Esto ocurrió cuando mi cuñada y yo ya teníamos un amorío a escondidas de su hermana.
Siempre he tenido el morbo de probar comida con mi propio semen, y de vez en cuando, cuando estoy muy caliente me gusta experimentar. Un día, mi mamá me dejó un poco de arroz con leche que preparó para nosotros, y ya quedaba una pequeña taza de este en el refrigerador. Yo tenía varios días sin descargar y un día que salí de bañarme estaba muy caliente, así que, como estaba solo en casa, mientras comía de ese postre, me calenté y empecé a masturbarme muy rico.
Cuando estaba a punto de correrme pensé en descargar toda mi leche en ese postre para después probar un poco… y pufff! El orgasmo fue tan rico que creo que lo aderecé bastante bien; en seguida lo mezclé y creo que el arroz con leche es el postre perfecto para aderezar con semen, tanto por la mezcla del sabor, como por la presentación, pues apenas se nota que tenga ese néctar de hombre.
Sin embargo no probé inmediatamente el platillo que acababa de crear porque en ese momento llegó mi cuñada de la escuela, así que comenzamos a platicar de nuestro día. En eso, ella vio el vasito de arroz con leche y me preguntó si podía comer de él. En ese momento el morbo en mí creció a niveles exorbitantes y se me paró solo de pensar en lo que venía a continuación. Le dije -Por supuesto cuñis! – Ella tomó el postre con la cuchara y sin pensárselo dos veces lo degustó varias veces. Estoy seguro que vi cómo los hilos de semen se formaban en la comisura de su boca y entre sus dientes mientras comía y se reía por la plática que manteníamos.
Yo le dije que podía comerse todo si quería, yo ya había tenido bastante, y ella aceptó, pues me dijo que sabía muy rico, que felicitara a mi madre, pues era un arroz con leche delicioso. Hasta recuerdo que hizo un gesto de catadora, al preguntarme si le había puesto otro ingrediente, algo ácido como naranja tal vez – Me encantan los toques amargos! – Me dijo felizmente.
La cereza del pastel fue que, justo al terminar de comer el postre, se despidió de mi con un beso en la boca (pues ya éramos amantes), antes de irse a su cuarto a trabajar en sus labores de la escuela, por supuesto que saboreé cada segundo de ese atascón.
Si bien a ella le encantaba hacerme orales, nunca se habría tragado mi leche de otra forma, y ahora recuerdo ese momento con mucho cariño. Así que la siguiente vez que tuvimos sexo en su cuarto, me corrí a chorros en su pecho y cara recordando de nuevo la escena de mi lechita en su boquita.