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Dos días (2): Conocernos
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Salgo al patio y me siento en los peldaños de entrada a casa. Me gusta ese sitio.

Hay que ordenar ideas, centrarse. Un cigarrillo.

Ramón, el cachorro, esta tumbado debajo de la moto, sopla un poco de viento y hay sombra. Perro listo.

He conocido a Ana en la Web. Hace un mes publique un anuncio en una comunidad BDSM.

Claramente especifique que buscaba una sumisa mayor de 45 años. Contestaron 5 personas. Dos eran hombres. Ignore su correo.

Una mujer casada.

Lo que necesitaba era que la presten atención. Hable con ella. Se contradecía en cada frase. Era mejor “pasar del tema”. Todo eran problemas mientras hacía punto de cruz.

Cae agua en la ducha.

Se está tomando su tiempo, seguro que ella también esta interiorizando lo ocurrido.

Otra mujer me envía un correo explicándome que quiere que participe en una fantasía consensuada de violación. No podía creerlo. El anuncio era un imán para personas problemáticas.

Conteste llanamente “NO“.

Con el tiempo Ana me confesó que fue ella la que me envió ese correo.

Cada vez que veía un anuncio con posibilidades enviaba un correo para ver la respuesta con un perfil falso. Si el interlocutor aceptaba, ella no continuaba.

Pocos se negaban a un polvo rápido, aseguraba.

Ya había olvidado que tenia puesto el anuncio cuando apareció.

Esta vez el correo era muy sencillo muy claro, muy corto.

“Sumisa de 50 años. 3 de experiencia. Busco Amo real. Llame 6… si le interesa. Ana”.

Llevo 7 años sin sumisa, con relaciones vainilla hasta que me decidí a poner el anuncio. Me sorprendí que funcionara.

De nuevo el deseado tintineo en las escaleras.

Apago el cigarro despacio y me encamino a la habitación.

Ana esta de pie en el centro de la habitación. Leve aroma a pastilla de jabón.

La tensión inicial ha desaparecido tan rápido como el olor a sudor.

Esta relajada, ya no la incómoda estar desnuda para de mí. Cuando se sienta expuesta y vulnerable cambiara esa pose.

Me siento, de nuevo, en la silla a la vez que ella baja la cabeza, evitando así mirarme.

-Conoces la posición de “en espera”?

-Si, mi Señor

Contesta rápidamente

-Colócate.

De rodillas en el suelo con las piernas abiertas en Angulo de 90 grados, se sienta sobre sus talones, espalda recta, cabeza baja, las manos descansan sobre los muslos con las palmas hacia arriba.

El mechón rojo se ha soltado de la coleta, la cae sobre la cara, no se atreve a apartarlo.

-Ana mírame y atiende.

Leve sobresalto, rápidamente se aparta el pelo de la cara, sus ojos marrones sobre los míos.

Es preciosa esta mujer.

-Has venido libremente a mi casa a pasar dos días como mi sumisa, has pronunciado la frase acordada y hemos pactado los limites en días anteriores. Me has informado de tu palabra de seguridad y yo te he confirmado que acepto.

-Estas son las normas para estos dos días.

-Puedes estar vestida o desnuda, excepto en las sesiones que estarás siempre desnuda y limpia.

-Te dirigirás a mí como “mi Señor” y no es necesario que tengas la cabeza baja, puedes mirarme a los ojos cuanto desees.

-Pediras siempre permiso para tener un orgasmo y no puedes llevar bragas en ningún momento, ni siquiera cuando salgamos.

Con cada norma Ana asiente con un pequeño movimiento de cabeza.

Los dos tenemos claro que nos tenemos que evaluar.

Hay que averiguar si además de esa afinidad mental que tenemos también somos compatibles sexualmente antes de comprometernos.

Detecto en su mirada una duda pero no dice nada.

-Preguntas?

-Si, mi Señor.

-Habla.

-Saldremos de casa y estaremos con más gente?

-Correcto. Es importante que conozcas algo de mi mundo para que puedas decidir si quieres entregarte definitivamente a mi. Esta tarde tenemos una cena en casa de unos amigos.

-Entiendo.

-Alguna cosa mas?

-Si, mi Señor. Me he corrido en la bañera cuando Vd. me meaba. Nunca he practicado la lluvia dorada y es la primera vez que me pasa sin que me toquen.

Habla en voz baja, esta sonrojada. Tiene vergüenza y verbalizarlo la aumenta.

-Comenzamos?

Digo muy serio.

-Por favor si, mi Señor.

Al levantarme cojo la vara de la pared.

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