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Los baños del río (capítulo nueve)
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Volviendo un día a casa, sentí la voz de William que me llamaba desde el parque. Me acerqué, estaba con otro que conocía de lejos y que trabajaba en las brigadas que fumigaban contra los mosquitos, al que había visto muchas veces pero nunca habíamos hablado por mil razones e incluso cierta vez estuvo en mi casa pero con toda la familia delante solo intercambiamos algunas miradas.

– ¡Qué bola, culo!

– Bien…

– ¡Mira, este es Lalo, buen singón y que todavía no te ha dado caña!

– ¡Y las ganas que tengo de darle una buena parti´a de culo!.- dijo Lalo dándome la mano.

– Es que no hemos tenido oportunidad. – dije yo sosteniendo su mano.

Estaba ya claro que la oportunidad había llegado y de la mano de William como siempre, ese tipo que me tuvo primero y me usó como le dio la gana, pero a quien le debo la manera de gozar y de dar goce. Claro en el pueblo William tenía mala fama, fama de bugarrón y rompe culos, a quien vieran con él pues estaba bien claro y le colgaban el cartelito de maricón, pero como ocurría siempre, al principio había cierto ruido y después la gente perdía interés en el nuevo juguete de William. Yo ya no era el nuevo juguete ni la nueva conquista, por lo que podía hacer lo que me viniera en gana.

Estuvimos un rato allí sentados, William y Lalo querían irse al río coger un bote e irnos a pasear al río. La idea sonaba bien, porque conociendo a William algo inventaría que terminaría en orgía.

– Mira, esperamos a dos más y nos vamos. – Después le dijo a Lalo.- ¡Oye!, ¿por qué no le das el primer pingazo tú?

Lalo sonrió sin saber cómo reaccionar, William me miró indicando con un gesto de la cabeza que fuera para el baño. Le obedecí levantándome, detrás de mí entró Lalo, nos fuimos a la cabina última y yo en cuclillas me encargué de desabrochar la portañuela que ya quería reventar por la presión de la pinga dura. Cuando la tuve delante de mi cara, dura, gruesa y húmeda, puse mis labios en la cabeza para dejar deslizar su tranca hasta sentirla toda dentro de mi garganta. Lalo gimió de goce, empezó a moverse, a singarme la boca agarrando mi cabeza. Al rato me levanté, bajé mi pantalón y ensalivé mi ojete, mientras Lalo se echó dos escupitajos y me puso aquel trozo de pinga en el culo, empujó para meterla sin detenerse. Ya cuando me tenía bien clavado, comenzó a embestir mientras me singaba. De verdad que me gozó allí, en aquel baño que no era la primera singada. Quizá por la calentura ni sentí dolor o incomodidad, al contrario me sentía bien. Estábamos los dos en lo nuestro, ajenos sin saber dónde nos encontrábamos, felices, pasionales en nuestro acto. Se vino mientras se agarraba de mí soltando un resoplido que terminó en quejido. Nos quedamos en esa posición un rato, yo encorvado hacia delante, clavado por Lalo, sintiendo como su pinga ya no era tan dura aunque en sí lo era.

– Nene, ¿te gustó?

– ¡Ufff!, me has singado rico…de verdad que habíamos perdido el tiempo antes…

– Ya ves, nene, ya la tienes adentro y siempre que la quieras, la tendrás…me gusta tu culo.

Seguimos allí intercambiando nuestras sensaciones, después el sacó su sexo y yo me vestí tratando de no permitir que se me saliera el lechazo. Lalo se dio cuenta, me atrajo hacia sí, me besó diciendo que así demostraba que me había gustado al quedarme con su leche dentro, preñado. Salimos y fuimos al banco donde estaba William.

– ¡Coño, macho, tiene un culo! – Le dijo Lalo a William, que confirmó que él no mentía nunca. Cuando me senté, William dejó deslizar su mano por detrás de mi espalda metiendo su mano para llegar a mi culo húmedo, lleno de leche.

