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Poliamor con mi novia y una hotwife
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Tiempo de lectura: 27 minutos

Tríos, cuartetos, fiestas lujuriosas, amor y sexo, todo ello se llevará a cabo en aquella casa gracias a ciertos condimentos en acción. ¿Prevalecerá el amor o el deseo libertino por romper las reglas?

Voy camino a encontrarme con Caterina, la mujer de la que estoy enamorado desde la primera vez que la vi hasta ahora. Quedamos en que la cita iba a ser en un restaurante de la costanera, de esos que tienen una excelente vista hacia la costa del país vecino. Debía ser especial, hace meses que no la veía, teníamos muchas cosas que contarnos. Y es que tuvimos dificultades en la relación, la última vez que la vi antes de separarnos habíamos hecho un trío, uno fallido para mí. La cosa se había desmadrado, el colega que ella eligió no paró de seducirla hasta ponerla cachondísima, y cuando fueron para la cama a darse el lote no se cortaron un pelo, estaban desacatados. Los gritos, gruñidos y el ruidazo que hacía la cama por la frenética faena no pasó desapercibido para los vecinos. Una de las vecinas, señora mayor ya, golpeaba la puerta y con ella otros tres vecinos más se sumaron en señal de protesta. Un desastre. Tuvimos que cortar el rollo ahí mismo por temor a que nos denuncien o algo. En efecto, el dueño del edificio de apartamentos donde alquilaba Caterina se apareció al otro día, se habían quejado de ruidos excesivamente molestos y tuvo que echarla. Ella fue una excelente inquilina durante toda su estadía, y debió abandonar su bonito hogar por culpa de una noche de desenfreno, ¡qué mala suerte!

Tras el bochorno, Caterina me dijo que quería darse un tiempo, separarse, vivir nuevas experiencias y luego reencontrarnos para ver cómo nos fue. Desde hace mucho que estábamos juntos y yo, en cuestión de sexo, no era lo suficientemente experimentado para ella, justamente es por eso que surgió de su parte lo de realizar un trío para ver si eso salvaba las cosas, pero veis que fue cualquier cosa ello. La seducción que ambos se realizaban mutuamente me incomodaba, no sabía qué pensar o cómo actuar y eso no me molaba mucho. Verla a ella siempre es excitante, y así me sentía cuando me seducía, pero al verla comiéndose otra polla o cuando el colega le daba de cuatro, sólo pensaba en que yo no aguantaría ese ritmo como ellos. Tenía que hacer algo para mejorar o la perdería.

Sentí mucha vergüenza luego de aquel fatídico día, mi hermosa novia cortó la relación porque no era muy bueno follando, y no penséis que es porque no he estado con muchas chicas, yo soy un tío guapo, carilindo, imaginaos al actor Chris Hemsworth pero más joven, sin la barba y sin el cuerpo excesivamente trabajado, que no tengo tanto tiempo para matarme en el gimnasio como el colega ese. De hecho, mi nombre es Cristian pero todos me llaman "Chris", pronunciado en inglés, por el parecido. En el instituto he tenido muchas novias y de las más lindas. En la universidad también, fue allí donde conocí a Caterina, mi bella Caty, y luego se convirtió en la única. Lo que sucede es que, con mis anteriores relaciones, las tías se me tiraban encima y me hacían lo que querían, no había necesidad de que hiciera nada, pero Caty no buscaba pasividad, quería que fuera el activo, el que la poseyera y le diera cuantos orgasmos aguante su cuerpo, ¡y madre mía lo difícil que resultaba para mí!

Ella había llegado unos minutos antes, me estaba esperando en la entrada. Llevaba el cabello suelto con algunas trenzas y una banda que recogía los mechones de adelante. La añoranza que me vino al verla sonreírme, con la brisa y el atardecer de fondo, me hacía sentir todo el peso del tiempo sin haber estado con ella.

—Oh por dios Caty, pero si estás aún más guapetona que la última vez que te vi —le dije una vez que tomamos asiento en nuestra mesa reservada en aquel local.

—Aay, vos también, hasta cambiaste de perfume y todo mmm… ¿Qué más cambiaste en estos meses?

—Uff —me río—. Caty, tenemos un chorro de cosas que contarnos, si es que no me aguanto las ganas, quiero saber todo lo que has hecho.

—Bueno tenemos para rato entonces, yo también quiero saber en qué andabas vos. —Suspiró de la nostalgia—. Ay Chris, no sabía cuánto extrañaba esto.

—Yo igual. —Estiré mis brazos sobre la mesa y ella hizo lo mismo.

Tomados de las manos, nos miramos con ojos alegres y brillosos. Las bebidas que pedimos llegaron en ese momento, nos soltamos y tras unos sorbos ella empezó:

—Conocí a una chica re genia, Ximena se llama, y me presentó a su amiga Valentina, una mina hermosa con unos ojos azules espectaculares. Pegamos muy buena onda y salimos unas pares de veces al boliche con su grupo. La pasamos muy bien, te juro que nunca me había divertido tanto en un boliche.

—Oh wow, te has hecho de un nuevo grupo de amigas, que guay.

—¡Zii! Tenés que conocerlas, te vas a llevar bien con ellas, son unas minas re jodonas. Valentina es un mujerón, nunca vi a una mina tan potra como ella.

—Se nota que la admiras mucho a la tal Valen.

—Es que, esa chica despierta cosas nuevas en mí, no sabés.

—¡Ala!

—Te juro, nunca antes me pasó pero por esa mina me vuelvo bi.

Yo me río de la sorpresa, de verdad hablaba con tanta pasión. Menos mal que dijo "bi", si no me he cagao.

—Mirá. —Me enseña en su móvil unas fotos, la tal Valentina era realmente bella, al igual que Ximena, pero no me gustaban más que ella.

—Había visto esas fotos ya en tu insta.

—¿Ah sí? —Me mira con picardía—. Con que me estuviste stalkeando.

—Pues tenía curiosidad… —Me río. Honestamente no podía pasar más de dos días sin ver una foto de ella, se había vuelto una obsesión.

—Y vos, ¿qué onda, anduviste con muchas guachitas?

Asiento mientras le doy unos sorbos más a mi bebida

—¿Ah sii? —continúa—, ¿alguna en especial que me quieras comentar?

—Ajam, conocí a una tal Kimberly.

—¿Kimberly, como la Power Ranger rosa?

—¿La… Power Ranger? Por dios, qué vieja estás —bromeo.

—¡Ay callate! Es super conocida la Kimberly, guacho. —Nos reímos un rato.

—Yo diría más como Kim Kardashian.

—Uy, ¿es morocha?

—Nono, es rubia.

—¿Y entonces qué tiene de Kim Kardashian, boludo? —Nos volvemos a carcajear, cómo extrañaba esto.

—Lo digo por lo coqueta.

—Uyuyui, contá contá.

—La conocí en una discoteca de pijos, me pareció muy maja, y fijate que fuimos a una playa liberal y todo.

—¿Una playa liberal, what? Había escuchado que hay acá clubs de strippers, clubs swingers y eso pero playa liberal…

—Es como una playa nudista pero puedes follar si quieres.

