Me encontré a Jorlena en una fiesta en uno de los dormitorios de la Universidad, ya era mi segundo año y ella estaba iniciando según me enteré por algunos conocidos. Ella tenía unos 19 años, era delgada y media 1.60 de alto, vestía una chaqueta color crema de mangas arremangadas, un vestido liso de color azul oscuro que destacaba lo bonito de su piel, además mostraba lo bien torneadas que eran sus piernas pues la falda comenzaba un poco más arriba de sus rodillas, terminaba con unas zapatillas de un azul un poco más oscuro. El conjunto le resaltaba lo pelirroja rizada, le daba un aire de frescura a su cara ligeramente ovalada, de mejillas rosadas, ojos grandes y oscuros, boca fina y nariz casi recta, con una ligera redondez en su punta. Me situé por una esquina bebiendo un vaso con cerveza, viendo como ella se apartaba de un grupo de chicas demasiado alcoholizadas que derramaban bebidas sobre ellas, algunas ya se notaba que bajo las camisetas no llevaban sostén, imagino que eso logro que Jorlena se moviera.
Antes de entrar a la Universidad estuve como dos años trabajando para reunir dinero, una de mis ocupaciones fue para la familia de Jorlena, específicamente para una de sus tías, le hice varios arreglos en su propiedad y la señora, que no era tan señora, sino que estaba apenas saliendo de sus treintas, en las últimas veces que la vi, me dio un tremendo espectáculo de su habilidad sexual, eso me marcó con un gusto especial por las pelirrojas, porque ella también lo era y fue ella una de mis primeras experiencias sexuales, algo por siempre memorable.
-Mi tía no dejaba de hablarme de virtudes tuyas!- dijo, con una bebida en mano, con pose de que le dará vuelta al mundo con lo que va a decir.
Pensé que la tía le había contado lo que había pasado, cuando ella fue dándome más detalles.
-dijo que te sorprendió bañándote en su ducha, que un día que llegó por la tarde creyendo que te habías ido ya, fue a sacar unas cosas y te vio saliendo desnudo del baño- no pudo evitar ver hacia mi entrepierna y yo me acomode el pantalón de forma poco sutil, lo que solo la hizo verme a la cara con los ojos muy abiertos.
-Antes de irse a Europa me dijo que no te tuviera miedo y no entendí a qué se refería- me dijo, con la cara ya algo colorada, las mejillas sonrosadas y los labios casi en un rojo brillante.
Hacía calor, había muchos celebrando y me le acerque más, casi pegando nariz con nariz, podía notar como se revolvían en su lugar, por estar tan pegados, pero no dejaba de mirarme con curiosidad, le pase la mano por el brazo y ella hizo los dos para atrás, entonces pase a su cintura, dio un pequeño sobresalto y tomo aire como si le faltara, su brazo vino otra vez hacia el frente, pero los flexiono poniendo sus manos a la altura de sus pechos, acaricie su cintura, pasando la mano hacia su espalda, ella agarro mi otra mano cuando hice amague de también ponerla en su cintura, se sentía caliente, ella se estremeció cuando la lleve hacia mí, que la pusiera sobre mi pecho, eso la sorprendió y aproveche a jalarla y pegar nuestros cuerpos para darle un beso, ella no se resistió, al principio estaba congelada, pero luego comenzó a corresponderme, pase mis manos por su espalda, bajando a su cintura luego a sus caderas, ella me detuvo, nos quedamos viendo y alguien empujo por detrás así que se vino sobre mi pecho, aproveche a levantarla agarrando sus piernas apenas debajo de las nalgas; la pegue a la pared y ella me pasaba las manos por la espalda, pasaban otros al lado, pero la mayoría estaban demasiado alcoholizados o en lo mismo para notarlo, cuando quise subir más arriba de sus muslos ella me apartó, pero me agarro de la mano –vámonos a otro lado- sugirió, eso me dio a entender que tenía carta blanca, salimos del edificio y nos dirigimos por el área verde hacia otros dormitorios, de los que sabía estaban en la fiesta, subimos al segundo piso, ya que no había nadie de los monitores vigilando, abrí la puerta del dormitorio de un amigo, como la mayoría, no estaba con seguro, encendí la luz, la habitación tenía dos camas y estaba en desorden, sabía que estaban en la fiesta. Nos sentamos en una de las camas y empezamos a besarnos, sus labios delgados se habían puesto como fruta madura, dulces y jugosos, poco a poco fui pasando las manos de su cintura a tantear hacia sus pechos, los podía abarcar con mi mano, los masajee por sobre la ropa y sentía como se ponían más firmes, cuando fui desabrochándole los botones del vestido hasta la cintura, el sostén fue fácil, era uno sin tirantes y le quedaba algo holgado, así que aparecieron unos pezones altivos a mi vista, a los que rápidamente comencé a chupar, ella soltó unos gemidos y comenzó a jalar de mi camisa, me la quite y me incline sobre su pecho para seguir chupando sus pechos, ella me arañaba la espalda cada vez que le mordía un pezón. Ahora mis manos tanteaban bajo la falda sus piernas, sus nalgas.
