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Fugitiva (IV)
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Tiempo de lectura: 21 minutos

Las ganas de orinar me despertaron, estaba oscuro y solté orina en una esquina del sótano en el cual me hallaba. El hedor que emanaba mi cuerpo y que salía de mi piel me daba asco de mi misma! y la herida en mi brazo dolía como pinchazos de aguja. Sirenas de policía seguían escuchándose a lo lejos y agazapada pensaba en qué hacer.

Ya con luz de mañana comencé a revisar el sótano en que me había metido, sin encontrar nada con que vestirme o quitarme este hedor. Salí por la misma ventanilla que había entrado, el lugar era enorme y no me ubicaba hacia alguna salida. Caminando hacia los establos, pude ver a decenas de caballos siendo alimentados por trabajadores del lugar. Seguí por los establos buscando desesperadamente algún vehículo, sentía debilidad y fatiga por la acción en los últimos días y más en una fría mañana de primavera.

A lo lejos vi a un hombre que se bajaba de su automóvil, posiblemente un trabajador del lugar que venía llegando a la jornada. Me fui acercando cautelosamente y guardando cierta distancia, entró a lo que parecían unos camarines? Lo seguí y vi por la ventana que se vestía de overol por sobre su ropa, además llevaba toallas e implementos de aseo. Perfecto!

Salió del lugar rumbo a un galpón, lo seguía mientras trataba de buscar algo con que golpearlo así que cogí una escoba de aluminio que encontré, tan solo debía esperar la oportunidad.

Estaba tiritando del frio y no sentía mis pies dentro de los pesados zapatos penitenciarios. Con mis ojos bien abiertos vi a aquel hombre entrar al lugar para luego escuchar ruido de agua cayendo al piso Me acerqué apreciando lo que parecía una regadera enorme, pegada a la pared lo observaba y preparaba mi asalto, veía que el hombre estaba desnudo bajo una manguera, el vapor que emanaba lo deseaba sentir en mi cuerpo frio. Cuando comenzó a enjabonar su cabello era el momento. Salí en dirección del tipo y al llegar cerca, torpemente caí el suelo, los malditos zapatos de la penitenciaria se resbalaban en el piso mojado. En el suelo y con un fuerte dolor en mi brazo baleado, aquel hombre me hablo.

-Ohh, señorita está bien? Tremendo costalazo que se dio.

Se tapaba su entrepierna mientras me ponía de pie.

No sabía que decir. Pero él hablaba.

-Oiga ni sabía que hoy limpiaban aquí, mire… salgo en un instante ya?

No respondía nada, el golpe me había dejado pasmada, no quería ni siquiera golpearlo.

Impávida, aquel hombre se acercó a verme de arriba abajo.

-Oiga no diga nada, ya? el patrón solo le tiene agua caliente a sus caballos…

Me masajeaba el codo y pensaba en que decirle.

Mas no pude y me alejé viéndolo de frente hacia la pared, quedé cerca de sus pertenencias y aprovechando la incómoda situación en que estaba aquel hombre, me senté con el fin de tentar sus pertenencias con mi mano sin que se diera cuenta, a fin de encontrar las llaves de su auto. Estaba palpando mientras él hablaba.

-Oiga compañera, está bien? hable alguna cosa pues!?

Cuando sentí el bulto de su cartera y llaves, las agarré con la mano y me puse de pie hacia la salida, tratando de pasar desapercibida.

-Oiga que lleva ahí? Eh!! Se lleva mi cartera. Oiga adónde va!!!

Apresuro el paso y comienzo a correr mientras el hombre desnudo me persigue, pero antes de llegar a la salida de las regaderas, un fuerte brazo a la altura de mi panza me detiene en seco quitándome el aire y soltando la cartera, no así las llaves, caigo al piso nuevamente. Mi fatiga y debilidad era evidente y caí al piso como un costal, sin embargo guardé las llaves en el bolsillo del overol.

-Que está pasando compa José?

-Oiga compa manolo, esta mujer aquí se estaba arrancando con mi cartera, mire.

Tirada en el suelo, me impedían la salida mientras hablaban y el hombre recogía su cartera, sin pudor a su desnudez.

-Ohh, pero como? Vamos a tener que avisarle al patrón nomas.

-Shh, pero no sé compa manolo, yo estaba acá en las regaderas de los caballos para aprovechar el agua caliente. Ve que en los vestidores sale fría como hielo.

-Y ésta que hacia aquí a esta hora? Si entran a las nueve? Ah conteste pues!

Preguntaba mirando mi rostro.

Aquel hombre me levanto correctamente y con su mano corrió mi cabello hacia los costados para verme mejor.

-Oiga don José, esta es una chiquilla nomas, y debe estar en algo. Está toda moreteada y huele bastante feo también!

Ambos se acercan a verme y oler mientras el tipo me sostenía por el entre brazo, ya me desmayaba y me entró el pánico de que me capturaran otra vez.

Balbuceando y tragando mi apestoso aliento les hablaba.

-Ayúdeme por favor.

Ambos se sorprendieron un tanto, pero más bien lo tomaron como una actuación.

Incrédulos más que otra cosa, pensaban mientras me miraban.

-Oiga compa manolo, esta debe ser una de las que se fugaron ayer.

-Ahh!! Sii!! Tiene razón amigo. Pero parece que la trataron harto mal a esta chiquilla.

Ya casi lloraba e imploraba.

-Ayúdenme si! Nomás quiero una ducha y asearme porfis?

Miraba sus caras observando dispares reacciones, mientras el hombre que me sostenía se mostraba interesado, el otro se alejaba gesticulando.