—Ay Chriiis, y vos qué hacías ahí.

—Me invitó ella.

—¿Y anda por esos lugares? A ver, ¿me mostras una foto de ella? Debés tener seguro.

Le paso el móvil con una foto que le tomé antes de ir para la playa, posando divertida y luciendo un bikini brazilian boyshort rojo con negro.

—¡Ay por favor, pero qué buena que está!

—Dios, Caty —me río.

—No, si te digo que me vine re lesbi. ¿Tenés otra foto? —Le muestro una selfie donde resaltan sus ojos verdes y otra de su Instagram—. Es muy linda, me gustaría conocerla.

—¿De verdad?

—Sii, parece una persona muy interesante.

—Pero si te he contado muy poco de ella.

—Me contaste que va a playas liberales, eso solo ya es lo más loco que escuché en mucho tiempo. —Se carcajea.

—Bueno Caty, me encantaría organizar una cita entre los tres.

—¿Es piola?

—Claro, hace muchas bromas con doble sentido y siempre va de buen rollete.

—De una.

Quedamos unos segundos en silencio.

—Y… ¿has hecho algo más? —sigo.

—No —me dice suspirando con las manos apoyadas en las mejillas—, ¿y vos?

—Tampoco. —Imito su gesto—. ¿Te has enamorado de alguien más? —pregunto con algo de miedo.

—No, ¿y vos?

Suspiro aliviado tras oír esa respuesta.

—Yo tampoco, hermosa.

—¿No te enamoraste de esa chica?

—No es lo mismo, de ti estoy enamorado desde hace varios años.

Ella me sonríe. La comida había llegado. Seguimos charlando de otras cosas. Caty es una mujer muy especial para mí, una excelente compañía: me divertía cuando estaba aburrido, me hacía reflexionar cuando estaba perdido, y me ha puesto palote mogollón de veces.

La cita había finalizado, ella tenía otras obligaciones que hacer y nos tuvimos que separar. Realmente quería con todas mis ansias ir con ella a la cama y hacerle el amor como nunca antes, demostrarle que he aprendido a complacer a una dama. La experiencia del trío me había marcado y, durante nuestra separación, he salido con varias chicas con el fin de mejorar mi performance sexual, sostener la erección por más tiempo, moverme con experticia, todas cosas que me costaban con Caterina porque me hacía poner como burro. En cambio, con esas otras mujeres me era más accesible el entrenamiento porque no me ponía a mil como con ella. Me ha venido bien distanciarme, ahora lo único que me importaba era volver a estar con ella, provocarle orgasmos a cascoporro y recuperarla. Aunque a decir verdad, también me ha costado aguantar con Kim, esa mujer es muy candente, era notorio el esfuerzo que debía hacer para seguirle el ritmo, y creo que lo logré.

Por otro lado, cada vez entendía más a Caty y del porqué admiraba tanto a mujeres como la tal Valentina o su repentino interés por Kim. Cuando estábamos juntos, siempre me comentaba sobre alguna aventura nueva que le habían contado en chismorreos sobre sus compañeras del trabajo, o ex compañeras del instituto; ya sabéis: tríos, relaciones esporádicas en lugares poco convencionales, lésbicos, que le han montado los cuernos a la pareja o hasta auténticas orgías. Ella los comentaba con sorpresa, "¿cómo una mina se anima a hacer eso?" me decía. Pensaba que en su estupor había aversión por esos actos pero, con el tiempo, me dí cuenta de que era curiosidad lo que sentía, "yo quiero hacerlo también" me estaba diciendo entre líneas. Normal entonces que vea a estas dos chicas como heroínas que hacían lo que les salía del coño, que de seguro tenían un montón de amantes fijos y que esquivaban cualquier proposición de una relación convencional. Debía de asimilar que, en el caso que regresemos, la relación con Caty incluiría cada tanto algunos de esos sabores exóticos y picantes. No me agradaba mucho la idea pero podría sacarle algo de partido.

******************

Con respecto a Kim, tenía una cita con ella dentro de unos días. Esa mujer me ha cautivado de extraña manera, aunque para mí era difícil comprender sus deseos ya que ella daba muchos rodeos. Nosotros tenemos una relación de follamigos, pero ese día en la playa la cosa se volvió algo turbia. Por alguna razón, se le antojó jugar a que éramos "novios" ante dos compinches de ella, para luego irse a follar con ambos dejándome a mí como un bobo "cornudo". Realmente no entendía sus intenciones.

Nos citamos en un pub, de esos que ponen música pachanguera a tope y que suelen asistir muchos universitarios. Charlamos de un montón de cosas. Luego de varios tragos, los temas picantes salían a la superficie, ambos estábamos risueños.

—Kimi, ¿tú eres bi?, ¿te va ese rollo?

—¿Por qué, me querés presentar a una chica? Awowow.

Me escondo detrás de mi copa con una sonrisita, era tal cual, se me había adelantado.

—No es cualquier chica, es Caterina, te quiere conocer.

—¿Posta? —dijo sorprendida.

—Ujum, hace poco me volví a ver con ella y charlamos sobre lo que estuvimos haciendo estos meses. Le comenté que te conocí.

—Ah, quiere agarrarme de los pelos entonces. —Se ríe.

—Nono, es en plan de chill, a ella le da mucha curiosidad chicas como tú.

—Mmm, siento que se viene tijeretazo.

—¡Oye!

—¿Y por qué me preguntas si me van las dos cosas?

—Bueno okey, dejad que te explique. Caterina conoció estos meses a un grupo de chicas y parece ser que ello le ha despertado las ganas de estar con una tía…

—¡Opaa!, se viene tijeretazo, ¿te dije o no te dije? —me interrumpe.

—Espera. —No me aguanto y río con ella—. Dejadme terminar. Cuestión que a ella le mola eso de los tríos y tal, y la vez que intentamos hacer uno fue un auténtico desastre, por lo que quiero hacer otro, esta vez con una mujer, y así mato dos pájaros de un tiro: quitarme el mal sabor de boca del trío anterior y regresar con todo a la cama de Caty.

—Mmm… —me responde con semblante insinuador—, encima tu ex, o tu novia, no sé lo que son ahora pero está para darle unas pares de veces.

—Oficialmente no hemos vuelto aún. Pero, ¿eres o no?

—Por ustedes babys, sería Batman —imita al gato con botas.

Me echo unas carcajadas con esta tía, en ocasiones, no logro distinguir si sigue de coña o me está hablando de verdad.

*************

Habíamos quedado en que la reunión entre los tres se llevaría a cabo en el nuevo hogar de Caterina. Luego de que la echaran de su viejo departamento por "ruidos molestos y escandalosos", sus padres le ofrecieron una casa que tenían para alquiler. El lugar en cuestión es acogedor, una casa grande con dos habitaciones, un enorme living-comedor y hasta una modesta piscina. Invitamos a Kim a cenar, ella llegó puntual en su coche deportivo con una botella cara de champagne en sus manos.