– ¡Mami, así me gusta verte! Recién singado y con el ojete dilatado y lleno de leche…

Lalo, empezó a decirle a William que le había gustado, que por qué no los había presentado antes, que tenía buen ojete y mil cosas. William orgulloso de saberse centro y dueño de lo anhelado por otros. Al rato llegaron los otros dos, el negro Paco y otro que por primera vez veía, resultó ser un tipo de otro pueblo, se llamaba Nelsón.

– ¡Bueno, ya estamos todos, andando! Este es el culo que llevamos.

– ¿Y aguantará? – se preocupó Nelsón.

– Tiene buen lomo y aguanta y lo mejor es que le gusta. – agregó Paco que ya me conocía.

Nelsón dijo que se iba a mear, William le dijo:

– Llévate a este, sabe bien cómo manipular un buen rabo.

Todos rieron, Nelsón tirándome la mano sobre los hombros me llevó hacia el baño. Cuando llegamos me dijo.

– ¡Coño, ya la tengo parada! Voy a tener que darte un pingazo para que se me baje y poder mear.

Yo sin decir nada, me metí en la cabina y me bajé los pantalones abriendo mis nalgas con las manos, al parecer eso le gustó a Nelsón que se acercó pasando su mano por la raja de mis nalgas. Dijo algo con respecto a que estaba húmedo el culo, que era leche y sin esperar más me metió su tranca, diciéndome que se iba a venir rápido. Se estuvo meneando sin compasión, metiendo y sacando, hasta que lo sentí resoplar y venirse. Cuando sacó su pinga oscura, porque de eso me di cuenta, tenía un color oscuro a pesar de ser blanco.

– A ver, sujétala para mear.

Agarré con un mano su sexo para que apuntara y meara, él abrazándome murmuró a mi oído.

– Podría hacerte mi hembra, me gustas un cojón.

Sosteniendo su tranca oscura mientras meaba, vi que la tenía gorda en el centro, de cabeza pequeña y tronco menos grueso, él que vio que miraba, me dijo:

– ¡Mami, puede ser tuya todos los días!

– Me gusta tu pinga, tiene buen grosor…

– Y dura siempre pa´ un culo como el tuyo.

Cuando salimos todos siguieron con los mismos comentarios de cómo la íbamos a pasar, salimos los cinco rumbo al río en busca del bote de Paco. Llegamos al río, nos sentamos todos y Paco se puso a remar, yo iba junto a William que enseguida metió su mano por mi pantalón para masajear mi trasero. Lalo desde la otra punta nos miraba.

– ¡Oye, cómo se lo dejaste! – William comentó.

– ¿Cómo? – Se interesó Nelsón, Lalo se rio sabiendo la respuesta.

– Se lo dejó como debe ser,….abierto y chorreando leche. – Todos rieron.

– Lleno de leche se lo vamos a dejar dentro de un rato….

Las bromas rondaban alrededor de la orgía que tendríamos y donde sería yo el centro. Al rato William le preguntó a Paco que remaba que si alguien le había mamado la pinga mientras remaba. De pronto ya me vi arrodillado en el bote mientras desabrochaba el pantalón de Paco y le sacaba la pinga para mamársela como había ideado William. La pinga de Paco tenía un sabor salado, al parecer había meado antes, pero pronto dejé de sentir ese sabor mientras engullía su tranca. Al rato Paco dijo que no podía más que quería darme leche pero en el culo, William pasó a remar y yo me incliné para que Paco me embistiera, el camino ya estaba abierto por Lalo y Nelsón por lo que fue fácil y placentero. Nunca había singado así al aire libre en el centro de un río, Paco que había dicho que se venía ya, resultó que no era así por lo que me estuvo trabajando el ojete bastante rato hasta que se vino.

Después nos quedamos un rato tranquilos, recostados de un costado y Paco dentro de mí, después saco su pinga y cuando me disponía vestirme, William me dijo que era mejor así, que me quedará desnudo. Lo obedecí, hasta que llegamos a un sitio apartado y tranquilo, Paco fue el primero que saltó al agua, yo le seguí, el agua fresca me alivió el calor. La noche estaba fresca y no tan oscura porque había una algo de luna que alumbraba de plateado todo, en particular la superficie del agua. Estuve nadando un rato hasta que William me atrajo hacia sí, ya estaba caliente porque sentí su rabo en mis nalgas.