-Ah no sé yo, no me metan en problemas ni cuestiones raras.

Dicho esto el desnudo hombre volvía a la improvisada ducha.

En mi desesperación deseaba sentir el agua caliente y algún aroma a jabón, ya estaba desdichada.

-Bueno muchacha, si que te hace falta una buena ducha.

Me soltó un tanto para que caminara a su disposición. Guiándome hacia la regadera, que no era más que una manguera gruesa puesta en vertical.

Me soltó del todo para darme un jabón y un trapo que traía.

-Ya pues chiquilla, aproveche el agua calientita.

No sabía, más bien no quería saber que podría suceder si me desnudaba ahí y me daba un baño, pero con todo lo vivido la última semana. Que más podría pasar?!

Desbroche mis zapatos para luego bajar el cierre del overol, no me veían ni mostraban interés ni siquiera al dejarlo caer, no levante mirada y fui directo a la ducha. El agua tibia fue un auténtico relajo, sentir como mis pies entraban en calor y que aquel apestoso aroma escurría de mi cabello, era una satisfacción. Enjabonaba hasta cansarme y luego cambiaba de mano para seguir enjabonando mi cuerpo. El parche en mi brazo se desprendió y vi que tenía las suturas rojas e hinchadas. Disfrutaba del baño, con la tranquilidad que aquel tipo dueño del auto, mantenía su distancia. Bebí agua hasta llenarme y me gire para lavar mi cabello.

-Hijole!!

Aquella interjección me hizo ver a aquel hombre bien entusiasmado quitando su ropa.

-Bueno muchacha tenemos que trabajar nosotros así que vamos a compartir la ducha nomas!.

Rápidamente se desnudó situándose a mi lado, guarde distancia moviéndome hacia la pared. Procuraba terminar rápido así que solté el jabón y con el trapo me enjuagaba rápidamente. No parecían querer hacerme algo, sin embargo aprovechaban sus movimientos para mirarme.

El primer hombre hacía rato ya había terminado de ducharse y solo estaba ahí viéndome, cuando quise verlo, comenzó a masturbarse frente a mi.

Sin perder tiempo tomé agua para enjugar mi boca y salir de ahí.

Ya lista me dispuse a salir, pero el tipo tomo mi mano.

-Epa chiquilla, como te vas a salir y dejar al compa José así mira.

Con su mano en mi nuca me hace mirar a aquel hombre jalando su pene en espuma.

-No me hagan nada por favor…

-Tranquila, no hay que asustarse no somos nada violadores aquí. Tan solo ayuda un tantito al compa aquí, además quisiste robarle su cartera pues…

De malas ganas y empujada por el tipo, me acerque levemente.

Tomó mi mano y la acerco a su verga, cosa que aumento sus jadeos. Me animaba a que lo masturbe y terminé haciéndolo, tan solo quería que acabara. Mi mano rodeaba su verguita y jalándosela desde su mata de pelos hasta su cabeza, aumentaba el ritmo. Se animaba con sus manos para ponerlas en mis pechos y sobarlos delicadamente. Respiraba con vehemencia, arqueado y con la boca abierta cuando se corre en mi mano mientras el agua se encarga de limpiar.

Se aleja al instante para secar su cuerpo, era evidente que algo me dirá el otro tipo que al parecer vio todo, de igual modo trato de escapar, pero me pilla sujetándome nuevamente por el brazo.

-Epa muchacha, y que pasa conmigo?

Grrr, sabía que debía darle atención también.

-Ya se va compa José? No quiere ver?

-Noo, no me metan en cuestiones a mi. Usted sabrá que hacer compa. No me diga nada.

El hombre hablaba mientras salía vistiéndose apresurado del lugar.

-Mira como me la tienes.

Haciendo un gesto con su entrepierna, muestra su morena verga erecta.

Ya sabiendo que debía hacerle, tomó su cosa con la mano meneándola a buen ritmo frente a mi. Mirando para la pared, acerco mi mano relevándole de la labor. La movía sin mucho ánimo.

– Ufgh eso preciosa.

Miro hacia un lado mientras hago mi servicio, parecía ser que ese era mi rol ahora, de agente del movimiento de sedición a una puta que da placer para sobrevivir.

Me sentía hastiada de la situación, pero más estable como para pensar en como salir de ahí. Si me daba problemas o llamaba a la policía, no me quedaba mas que golpearlo y tratar de dejarlo inconsciente. Si me dejaba ir, podía confiar en el? Luego tomo el carro, en dirección a la ciudad?, como lo haría para pasar desapercibida ahí y si no, adonde iría?, ya que Alex está muerto, habría alguien mas buscándome? Podría esconderme unos días en algún sitio seguro. El cerdo detective asignado a mi caso también está muerto y quizás no les sea tan fácil encontrarme, no!, debía salir del país y recomenzar al otro lado, pero como, solo el erizo podría ayudarme??

Pensaba aquello sin darme cuenta que el tipo tenía sus manos en mis caderas y acariciaba mi figura hasta mis pechos.

-Uff ya casi nena. Me pasas el jabón?

Me indica el del piso, mmmm, sé que pretende.

Por lo que bajo de frente a él y cojo el jabón para dárselo en su mano.

Pero estando abajo, posa sus manos fuertemente en mis hombros acercando su verga a mi boca.

-No por favor.

Le suplico.

-Anda tan solo un ratito.

Con fuerza presionaba mis hombros hacia abajo.

-No, suélteme.

-No lo hagas difícil, ya casi acabo.