Las chicas se llevaron tan ricamente. Se sentía extraño verlas, la mujer que ha sido mi novia con otra que fue mi amante, lo esperable para mí era que se odiaran pero se encantaban la una a la otra, no había rastros de envidia maliciosa en su interacción. Mi imaginación volaba pensando en futuros escenarios donde esto fuese mi cotidiano: llegar del curro y que me reciban en casa estas dos preciosas damas, pero de seguro me sentía así por la emoción del momento.

En un determinado punto de la tertulia, cuando ya terminamos de comer y sólo nos llenábamos lentamente con el champagne de Kim, Caty nos arremete con toda su curiosidad:

—¿Ustedes dos llegaron a ser novios?

Ella sabe que formalizar para mí es muy importante. Kim y yo nos miramos por unos segundos. Ante nuestro silencio, Caty continuó:

—Lo pregunto porque, ahora que los veo juntos, me cuesta creer que no hayan sido.

—Nosotros sólo llegamos a ser amigovios nada más —esclareció Kim.

—Yo quise, por lo menos para un mes, pero ella no quería —tuve que admitir yo.

—Si, es cierto, Chris no me iba a querer tener como novia —deja caer Kim y luego se esconde en su copa.

Caty, como era de esperar, quedó intrigada por aquel trapito al sol e inquirió:

—Pero por qué, ¿por qué no iba a querer?, si sos una grosa.

—Si Kim, explicanos a los dos —seguí yo—, porque yo tampoco entiendo.

—Bueno les confieso, yo si voy a tener un novio, o marido el día de mañana, yo quiero ser una "hotwife". Es mi deseo para papá Noel, los tres reyes magos y de año nuevo.

—¿Una… "esposa caliente"? —digo.

—¿Y qué sería eso Kim? —quiso saber Caty.

—Digamos que es una esposa coqueta —explica Kim—, o una novia despampanante que puede cojer con otros tipos con consentimiento del novio.

—Osea una onda swinger (?) —dice Caty.

—No, sólo la chica puede estar con otros, el vago le es fiel.

—Watafaq!? —respondo sin poder entender qué había dicho, pero poco a poco las piezas iban encajando en mi mente.

—Sisi, es eso. Digamos que al vago le gusta tanto la mina que sólo la quiere ver a ella y se calienta cuando coje con otros tipos.

—Uy, qué loco eso —comentó sorprendida Caty ante aquel nuevo descubrimiento del mundo libertino. Lejos de causarle estupor la revelación de Kim, se había vuelto aún más atractiva para ella.

Me dirijo a Kim para intentar comprender:

—Pero vamos a ver, cómo esperas que un chaval se quede todo quieto mientras la persona que ama folla con otros.

—Bueno Cristian, es el deseo de ella —dice Caty, seguramente intentando calmarme porque pensaba que la estaba juzgando.

—Por supuesto, no tengo problemas con ello, cada uno a su bola, sólo quiero comprender cómo podría ser real eso.

—Yo conocí a varios chicos que les gusta la onda —revela Kim.

—¿Ah sí? —se sorprende Caty, aunque yo también lo estaba—. ¿Y entonces qué pasó?

—Y… —Se agita en su asiento—. Pasa que les gustaba la onda pero a mí no me gustaban ellos, y la idea es encontrar a alguno que me parezca lindo, que lo quiera. Hasta ahora no pude encontrar a mi maridito. —Se notó algo de desilusión en su tono.

—Claro —sigo yo—, si te gusta, lo enamoras y luego le montas los cuernos.

—¡Cristian! —me reprende mi amada.

—No Caty —continua Kim—, justamente si yo sería la hotwife, al varón se le llamaría el cornudo, un cornudo consentidor.

—¿Ah sí?, qué loco. Y comentame: ¿por qué te gustaría ser una hotwife?

—Aish y por todo, para ser la estrella ante los ojos de mi maridito, que sólo exista yo para él y me adore como una musa sexual. Hay mucha fantasía en el medio, no faltaría nunca la calentura. No sé, me encanta la onda. —Sus ojos le brillaban de la ilusión.

—¡Sii! —dijo Caty empatizando con ella— Osea, en vez de tomar a una infidelidad como una traición o algo dramático, acá sería como aceptada, ¿no?.

—Claro, es como una forma de subir la temperatura, tomar esa adrenalina que genera ver a tu pareja coger con otro y convertirla en motor para más calentura, que el tipo se ponga como loco y te dé masa. Más que infidelidad, hay una cosa como de confidentes ahí que está muy buena. Pero como vos decís, la idea no es que se pongan a las trompadas y eso, sino que se exciten todos, noche de pasión, noche de lujuria.

Y sí, lo que puedo reflexionar es que lógicamente una mujer como Kim, la cual habrá recibido cientos de adulaciones por su belleza hasta el punto de haberse embriagado con ellas, quiera que su pareja le siga dando de beber aquel néctar. Muchos de los chicos con los que ella se habrá cruzado, se habrán dejado hacer lo que sea con tal de recibir alguito de la sensual dama. Por ello debe de pensar que podrá encontrar algún chaval con el cual realizar esa fantasía o fetiche.

—¿Y hace cuánto que querés ser una hotwife? —siguió Caty.

—Desde hace muchos años. Es más, yo me enteré después de que lo que quería ser se le llamaba así, investigando por internet y eso.

—Ah mirá vos, o sea que lo tenías fijo ya. ¿Y en todo este tiempo no encontraste aunque sea alguien con el que puedas hacer eso?

—Bueno… —Kim se quedó pensando unos instantes— Digamos que hay un amigo que algo del perfil tiene, pero no sé. Ya quiero tener un maridito, estoy cansada de esperar.

—Ay beba, espero que te llegue pronto, hermosa. —Se toman de las manos. Realmente habían hecho buenas migas.

Poniéndome en el lugar de ella, también me había conmovido, al fin y al cabo no dejaba de tratarse de alguien en búsqueda de su pareja ideal. Yo no tenía dudas de que Caty es el amor de mi vida, pero alguien que busca ese amor sin éxito, y lo sigue buscando sin cesar pues es un puto coñazo. Por ese lado sí la entiendo, pero es que luego están esas otras movidas suyas y allí la cosa se pone un poco chunga.

—Bueno, cambiemos un poco de tema —corta el rollo Kim—, Chris me comentó que ustedes quisieron hacer un trío, ¿cómo les fue? —Me echa una mirada cómplice.

—¡Ah sii! —dijo contenta Caty—, estuvo bueno.

—¿Ah sí?, ¿inclusive cuándo te echaron de tu departamento por ruidos molestos? —le recalco.

—No, esa parte no —se echa una carcajada que contagió a todos.

—Y comentame, ¿con quién fue? —continuó Kim llevándose la copa para darle otro trago al dulce champagne.

—Fue con mi personal trainer, pegué buena onda con él y nos volvimos amigos. Se llama Dartel.

Kim, tras oír el nombre, casi se ahoga con su trago.

—¿Dartel, de en serio?, ¿el del gimnasio del centro?

—Sisi, ese, ¿lo conocés?

—Ajá, lo conozco desde la secundaria, tuvimos varios toques.