– ¡Ven acá mariconzón que te voy a singar dentro del agua! ¡Vas a ver lo que es singar bajo el agua!

Era cierto porque nunca hasta ese momento no había probado singar dentro del agua. Nadamos algo hacia la orilla a un sitio donde dábamos pie y William me volvió hacia él para que yo quedara sobre su cintura con mis pies rodeando su espalda. Mi siguiente paso fue el que tanto él esperaba, cogí su pinga y la llevé a mi ojete para darle paso, él hizo algo de fuerza hundiéndome mientras me penetraba lentamente. Mi esfínter ya dilatado por las faenas anteriores cedió sin trabajo, William lo notó empujando para al menos hacerme sentir que me metía su tranca. De verdad que era algo raro, daba la impresión que el agua entra aunque lo que entra es el miembro. Todo ayudado por la ligereza del cuerpo en el agua, donde cada movimiento es como si uno se encontrara en el aire. Nos besábamos mucho, William me acariciaba las nalgas, mientras mis pies se agarraban de su espalda.

– ¿Te gusta?.. Me preguntó con un susurro.

– Sí, mucho…lo sabes bien. – le dije entre jadeos.

William sabía cómo dar placer y recibirlo multiplicado. Me tenía, como supongo que tenía a otros, para sus placeres donde nunca cabía el celo o el hecho de ser de alguien. Él podía tenerme para sí sólo, pero no le interesaba, prefería tener relaciones sin compromiso ni nada que lo atase. Era su manera de ser y así se divertía. Era el uno en coger un culo, en dar pinga, en mamar un culo y en singarse a cualquiera que se detuviera a conversar con él. William seguía siendo mi maestro, me había iniciado y seguía siendo mi maestro. Singar en el agua fue pasional, lo estábamos disfrutando los dos cuando se nos unió Lalo, palpó con su mano mis nalgas y culo lleno diciendo que quería probar. William me cedió con la facilidad que le caracterizaba. En nada me vi abrazado de Lalo y bien clavado, entró como nada, holgadamente.

– Me vuelves loco de ver como gozas una pinga dentro de ti.

– Es a lo que me enseñó William, aunque ya me gustaba desde chico.

– A dar el culo te habrá enseñado él, pero a gozar con un macho, eso lo llevabas adentro ya.

Lalo me gozó lo que pudo, hasta que Nelsón pidió su turno pero fuera del agua, en la misma orilla me dijo que le sacara la leche. Empecé a moverme lo que podía mientras él profería gemidos, no duró mucho y comenzó él a moverse con frenesí para venirse pronto. Cuando sacó su pinga, Paco se nos acercó.

– ¡Acuéstate en la orilla que quiero darte lengua en ese chocho recién singado!

Me eché sobre la tierra húmeda abriendo mis piernas, Paco se situó abriendo mis nalgas y empezó a lamer mi culo recién singado y lleno de semen de Nelsón. Al rato me singó aunque no por mucho rato, Lalo vino a darme lengua en mi ojete y a singarme algo, así pasé de uno a otro hasta que William me hizo venirme mientras me lamía el culo, metía su lengua, me mordía, succionaba y volvía a lamer. Me volvía loco lo que hacía, por eso me vine entre quejidos y jadeos. William sabía cómo hacerme venir sin que me masturbara, sólo con que me singara o mamara el culo. Caí medio muerto en la orilla, Nelsón de la mochila había tendido unas mantas para que nos acostáramos en la hierba, allí nos acostamos para descansar algo, Paco sacó una botella de ron que empezó a pasar de boca en boca y así nos fuimos animando. La noche muy despejada, fresca y silenciosa sólo interrumpía el silencio nuestras voces y el ruido de un motor a lo lejos. La botella se terminó rápido, Willia, Lalo y Paco se fueron en el bote para comprar otra dejándome a mí con Nelsón que al rato me abrazó haciendo que sintiera su sexo en mis nalgas.