Cada vez imponía más fuerza y no podía contenerlo. Ahora acercaba su cadera y golpeaba las mejillas con su verga tiesa.

Me suelta de un lado para agacharse y pescar mi pecho izquierdo, lo aprieta y retuerce mi pezón.

-Ay!! no siga!

-Tienes las tetas enormes y ricas. Solo mámamelo, acabo en tus tetas y te vas. Ya?

Aquello sonó bien para mi. Sentía que aquel tipo no quería algo más que una mamada.

Así que una vez mas me disponía a tragar una verga por mi boca. Abrí mi boca con y mi mano en ella la metí dentro, moví mi cabeza de arriba abajo dándole a entender que me soltara, de rodillas tragaba su verga con el agua caliente sobre mi espalda.

-Uff que rica boquita.

Decía mientras ponía su mano encima de mi cabeza.

No ponía mucho esfuerzo en mi mamada, ni tampoco mayor reparo en dejarme llevar por sus movimientos, a modo que tomó mis cabellos y los usaba de riendas a su voluntad. Me cogía por la boca entre jadeos, solo parando cuando me ahogaba.

-Déjame culearte!?

No hacía caso y para apurarlo relajo mi garganta a modo de que la meta entera.

-Uff pendejita. Que tragona!!

Aceleró sus movimientos y yo tan solo tragaba a modo de no ahogarme, respirando entre sacadas.

Cuando esta por correrse la saca rápido para lanzar su leche en mis pechos entre alaridos. Acabó abundante sobre mis pechos.

-Espera deja verte.

Ya de pie dejé que observe su leche correr sobre mi pecho y abdomen. Luego me gire y lave la zona.

El acabó por bañarse y corto el agua.

Me convido una toalla pequeña, mientras el usaba la grande.

-Uff que rico lo mamas, te gustaría que te ayude? Te puedo llevar a mi casa, vivo solo y nadie sabría.

-No gracias, solo quiero pasar la frontera nada mas.

-Ahh, y si te pillan? Vente, me esperas en un establo y a medio día pido libre. Y te llevo? Que dices?

-No gracias, me las arreglare.

Parecía bien interesado en llevarme con él, no paraba de mirarme mientras me secaba con la pequeña toalla.

Me vestí con el overol que traía y las mismas incomodas botas. Salí con cuidado de no caer otra vez, mientras el tipo se vestía de prisa para salir tras de mi, por lo que corrí para perderle pista.

Escondida tras los autos podía observar cómo me busca para luego volver a los establos.

Por el logo del llavero encontré el carro, un antiguo Datsun, abrí y me prepare para encender el motor y salir rápido. Sin generar mayor ruido más que del motor, arranqué de ese lugar y muy atenta buscaba orientarme.

Usando al sol como guía me dirigí a la ciudad, alguna patrulla veía a lo lejos, pero parecía una mañana extrañamente tranquila para todo el caos de los días anteriores. Reviso el interior del carro para ver si encontraba dinero o algo para comer, pero está vacío y solo habían cigarros baratos.

Si quiero salir pronto del país, debo empezar por cambiar mi apariencia otra vez. Tome la salida hacia los suburbios, si bien me alejaba de la ciudad, debía ganar tiempo y descansar a lo menos un día.

Conducía por las calles más desocupadas, buena idea es ver alguna casa sin gente dentro, a esta hora están saliendo a sus empleos. Abandoné el auto dejandolo estacionado frente a un market y tomé camino rumbo al pequeño callejón que existe entre los patios traseros de las casas.

Observo si hay movimiento en una casa y luego en la siguiente avanzando por el callejón, viendo a través de las verjas o por sobre las vallas que son bajas. Así avanzo un par de cuadras, alguna que otra persona me ve, pero busco refugio entre los basureros. Me siento muy debilitada por lo que me aseguro en la primera casa deshabitada que veo. El pasto esta largo y se nota el poco cuidado, además tiene todas las ventanas cerradas… mmm. Salto la verja y avanzo en cuclillas hacia la puerta del patio tratando de escuchar algo. Para mi mala suerte escucho a una mujer hablar y acercarse, por lo que me apego al piso y arrastrándome me oculto entre el pasto largo y unas plantas poco cuidadas. La mujer cierra una ventana y abre las cortinas mientras grita y exclama improperios que escucho estando en el patio. Se quejaba contra alguien y tan solo oía:

-Estoy cansada de andarte cuidando!!

Se escucha un perro ladrar y mugir, como si lo golpearan.

Cuando ya estaba por ir a otra casa, siento un portazo y las puertas de un auto. Agazapada me muevo rápido para ver si se iba. Y claro estaba metiendo a un perro de esos bien grandes dentro del auto, muy enrabiada golpeaba al animal para que le obedezca, luego sube ella y se fue acelerando su carro.

-Pfff maldita gente maltratadora, pensaba.

Ahora quería adentrarme en la casa y de cierta manera vengar al pobre animal.

Con sumo cuidado compruebo si la puerta abre, pero ni se mueve. Pruebo la ventana y esta parece moverse. Espero unos minutos escuchando que la casa efectivamente estuviera vacía. Al no escuchar signos de vida, me atreví por la ventana, estaba apretadísima y con mucha fuerza pude subirla haciendo un ruido agrietado de madera. Me metí dentro, estaba en una cocina que olía peor que yo, olía a heces de perro y a aire encerrado, puaj!

