Después del espectáculo entre Leandro y Ceci, tanto Mati como yo, teníamos muchas ganas de probar con ella. Es verdad que tras nuestros breves encuentros de hace un mes empecé a sentir algo, pero ahora que mostraba su verdadera naturaleza yo solo quería disfrutar al máximo de las habilidades de esta puta.
Ceci bailaba, bajo los efectos del alcohol y el MDMA, ensimismada sin prestarnos la menor atención, aún con restos de la leche de Leandro entre su larga melena negra – ahora totalmente despeinada – y en sus pantalones de jogging. Eso hacía que nuestras pijas se pusieran más duras aún.
Me acerqué y me puse a bailar con ella, y para sorpresa me agarró por la cintura y comenzó a besarme. Su boca sabía a una mezcla de cerveza y semen… superada la primera repulsión, continué excitado pensando que por el momento sólo había tragado una parte de lo que le quedaba por mamar.
Aprovechando que estábamos chapando Mati se colocó detrás de Ceci, y agarrando sus jogging por los extremos tiró fuerte hacia abajo, bajándoselos hasta las rodillas. Ceci entonces movió sus piernas facilitando el fin de la operación de Mati y quedando descalza en el living, mostrándonos su excelente cola paradita y portadora de un finísimo tanguita negro. Con gestos Mati me pidió que la agachara, yo le acerqué una silla para que se agarrara con las manos y empujé con suavidad su espalda hacia abajo, quedando ella en una posición perfecta para comerle la cocha, algo que Mati no demoró en hacer.
Saqué las tetas de Ceci por encima de su top y comencé a acariciarlas, al mismo tiempo, Mati pasaba con habilidad su lengua por los labios de su cocha y el agujero de su orto – el mismo orto que disfruté con placer 10 días atrás -. Ella gemía al ritmo de los movimientos de Mati, parecía concentrada, con sus pequeños ojos ligeramente caídos cerrados y su boca, aún enrojecida por el duro castigo al que la sometió Leandro, enrojecida. Saqué entonces mi verga y se la acerqué, al principio reaccionó girando la cara, la agarré entonces del pelo y la traje con fuerza hacia mí. Entonces abrió su boca y pude meter mi verga, bastante grande por cierto, hasta el fondo de su garganta. Ceci mamaba mientras Mati la lamía enterita sin solar sus manos en ningún momento de la silla.
Para que chupara más profundo, separé sus manos de la silla y la giré, forzando a Mati a correrse un poco hacia su izquierda, coloqué entonces las manos de Ceci detrás de mi espalda, en una posición desde la que podía mamar mucho más fácilmente. Por su parte, ella parecía hipnotizada, siguiendo las indicaciones que le dábamos y ejecutando todo a la perfección. Leandro quitó la música y se encendió un pucho, observando desde el sofá la escena con una sonrisa complaciente. Ahora, en el silencio del living solo se escuchaba el mecánico succionar de Cecilia.
Mi verga estaba ya muy dura, pero no quería acabar aún, así que con unos gestos indiqué a Mati que cambiáramos de posición. Rápidamente Mati colocó su enorme pija – porque Mati es muy pijudo – en la boca de Ceci, ésta notó el cambio de tamaño y entreabrió por un momento sus ojitos oscuros, para inmediatamente abrir aún más su boca y descender con sus labios carnosos hasta los huevos de Mati. Yo por mi parte, me coloqué un forro y empecé a cogérmela por la cola, fue bastante fácil metérsela, pues estaba bastante mojada por toda la acción, seguramente lo estaba desde la bruta cogida bucal que le dio Leandro.
Al empezar a cogérmela Mati debió ponerse más cachondo, pues decidió agarrarla fuertemente del pelo con su mano derecha y comenzó a empujar la cabeza de Ceci contra sus huevos. Ella dio un gritito e intentó safarse, pero yo la sostuve con todas mis fuerzas por la cintura al tiempo que Mati la agarró de los brazos trayéndola para sí. “Quédate quitita putita y déjate hacer, ya sabemos de lo que eres capaz”. Le soltó, ella abrió por un momento sus ojos confusos y se dejó hacer. Ya no protestaría más en lo que quedaba de noche.
Mientras yo bombeaba con ganas la conchita de Ceci, hundiéndome hasta donde me detenía sus nalgas, y Mati le hacía tragar verga hasta los huevos. Leandro se incorporó y comenzó a sacar algunas fotos. “Quiero recordar muy bien a esta puta”. Nos dijo. “Bueno, le he mandado algún videíto a Alex, por si quiere venir, no está tan lejos y con la vergota que tiene, si puede culear a una puta así seguro se pone contento”. “¿Va a venir?” Preguntó Mati girándose hacia Leandro. “Ya veremos” – respondió éste -. “Pues como venga la va reventar…”. “Eso seguro”. Dijo Leandro riéndose al tiempo que se acercaba a Mati.