Yo estaba atónito:

—¿Me estás diciendo que de todos los cachas que hay en esta ciudad, tú también estuviste con el colega que eligió para el trío?

—¿Cachas, qué es cachas? —pregunta Kim.

—Musculoso, fisiquito de gimnasio.

—Ah. No pero, no se trata sólo del físico, acá son contados los chicos buenos que "le saben", guiño guiño.

—¿Ah sí Kim? —Caty parecía decepcionada.

—¡Sii, no sabés! Mucho virgo. Yo por eso tengo una "agenda de chongos", con chicos que sé, de primera mano, guiño guiño, que te pueden dejar desmayada en la cama. Los conozco a todos desde hace años, y cuando pinta organizar una joda bien arriba, invito a unos pares.

—¿De en serio Kim? ¡Wow!

La fascinación de Caty ya me causaba hasta algo de gracia, parecía una niña emocionada por las grandes "hazañas" que le relataba su hermana mayor.

—Posta. Es más, justamente tengo eso para los futuros jueguitos con mi maridito. —Pone cara de diablilla.

—¡Wow Kim!, lo tenés todo fríamente calculado, qué capa.

Esta vez hasta a Kim le causó gracia.

Ya eran las dos de la mañana y todos teníamos curro dentro de unas cuantas horas, por lo que Kim y yo nos despedimos de la anfitriona. Las dos chicas intercambiaron sus móviles y estaba más que claro que se volverían a ver. Me subí a mi vehículo, que no valía ni un tercio en comparación del cochazo de Kim, y nos fuimos.

***************

Al otro día le pregunté a Caty qué le había parecido Kim y me sorprendió cómo me hablaba de ella:

—See, Kimi está muy buena, tiene un cuerpo bien equilibrado con un lindo tamaño de lolas y una cola bien firme…

Yo me reía de ella porque, mientras me comentaba, hacía gestos con las manos como si la estuviera tanteando imaginariamente. ¡Qué increíble!, tantos años con ella y recién ahora descubro este lado suyo.

Luego de aquella cena entre los tres, Kim y Caty se reunían cada que podían, aunque sea por una horita, para contarse confidencias y conocerse más la una a la otra. Yo estaba al tanto de ello porque Caty me comentaba que se veían de seguido. Por dentro mío pensaba: "¡peligro!, ¡cuidado!, cuando las mujeres se reúnen el diablo toma nota"… No no, qué va, es coña, en realidad estaba feliz de que se hayan vuelto buenas amigas y me hacía mucha ilusión volver a reunirnos.

Pasadas unas semanas, cuando ya ambas se habían cogido bastante confianza, le escribo a Kim para llevar a cabo el trío. Fuimos a casa de Caty por la tarde y le revelamos nuestro plan. Ella estaba nerviosa pero de la excitación. Sin rodeos, dimos rienda suelta a nuestras ganas, que ya no nos aguantábamos más. Pasamos de las caricias, besos y manoseos en el sofá, a llevarla cargando a su cama. Caterina iba a ser la protagonista y nosotros los encargados de hacerla gozar. Todos desnudos ya, las damas primero querían explorarse mutuamente a base de besos, mordisquitos, caricias, se abrazaban, suspiraban y no paraban de tirarse cumplidos guarros. Verlas en ese momento era un privilegio.

Las señoritas se acordaron que estaba con ellas y se acercaron, a gatas, hacia mi. Ver esas dos cabecitas jugueteando allí abajo era algo que no tenía precio, las observaba un rato y luego miraba hacia la pared, sino no aguantaba. Unos cuantos segundos nada más necesitaron para dejarme en todo mi esplendor. Llevaba unas ganas acojonantes de hacerle el amor a Caty, así que iba a por ella pero Kim me detuvo. Antes de que yo entre, ella quería comerle el chochito. "Uff, adelante" le dije. El panorama era de fotografía: a Caty se le iban vista y voz con la faena que le estaban realizando, contorsionándose de placer mientras acariciaba el cabello de su amante. Kim, con los codos y rodillas penetrando en la cama, formaba una de curvas bellísimas. Era bajar por la espalda y subir abruptamente por el arco pronunciado de las nalgas, hasta dejarse caer en las piernas. Al igual que con una vertiginosa montaña rusa, me quedaba sin aliento solo de seguir con la mirada aquel recorrido.

No aguanté más las ganas de acariciar a Kim, tenía que sentir en las palmas de mis manos toda la suavidad de su bronceada piel. El aroma a sexo y perfume que se respiraba en la habitación me estaba poseyendo. Desde la retaguardia de Kim, apoyé toda mi líbido, sosteniéndola de la cintura. Ella se balanceaba lentamente. Quería darle una probada a todo ese poder, era muy tentador, pero me absorbería de tal manera que perdería la voluntad de detenerme, y debía de reservar todas mis energías para la protagonista. De todas maneras, le di un latiguillo de gusto: tomé esas nalgas con ambas manos para luego dar varias lamidas a sus dos profundidades expuestas en aquella sexi posición. Su lenguaje corporal me informaba que le había provocado una descarga de electricidad que recorrió toda su columna, logrando que brevemente se interrumpiera su faena.

Kim sin duda tenía práctica en esto, la había hecho gozar a tal punto de estrujar las sábanas. Se apartó y me dejó espacio. Caty me daba la bienvenida de piernas abiertas, y yo pasé con el glande bañado de líquido preseminal. ¡Uff!, volvía a sentir el cálido friccionar de húmedas lenguas sobre mis carnes que, con dureza, pedían más y más. Miraba su fina terminación fusionada conmigo, junto con los curvos pliegues de las piernas que estaba sosteniendo. Su rostro me rogaba que no detuviera el motor, con esa expresión ahogada de gozo. Kim la acompañaba a un costado, estimulando aún más a la dama que parecía llegar al éxtasis. La visión era devoradora, debía cambiarla por la pared o la ventana para aguantar más todo aquel femenino espectáculo excitante.

Caty llegó a un escandaloso orgasmo, momento que aproveché para salir y descargarme en su abdomen. Kim, loca como es, comenzó a jugar con la lefa pasándole la punta de la lengua, haciendo cosquillas a la anfitriona. Tomó un poco con sus dedos y le dio de probar. Estaba agotado, y la dama satisfecha.

—¿Cuántas veces acabaste, golosa? —preguntó Kim a una extasiada Caterina.

—Dos veces, cuando me comiste y ahorita.

—¡Sabía! Lo podemos superar eh, hermosa. —Le plantó un jugoso beso.

Me acabo de enterar, ahí mismo, que mi novia de tantos años es multiorgásmica, ¡Madre mía, qué estuve haciendo todo este tiempo!

Kim se tenía que ir, la acompañé yo porque la anfitriona estaba muy relajada en la cama. Antes de irse, sacó de su cartera una foto enmarcada y la dejó en uno de los estantes del living. La despedí y me fui a ver aquel retrato. Era de nosotros dos cuando salíamos, una en la que ella estaba en mi regazo y yo la abrazaba, ambos mirando a la cámara con una sonrisa. Una foto tierna y romántica.