Pisando con mucho cuidado de no emitir ruido, caminaba reconociendo el lugar. Parecía ser una casa de gente antigua, con cuadros pintados de personas, muebles llenos de libros, sillones de cuero, una tv sin encender y algo de polvo en las superficies. Reviso lo que parecía un pequeño baño, que se notaba sin uso por mucho tiempo. También reviso una pequeña habitación donde solo había cajas de cartón aplastadas unas sobre otras. El piso estaba adornado con varias heces de perro, algunas frescas y otras resecas, era un asco el lugar y me ofrecía muy poco para mi hambre y fatiga. Decido ir al segundo piso, la escalera era de madera y algún ruido agrietado se me escapa al pisar cada peldaño. Ya arriba el aire era un tanto mas puro, un leve sonido a gas se escucha y veo un baño que está bien decente en comparación al resto. Hay una puerta cerrada y otra junta, por la cual observo y abro levemente cuando siento un palo caer cerca mío. El susto fue mas grande al ver que un anciano sentado junto a un tanque de gas sostenía un arma, su mano tiritaba y su cara de susto me pillo desprevenida total. Con mis manos en alto atino a tranquilizarlo.

-Por favor no dispare, solo quiero algo de comer.

Mi angustia tuvo efecto en el anciano, que ahora seguía apuntando su arma, pero de un modo mas defensivo.

Veo en sus ojos grises que está aterrado, usaba una cánula de aire en sus fosas nasales y estaba tapado con cobijas de color oscuro. Algo mas tranquila, pienso en calmarlo para que suelte el arma. Me acerco lentamente como quien se acerca a un animal herido.

– Tranquilo por favor, no le haré daño. Me siento muy mal y necesito ayuda, si?

Con mis manos le señalaba que venía en paz, cosa que era cierto. Mas no confiaba en su capacidad de disparar aquel revolver, pero no quería arrancar otra vez…

Aquel anciano parecía no poder o querer hablar y cuando estaba por sobre su mano para quitarle el arma. Realiza unos sonidos de ahogo comenzando a toser, soltando el arma para modular el aire del tanque, giraba la pequeña manilla mientras yo cogía el pesado revolver del anciano. Estaba sin balas y lo puse en mi bolsillo. Fui a ver si había alguien mas en la habitación cerrada y abriendo la puerta de un golpe, tan solo había una cama grande, unos armarios antiguos y una mesita de noche. Volví ante el asustado anciano que respiraba hondo, procuro tranquilizarle de buena manera. Aquel viejo me genera compasión por su susto y malestar al respirar, además de las horribles condiciones en que estaba viviendo.

-Oiga, escúcheme si. Escucha bien?

Sin cambiar su asustada expresión, mueve su cabeza afirmando.

-Mire, solo quiero comer algo e irme bueno?. No le haré daño alguno, como podría hacerle algo así? Por lo tanto tranquilícese que me pone nerviosa que le de algun ataque o le pase algo si?

Estaba siendo muy sincera, los últimos días habían sido terribles para mi y no quería problema alguno.

El anciano parece entender, ya que se calma y me señala la mesa que estaba a su lado. Sobre ella había frutas y un dispensador de agua, sin dudarlo fui a beber para luego tomar una manzana verde y darle un mordisco. Estaba dulce y jugosa, la comía con gran gusto frente aquel anciano que cambiaba su expresión. Parece que ahora él sentía compasión por mi, tome otra manzana la cual comía con ansias.

Me senté frente a él mientras bebía agua.

-Gracias, hacia días que no comía algo así de rico.

Le hablaba para luego soltar una leve sonrisa, que sentí como si se soltara de mi ser.

El anciano también sonrió levemente señalando con su mano tras de mi. Había un armario cerrado, fui a abrirlo encontrando bastantes alimentos para preparar. Luego mugiendo me indica la mesa, donde hay una pequeña cocinilla, similar a esas de camping.

-Genial, pensé.

Ahora debía saber si aquella mujer volvería pronto o no.

-Aquella mujer con el perro, volverán pronto?

Su expresión emitía cierta amargura asegurando que no.

No sabía si tomar algo para comer e irme o quedarme a comer y quizás descansar un instante. Aquel anciano me daba cierta confianza.

-Mire, que tal si como algo y luego le limpio abajo? así no olerá tan desagradable. Qué dice?

Su expresión emitía total justicia en el acuerdo y para mi sospesa habló:

-Me parece muy bien.

Su voz era muy carrasposa.

-Que enfermedad tiene?

-Tengo problemas en los pulmones…

Tosió un poco luego de hablar.

-Vaya, no hable si le genera problema. Agradezco su ayuda.

Asintiendo de buen modo el trato, comencé a prepararme una especie de desayuno. Huevos, leche y una tortilla.

-Usted quiere comer algo?

-Me encantaría.

Respondió para luego carraspear fuerte.

– Puede comer huevos? Una tortilla?

– Me encantaria.

Con mucho ánimo cocino unos ocho huevos mientras calentaba la tortilla, aparte puse agua a hervir en el hervidor eléctrico. Abrí la ventana con cuidado de que no me viera alguien, y serví un desayuno bien completo para ambos, se acercó a la mesa moviendo su silla y el tanque de aire con ruedas Con sus manos levemente temblorosas, el anciano comía con gusto junto a mi. Sentía como volvía la energía a mi cuerpo y cuando acabe procure tomar un descanso.

-Que le paso?

Me pregunto el anciano con su voz menos apretada.

-Uff, qué no me ha pasado.

Suspiraba mientras cerraba los ojos.

-Vine a pasar la frontera, pero me detuvieron antes. Luego algo paso en el retén y pude escapar junto a mucha más gente.

-Ah. Lo escuche en la radio, han pillado a varios.

