Me despertó el timbre de la casa de mi madre, acudí a la puerta modorro, cuando asomándose por la ventana vi por primera vez el rostro de Roselita.
-Pero qué pasa Roselita? te he estado esperando desde la mañana, mira estas horas de llegar.
-Perdón primo, lo que pasa es que el transporte se retrasó por el tráfico. Y no le pude avisar a mi tía porque el móvil se me cayó a la tasa del baño, soy un desastre.
-Pero Roselita, mi madre ha estado toda preocupada, deja te ayudo con las maletas.
Yo sólo había visto a Roselita por fotos de redes sociales.
Era diminuta, me llegaba apenas al pecho, de no ser por su melena rizada y perfectamente confeccionada, casi como un afro.
Su tono de piel castaña, clara pero algo apenas dorada.
Muy risueña y graciosa.
Pero con el sueño que tenía de recién que me desperté, no pude percatarme más de toda su figura.
Me pidió entrar al WC y yo decidí irme de nuevo a la cama, realmente estaba cansado.
-Joder Roselita! ahora este susto!
-¡Ya despierta que se nos hace tarde para el teatro!
Roselita se tiró a la cama y de rebote me despertó.
Veía su cara más cerca de la mía.
Roselita y yo nos habíamos intercambiado mensajes por años.
Roselita y yo ya habíamos establecido una relación algo íntima por mensajes, pero nada más.
Su visita y tenerla por primera vez en persona era algo nuevo para ambos.
-Primo estás muy alto, y majo, te ves mejor en persona que en las fotos.
Roselita acababa de cumplir 19 y yo a mis 30 y con mi altura Roselita parecía mi hija.
Roseilta tenía planeado que fuéramos al teatro juntos.
Al final mi semana estaba dedicada a recibirla porque mi madre estaba de viaje.
Entonces, no tenía nada mejor que hacer en ese momento, ya que yo estaba de vacaciones.
Roselita no podía pagar unos mejores asientos por su sueldo de su primer trabajo, por lo tanto estábamos hasta gayola.
Cuando fuimos subiendo las escaleras, que eran lo único iluminado de ese teatro, pude percatarme de algo hermoso.
El culo de Roselita.
-Roselita que no sabía que ibas al gimnasio…
Roselita comenzó a reirse, y preguntó:
-¿Por qué lo dices?
Yo bien descarado y aprovechando que estábamos a solas le dije:
-Pues ve esas tremendas nalgas que tengo en frente, si no fuera por el pantalón, ya te habría dado un resfriado…
Roselita cagada de la risa no supo qué decir… cuando de pronto, no vi a Roselita.
Puto teatro estaba a obscuras, hice a sacar mi móvil y…
Lo había dejado en casa por lo que tuve que usar mis manos para orientarme en aquella obscuridad total.
-Roselita! Roselita! Joder que esto es un puto panteón… AY! Joder!
-AY!
-Ostias me caigo! Perdona, Roselita? estás bien?
Roselita se estaba amarrando las agujetas de sus zapatos, con el culo parado y sin querer choqué con ella empujándola al piso, cuando caímos sin querer me quedé con una de sus tetas en las manos.
-Jajaja
Roselita sólo se reía…
-Pero qué coño Roselita! Estás viendo que aquí no hay luz y se te ocurre obstruir el camino.
-AY ya enojón, lo bueno es que no me lastimé, si no te acusaría con mi tía.
Fue en ese momento de gloria que me percaté de la perfección del cuerpo natural de Roselita.
Así es, los genes de mi prima estaban totalmente en armonía.
Sostuve por un momento su cadera para levantarla y deslicé mi mano por su vientre, ufff, vientre plano natural.
Aún con la remera pude sentir toda esa escultura compacta que apenas cabía en sus 1.55 metros de altura.
Caminamos tomados de la mano hacia los asientos, porque le puto teatro no tenía ni una luz encendida.
Para nuestra sorpresa, habíamos llegado antes a la función y por lo tanto el teatro todavía no estaba completamente encendido.
Empezada la obra, bastante aburrida, Roselita se durmió en mi hombro.
Me di cuenta porque Roselita quizo acomodarse y levantó el reposa brazos para quedar en mi regazo.
Yo no entendía si estaba cansada del viaje, o solamente es que la obra estaba realmente aburrida.
Éramos dos almas en Gayola, todas las demás personas estaban a un par de zonas adelante de nosotros.
Creo que nadie se había percatado de nosotros hasta arriba.
Roselita puso su tierna cara entre mis piernas, y yo hice lo inevitable…
Acaricié su melena rizada.
Misma melena que me recordó la primera vez que me hicieron una mamada.
Una mina que también tenía el cabello rizado como Roselita, yo recuerdo que metía mis dedos para empujar su cabeza mientras mi pene llegaba al fondo de su garganta.