Nos volvimos a reunir los tres, esta vez para almorzar, no para tener sexo, tampoco es que sólo nos debíamos reunir para ello; además, Kim estaba en su período menstrual. Después de comer, estuvimos una hora charlando de lo que sea mientras hacíamos la digestión. Kim se levanta de golpe y anuncia que va a buscar algo del coche y vuelve.

—Dale, te ayudo —dijo Caty pero ella le dijo que no era necesario.

Cuando se retiró y quedamos solos, Caterina me dice:

—Vi esos días en mi modular la foto de ustedes dos.

—¿El retrato?, sisi, lo trajo Kim y lo dejó ahí. ¿Te ha molestado?

—Nono, para nada, se ven re tiernis.

Nos miramos y ella de repente esboza una sonrisa picaresca.

—¿En qué estás pensando? —le pregunto.

—Bueno… —Mira para los alrededores, se acerca y me susurra—. Kim me mostró varias fotos de su celular con otros hombres, pero no eran como esa.

—¿En qué sentido?

—Bueno, estaban desnudos y ella les agarraba el aparato.

—¡Dios!, dios Caty.

Caterina se reía como una niña traviesa. En ese momento regresa Kim con un bolsito en hombros, un trípode en una mano y en la otra una cámara de fotos profesional.

—¿Y eso? —pregunto.

—Bueno como vos sabrás, a tu Caty le encanta sacarse fotitos hot, así que para darle el gusto me traje un equipo de alto level, y otras cositas más para hacer una produ de calidad.

—¡Opa!, fotógrafa de playboy, el sueño de muchos amantes del buen arte.

—Obvio, bebé. —Me guiña el ojo—. ¿Estás lista, bombona?

—Uy si —dice Caty emocionada y se va para su cuarto.

—Bueno Chris —me dice insinuante Kim antes de ir tras ella—, si nos disculpas, vamos a tener un rato de chicas, guiño guiño.

—Sisi, no hay problema, justo tengo unas cosas que hacer —miro mi móvil para saber la hora, ya que de verdad tenía que cumplir con unas obligaciones.

—¡Ah pero qué hombre ocupado! —me dice con todo sarcasmo

—Calla pesá.

Al rato se escuchaba música en el cuarto y las risitas de las dos.

**************

Varios días después, Caty me manda un mensaje en horas de trabajo. Me escribió que Kim estaba en su casa y quería que venga luego del curro. Terminó mi jornada, me fuí a duchar y luego para lo de Caterina.

Mientras aparco el coche, veo a una cara que me suena. Bochornosos recuerdos regresan a mí, al reconocer de quién se trataba. Era Dartel, fumándose un pitillo en el porche. ¡Maldición!, ¿qué andaba haciendo aquí?

Le doy un apretón de manos.

—Eh tío, ¿cómo estáis?

—Cris, ¿cómo va?

—De puta madre… ¿Y las chicas?

—Están adentro cuchicheando.

Su apariencia me hacía recordar al tío de los manatíes con el que Marge tuvo un "affaire" en Los Simpsons. Probablemente tenga unos 40 años. Su actitud es relajada, sin ningún tipo de pretensión o actitud chulesca.

Viéndolo, me contagió la duda que tenía Caty conmigo y Kim:

—Kim nos ha dicho que tú y ella han tenido rollete.

Dartel se ríe. Se había terminado su cigarrillo y estaba encendiendo otro.

—Con Kim tuvimos algo sí, pero hace mucho tiempo, cuando ella estaba en la secundaria. Yo era profe de gimnasia.

—¡Madre mía!

—Si, pero tranca, después nos veíamos cada tanto, "picaflor" nomás.

—¿Y nunca llegaron a ser novios?

—Shiss… El problema es que, así cómo salía con ella, estaba también con otras, y ella lo sabía, no le importaba porque estaba en la misma que yo. —Se quedó unos instantes recordando—. Es más, llegamos a ser novios por una semana más o menos, pero hasta ahí nomás. Yo siempre tuve problemas con mis novias por eso, porque tengo varias amantes fijas con las que hago el papel de juguete sexual, ¡y yo me presto con gusto! —Se ríe.

—Osea que ahora estás soltero…

—No, tengo pareja, al fin pude conseguir una.

—¿Y no le molesta que…?

—No, no tiene problemas, es más hasta le gusta y todo. Cuando llego a casa me dice "uy contame todo, qué hicieron". Es bien chusma. —Se echa otra risa.

—Ah, mira tú eh.

—Si, eso es lo mismo que quiere conseguir Kimberly desde hace mucho, algo como lo que tengo con mi señora. Le suelo cargosear porque yo lo conseguí primero.

—¿Te puedo hacer una pregunta?, sin ánimos de ofender ni nada.

—Sí obvio, todo bien.

—¿Por qué un tío como tú, que puede liarse a tías buenas cada que quiera, por qué quieres novia?

—Y… para estar con alguien, compañía. Yo con las chicas que salgo para hacer travesuras son sólo noches de garche, hacer la fantasía y después chau.

—Tienes razón. Bastante estúpida la pregunta que te hice.

Dartel se río y luego me pregunta:

—¿Y vos "colega"?, ¿no probaste estar de novio con Kimberly?

—Es que yo quiero volver con Caty…

—¿Y? —Levanta los hombros—. ¿Por qué no con las dos? Si se llevan muy bien y se nota que ellas se tienen ganas.

—Es que… honestamente no entiendo muy bien cuál es el rollo de Kim, esos días me explicó un poco sobre de qué va y tal pero…

—¿Y?, ¿no te gusta su onda?

Casi pensaría que me estaba insultando pero en su expresión no había rastro de maldad.

—En una oportunidad fui con ella a una playa, de la nada se aparecieron dos tíos en plan de chill, ¿sabéis? —Vi que enseguida se le formaba una sonrisa, como si ya supiese de lo que hablo y no necesitase explicar más.

—Si, ella es de preparar unas escenas bien calientes.

Le quedé viendo unos instantes pensativo, para él no parecía que hubiese problema en todo ello, como si fuese de lo más normal.

—¿Tú qué harías en una de esas situaciones?

—Disfrutar. Son pocas las personas que te pueden inventar de la nada esas escenas, re morbosas nomás te digo. Ella te los arma de una manera tan natural, tiene talento para eso, para seducirte y dejarte loco.

—Pues pa mí que solo ella disfruta.

—Si ella disfruta, vos también. Su mente corre a mil, nunca sabés qué estará preparando para más tarde, imposible aburrirse con ella.

—Mmm… —Hago una mueca—. No lo había pensado de esa manera.

En ese momento las dos chicas salen y nos ven.

—Ay boludo, ya habías llegado —me dice Caty y me da un beso en cada mejilla—. Me encontré a estos dos juntitos en el centro y les invité a cenar.

—Oh zi, alto cuarteto —dice Kim.

—Vamo a se feli, vamo a se feli, felices los cuatro —cantó Dartel y las chicas estallaron en risas.

Nos pusimos a organizar todo para la cena. Compramos vino blanco de esos dulzones, y el menú lo eligió Kim: pizza de salmón con espárragos, porque según ella son afrodisíacos. También, bajo ese mismo criterio, trajimos helado de chocolate para el postre.