– ya no le molesta el hablar?

– cuando como y bebo algo me arreglo un tantito.

Me decía con una sonrisa en su rostro.

-Y a usted que le paso? Vive solo aquí?

-Si, mi esposa murió hace tres años y mi hijastra me cuida.

-Su hijastra es la del perro?

Asintió el anciano, mientras movía la cánula de aire.

-Pero lo tienen mal cuidado aquí.

-Quiere que me vaya a un asilo y así vender la casa… pero no quiero…

Otra vez se ahogó aquel anciano, que me parecía cada vez más buena persona.

-Ella viene cada dos días con comida y a ver si ya me morí.

-Ohh, que pena.

Me respondió con un gesto de aceptación.

Nos quedamos en silencio unos minutos.

-Bueno, donde lavo esto? En el baño?

Asintió con su cabeza.

-Ok.

Tomé las tazas y platos llevándolos al baño donde limpié y seque todo.

-Ahora limpio abajo ya?

Contento aquel hombre asintió al momento en que encendió la radio.

Con el sonido de antiguas melodías tomé la escoba y baje a recoger los desechos del perro. Juntando todo cerca de la puerta, un cerro de heces malolientes me generaban asco, pero no tanto lo que hacía aquella mujer con el anciano. Envolví la escoba en un trapo a modo de limpiar el piso con jabón y lava loza, había mucha tierra dentro así que trabajé harto, más de lo que pensaba.

Al terminar subí a hablarle, Tome una manzana al hablarle.

-Termine de limpiar abajo, tiene ropa que me quede?

-Muchas gracias, vea en la habitación si hay algo en el ropero.

Fui a ver y solo había vestidos de abuela y zapatos bajos, que me quedaban justos. En el otro ropero había ropa de hombre y camisetas que parecían quedarme mejor. También halle toallas y accesorios de mujer. Volví donde el anciano.

-Me daré un baño, ok?

-Adelante.

Le sonreí otra vez, cosa que me sorprendió de mi misma.

Di el agua caliente, tenía regadera y bañera por lo que con mucho jabón tallaba mi cuerpo. La herida en mi brazo esta roja e hinchada, al igual que mi entrepierna, la cual enjuagaba bastante. Ya aseada junte el agua en la ducha y tome un relajo en la bañera. Casi me dormía de la tranquilidad que estaba teniendo. Estuve casi una hora dentro y al salir usé bastante enjuague bucal y estuve varios minutos haciendo todo tipo de gárgaras con el fin de eliminar aquel hedor a vómito y corrida de hombres que aun tenia, además aplique alcohol sobre la herida en mi brazo, provocándome un intenso dolor.

Al salir envuelta en toalla, vi de reojo al anciano quien leía el diario.

Me vestí con un pantalón de hombre que me sobraba de piernas y una camiseta blanca. Tome los zapatos bajos, que eran cien veces más cómodos que aquellos zapatones penitenciarios. La ropa que me había usado olía horrible y la metí en una bolsa. Me vi al espejo y parecía cualquier cosa. Quizás en una salida de mi personaje me atreví a arreglarme un tanto. Pinte mis labios, peine mi cabello ordenándolo con unas pinzas y pinte mis labios con un labial mate rojo oscuro que había en la mesita.

Decidí ponerme un vestido, parece ser que la señora del anciano era de mi talla, así que opté por un vestido negro con lunares blancos. Me quedaba bien y era bastante cómodo con mis atributos, abajo me puse un pantaloncillo de hombre.

Me pare frente al anciano quien al verme se impresiono y casi se ahoga de nuevo.

-Me veo bien parece.

-Sii, ese vestido era de Leonor.

-Ohh, mejor me lo saco, no quería molestarle.

-No, no, no cof cof, cogg

Se ahogaba el anciano así que me acerque para socorrerlo.

-Está bien gracias. Quédese el vestido, le queda muy bien. Me recuerda a ella.

El anciano me daba una pena terrible.

-Cual es su nombre?

-Gabriel.

Al estar más de cerca y limpia, notaba que él olía mal.

-Y el suyo?

-Mmm. Me decían Marie, pero eso ya quedo en el pasado. Si gusta puede llamarme Leonor, es bonito nombre.

Don Gabriel me miraba esperanzado, sus ojos grises eran el reflejo de su vida actual, desahuciado y abandonado por al parecer su único familiar.

-Le parece si le limpio aquí también?

-No se preocupe, si ya estoy acostumbrado.

-Bah, nada de eso. Yo le ayudo.

Así comencé a asear aquella habitación, a modo de empatizar y corresponder su ayuda. Abrí las ventanas, limpie restos de comida, ordenaba y barría el lugar bajo la mirada de don Gabriel.

Me daba gusto ayudarle, quizás estaba viviendo sus últimos días al igual que yo. Además extrañaba tener vida de hogar, que desde que escapé de la casa de don Samuel, extrañaba.

Y acordándome de don Samuel, algo de morbo también me daba la situación, procuraba que viera mis piernas al ordenar los víveres en lo alto del mueble y agitaba mi cuerpo al sacudir la repisa que estaba sobre su asiento, que con mi generosa delantera y el escote del vestido, le daba Buen espectáculo.

Ya en la tarde preparé un almuerzo para ambos, luego escuchamos la radio.

El noticiero radial nos interrumpió.

(La policía aún continua la búsqueda de los prófugos que hace dos días escaparon masivamente, en lo que fue un acto premeditado por grupos terroristas. Se recuerda que si tiene información del paradero de algún prófugo, favor contactar a las autoridades)

De vuelta a la realidad me apenaba la situación.

