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Asistiendo a un aburrido congreso
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Tiempo de lectura: 4 minutos

La falda con medias y ligas y sin bragas, la blusa sin el sujetador y los taconazos. Me sentía puta, muy excitada, justo el estado de ánimo que necesitaba para enfrentarme a la situación. A la aburrida tarde de conferencias y a la ceremonia de clausura. Todo un estado mental para soportar ese congreso.

Un rato, demasiado largo para mi gusto, de aburridos discursos, un coctel y puede, si tenía suerte, de alguien quisiera investigar lo que hay bajo mis ropas. En ese momento me daba igual que fuera un hombre o una mujer.

Mientras me imaginaba al resto de los asistentes desnudos, sin ropa, follando unos con otros en las combinaciones y posturas mas raras que se me podían ocurrir. Era la única forma de aguantar aquel peñazo.

Nada mas llegar al centro de convenciones los grupitos de la puerta me recibieron con las falsas sonrisas típicas de conocidos casuales y compañeros de trabajo que me clavarían un hacha en la espalda si pudieran.

Dos compañeras de trabajo charlaban animadamente en otro grupo más cerca de la puerta. Una morena y una rubia, altas y espigadas, vestidas con formales trajes de chaqueta y faldas de tubo. Las miraba y me imaginaba un ardiente beso lésbico, las manos arrancando la americana de la otra y su falda.

Quedando en lencería de encaje, ligueros y corsés, sin tangas, con los lindos xoxitos depilados al aire, todo en color rojo putón. La lengua de una lamiendo la piel de la otra de forma lasciva. Solo apartando el sujetador de media copa para pasar la lengua por el pezón y mirándome ambas a los ojos.

En un rincón un joven camarero preparaba el café y los aperitivos para el descanso. No pude mas que fijarme en él. Parecía que había salido del gimnasio directamente a calzarse esa camisa blanca casi trasparente en la que se marcaban sus bíceps perfectamente.

Lo imaginaba solo con un tanga animando despedidas de soltera o de soltero si eso es lo que le gustaba al novio. Con un montón de fieras intentando meter billetes en el reducido suspensorio. Y la polla bien dura casi asomando por la escasa tela.

Cuando salí del ensueño mis conocidos casuales me indicaban que fuéramos entrando al salón de ascos, perdón de actos. Me senté atrás del todo, sola, tanto para controlar las filas de asientos y el escenario, como para poder perderme en mi imaginación. Quizá deslizar una mano bajo la falda de forma discreta entre mis muslos para poder acariciar mi depilada vulva al ritmo de mi fantasía.

El primer orador, un tipo gordo, bajo, calvo y sonrosado al que no costaría nada ver como Baco o Dionisio. Un borrachín rodeado de gentes medio desnudas y completamente ebrias. Todos vestidos con túnicas al estilo romano casi de gasa y tan mal colocadas que descubrían sus cuerpos.

Fue introducido por una cincuentona seca, larga, de rasgos duros a la que mi mente enseguida puso un body de cuero, medidas de rejilla, tacones inmensos y una fusta en la mano. No es que el sado me atraiga o excite pero esa es la imagen de ella que me vino a la cabeza. La que más le cuadraba a su expresión dura.

Para entonces había encontrado la abertura de mi falda y me acariciaba el muslo con suavidad. Intentando que nadie se diera cuenta de esas maniobras.

Su apertura fue breve y Baco comenzó enseguida a disparar datos y graficas en la enorme pantalla que tenía detrás y en la que yo solo veía porno.

Justo en la fila inferior tenía dos chicos sentados juntos con sus elegantes trajes. Pero antes de que mi imaginación se desbordara imaginando guarradas entre ambos, ellos ya habían empezado a acariciarse por su cuenta. Podía ver entre los respaldos de sus asientos como la mano de uno de ellos se deslizaba por el muslo del otro subiendo despacio hacia su polla.

Me distrajo un momento una rubia impresionante que bajaba por mi lado hacia el escenario. Era la siguiente ponente y no costaba nada imaginársela sin ropa pues su pegado vestido de lycra era francamente revelador. Parecía que ella llevaba tan poca lencería bajo el vestido como yo. Su cuerpo sinuoso era seguido por la vista de cada persona en la sala hasta que se puso al lado de Baco.

El contraste entre la noche y el día no era mas grande pero irónicamente es lo que yo había imaginado antes. Si él era Dionisio ella era Venus, Afrodita. Una diosa de la antigüedad bajada a la tierra desde algún lascivo Olimpo.

Cuando mi vista volvió a los dos chicos descubrí con sorpresa que uno de ellos tenía su larga fina y depilada polla fuera del pantalón. El otro se la acariciaba con suavidad para que nadie viera movimientos bruscos en su fila. Incluso se agachó y se la metió en la boca durante un segundo, lamiéndola con lascivia y haciendo que mi coño chorreara.

Al reclinarse giró la cabeza y miró entre los respaldos de sus asientos con lo que pudo ver mis muslos separados y espiar un momento bajo mi falda. Cuando se fijó en que mis ojos seguían su maniobra con atención me guiñó uno de los suyos con picardía. Yo los separé más y subí la falda casi hasta el ras de mis nalgas para darle una mejor vista de mi coño depilado. Dejándome ver como él se tragaba el pene de su amigo casi hasta los testículos.

Cuando conseguía mirar al escenario la rubia clavaba sus preciosos ojos azules en las últimas filas donde yo estaba con los duros pezones marcándose en la fina tela. Y los dos guapos chicos seguían con sus maniobras. Con todo el mundo pendiente de ella, de su dulce voz y de su figura sensual, mis amigos tenían libertad total para seguir con su amorosa acción.

Supongo que me estaba haciendo ilusiones pensando en que la imaginación de la bella rubia estaba ocupada en juegos parecidos a los míos. O puede que en que que los bellos garzones me hicieran un hueco en una de las habitaciones del hotel reservadas para los participantes en el evento.

A esas alturas mi vulva chorreaba sobre la tela de la falda, mis dedos acariciaban el clítoris dándome placer a mi misma sin esperar a que nadie lo hiciera, excitándome con mi fantasía. Me estaba penetrando con los dedos y mi cara debía delatar lo que sentía en ese momento aunque solo lo viera la ponente y uno de los dos chicos.

Me estaba corriendo en público. Tenía un orgasmo fenomenal y me tenía que morder los labios para que no se me escaparan los jadeos.

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