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Los cambios de Rocío
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Viernes 10:10 pm.

Frente al espejo de su mueble tocador se terminaba de maquillar, un último toque de glose a sus labios y un retoque de rubor, unas últimas pasadas de rímel en sus largas pestañas y unas pasadas del peine por su cabello negro ondulado hasta los hombros, tan negro como la noche que aguardaba y prometía, tan negro como aquel día y su corazón se volvió a estremecer, a sentir dolor y se dio cuenta que ya no era dolor si no solo el recuerdo de ese dolor y los recuerdos y malos pensamientos hay que espantarlos como si fueran moscas en cuanto las oímos zumbar.

Respiro profundo, se incorporó y camino hacia el otro lado de su habitación, el ruido de sus sandalias también negras con 10 centímetros de tacón con cintillas que se cruzaban en su empeine y terminaban alrededor de su tobillo, una cadenita plateada colgaba del broche, sus pasos sonaban al compás de un metrónomo de sensualidad. Llegó y se observó en el espejo de cuerpo completo que estaba al lado del clóset y la imagen que este le devolvió le fascinó, un portento de mujer, caderas anchas, piernas largas y torneadas y un culazo que se contoneaba provocadoramente natural al caminar, vestía una blusa blanca sin mangas con un listón que nacía del escote y se anudaba atrás de su cuello y dejaba su espalda medio desnuda, no se había puesto sujetador pues la blusa tenía unas almohadillas para sustituirlos y así evitar que se transparentaran los pezones, su período estaba por llegar y eso se notaba en sus senos que se ponían más duros y hasta parecía que más grandes, se pasó ambas manos por ellos y un cosquilleo en su bajo vientre le dio cuenta de lo excitada que estaba, un pantalón negro de mezclilla súper entallado que se adhería a sus largas piernas y remataban en un culo espectacular ayudado por los tacones y sus anchas caderas, con el completaba su atuendo.

La noche prometía, era su primer cita en dos años, desde que se separó, sabía a lo que iba, ni para qué engañarse, Álvaro su jefe, le había invitado a cenar con motivo de celebrar que logró vender el departamento de casi 2 millones a ese chaval hijo de un matrimonio de empresarios dueño de una famosa cadena de restaurantes de San Luis pues este se quería mudar cuanto antes a vivir con su pareja, otro chaval que cursaba la misma universidad que él y ambos estaban por terminar sus carreras y quería que cuando la bomba estallase, cuando sus papas se enteraran que era gay él ya tuviera a dónde ir a vivir su vida.

Álvaro, un hombre viudo con 2 hijos ya mayores y abuelo por parte de uno de ellos se había dedicado de lleno a los bienes raíces, era casi 10 años mayor que ella, pero era un hombre muy atractivo, quizá fue el parecido de Rocío con su difunta esposa lo que lo hizo que se obsesionará se podría decir que enfermizamente con ella.

Desde que entró a trabajar a la inmobiliaria no dejó ni un día de alagarla, de decirle lo bien que olía su cabello o su perfume o lo bien que se veía con tacones, este era según parecía un fetiche que el hombre tenía, él también le agradaba a ella, su barba de candado que ya pintaba algunas canas, su ancha espalda, sus manos grandes y suaves, su voz gruesa, autoritaria pero no agresiva y los comentarios un poco alzados de tono que de vez en cuando le hacía también le gustaban, le ponían cachonda aunque en el momento no lo reconociera, recordó un día en que cruzaron la plaza comercial para salir a la otra avenida cuando al pasar frente a un local de lencería vieron un modelo de babydoll de encaje negro con una tanga de un diminuto triangulito que hacía necesario que la mujer que se lo pusiera tuviera esa zona totalmente depilada, también tenía un liguero con medias también negras, el maniquí que lo modelaba se parecía tanto a ella…

-Rocío, mira, ya viste que el maniquí se parece a ti ja ja, uff madre mía como te verás con uno de esos, si aceptaras un día por fin salir conmigo llenaría tu clóset de conjuntos como ese, proyéctate, así te verías de hermosa, de sensual y también llenaría tu estantería de zapatos como los que no dejabas de mirar hace rato en el local de aquí atrás, los de plataforma con cierre en el empeine, para que los uses cada vez que estés conmigo-

Esa era ya una apuesta fuerte por parte de él ya no se guardaba nada sobre sus intenciones para con ella, se la quería encamar he iba por todas…

Ella no decía nada, solo soltaba una nerviosa pero sutil carcajada y negaba con la cabeza mientras en su pensamiento se repetía la frase: "yo también quiero, también quiero verme así para ti…"

Y recordó que esa noche apenas estuvo en su cuarto, en su cama y bajo sus sábanas se masturbo pensando en él y tuvo uno de los orgasmos más intensos que recordaba, se imaginó en el sofá de vinypiel negro de la oficina vistiendo ese conjunto que habían visto y siendo penetrada en todas las posiciones posibles, esa noche probo por primera vez introducirse dos dedos mientras su otra mano pellizcaba con tanta fuerza sus pezones que al día siguiente le escocían como si se los hubiera frotado con una lija, considero también por primera vez depilarse, o, mínimo, recortarse el bello lo más que pudiera…

-Uff, ahh, mmm, ahh, diosss… siiii… que rico!!