– ¡Mami, me vuelves loco! Necesito tener una gente como tú…

– ¿Te gusto? – Le pregunte con cierta coquetería.

– Sabes que sí…, primero porque eres un blanquito rico, y tienes tremendo culo caliente y tragón… ¿sabes lo que más me gusta?

– ¿Qué?

– Que te das sin rechistar…

– Me gusta, papo, me gusta…

No había yo terminado de decir que me gustaba por segunda vez cuando ya me había penetrado suavemente.

– ¿Así te gusta?

Le dije que sí, que me gustaba estar así, lleno por un buen trancón, tener un buen macho que le gustara singar y singar. Él me prometió que era lo que buscaba.

– ¿Quieres ser mi hembra?

La pregunta me la murmuró en mi oído sin dejar de moverse a mis espaldas.

– No te va a faltar esto que tienes ahora adentro y mi cariño, te tendré como mereces…

– Bueno, ya veremos…

– ¡No, no, dime sí o no!

Quise cambiar de posición y empecé a moverme para llegar a situarme sobre él, sentado a horcajadas sobre él con su pinga metida hasta los cojones, les puse las manos en el pecho y me acerqué para besarlo.

– ¿Acaso crees que me voy a negar?

Por respuesta recibí un abrazo fuerte y un largo beso. Parecía contento como un chiquillo, alegre y sobre todo se percibía en su pinga dura y los movimientos que hacía dando mucho placer. Me preguntó que si me dolía, se lo dijera, después comentó que tenía yo aguante por haber singado tanto y seguir singando, que lo que le gustaba más era el culito estrecho que tenía muy a pesar de lo que me había metido. Los otros llegaron, sentimos el ruido de los remos y las voces.

– Sólo hoy te dejo a que te singuen otros, en lo adelante serás mío, yo sólo decidiré… ¿sí?

Le dije que sí, que lo deseaba. Los otros llegaron con su alegría y cuatro botellas de cerveza que era lo que habían encontrado. Sus bromas aumentaron al encontrarnos singando, yo sobre él y él clavando su pinga hasta el tope. Paco se puso delante de mí para que le mamara la pinga que se le ponía dura ya. Nelsón al rato sacó su pinga diciendo a Paco que le tocaba dar pinga, Paco no perdió tiempo y ocupo el sitio de mi pasional amante que se dio un baño y vino hacia mí. Yo estaba en cuatro con Paco singándome a lo perro, me cogió la cara, me besó y me dijo al oído.

– Te voy a dar la leche en la boca.

Así quedé entre dos fuegos en aquella posición, al principio hice algunas arqueadas pero me acostumbre a tener el sexo de Nelsón en mi garganta, Paco terminó y dio paso a Lalo y a la lengua de William. Al rato sólo estaba yo mamando la pinga de Nelsón porque los demás habían terminado, Nelsón me acariciaba la cabeza y me preguntaba si me sentía bien, que si quería parar. Pero seguimos así, yo trataba de darle placer y que se viniera en mi boca, Nelsón terminó haciéndome sentarme sobre él y ponerle el culo en su cara para empezar a mamarme, a chuparme, a morderme mientras yo intensificaba la mamada, tratando de tragar su pinga completa. Se vino mientras metía su lengua en mi ojete, sentí el sabor salobre de su esperma, me sentí feliz de haber conseguido que eyaculara así.

Después nos abrazamos, nos besamos sin tiendo el olor y el sador de la leche. Después fue a hablar con los otros, lo escuché decir cosas, las risas de los otros y el grito de William de que me regalaba. Lalo protestaba que me quería de compromiso, por lo que Paco intervino que eligiera yo a quien deseaba por macho. Me levanté y me acerqué a ellos, abracé a Nelsón que pasó su mano por mis nalgas.

– Ya está elegido. – dije.

Todos se calmaron, y empezamos a compartir las cervezas y por supuesto, que tuve que calmar a Lalo con el permiso de Nelsón.

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