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Ceci, peteando con unos amigos (parte 1)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Después de la primera noche con Ceci quedé enganchado a su forma de chupar… por desgracia, ella se distanció un poco después del primer encuentro, al punto que comencé a pensar en que todo se quedaría ahí. Esperé una semana, por prudencia, y al no intentar ella ningún contacto por su parte, borré su número de celular y comencé a dar atención a otros temas.

Así pasaron semanas, hasta que una tarde me crucé con Ceci en San Telmo, yo estaba sentado en un bar tomando una cerveza cuando entró agarrada del brazo de un tipo alto, con una espesa barba y pinta de yanqui. Quise girar la mirada pero ya me había visto, y me regaló una media sonrisa juguetona, yo no le respondí e intenté lo mejor que pude actuar como si no la conociera de nada. Con tranquilidad terminé mi cerveza y salir del bar, no sí antes mirar hacia su mesa, ella tenía una linda pollera negra bastante cortita, y dejaba que el yanqui acariciara su largo pelo negro con una mano, mientras con la otra le agarraba fuertemente el muslo derecho. Abandoné el local, encendí un cigarro y busqué un taxi.

No di ninguna importancia al asunto, pues no la tenía, pero unos días después me envió un mensaje. Me preguntaba que qué tal estaba, le dije que bien, que laburando mucho y ella me preguntó si quería que se pasara por mi departamento. Obviamente tenía ganas de cogérmela, pero estaba con un par de amigos justo en ese momento, se lo comenté, pero ella dijo que no importaba, que sólo quería charlar un rato y tomar unas cervezas.

Mientras la esperábamos –ella tardaría cerca de una hora, pues venía desde el oeste en Subte– informé a mis colegas de que vendría. Mis amigos son unos tipos muy normales, Mati, un chaval delgado de 28 años, estatura mediana y tez morena, y Leandro, un tipo alto, bastante fuerte, aunque con algo de sobre preso y que acababa de cumplir los 30. Ellos me preguntaron si estaba saliendo con ella, y la verdad, me salió muy rápido decirles que “no”. Así que quisieron más información. Quizás porque me vi en el aprieto, sin reflexionar en las consecuencias les hablé del excelente pete que me regaló la noche que estuvo en casa, y también del día que me la encontré con el yanqui. “Vaya puta”, soltó Mati, a lo que respondió Leandro con unas risitas. Yo los miré y asentí.

Ceci llegó con bastante retraso, -empezamos a pensar que no iba a venir, tal como había ido todo, la verdad, me daba un poco igual que viniera, así que nunca le pregunté por dónde estaba. Cuando al final apareció, nos saludó a todos con la mano y dejó sobre la mesa un pack de 6 cervezas Quilmes –odio la Quilmes-. Ceci venía en ropa deportiva, con un top blanco y unos pantalones de jogging negros, su melena estaba recogida en un moño y no llevaba brasier, por lo que todos le podíamos ver a las claras sus pezones marcados bajo la tela.

Nosotros estábamos en el sofá, pero ella se sentó cerca de la mesa, en una silla. Abrió una lata y empezó a preguntarle a los chicos que qué hacían, qué música escuchaban y más preguntas sin sentido del mismo tipo. Esta conversación aburrida siguió por bastante tiempo, hasta que Mati me dijo que lo acompañara al baño. “Che, a esta puta nos la tenemos que coger” –me dijo en tono bajo-. “Sí, ya, ¿pero qué quieres que haga?” –le dije cruzándome de brazos-. “Mira, yo tengo algo de MDMA, vamos a poner algo de música y ofrecerle”. “Bueno, se puede intentar” –le respondí.

Salimos del baño y Mati le preguntó si le gustaba la música electrónica –ella dijo que no conocía mucho-, así que Mati le contestó que no importaba, que seguro le iba a encantar. Apagamos las luces dejando prendida solamente una lámpara de mesa y él se ocupó de buscar una buena play list. Al principio fue todo un poco forzado, pero Leandro se levantó del sofá y empezó a hacer un poco el bobo, por lo que ella se animó a levantarse y ponerse como a bailar, yo también me animé y Mati fue a por más alcohol a la cocina. Volvió con 4 güisquis que nos repartimos en seguida.