-Yo soy una de esas prófugas, don Gabriel.

-Yo no diré nada. Rosa, mi hijastra, quizás venga pasado mañana.

-Gracias por ayudarme.

Le respondí viendo su afable expresión.

Luego de fregar los platos, don Gabriel se quedó dormido en su silla. Por lo que fui directo a la cama a dormir.

Al despertar estaba oscureciendo o amaneciendo? El reloj marcaba 20:30, fui ver a don Gabriel quien tenía una leve lámpara encendida.

Nos quedamos viendo, el sonido de su respirar y la música antigua hablaba por nosotros.

-Usted cena?

Le pregunté

-Sii!

Contestó entusiasmado.

Prepare una cena, una sopa simple que degustamos escuchando música.

Luego de comer va al baño con dificultad en su pierna y para llevar el tanque de aire.

Veo su asiento que está en muy mal estado, hasta un resorte salido tiene.

Al llegar le consulto.

-Don Gabriel, tiene otro sillón? Ese está en mal estado ya.

-Si, abajo queda uno sin usar.

-Bueno mañana se lo subo.

-Gracias… Leonor.

Me nombra como su esposa con una sonrisa que rompe mi corazón.

-Bueno, usted puede usar la cama, yo me quedo aquí.

Dice aquello al momento en que tira de una palanca y aquel sillón bergere se reclina por completo.

-Pero don Gabriel no. Como se le ocurre que va a dormir aquí. Mire la cama es bien grande para los dos.

-Pero el silbido del aire no la dejara dormir.

-Bah, estoy tan cansada que no lo voy a notar.

-Bueno, como usted quiera.

-Pero eso si, va a tener que ducharse antes.

-No, no puedo. Es rosa quien me ayuda a lavarme cuando viene.

-Bueno yo le ayudo.

-No, no diga eso…

Responde con algo de tos.

-No se preocupe don Gabriel, yo antes vivía con un hombre mayor y también lo ayudaba.

Y de qué forma ayudaba a don Samuel, quien me corría mano, lo masturbaba y alguna vez hasta cogimos. Todo siempre sobre su propia cama.

Tomé a don Gabriel y nos metimos al baño, di el agua caliente en la bañera hasta juntar bastante, mientras él se desvestía de su buzo oscuro y sucio quedando en calzoncillos mientras acomodaba su cánula de aire.

-A ver yo se los bajo.

Desde atrás tome sus calzoncillos bajándoselos hasta los tobillos.

Ingresó dentro de la bañera para sentarse con mucho cuidado.

-Eso ve, yo le ayudo.

No dijo nada, pero en sus ojos grises notaba cierto gusto por la situación.

Con un pequeño balde lavaba su espalda algo curvada, sus escasos vellos blancos en su cuerpo y su piel rosa no notaban tanta edad. Con una esponja enjabonada y tallaba suavemente su espalda, luego su pecho enflaquecido y bajaba a su entre pierna, que bajo el agua no se veía del todo. Palpando la esponja rozaba sus genitales con algunos dedos, su respiración se agitaba así que unte más jabón en la esponja a fin de enjuagar bien la zona.

Hincada al borde de la bañera, mi escote generoso quedaba a la altura de su mirada, que evitaba al principio, pero que al refregar su entrepierna no podía evitar. Por muy enfermo y anciano, es un hombre y todos son iguales.

Sé como llevar a los hombres de edad y don Gabriel había sido bueno conmigo. Ya con la esponja lo estaba derechamente masturbando y cuando su verga logro estar empalmada y tiesa, me miraba con sus ojos grises bien abiertos. Nos mirábamos y le sonreía levemente cerrándole un ojo. Libere una mano de la esponja para acariciar su cabeza. Con el baldecito moje su cabeza y aplicando champú, ahora mis manos estaban en su otra cabeza je je.

Con mi lavado cerró los ojos, por lo que aproveche de sacar mis pechos del vestido, siento excitación y mis pezones duros lo reflejan.

Enjuago harto sus cabellos canos y con un par de baldes retiro la espuma. Ahora con jabón enjuago su pecho y bajo los brazos, él aun no abre los ojos y se deja mover por mis lavados.

Me acerco un tanto a él para con la esponja enjabonada recorrer sus piernas y los pies. Al parecer abrió los ojos ya que dio cierto espasmo, lo miraba sonriente, sin decir nada. El abrió la boca y miraba mis pechos. Luego de recorrer sus piernas subí hasta su entrepierna que ahora estaba full tiesa, recorro sus bolas, enjuagándolas y palpándolas con delicadeza, a modo de que como un submarino, emerge en el mar, su verga lo hace por sobre el agua, su glande rosado parecía flotar en el agua.

Enjuagaba su pubis y siento que se está agachando, hace gestos con su boca por lo quiere mamar mis pechos, a lo que me enderezo y con mis manos envuelvo su cabeza acercando mis senos a su boca. Rápidamente succiona mi pezón izquierdo y su mano palpa mi seno derecho. Succiona fuerte mientras respira con intensidad. Cambia de pecho cada tanto, siempre chupando fuerte y mordiendo con sus labios, el vestido ya está mojado tal como mi entrepierna, la cual me atrevo a tocar por el pantaloncillo. Pasan varios minutos, tanto para no sentir mis rodillas, además el agua se está enfriando. Con mucho ánimo se arrima mas a mi, casi empujándome cerca.