Por lo tanto tener mis dedos entre los cabellos de Roselita ocasionó que mi pene se endureciera poco a poco al visualizar ese recuerdo.
Parecía que Roselita lo sentía porque mientras más duro, más se movía, como si supiera que tenía mi pene en sus mejillas.
Puse mi mano en su cadera y descubrí que la remera se le había levantado un poco, y puse mis manos en su vientre.
Los vientres planos son una debilidad que tengo.
Cuando Roselita sintió mi mano ahí, dibujó una sonrisa en su rostro.
No lo pude evitar, comencé a acariciar su vientre y ella se puso boca arriba.
Podía sentir su ombligo.
Y mi mano sólo quería deslizarse por toda la planez de su vientre perfectamente tallado como si fuera mármol.
No pude evitar deslizar mis dedos por dentro del elástico del pantalón de algodón.
Pude sentir los vellos del vientre de Roselita, y no podía adivinar si traía depilado brasileño o toda la Amazonia cubriendo su vagina.
Roselita no decía nada.
Sólo sonreía como cuando uno ve a una bebé durmiendo.
Comencé a deslizar mi mano sobre su vientre y realicé mi siguiente descubrimiento.
Roselita no traía sostén.
Sus tetas eran firmes, como dos pelotas de beisbol casi perfectamente redondas.
Rosé la base de sus senos y vi cómo Roselita se mordía los labios.
Mi pene levantaba la cabeza de Roselita.
Vi cómo ella sonrió más y puso su mano como si fuera almohada atrás de su melena, justo donde estaba mi pene que quería romper el pantalón.
Sus pezones ya estaban duros y los comencé a acariciar suavemente.
Por su tono de piel asumí que la coloración de sus pezones era más clara, por lo cual en mi experiencia las mujeres con pezones de tonalidad claros son más sensibles, entonces yo los acariciaba muy lentamente.
Y al parecer, funcionó.
Roselita lo estaba disfrutando, parecía que ella había planeado que fuera así porque la puta obra no entretenía a nadie.
Le levanté la remera y me agaché a chuparle las tetas.
¡Qué ricas tetas!
Nos besamos y fue ahí cuando me susurró:
"Ansiaba este momento, y ahora quiero mamarte la verga"
Me saqué el pene que se asomó a un costado de su cara.
Ella giró su cuello 90 grados hacia la derecha y ahí estaba mi pene, la cabeza deseando ser besada.
Ella lamió y lamió hasta que se la metió a la boca.
Yo para esto ya tenía mis dedos en su vagina.
Su clítoris estaba respondiendo y a ratos sentía como vibraba de lo excitada que estaba.
Era de esperarse que ya estaba muy humedecida.
Recordé mi primera mamada de la vida y me transformé.
Empujé las piernas de Roselita al piso.
Y nunca soltó mi verga.
Yo estaba viendo la aburrida obra con una mamada controlando los movimientos de Roselita con su melena.
Yo no podía creer que esta era la primera vez que Roselita hacía una mamada.
Jalé su cabellera hacia arriba y la volví a besar.
Y me dijo, "no es la primera verga que chupo, pero si es la primera verga que quiero que entre a mi vagina"
Roselita no tenía idea de lo que dijo…
Para mi suerte, el teatro seguía a obscuras.
Entonces me levanté y la llevé a la orilla de las butacas, yo con la verga de fuera y ella con las tetas al aire.
Nadie se dio cuenta.
Sentía que ahí podíamos tener más intimidad, ya que era una esquina, y usualmente las esquinas son las menos iluminadas.
Empiné a Roselita hacia abajo.
Le bajé el pantalón.
¡Qué culo más perfecto!
Se lo empecé a lamer, nunca había sentido unas nalgas tan firmes y compactas.
Me senté en la butaca y jalé a Roselita hacia atrás.
Su vagina estaba lista, y muy pequeña y ajustada, pero completamente mojada se deslizó a la perfección por todo el contorno venudo y carnudo de mi pene.
En ese momento puse mi mano sobre su boca para evitar que gritara.
Si lo hizo pero tuve que apretar mi mano sofocando el grito.
Roselita se movía como toda una puta.
Había nacido para eso.
O bien había visto mucho porno para practicar.
No sé, yo sólo le sostenía una teta con la mano izquierda y con la mano derecha la boca.
Cuando Roselita dejó de gritar, ella misma se tapaba la boca, lo cual hizo que yo pudiera jalar de su melena hacia atrás.
Para que ella formara el arco perfecto…
El arco del triunfo.
Me estaba cogiendo a mi prima de 19 años en un Teatro viejo y obscuro el día que la conocí en persona.
Y se quedó una semana de 7 días enteros en casa, mientras mi mamá seguía de viaje…
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