Tras la copa Ceci empezó a parecer más motivada… se movía con más libertad y se dejaba abrazar por cualquiera de nosotros que se le acercara, con todo, no parecía dispuesta a enrollarse con nadie. Mati fue por otra ronda de alcohol –esta vez cargando un poco más el vaso de ella que el nuestro-, seguimos bailando y bebiendo, hasta que ella dijo que estaba algo mareada y se sentó en el sofá, donde se puso a mirar su celu.

Entonces nosotros 3 nos pusimos frente a ella, y Mati sacó su MDMA, y tomamos una pequeña cantidad, casi nada, eso pareció llamar su curiosidad. Ceci levantó la vista y nos preguntó que qué era lo que tomábamos. Le comentamos y pidió un poco, porque no lo había probado nunca. A esto Mati aprovecho para ofrecerle lo que quedaba –que era mucho– y le dijo que tomara todo. Y así hizo Ceci… luego se recostó y siguió con el celular.

Nosotros seguimos bailando y tomando cervezas, paso un rato y ella se levantó, y empezó a moverse con nosotros, pero esta vez buscando más contacto…

Mati fue el primero en chapar con ella. La agarró por la cintura y le plantó un profundo beso en los morros, a lo que aprovecho Leandro para sobarle discretamente la cola. Al ver que ella sonreía, se la arrebató a Mati de un tirón y la colocó frente a él. “Levantá los brazos” -le ordenó, y Leandro aunque está bastante gordo es un tipo imponente-. Sorprendentemente ella obedeció automáticamente, y Leandro le sacó el top, dejando al aire dos preciosas tetas, de tamaño medio, pero muy bien colocadas, que poseían dos aureoles sonrosadas y unos pezones ya parados.

Leandro no es un tipo con paciencia… y lo que hizo nos sorprendió a Mati y a mí. Empujó los hombros de Ceci con fuerza y ella cedió y calló de rodillas con un suspiro, después agarró su barbilla y le dijo, “abre, la boca, ya sabés lo que tenés que hacer”. Ella volvió a obedecer, y Leandro, sin más misterios se sacó la verga y se la plantó hasta la garganta. Después la agarró del pelo, nos miró y nos dijo “che, a estas putas hay que tratarlas así”. Y tenía razón, pues ya escuchábamos como Ceci succionaba con fuerza.

Mati y yo mirábamos la crudeza de la escena. Leandro tiene una panza enorme, que ahora podíamos ver a media, con la cabecita de Ceci en su entrepierna, moviéndose a buen ritmo. Leandro agarró entonces a Ceci con violencia por el pelo, soltando ella un grito de dolor, él le escupió en la cara y le dijo “No es suficiente puta, no basta con chupar, tenés que dejarte coger la boca, ¿entendés?”. “Sí, sí” afirmó ella, y mostró su lengua grande y golosa, la misma lengua con que me fascinó a mí hacía unas semanas. Leandro agarró su cabeza entonces con las dos manos, de modo que nosotros apenas podíamos verla, y empezó a empujarla con tremenda fuerza, clavándole su verga, de unos 18 cm, pero bastante gruesa, lo más que pudo. Así estuvieron buen rato, y Ceci aguantó como una buena puta la embestida, sin quejarse y babeando la verga de Leandro todo lo que pudo. De pronto, Leandro empezó a respirar más fuerte, sacó su pija de la boca de Ceci y le pegó un tirón del pelo hacia atrás –que por el grito que emitió debió dolerle bastante-, entonces le doy una bofetada y le espetó. “Abre la boca zorra”, algo que ella hizo justo a tiempo para recibir toda la leche. Que rápidamente le llenó toda la boca. Ceci tragó una parte pero escupió otra, saliendo el semen de sus labio y cubriéndole toda la barbilla, de modo que algunas gotas cayeron sobre sus muslos. Leandro la empujó y se dejó caer sobre el sofá. “Terminé con esta putita por un rato, hacele lo que queráis ahora”. Ceci se levantó, y con toda naturalidad fue al baño a limpiarse la cara, desde luego fuimos conscientes de que el trato que acaba de recibir era, sin duda, el trato al que estaba acostumbrada –que pelotudo fui al no verlo cuando estuvo conmigo.

A la vuelta, intentó ponerse su top, pero Mati, rápidamente se lo quitó y le dijo, “Esto acaba de empezar”. Ella se dio la vuelta y empezó a bailar, respondiéndole un “ya veremos” desafiante.

Continuará.

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