“Uf, ésta vuelve a estar parada” – dijo mirándose la pija -, “dejadme un rato a la zorra”, añadió. De un empujón retiró a Mati, y tirando de los brazos de Ceci la soltó de mi pija. Después la alzó como a un muñeco y llevándosela en brazo la colocó sobre el sofá. “Ponete así”, le indicó. Leandro colocó a Ceci de rodillas en el sofá, con los brazos apoyados en lo cojines y mirando hacia la pared. Después le ordenó que abriera un poco las piernas y sacara la cola, ofreciendo toda su concha. “Veis lo que es esto”, nos dijo sonriente. “¿Y vos te ponés forro? Yo pienso acabar dentro”. Entonces Leandro empujó la cabeza de Ceci hacia abajo, hasta que la frente de la mina tocó la pared, y sin más esperar le clavó en la concha que yo le había abierto su bien dotada pija, haciéndola gemir. Y vaya si gemía ahora…
La escena nos puso las vergas aún más duras… Leandro agarraba con sus grandes manos las tetas de la mina, apretando con energía, al punto que veíamos las marcas de sus gruesos dedos en los pechos blanquitos de Ceci, cada vez que los soltaba para golpearle con la palma el trasero. La larga melena negra de Ceci caía sobre su espalda, hasta chocar con la panza de Leandro que se cogía con gran violencia una vagina para entonces completamente abierta. Ceci gemía cada vez más fuerte al tiempo que con voz entrecortada decía. “Sí, papito sí, dame duro”.
De pronto vimos como Leandro soltaba los pechos nuestra putita, totalmente rojos ya de los apretones y tiraba de sus pequeños brazos hacia atrás, empalando con todas sus fuerzas a la mina, que dio entonces tremendo grito de placer. Nuestro amigo empezó entonces a bufar, al tiempo que la mina se giraba gritando de dolor por la violencia de la empalada, vimos entonces caer su por su espalda. Ese giro lo aprovechó rápidamente Mati, que rodeó a Leadro y se colocó en un extremo del sofá, justo hacia donde nuestra zorra de minas pobladas miraba. Mati, le tiró del pelo hacia atrás y le soltó un bofetada, “abre la boca”, le dijo severo y Ceci obedeció, abriendo grande la boca y mirándole desafiante, al tiempo que le mostraba una lengua gruesa y dispuesta a chupar lo que se encontrara. Mati se agarró en el sofá con una mano y con la otra empezó a mover la cabeza de Ceci hacia atrás y hacia adelante, buscando penetrar al máximo a la ya empalada puta.
“Así que esta perra era feminista, ¿no?”. Me preguntó de repente Leandro. “Así, es le dije, cuando nos conocimos me soltó un discursos sobre los privilegios de los hombres y el patriarcado”. “jajaja” rió Leandro, “Pues ahora tendrá el privilegio de volver a casa bien cogida”. “¿Verdad que sí Cariño?” – le preguntó entonces a Ceci -. Mati se sacó le sacó la pija de la boca a lo que ella respondió, “qué os jodan machirulos” y escupió a Mati, a lo que este respondió con una tremenda sacudida de su pelo, lo que hizo que Ceci gritara con fuerza, momento que Mati aprovechó para introducirle la verga de nuevo. “Esta feminazi se va ir rellenita de leche”, añadió Mati mientras continuaba bombeándole con fuerza la garganta.
Leandro no podía más, estaba rojo como un tomate y con las venas de su verga a punto de explotar, empezó a temblar. De pronto Ceci se safó de la pija que le hacían chupar y dijo jadeante “Dentro no, por favor”. Leandro se giró hacia Mati y le reprendió, “colocále de nuevo la pija dentro, mierda, estoy que casi acabo, no quiero desconcentrarme”. Ceci intentó safarse de lo ambos, pero Mati le sostuvo fuerte la cabeza y Lenadro colocó toda su panza sobre los lumbares de la pequeña puta. “Ya casi estoy” dijo, y empezó a gritar mientras se la seguía cogiendo entre espasmos. No sé cuánto tiempo tardo en acabar, pero cuando salió del abierto agujero de Ceci, la leche de Leandro comenzó a gotear desde la vagina de la mina. “Me vas a joder el sofá, che, le dije”. Ceci que seguí chupando se movía inquieta, estaba claro que ella también había tenido un orgasmo. Me acerqué más, la muy puta tenía todas las nalgas llenas de leche y su concha se veía reabierta, tardaría un rato en cerrarse. “No se la querés meter”, me preguntó riendo Leandro.
Mati que se quedó sólo con la putita se resituó. La sentó en el sofá y le hizo mamar agachada, ella con su concha mojada y empándome el sofá de una mezcla de leche y de sus fluidos parecía fuera de sí. Nunca antes la habíamos visto mamar así, Leandro la observaba con la boca abierta, sus ojillos de perra en celo se clavaban en los de Mati mientras lamía la verga para luego tragárla anta el fondo, una y otra vez. Mati le soltó la cabeza, pues ya no era necesario, y Ceci siguió tragando la mismo ritmo que le habían impuesto, mientras con una de sus manos se masturbaba. “Voy termina” – dijo Mati – “quiero cubrirla de leche”, y se sacó la pija soltando inmensos chorros de leche sobre los pechos de la sonriente puta. Cuando terminó Matí la miró, y la garró de la barbilla, ella sonrió y con sus propias manos se restregó toda la leche por sus tetas, embadurnando bien sus parados pezones. Después de eso Ceci se levantó con intención de ir al baño a limpiarse, pero Leandro se interpuso en su camino y la detuvo. “Ni se te ocurra zorra, sólo te estaba preparando, mi amigo quiere encontrarte así, llena de leche, y está a punto de llegar” – y añadió – “hoy vas a ser su regalo”.
CONTINUARÁ