-espera, no tan rápido- me susurro cuando mis dedos se adentraban entre sus piernas, volví a morder un pezón y se iba aflojando cada vez más, ahora su pantaleta era un trozo de tela húmedo y caliente que apenas ocultaba su sexo, su cuerpo en apariencia frágil ahora se contorsionaba con energía, terminé de abrirle el vestido y fui besando entre sus pechos y bajando por su vientre, jalando para abajo su prenda, pero aún no cedía del todo. –No me la quites- alcanzo a gemir cuando ya aparecía su pubis pelirrojo listo para mí.
Cuando le quite la prenda trato de taparse con la mano, pero seguí besando, logrando que afloje la presión, con lo que ya no se resistió, comencé a besarle entre las piernas, ella gimió y cerró los ojos; tenía los dedos ya explorando entre sus labios, se estremeció y apretó las piernas, pero no lo suficiente para que me impidiera acercar la boca a su clítoris, mi lengua comenzó a frotarle y ella lanzo un grito apagado, que acalló con su mano, puso sus manos sobre mi cabeza empujando hacia abajo, entonces mi lengua seguía deslizándose entre los pliegues de su clítoris y mis dedos entraban poco a poco entre sus labios vaginales, que se sentían carnosos y húmedos. Estiraba las piernas y se tapaba la boca, le daba pena que sus gemidos fueran elevando su tono, arqueo la espalda haciendo una curva sobre su vientre y sus pezones se desplazaban un poco a sus costados, pese a no ser unos pechos tan exuberantes, tenía unos pezones bien parados y una forma sugestiva; ladeaba la cabeza hacia ambos lados, enredándose mechones de cabello entre las manos. Su sexo era un perfumado almizcle húmedo, salado, caliente… su cuerpo ardía por dentro.
-me matas, me matas!- me alcanzo a decir entre jadeos, en los que trataba de no gritar, le hice círculos entre sus labios, ya bastante húmeda y excitada, se corrió porque su flujo fue abundante y sencillamente quedo lista para todo. Ya con ella bien dispuesta me fui acomodando entre sus piernas, con algo de fuerza para que las abriera, ya que decía que le gustaba sentir los dedos bien apretados en su sexo, casi que me los aplastaba, metí mi cuerpo entre sus piernas, ella me apretó los costados con las rodillas y fue cuando apunte mi verga hacia su sexo, fui presionando, esto la hizo abrir los ojos y quedamos viéndonos fijamente, abrió bastante la boca sin decir nada, mirada con mirada, mientras entraba dentro de ella poco a poco, sudaba y jadeaba, cuando empecé a bombear ella no pudo mantenerme la mirada más tiempo, cerró los ojos y echo hacia atrás la cabeza; estaba dilatada, lubricada y bastante excitada.
Estábamos en un ritmo que la tenía ya llegando al orgasmo, cuando me di cuenta que habían abierto la puerta, nos habían sorprendido y se quedaron en silencio al entrar, no escuchamos que daban vuelta a la llave… el dueño del dormitorio había vuelto, además venia en plan similar, lo acompañaba una chica. Jorlena no se dio cuenta, ella tenía los ojos cerrados y el cabello alborotado sobre el rostro, con sus notorios rizos pelirrojos; ella ya no pudo controlar los jadeos y cuando ya no aguanté más, por el morbo de ser vistos me corrí, de mi verga salió un buen chorro, con lo que ella entro en orgasmo y soltó un gran pujido de placer, fue tan notorio que llegamos al orgasmo a un tiempo que la pareja al lado soltó vítores.
-bravo! bravo!- se atrevieron a decir los muy descarados con lo que Jorlena salió de su trance y se dio cuenta que no estábamos solos, pero como seguía aún bombeándola solo se tapó como pudo la cara, porque le agarre las piernas y se las levante. Ella no pudo evitar soltar unos gemidos y que sus pechos siguieran expuestos bamboleándose con las embestidas, se corrió bastante mientras ocultaba la cara, soltó un último gemido largo cuando llego al clímax, tal que al otro lado hubo aplausos y la chica se acercó a darme una sonora palmada en una nalga y le toco los pezones a Jorlena.
-que rico cogen- dijo y con eso aguante un rato más bombeando a Jorlena.