chuparla, por lo que opté por follarle la boca en plan peli porno. El ambiente se iba calentando, a pesar de ser lesbiana, le gustaba la comida de coño que Iván le estaba metiendo y la muy zorra ya comenzaba a gemir. Cuando ya llevábamos un rato le pedí a Iván cambiar de posición, así que pusimos a mi cuñadita a cuatro patas encima de la mesa, ya que quería ser el primero en hacer los honores de estrenar ese coño inexplorado hasta la fecha por polla alguna.

Mi mujer me pedía que no nos pasáramos, pero ni Iván ni yo íbamos a perdonar la oportunidad, así que de una estocada se la clavé hasta los huevos, sin miramiento alguno, mientras Iván le follaba la boca con esmero. Silvia en un arrebato de ira dijo que ella no podía aguantar eso, así que cogió sus cosas, se vistió y se marchó toda enfadada. Mientras tanto yo con mi cuñada a cuatro patas seguía cobrándome la deuda, y vaya si se la cobraba, no paraba de follar en ella ni un segundo, y la muy puta, a pesar de tener el coño sin estrenar, le entraba la polla a las mil maravillas, además al irse Silvia parece que se soltó y empezó a disfrutar de la follada que estaba llevando y al poco rato en una estocada de estas que le metí se corrió toda como una loca. Yo también estaba ya apunto y se lo dije, ella como pudo se sacó la polla de Iván de la boca y me suplico que por favor no me corriese dentro, ya que la iba a dejar embarazada. Por otra parte mi mujer también me decía que me corriese fuera, por lo que le pedí a mi cuñada que abriese la boca que hoy iba a probar el zumo de polla, a lo que ella también se opuso diciendo que le daba mucho asco, por lo que le dije que si se negaba a que me corriese dentro del coño y de la boca, solo quedaba una opción, así que le escupí en el ano y poco a poco logre metérsela, eso sí, con mucho trabajo, ya que ella apretaba el culo todo lo que podía y no paraba de chillar de dolor, pero yo hacía caso omiso y le follaba el culo con más fuerza, disfrutando de cada embestida que le daba, era un mete y saca continuo, yo aguantaba todo lo que podía para no correrme, sabía que esta era una de esas oportunidades que se te presentan una sola vez en la vida y había que disfrutarla a tope. Pero llegó el momento en que ya no podía más, así que aceleré el ritmo todo lo que pude y me corrí como un animal dentro de su culo recién desvirgado, llenándoselo de leche por completo.

Tal fue la corrida, que, al sacarle la polla del ano, le empezó a brotar la leche como si de una fuente se tratase, pringando toda la mesa.

Ahora fue Iván el que pidió el cambio, se sentó en el sofá y puso a Ana encima, haciéndola cabalgar a la vez que le comía las tetas, yo no desaproveche la ocasión y me puse de pie en el sofá volviéndole a meter toda la polla en la boca mientras ella seguía cabalgando.

Así estuvimos otro buen rato, follandonosla sin parar y en una de estas Ana se volvió a correr fruto a la cabalgada que estaba llevando.

Iván estaba a punto de correrse, por lo que cambiamos a mi cuñada de postura, me puse yo sentado en el sofá, Ana encima, e Iván por detrás dándole por el culo, el cual ya tenía bien lubricado después de la corrida que le acababa de pegar hacía un momento.

No parábamos de follar en ella, la muy zorra decía que le daban asco las pollas, pero se estaba tragando dos y por todos sus agujeros. Llegó un punto en el que Iván no aguanto más, así que acelero el ritmo y se corrió como un animal en celo dentro del culo prieto de Ana, yo ya estaba otra vez a punto de caramelo, pero no le dije nada a ella, la descabalgue y le pedí que me la chupara, mientras lo hacía, yo le aguantaba la cabeza para que no parase y de paso para que no se escapase, ya que en una de estas le solté toda la lechada en la boca y parte de la cara, provocándole unas arcadas que casi le hacen vomitar, mientras Iván y yo nos reíamos a carcajada limpia.

La verdad que ver a mi cuñada con lo prepotente y orgullosa que es, totalmente humillada y con toda mi corrida por su cara, me produjo una satisfacción que no os lo podéis ni imaginar.

Acabada la fiesta, se vistió a la carrera y se marchó dando un portazo, sin mediar palabra alguna, mientras nosotros seguíamos riéndonos sin parar.

Cuando Ana se marchó, mi mujer exclamó:

– Subir para la habitación que me tenéis como una perra en celo.

Pero bueno, lo que pasó después, ya pertenece a otro relato, lo que si os comentaré, es que Ana y Silvia tuvieron una fuerte discusión, que casi les cuesta la relación, y que, a raíz de ese día, gracias a Dios, ninguna de las dos ha vuelto a aparecer por mi casa, y de esto ya hace más de ocho meses, pero yo por si acaso sigo teniendo los dados a mano, por si quiere cualquier día jugarse la revancha. Ja,ja,ja.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.