La cena estuvo divertida, aquel tío lejos de parecer el típico chuloputas me caía majete. Tenía la típica tos de fumador y Kim le reprendía por ello. Pusimos un playlist pachanguero en el altavoz bluetooth y la conversación se fue tornando cada vez más cachonda. Kim se había sentado en el regazo de Dartel y Caty se pegó más a mí. Estuvimos charlando en ese plan hasta que Kim, de la nada, le dice a Caterina con un tono cariñoso y casi susurrando:

—Bueno Caty, me parece que dentro de un ratito vamos a ocupar tu sofá. Espero que no te moleste, pero si me invitás a tu casa con Dartel tenés que saber que alguno de tus muebles vamos a usar, y como la mesa está ocupada…

—¿Algún mueble? —dijo Dartel haciéndose el desentendido—, ¿no sería mejor decir algún ambiente como la pieza?

—¡No Dartel, no seas desubicado!, ¿cómo vas a entrar en la pieza de la chica a co… Eh digo, a mirar?

Caty se mordía los labios de la excitación. Me tomó fuerte de la mano, pude notar que temblaba un poco.

—Igual —continuó Kim—, si ustedes quieren usar también el sofá, no hay problema, lo compartimos. Total es grande y entramos todos. Lo único es que Dartel va a estar reventándome el cu… Eh digo, acariciándome la cola. Él es así, es muy cariñoso. —Mira a Dartel—. ¿No cierto? —le dice y luego le planta un beso de tornillo.

Caty me miró con cara de pícara. Kim tenía las piernas cruzadas y podíamos ver que Dartel la acariciaba, su mano entraba poco a poco por debajo de la falda. Él abrió un ojo y nos pilló observándolos. Lo siguiente que hizo fue levantar del tirón la falda dejando toda la nalga fuera, y luego le dio un cachete que terminó en un apretón a esas carnes. Caty se removió en su asiento y yo fui directo a atacar su cuello. Ella jadeó apenas entrar en contacto mis labios con su piel.

—Aish, okey —dijo Kim poniéndose de pie a espaldas de nosotros. Le vimos su firme y bronceado trasero con su tanga roja—, la silla me está quedando chica parece. —Se bajó la falda y se dirigió al living con Dartel de la mano.

Su forma sensual de hablar nos dejaba palote a los dos. Nosotros nos quedamos allí haciéndonos cariño. Los sonidos de besos desde la sala llegaban a nuestros oídos. De repente, oímos el ruido inconfundible de la hebilla del cinturón y luego una cremallera. Nos quedamos expectantes unos segundos. Al ratito se oían los jadeos ahogados de Kim, sumados con sonidos de succión.

—Ay Cristian, qué rico todo esto —me susurró Caty.

—Mmm, ¿te pone cachonda?

—Sentí mi corazón. —Corre a un lado el tirante de la blusa, dejando afuera uno de sus senos enfundado en un sujetador azul.

Apoyo la mano y siento su latir, parecía un tambor. Aprovecho y le acaricio. Oímos que Dartel dice en voz baja:

—Aah, despacito Kimu que me vas a hacer acabar.

Caty me mira con cara de vicio.

—Uff Cristian, qué rico por favor.

Me pongo de pie y desabrocho mi pantalón, quedando mi polla en toda su cara. Ella me mira con una sonrisita. Comienza a menearlo manteniendo ese contacto visual, y luego me lo come. ¡Dios, qué rico!, le tomo del cabello para marcarle el ritmo. Al rato comienzo a gemir del gusto. Cuando ya estaba muy a tope, me quito.

—Vamos con ellos —me dice.

En la sala nos recibió la sexy imágen de Kim en ropa interior, arrodillada entre las piernas de Dartel. Su espalda hacía una curva pronunciada hasta llegar a sus prominentes pompas. ¡Otra vez la montaña rusa, joder! Dartel estaba con la mirada ida en dirección al techo. Caty sube más el volumen de la música fiestera, me agarra con rudeza de la ropa y me lleva al lugar del sofá, al lado de Dartel.

—¡Hoy mando yo! —me dice.

Comenzó a hacer un strip tease como toda una bailarina de caño. Quedó como su amiga, en bragas y sujetador. Adiós a la parte superior, ahora se magrea sus pechos… ¡Uff!. Noto que su mirada, cada tanto, se va hacia Dartel. Luego se da la vuelta bamboleando las caderas, empina su cuerpo y pone los pulgares a ambos lados de sus bragas y… ¡Zas!, en un rápido movimiento se los baja. Acto seguido, deja caer su trasero encima de mi pene, con sus manos descansando en mis rodillas. Me estaba por hacer el "cowboy invertido". Era la primera vez que iba a experimentar esa posición, antes no me llamaba la atención, pensaba que sólo era pose para las películas porno, así ves los pechos de la tía y tal, pero ahora le estaba pillando el gusto. La visión de la redondez suya amoldando mi ingle era deliciosa, junto con su bonita espalda. Me estaba flipando pero fuerte. Ella movía su cadera lentamente, de adelante hacia atrás, con mi pene en medio de sus nalgas. Espío a la pareja de al lado y noto que el colega no pierde detalle. No aguantaba más las ganas de follar.

—Cariño anda, levanta —le digo.

Ella se introduce en mí poco a poco. Le sostengo de la cadera mientras veo desaparecerme en esa redondez preciosa. Caty suspira cuando llega al tope, llamando la atención de Kim.

—Uy, pero qué buena que estás, perra —le dice, se levanta y la besa.

Tanto Dartel como yo podíamos ver esas lenguas bailar.

—Cojé zorra —le dice Kim y le da una cachetadita—, hacelo pelota a tu noviecito.

¡Madre mía!, Kim en plan dominatrix con mi bella Caty, eso no lo veía venir. Le estira del brazo a Dartel para que se pusiera de pie. Luego ella toma su lugar posicionándose de cuatro, con las rodillas en el almohadón y las manos firmes en la parte superior del respaldo. Su infidente se ubicó rápido para entrar por la parte trasera. No tardó en escucharse el sonido de su pelvis chocando por las nalgas de Kim en toda la sala. Eso motivó a Caty, quien aceleró el ritmo de sus sentadas, otorgándome un placer que flipas. Encima, a mi costado tenía a aquella otra dama, que estaba con los ojos cerrados y mordiéndose los labios, su cabello despeinándose y sus pezones en punta sacudiéndose al ritmo que le marcaba el colega. Era demasiado poder, mucha estimulación para los sentidos. Cada tanto debía de mirar al techo para calmarme, intentando controlar el ritmo de Caty porque sino se le iba la olla, con los sexosos sonidos de fondo. Noté que Dartel y Caty se lanzaban algunas miradas. Estuvimos así un buen tiempo y yo ya no aguantaba más, mi frente estaba empapada de sudor y mi respiración agitada.

—Caty, mi vida —dijo entre jadeos Kim—, ¿ya estás?

—Si.