Su imaginación volaba, se imaginó de rodillas, chupándosela y preguntándose de que tamaño la tendrá, gruesa, larga? mientras él la tomaba suavemente de la nuca, controlando el ritmo y profundidad de la mamada, ella montada bajando y subiendo mientras él le comía los pechos, en 4 recibiendo sus embistes mientras, ella con la cabeza gacha observaba como era cogida, como su verga entraba y salía de su coño al tiempo que con su mano se frotaba el clítoris ,él haciéndole un oral con su barba raspando su depilada piel mientras hacía maravillas con su lengua recorriendo la distancia del ano a su clítoris ida y vuelta una y otra vez y al final, el inevitable estallido de la sesión masturbatoria de esa noche, incluso se llevó esos mismos dedos que antes hurgaban en su coño a la boca, lamiéndolos lento como si tuvieran mermelada de fresa y no sus propios fluidos, que guarra debió haberse visto, sin embargo no se reprochó, pues lo que pasa bajo las sábanas se queda bajo las sábanas…

Esa noche era la noche, y fue cuando el sonido de un claxon fuera de su casa interrumpió la contemplación de esa mujer en el espejo que tomó la decisión que a partir de ese día ella tomaría más protagonismo en su vida, sonrió para sí misma tomó su bolso, su chaqueta, sus llaves y salió de casa…

Sábado 3:33 am

La cena transcurrió normal, le habló de su nieto y que su esposa alcanzó a estar con él el primer añito, cuando ella le preguntaba el motivo del deceso él siempre le salía con otro tema, en general la charla fue amena, hacía bromas y rieron, pero la tensión sexual se podía cortar con un cuchillo, las copas hicieron su trabajo, ni siquiera tocaron sus postres y por fin llegó el momento, al apurar el último trago le pidió que fueran a su departamento a "continuar la velada", se levantó el primero y fue al lugar de ella a retirar su silla y al poner su chaqueta sobre sus hombros desnudos se acercó a su oído y le susurro "estás realmente bella hoy No… no sabes cuanto espere este momento"

-espera, me ibas a decir Nora?, recuerdo que me dijiste que así se llamaba tu esposa he, no mientas

-si así se llamaba, pero no, no como crees, anda, vamos…

Ella boca abajo, con su mano fuera de la cama jugando con las llaves que estaban tiradas en la alfombra, la ropa de ambos desperdigada por la habitación, el envoltorio del preservativo tirado muy cerca de donde habían quedado sus zapatos que con sutileza le quito, besando sus pies en el proceso pasando su lengua por el arco, besando su empeine, primero uno y luego otro aspirando el aroma a crema humectante, fetichismo puro, después de eso todo fue diferente, ahora estaba mirando a la nada, desnuda, con la sábana blanca delineando su silueta y el silencio solo interrumpido por los tenues ronquidos de él, la sabana solo le cubría el área genital, estaba boca arriba con un brazo por encima de su cabeza, ella se preguntaba en qué momento cambió él tanto, fue brusco, violento, dominante, se sintió usada, no hubo romanticismo sólo sexo puro y duro, pero algo muy dentro de ella, en esos abismos insondables de la mente, le decía que le había gustado, lo había disfrutado y cuando una lágrima estuvo a punto de brotar, se revolvió en la cama con brusquedad, apartó de él la sabana que cubría su pene y se volvió a maravillar por su tamaño, era el segundo que probaba en su vida aparte del de su todavía marido, se lo empezó a chupar, a ponerlo a tono, el, sorprendido, no daba crédito…

-qué diablos Rocío, no tuviste suficiente??

-shhh, silencio cabron, que ahora es mi turno, ya me cogiste como quisiste, ahora voy yo

Y cuando se le monto encima y apuntó su verga a la entrada de su coño, llevó las manos de él a sus pechos y con un movimiento de cabeza hecho su cabello hacia un lado miró al techo y dijo en tono bajo pero audible para el:

-Sonia, Adrián esto es culpa suya, pero gracias hijos de puta

-espera, quienes?

No hubo respuesta, sólo se dejó caer de lleno enterrándose la verga hasta el fondo y un alarido de placer salió de ambos rompiendo la madrugada en dos, retumbando en el Olimpo y en el último círculo del infierno…

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