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Tiempo de lectura: 6 minutos

El encuentro con el cani del pollón me había dejado el culo dolorido, ni la polla de José, mi camionero portugués, me lo había dejado así.

Acudí a la consulta de Santiago, un médico ecuatoguineano amigo mío con el que había follado un par de veces, que después de llamarme puto maricón descerebrado, me recomendó abstenerme de darle mi culo a cualquiera que me encontrara por ahí y lo dejara reposar una temporada mientras cicatrizaba el pequeño desgarro que me había provocado el burro que me había metido por el culo su miembro pues según él, era imposible que existiera persona humana con semejante herramienta.

-Pues existe Santiago, y fue toda una experiencia, te lo aseguro.

-No te mando a tomar por el culo porque eres capaz de tomártelo al pie de la letra.

Tuve que hacer caso a mi médico, durante una temporada me abstuve de mantener relaciones sexuales, me conformé con pajearme espiando a mi asistente mientras follaba, por cierto era un verdadero don Juan, siempre eran jóvenes de alrededor de veinte años y muy afeminados, yo creo que sabía que lo espiaba y me ofrecía verdaderos espectáculos con aquellos chicos.

Se vino diciembre del dos mil trece y las fiestas de Navidad, nuestro hijo pequeño nos invitó a pasar la nochebuena con él en Las Palmas de Gran Canaria, nos iba a presentar a su pareja, estaban viviendo en un piso que habían comprado en la zona de Triana, en la avenida de Canarias, mi ex mujer, mi hijo mayor y su esposa habían tomado habitación en un hotel, yo tomé otra en el hotel Cordial La Peregrina, muy cerca de la casa museo de Colón y la catedral de Santa Ana.

La víspera de nochebuena mi hijo nos reunió en su casa, un magnífico ático con una enorme terraza con vistas al mar, amueblado con mucho gusto, estábamos mi ex, mi hijo mayor y su esposa en la terraza tomando una copa y charlando cuando llegó mi hijo pequeño con otro hombre.

-Papá, mamá, hermano, cuñada, os presento a Thomas, es mi pareja y queremos casarnos este verano.

Me llevé una sorpresa, a que negarlo, no me lo esperaba, nunca me cuestioné la tendencia sexual de mis hijos, por supuesto no me importaba en absoluto a quien quisieran amar, simplemente me sorprendió, por la respuesta de mi mujer y mi otro hijo comprendí que ellos ya lo sabían.

-Enhorabuena hijo, me alegro por ti – le abracé sinceramente emocionado a él y a su pareja.

Mis hijos son guapos, el mayor sale a su madre y el menor es parecido a mi, tiene mi pelo rubio oscuro, mis ojos castaños y mis labios gruesos, su pareja, Thomas era un alemán muy atractivo, alto también, nosotros estamos en el uno ochenta y seis, pelo castaño, ojos verdes, un cuerpo que se veía cuidado, tenía treinta y cinco años, diez mas que mi hijo, vivía en la isla desde pequeño y era empresario de hostelería, poseía varios pubs, durante la cena estuvo encantador, un tipo simpático y alegre, no me extrañaba que mi hijo se hubiera enamorado.

Cuando abandonamos la casa mi ex, mi hijo mayor y su esposa se fueron juntos a su hotel, yo no tenía sueño así que busqué la zona de bares de ambiente, tenía ganas de comerme una buena polla.

Entre en el local que me aconsejaban en Internet, estaba ambientado, me apoyé en la barra y pedí un vodka con tónica.

-¡hola, me llamo Ubay!¿y tú?

-Encantado Ubay, soy Einar.

-¿me invitas a una copa?

-claro que sí – le hice una señal al camarero.

-eres muy guapo Einar.

-gracias, tú también.

Era verdad, era joven, veintipocos años, moreno de ojos verdes, un poco mas bajo que yo, muy guapo, algo amanerado, no era mi tipo la verdad, a mi me gustan los osos maduros que me dominen y me pongan el culo como la bandera de Japón pero era un caramelito aquel chico y yo que estaba caliente como la perra que soy después de casi dos meses sin follar me disponía a comérmelo.

-¿dónde podemos ir para estar mas tranquilos Ubay?

-Aquí hay reservados, ¿Quieres que te gestione uno? no son muy caros.

-Está bien – el polvo me iba a costar una pasta pero qué carajo, me lo podía permitir.

-¿te importaría que nos acompañe mi amigo Airam? – me señaló a un joven muy parecido a él que bailaba en la pista y nos miraba.

-¿por qué no? – me encogí de hombros.

El camarero dejó sobre la mesa del reservado una cubitera con champán y dos copas, dejó también una botella de vodka, ocho tónicas y otra cubitera con hielo y se marchó, Ubay me preparó un combinado, abrió la botella de champán, sirvió una copa para el y otra para su amigo y brindamos.

-vamos a pasárnoslo bien.

Yo estaba sentado en el sofá, mirándolos, mi pene estaba duro como una piedra, ambos bailaban, se habían ido desnudando al ritmo de la música y ahora, con un tanga por toda vestimenta, sus cuerpos, jóvenes, perfectos, sudados, se movían con sensualidad mientras se acariciaban y se besaban.

Ubay vino y se sentó a mi lado, su amigo continuaba bailando, nuestras bocas se encontraron y nuestras lenguas se cruzaron mientras me abría la camisa, acarició mi pecho, mordió y chupó mis pezones arrancandome gemidos de placer y dolor a la vez, me desabrochó el cinturón y el botón, me bajó la cremallera y me sacó el pantalón dejándome desnudo de cintura para abajo, mi polla enhiesta le saltó a la cara.

-¡vaya cariño!