Ambas se salen dispuestas a hacernos acabar. Comienza un doble fellatio. Llegué a ver que a Kim, arrodillada ante Dartel, se le escapaba un chorro por la comisura del labio. Sólo eso se le escapó porque luego lo acaparó todo. Gemía de gusto con la boca llena mientras se tocaba la chucha. Al colega parecía que le estaba poseyendo un espíritu con aquel vaivén. Caterina acurrucada entre mis piernas, me miraba fijo, haciendo que me pierda en sus ojos claros. Me lo hacía con tanto cariño que no pude más y me descargué.

Kim se pone al lado de Caty y le dice:

—A ver beba, ¿te lo tragaste todo, no?

—Mm, mm —niega sin abrir la boca.

—Vení acá bebé —dice con ternura y vuelven a besarse con mucho deseo.

¡Dios!, no lo podía creer, ambas debían de tener lefa y se devoraban sin asco.

Se había hecho tarde, pasado de la medianoche. Dartel se marcha, dice que su esposa la está esperando. Los tres estábamos derrotados y nos dormimos en la cama de Caty.

*************

Unas semanas más tarde, me tocó el "turno noche" en el curro. Eran las 4:30 de la madrugada cuando terminó mi jornada. Me dirigía en mi coche hacia mi modesto departamento. Esas dos mujeres no salían de mi mente ni aunque quisiese, si hasta soñaba con ellas. Hablando de Roma, recibo un mensaje de la reina. Resulta ser que las dos habían salido de fiesta y ahora iban a la casa de Caterina para un "after". Madre mía, ambas rondaban y pasaban de los 30 pero parecían universitarias. Caty me dijo que venga para seguir de marcha. ¡Uff!, me activé como si me hubiese metido unos "chuches" especiales. Cambié mi rumbo y fui directo para allá. Tenía mi desodorante y perfume en el maletero para disimular que no estuve ocho horas en la oficina, pero mi camisa, con la parte inferior debajo del pantalón de vestir y los mocasines no me daban muchos aires de fiesta.

Al llegar veo a Kim en el porche muy entusiasmada con el móvil. Me fué inevitable fijarme en sus zapatos Christian Louboutin, aquellos tacos "de las suelas rojas". Así es, como caballero de bien sé sobre calzado femenino. Siempre quise regalarle uno de esos a Caty pero eran asquerosamente caros. Además de ése despilfarro de dinero, llevaba un vestido de noche color rojo con aberturas a los lados peligrosamente insinuantes. Derrochaba sensualidad. De tan enganchada a su móvil, ni se dio cuenta que la estuve observando como por un minuto. Toqué el claxon y le di un buen susto.

—Cuánto lujo, baby —le digo ya frente a frente—. ¿Así vas al "boliche"?

—Of course gordi. O sea, voy con mi carterita y Caty a mi lado, y tipo apenas entramos y nos hacen pasar a un reservado, gord —me responde imitando a una pija, con una voz nasal. Resultaba gracioso para mí porque los pijos en Argentina sonaban muy distintos a los de España.

Me saluda con dos besos, los hace sonar muy sexys.

—Mmm, que rico perfume te traes —le digo.

—Vos sólo blablabla conmigo y con Caty mucho muahmuahmuah.

Recordé lo que me había dicho Dartel aquella vez, "¿por qué no con las dos?", la atraje de la cintura y le planté un beso francés. ¡Dios!, que hermoso se sentía.

—¿Y Caty? —le pregunto al separarnos.

—Se está arreglando en su pieza.

Su móvil suena. Ella lo revisa rápidamente, se aparta un poco y envía una nota de voz:

—Traigan algo para tomar, no sean ratas.

—¿Va a venir alguien más? —le pregunto contrariado.

Ella me mira con ese semblante desafiante y picaresco, la frente levemente inclinada hacia adelante para penetrar aún más en mi. En otras ocasiones esa mirada significaba el preludio a una travesura sexosa que me ponía cachondo, pero ahora con Caty cerca me daba pavor.

—¿Te acordás de la sesión de fotos que le hice a la Caterina?

Su tono, insinuante y porno, me estaba poniendo de mala hostia. Traté de disimular y le contesté:

—Sii, ¿cuándo me las van a mostrar?

—Acá tengo una. —Mostró fugazmente el móvil.

Apenas pude ver a Caty con lencería de color blanca y posando de película, tenía su foto como fondo.

—A ver…

—No. —Escondió detrás suyo el cacharro—. Vos no las viste todavía perooo —Ese tono…—. Le mostré a unos contactos míos.

—¡Qué?

—Y le gustaron mucho a los dos, tanto que ahora vienen para acá.

—¿Estás de coña, verdad? —Ella me hace que no con la cabeza.

Entro hecho una furia a la casa. Kim me tironea de la camisa.

—Esperá, ¿qué te pasa?, ¿cuál es el problema?

No vi a Caty en los alrededores, por lo que encaro a Kim midiendo mi tono para no armar jaleo.

—¡Te dije que la quería recuperar Kimberly! No quiero verla tontear con ningún otro pavo como haces tú.

—¡Ah claro! —me responde sarcástica—, vos podés vivir el "sueño del pibe" con las dos chupándote la chota, pero nosotras culo, ¿no? Somos una pareja donde el único hombre entre dos pedazos de minas sos vos, no te quejes. Podemos tomarnos este tipo de "licencias" cada tanto, así el paraíso es para todos.

—Escuchadme, Kim. —La tomo levemente de los brazos—. Yo sólo te pedí para hacer el trío con ella y nada más. No me va un coño el rollo de "hotwife esposa caliente" no sé qué, tú has lo que quieras pero no metas a Caty en esto.

Kim se quedó unos instantes viéndome fijo a los ojos con seriedad.

—Ella también quiere, yo no la obligué a nada.

La solté y di un largo suspiro. Tenía razón, no le podía echar todo el percal a ella.

—Okey, perdóname. Voy a hablar con ella.

Antes de entrar en la habitación, eché una mirada a Kim. Jamás la había visto tan seria, espero no haberla lastimado, no era esa mi intención.

Toco la puerta y Caty responde. Al entrar la veo dándose unos últimos retoques en su tocador. Me recibe con una sonrisa y se sienta en la cama. Se la notaba emocionada. Tomo asiento a su lado.

—Estás muy hermosa. —Me hace una carita tierna—. Caty yo… quiero charlar un poco contigo, aclarar unas cosas.

—¿Qué pasa Cristian?

—Ehm, Kim me comentó que ahora van a venir unos tíos para… seguir la fiesta, ¿no?

—Ajam si, me dijo que ya los conoces.

—¿Y qué pensáis hacer?

—Y nada, un rato yo con dos, otro rato ella con dos, somos 3 contra 2. Te juro que hasta estoy temblando de la emoción.

Cierro los ojos y suspiro, otra vez.

—Caty, a mi mucho eso de verte con otro tío no me mola.

—Pero vos vas a estar conmigo. —Toma mi mano—. De a dos, ya probé una vez y no es…

—Caty… —la interrumpo— No me des detalles, no me agrada, no es eso lo que quiero.

—¿Y qué es lo que querés?

—Volver contigo, bombón. Volver a ser novios. Pareja. ¿Tú no quieres volver conmigo? Yo te sigo amando como al principio, y más aún.