Me mira desde su posición, con mi seno en su boca, jadeando y succionando fuerte. Su verga sigue tiesa y con mi mano comienzo a masturbarle, el chapoteo del agua resuena en el baño, don Gabriel comienza a mugir con una teta en su boca, sin soltarla, sin parar de mirarme hasta que se corre en mi mano, exhalando bocanadas de aire, mis pechos están rojos y brillan por su baba. Suelto de pene que rápidamente cambia a flácido, abro el tapón de la bañera para drenar y me saco el vestido, colgándolo debidamente en el perchero, me saco el pantaloncillo y quedo desnuda frente a Don Gabriel, quien respira agitado y con los ojos bien abiertos. Doy el agua y cierro las cortinas metiéndome dentro de la bañera, de pie frente a él y con ayuda de la manguera flexible, limpio mis pechos para luego limpiar los restos de corrida que quedaron sobre don Gabriel. Le indico y ayudo a ponerse de pie, ahora enjabono desde su baja espalda a su culo usando bastante jabón.

Finalmente y con el agua a full recorro todo su cuerpo y parte del mío, evitando mojar su rostro y la cánula de aire, que ahora pienso si era necesario que la llevara puesta o no. mmm?

Corto el agua bajo su atenta mirada, abro la cortina y voy por una toalla para cubrirle y otra para mi, lo saco de la bañera con cuidado de no resbalar y seco su cuerpo. Luego seco el mío y su cabello, el cual cubro con cuidado.

-Entonces nunca se despega del aire?

Entre risas le pregunto. Y el sonriente de ojos me responde.

-En la ducha si, pero era mejor que no lo sacara. Me faltaría el aire al verla.

-Usted se las sabe don Gabriel…

Entre leves risas lo ayude a cubrirse con la toalla seca que quedaba.

Salimos rumbo a la habitación y abro la cama, para encontrarme un olor y manchas de severo uso.

-Ugh, pero don Gabriel… tiene sabanas limpias?

-Si, si, ahí en el cajón.

Me indica una cajonera tan antigua como él. Dentro hay sabanas que parecen limpias, aunque huelen a encierro.

Sacudo las sabanas y sí, están como nuevas. Me visto con la camiseta y pantalón de hombre que encontré en la tarde y don Gabriel atina también a vestirse con una camiseta y un pantaloncillo limpio. Desarmo la cama cambiando las sabanas y una frazada limpia que encontré.

-Listo, ahora si.

Don Gabriel viene de lavarse los dientes, cosa que yo también parto a hacer. Con bastante enjuague bucal y mis dedos embetunados de dentífrico.

Apago las luces dejando solo la tenue luz del velador. Don Gabriel acomoda el tanque de aire regulándolo a lo mínimo y se acuesta. Tomo el perfume que estaba quizás de cuándo?, y me aplico una gotita en mi cuello. Apago la luz y me acuesto en la cama rechinante junto a don Gabriel, quien suspira seguidamente.

Me quedo viéndole a medida que me acomodo en la cama.

– Don Gabriel, a que se debe que deba usar el tanque de oxigeno en todo momento?

– Trabajé mas de 30 años en una mina de cuarzo, mis pulmones están desechos.

– Vaya, siente dolor?

– Solo molestia y a veces dolores en la espalda. Pero tomo unas analgésicos y ya.

– Espero que duerma bien hoy… buenas noches don Gabriel.

-Buenas noches Leonor.

Me dormí al instante al sentir mi cuerpo relajado tras la ducha, imagino que don Gabriel también se durmió en un segundo.

Desperté en la madrugada, tenía los pies fríos, así que los apegue al calor de don Gabriel, quien dormía como un lirón, el leve sonido del aire no molestaba y me dormí otra vez.

Cuando desperté en la mañana, don Gabriel venia acostándose luego de ir al baño, no cambiaba su posición en la cama y al rato de dormitar me apegué a su cuerpo abrazándole y poniendo mi cabeza en su pecho, estaba despierto y dio un poco mas de aire en su tanque. Me dormí otra vez y al despertar don Gabriel no se había movido un centímetro de su posición. Despegándome de su pecho, me estire de brazo bostezando cual niña duerme con su padre, para volver a acurrucarme a su lado.

-Eres tan melosa, me has dado la mejor noche en años Leonor.

-Ahw, todo por su ayuda don Gabriel. Se lo merece.

-Has sido como un verdadero ángel con tu compañía, gracias por alegrar mi corazón.

No sabía si era el estrés postraumático o algo, pero aquellas palabras me llegaron al corazón.

Me acerque y le di unos piquitos en sus labios, piquito tras piquito con su mano en mi espalda, lo abrace apoyándome sobre él. Cubriéndolo con mi cuerpo estuve varios minutos y pensaba en que sería de mi ahora, debía pasar la frontera de alguna manera y luego qué?

-Sabes qué hora es?

Me pregunta amablemente.

-“nu sep”.

-Las diez y media.

-Ohh, debe tener hambre.

Rápidamente me levante a preparar desayuno, no sin antes devolverme.

-Que tal si se viste con uno te esos trajes hoy?

-No me visto así en años.

-Venga, solo por hoy ya? Además voy a lavarle toda la ropa.

Contento aceptó mi propuesta y mientras estaba preparando la tortilla, llega bien vestido de pantalón, camisa y chaleco.

-Se ve muy bien don Gabriel.

Cuando se iba a sentar, recordé que debía subirle el sillón que estaba abajo, por lo que corrí a hacerlo.