Agarró mis cojones y se la metió en la boca, su cabeza subía y bajaba chupándomela, se la sacaba, lamia mis huevos, se los metía en la boca, jugaba con ellos, subía por el tronco, jugaba con mi frenillo y se volvía a meter mi cipote en la boca mamando como su fuera un pezón.

-¡joder maricón!

Levantó la cabeza y me miró, se sirvió una copa de champán, tomó un sorbo y con el en la boca se metió mi polla y comenzó a jugar, el champán estaba helado, la sensación de las burbujas en mi glande junto con la velocidad de su lengua…

-¡diosss! ¡me voy a correrrr!

Le agarré la cabeza y me corrí en su boca, le largue una buena cantidad de lefa que el se tragó junto con el champán.

-¡joder Ubay!

Se incorporó, se quitó el tanga, su polla quedó al aire, una preciosidad del tamaño de la mía aproximadamente, la tenía delante de mí, la agarré y me la metí en la boca colocándola en forma de o, de esa manera la apretaba por igual por todos lados, moví mi cabeza adelante y atrás metiendo y sacando su miembro de mi boca un poco al principio para ir introduciéndomelo más a cada golpe que daba hasta que conseguí tragármela entera y mis labios tocaron sus cojones.

-¡hay cabrón!¡hay que rico!

Su polla estaba llena de mi saliva, la saqué y con mi mano la masajeé pajeandolo suavemente, volví a meterme el cabezón en la boca, lo rodeé con mi lengua, chupé aquel nabo mientras agarraba sus huevos.

-¡ostias Airam, el pureta sabe comerse una cuca!

Me empujó hacia atrás por los hombros, no se de donde sacó el bote de lubricante pero me puso en la polla y luego se puso él en su culo, se colocó a horcajadas sobre mi, agarró mi polla y la dirigió a su ojete.

-¡oooh! – lanzó un quejido cuando su esfínter dejó paso a mi miembro, siguió apretando hasta que se lo metió hasta los huevos.

-¡Siii pureta!, ¡que rico!

Besó mi boca, metió su lengua y yo la chupé y mordí mientras agarraba sus nalgas, comenzó a moverse adelante y atrás, su polla se restregaba con mi vientre.

-¡ay ay si!, ¡ay pureta!, ¡ay que rico!

-¡ay que culo tienes zorra! ¡como traga el cabrón!

-¡siii! ¡mi coñito pureta! ¡ay, ayyy!

-¡si, tu coñito puta, tu coñooo!

-¡ay pureta que me corro, me corrooo!

-¡si zorra, siii!

Eyaculó sobre mi vientre y mi pecho, yo le llené el culo de lefa, él recogió con su lengua la suya que yo tenía sobre mí y dándome un beso me la traspasó.

-pedazo de polvo pureta.

-¡te has follado a mi novio, cabrón, y ahora voy a darte por el culo yo a tí!

Me había olvidado de Airam, el otro joven, y ahora estaba allí, delante de mí, con un cuerpo que parecía la estatua de un dios griego y una polla bastante mayor que la mía, me agarró y tiró hasta que mi culo quedó al borde del sofá, levantó mis piernas dejando mi esfínter descubierto y me dio un lengüetazo.

-¡joderrr!

Sabía lo que hacía, me follaba mi ojete con su lengua, lamia y chupaba, mordía mis nalgas, chupaba mis cojones y volvía con esa maravilla de lengua a mi agujero abriéndome y ensalivandome, preparándome para meterme su polla mientras yo no sabía si quería que me la clavara ya hasta los huevos o siguiera con aquella lengua que me estaba volviendo loco.

-¡hijo de puta! ¡como me tienes cabrón! ¡ay como me tienes!

-¡puto viejo marica!, me has puesto los cuernos con mi novio y ahora te voy a reventar el culo.

Mi ojete palpitaba lleno de saliva pidiendo polla, aquel tipo puso la punta contra él y apretó venciendo con facilidad la resistencia de mi esfinter.

-¡ay! ten cuidado, despacio.

-despacio y una polla maricón, este culo se ha tragado más cucas que todos los maricas que hay ahí fuera juntos.

Dio un golpe de caderas y me metió el cipote hasta los huevos.

-¡plaf!

-¡ayyy! ¡mi culooo! ¡hijo de puta!

Cogió ritmo, metía y sacaba su polla con fuerza, me agarraba por las piernas y a la vez que empujaba tiraba de mi.

-¡ay! ¡ay! ¡ay cabrón! ¡ay mi culo, mi culooo!

-¡ay que gusto! ¡ay! ¡que me muero! ¡ay!

-no te mueres maricón, ¿te gusta eh? ¿te gusta mi polla?

-¡siii! ¡ay que polla! ¡ay que me meo! ¡me meooo!

Pero no me meaba, era el orgasmo que me venía, me nacía en el vientre, me subía por el pecho y me explotaba en la cabeza haciéndome eyacular un torrente de semen y quedando casi inconsciente mientras aquel puto salvaje continuaba embistiendo mi pobre culo.

-¡ay! ¡ay!

-¡por favor, por favor! – yo sollozaba, no sabía si había tenido un solo orgasmo largo e intenso o varios seguidos, solo sabía que aquel chaval me estaba follando como muy pocos me habían dado por el culo hasta ahora.

-¡me corro maricón! ¡me corro!

Dio un golpe de riñones y metió su polla hasta los huevos, noté en mi dolorido esfínter sus contracciones al correrse.

Estuvo sobre mí hasta que se polla empezó a perder vigor, la sacó de mi culo y un chorro de lefa salió de él, me lo notaba abierto como un coño, como se te queda cuando te meten un rabo como aquél, con ese resquemor que te deja una buena follada.

Todavía me tomé una copa, después me marché dejándoles el reservado, llevaba el culo satisfecho y cuatrocientos euros menos en la cartera, merecieron la pena.

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