—Sii Cristian. —Acaricia mi rostro—. Obvio que sí, si ya antes eras un ocho para mí, ahora sos un diez.

—¡Oh wow!, ¿un ocho?

—Bueno no, en realidad un seis pero no quería ser forra.

—¿Un seis?, ¡cuatro puntos vale el sexo!

—Y sí mi amor.

—Madre mía. —Me quedo unos instantes pensando—. Okey beba, hagamos una cosa: hoy será nuestro último día de soltería, y mañana oficialmente somos novios de vuelta.

—Ay Chris, vos siempre tan de papeles y registros, ¿no habíamos vuelto desde unas pares de semanas ya?

—No, esos fueron días de juerga. —Me pongo de pie.

—Chris, escuchame una cosa, si volvemos nos tenemos que dar cada tanto algunas aventuritas.

—Sí, ya me temía que me ibas a decir eso.

—Es que sí, Cristian. Yo quiero disfrutar de mi sexualidad mientras pueda, variar un poco no está mal, sumar algo de adrenalina para salir de la rutina…

—Okey hermosa. —Le tomo de las manos y las beso—. No hay problema. Una vez cada tres meses.

—¿Qué? ¡No!, una vez por mes.

—Cada dos meses.

—Ay Cristian, dejate de joder.

—Okey, pero recuerda —digo mientras me dirijo a la salida—, oficialmente mañana somos novios. Vengo aquí y te demuestro quién es tu macho.

—¿Te vas?

Asiento con la cabeza y antes de cerrar la puerta del todo le digo.

—Acuérdate, mañana novios de vuelta, así que ojito.

Ella, entre risas, me arroja una almohada. Me sentía aliviado, como si una tormenta se hubiera despejado. Estaba la sala en silencio, hasta que oigo un barullo que venía de la puerta trasera. Kim llegaba con dos muchachos, se traían unos aires de marcha que flipas.

—Hola Cristian —me dice Kim con esos mismos aires, tal vez tratando de disimular que las cosas antes habían estado un poco chungas—, acá los chicos te trajeron alcohol, seguro que te acordás de ellos.

Los miro con atención y, en efecto, se trataban de Iván y Juan, los dos chavales que se habían liado con Kim aquel día en la playa liberal.

Kim fue a tocar la puerta de la anfitriona:

—¡Caterina, salí ya!, no te hagas la tímida. Acá los chiquis te quieren conocer.

—Si Caterina, te queremos ver —gritó uno de los tíos.

—Soy tu fan, quiero una selfie con vos, ¡wuu! —le dice el otro.

Uno de ellos traía la camisa desabotonada completamente, dejando al descubierto el pechamen y el six pack. El otro ya estaba llenando las copas. ¡Madre mía la que se iba a montar!, me estaba dando náuseas, no sabía si lo iba a aguantar. Yo me iba desplazando poco a poco hacia la puerta trasera.

—Hey amigo —me dice de buen rollete el "barman", tendiéndome el vaso—, tomate un trago.

—Gracias tío pero ya me marcho.

—¿Posta?, ¿no te vas a quedar para la fiesta?

—Nono, tengo curro mañana a primera hora. —Mentira, tenía el día libre.

—Uff, qué macana. Y bueno… —Se va con los demás.

Caty había salido, super guapa, y se puso a charlar con el cachas. Kim se acerca y me dice algo cortada:

—Te escuché hablando con Juan, ¿de verdad te vas a ir?

—Si Kim. —Vi que quiso disimular su disgusto mirando para otro lado.

—¿Por qué no probás verla con el chabón?, ¿hacé un último intento?

Los espío en la distancia. No sé qué le decía el colega pero la veo reírse. Las manos de él van a parar a su cintura y las de ella se apoyan en su pecho. El tío le dice algo al oído, haciendo que Caterina ladee un poco la cabeza. En eso me ve, y me sonríe algo sorprendida. Yo aprovecho para despedirme con la mano, no quería marcharme sin saludar como un maleducado. Ella me tira un beso y vuelve al rollo con el chaval. Me doy la vuelta y me marcho.

Ya fuera de la casa, Kim sale detrás mío a las corridas.

—Esperá Chris, ¿de verdad no te querés quedar, te vas a perder a estas dos sexys mujeres?

—No Kimi, no me va el rollo —le hablo relajado ya porque había aclarado las cosas con Caty.

—¡Aish, qué lástima! —me dice ella acariciándome el pecho.

—¿Por qué?

—Y porque me gustas, sos lindo y serías el novio ideal para mi. Pero bueno, qué se le va a hacer, si no te gusta no te gusta.

Me quedo viéndola con los ojos un poco brillosos y esbozando una sonrisa.

—Kim, tú…

—Y yo no voy a dejar de lado mi deseo.

—Okey.

Quedamos unos segundos entrelazados, viéndonos a los ojos con la fría brisa de la madrugada de fondo. El sonido amortiguado de música pachanguera, proveniente desde la casa, nos hace salir del trance.

—Bueno—me dice Kim separándose de mis brazos—, me vuelvo para adentro que esos dos le deben estar dando masa a tu noviecita.

—¡Dios, Kim!

Ella se aleja corriendo y con una risita maliciosa.

—Y no es mi novia todavía, mañana recién —digo, ya sin que ella pudiera oírme.

Silbando, y con las manos en los bolsillos, me voy de allí. Dentro de mi coche pongo mi música favorita y decido dar unas vueltas por la costanera antes de ir a la cama. Era una noche maravillosa, renovadora y aliviante.

Tiempo después me mudé a casa de Caty, todo era muy bonito, sonreía a cada rato como si estuviera hasta las orejas de coca. No le pregunté nada acerca de aquella noche, tampoco quería saber, para mí fue un momento de diversión con su amiga y no le di más vueltas; al fin y al cabo, esos dos chavales solo eran juguetes de la "futura" Hotwife. Pareciera ser que Kim necesitaba una confirmación de mi parte, un no registrado, porque al poco tiempo nos habíamos enterado que se había puesto de novia con un amigo suyo; y no, no era uno de la agenda de chongos. Las cosas quedaron un pelín raras con ella, pero nada que la buena vibra no alivianara. Con Caty cada tanto, mentiría si dijera una vez cada tres meses, solemos darnos unas aventurillas para salir de la rutina. No siempre se trataba de sexo sumando a una dama o un caballero al sofá, a veces sólo consistía en ir juntos a un club de strippers o conocer aquellos exóticos locales de la ciudad que a ella le apeteciera.

Esos días de poliamor han sido una vívida fantasía, pero todo se fue difuminando cuando pensé en el futuro, uno dónde mi lazo con Caterina se vea afectado por las excentricidades de Kim. Eso es lo que me daba pavor y convertía una fantasía como esa en una pesadilla. Seguir con aquello lo veía complicado. Por más apetecible que resulte, no lograba adaptarme del todo a estos tiempos modernos. Pero lo importante para mí es tener a la mujer de mi vida en mis brazos, y lo mejor es que me sonreía, ella también estaba a gusto. Se siente muy bonito.

FIN

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