Lo bueno es que el sillón está cubierto de un mantel y por debajo estaba casi nuevo; lo malo es que es pesadísimo. Primero subo el respaldo y luego, a duras penas y parando a cada instante en la escalera, subo la parte de abajo. Agitada a más no poder veo que don Gabriel está terminando de hacer las tortillas. Cambio el sillón e invito a sentarse. Su cara de alivio y comodidad hacen valer el esfuerzo de subirlo. Desayunamos pillándole cada vez que miraba mis pechos, que por el trabajo de subir el sillón estaban endurecidos, enseñándose bajo la camiseta.

Voy por el periódico del día, que distribuyen en cada casa, con sumo cuidado salgo por la puerta del frontis y lo recojo, saliendo un artículo en primera plana acerca del escape de película del recinto fronterizo.

Me visto con otro vestido, ahora uno floreado más suelto y durante el resto del día procuro lavar la ropa de don Gabriel, uso la lavadora automática y levanto unos tendederos en el patio. Preparo almuerzo y luego duermo una siesta, sigo lavando la ropa, hasta casi la cena, la cual prepare abundante para mi. Nuevamente en la radio anunciaban:

(Hasta ahora con siete los prófugos del recinto fronterizo, cinco hombres y dos mujeres, cuyas edades fluctúan entre los diecinueve y cuarenta años. Si tiene usted conocimiento de alguno, no dude en llamar a la policía).

Necesitaba más información que eso, quizás en la televisión entreguen más datos, por lo que subí el televisor y sintonice las noticias.

– Si quieres puedes quedarte aquí hasta que todo pase.

– Me gustaría don Gabriel, pero no creo que pase.

– Y que tienes pensado hacer? Tengo dinero escondido si necesitas.

– Gracias don Gabriel, pero dudo que el dinero pueda ayudarme en esta situación.

Hablábamos cuándo por la tv anuncian a los buscados:

(son siete los prófugos del recinto fronterizo san José, cinco hombres cuyos perfiles están apareciendo en pantalla, si tiene alguna información…).

Mostraban las fotografías de los tipos uno por uno, el terror se apodero de mi, si mostraban alguna foto que me identifique, estaría perdida…

(También son dos mujeres las prófugas, cuyas imágenes están siendo exhibidas en pantalla. Salvo una mujer, una joven identificada como Isabel Rodríguez Rodríguez quien extrañamente no tiene registro fotográfico, sin embargo se trataría de una joven entre 19 a 21 años, tez blanca, 1,60, cabello negro. Es la que se considera mas peligrosa de los prófugos y se investiga una posible negligencia en el procedimiento de parte de la policía estatal al no elaborar registro pertinente…).

Ufff, que alivio al saber que no tienen imagen mía, solo por la calentura del comisario. Esto me daba una oportunidad de salir.

Mi entusiasmo se redujo al ver a don Gabriel.

– Eres tu Isabel Rodríguez?

– Don Gabriel, no puedo decirle nada, quizás lo meta a usted en algún lio. La verdad sí soy buscada y soy peligrosa solo con la gente que lo merece. Así que descuide.

-Estabas en el movimiento? Eras parte de ellos?

No quise responderle, tan solo puse cara de aceptación que pareció entender.

– Mañana me voy don Gabriel, sin alguna imagen mía debo aprovechar.

– Entiendo.

La tristeza del rostro de don Gabriel otra vez me llego al corazón.

– No este triste, aún estoy aquí.

Tome su mano sonriéndole, a lo que el acepto gustoso.

– Venga que lavo los platos y me ayuda en algo.

Le guiñe el ojo y pareció entender.

Me estaba esperando muy atento.

– En la habitación, a la cama.

Le indique.

Tomó el tanque de aire y de acostó en la cama.

– Ya mire, voy a necesitar un cambio de imagen. Así que voy a probarme esta ropa, arreglar mi pelo y maquillaje. Y usted me dice cual es el mejor para pasar desapercibida. Ya?

– Encantado.

Sonreía.

Sin perder tiempo quité mi traje quedando solo con los pantaloncillos. Ante la inquieta mirada de don Gabriel me vestí con una falda larga negra y una blusa beige.

-Qué tal?

Un gesto de “mas o menos”, daba a entender su opinión.

Me desvestí nuevamente para ponerme un traje completo burdeos, con muchos botones adelante y largo hasta las rodillas.

-Que dice?

Otro gesto “más o menos”, indicaba su desapruebo.

Así me fui vistiendo variados vestidos y trajes, siempre del mismo y anticuado estilo de la difunta esposa de don Gabriel. Quedaba un solo vestido que era ceñido, por lo que baje mis pantaloncillos, y probé aquel vestido, que estaba abrochado fuertemente y dándole la espalda tuve que hacer fuerzas con ambas manos para desbrochar sus botones, al ver mi trasero desnudo, don Gabriel abrió un poco más la válvula de aire, se notaba excitado y esa era la intención del juego. Cuando pude meterme dentro del traje, apenas cabían mis pechos dentro y don Gabriel pareció aprobar.

-Ja ja ja, ni crea que usare este traje…

Entre risas realizaba grandes esfuerzos por desvestirme de aquel ajustado vestido carmesí. Desnuda y bajo su atenta mirada, nuestro juego parecía entretenernos.

– Ahh falta un vestido.

Había olvidado el del baño, aquel negro con lunares blancos.

Al verme y algo más serio me indico que ese era el apropiado. Tome mi cabello en moño y flequillo y aquello pareció gustarle bastante.

-Bueno, así saldré mañana. Pasare por alguien mayor, así que es buena elección.

Ordene los vestidos debidamente y en el baño enjuague mi boca con mucho dentífrico, estaba aun con la idea de oler mal y me incomodaba.

Apague las luces y me acosté junto a él.

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