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Ligando en un cine X
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Ya hace unos años de esto. Cuando las salas de cine x estaban en auge y el video era una innovación y aún no se sabía si se venderían más vhs o beta. Gays y chicos salidos frecuentaban esos cines en busca de sexo fácil y sin complicaciones. Sin tener que invitar a nadie a cenar y a bailar antes de poder echar un polvo. ¿Cuantos de los que me leen han pasado por algo así?

Se proyectaba una película x de temática lésbica. Desde los altavoces sonaba:

– ¡Jamona, esta jamona! está cojonuda, tiene un culo que parece un sueño.

Se las oía y no resultaba muy verosímil, al menos estaba doblada. No entendería nada si… Ni es que hubiera mucho que entender. Pero tampoco era necesario que lo fuera, al fin y al cabo era una peli porno. Dos mujeres enumerando los encantos de una tercera con esas palabras. Absurdo pero había comprado la entrada sin fijarme siquiera en el cartel. La película era lo de menos, no iba allí a ver buen cine precisamente.

Luego pensé que en este mundo ha de haber de todo. Pero a mí la verdad donde esté una buena tranca entre las piernas que se quite casi todo lo demás. Así es que era gay o eso me consideraba entonces. Luego he descubierto que nada es blanco o negro y que existen muchos matices de gris sin necesidad de que haya sombras de por medio.

Esperaba ligar en la sala de aquel cine cutre. Sentado en la ultima fila, en la oscuridad esperaba con paciencia la llegada de alguien que me gustara. De pronto por la penumbra entró un muchacho muy joven y guapo. No lograba distinguir los detalles en la semioscuridad de la sala iluminada solo por la luz reflejada en la pantalla. Pero esa fue mi primera impresión. Se sentó en mi fila y yo me desplacé unos pocos asientos hasta quedar a su lado.

Las tres tías de antes ya estaban en pelotas y sobándose cuando puse la mano en mi rodilla y acerqué esta a la suya. De mi muslo pasó al suyo y él todavía no había dicho nada, ni hecho ningún gesto de rechazo. Iba a lo mismo que yo, asi que continué la exploración iniciando un suave masaje por su pierna. Muslo arriba, no tardé mucho en llegar a su bragueta, estaba excitado, su pene erecto era muy grande. Eso me parecía por lo que podía notar mientras lo acariciaba por encima del vaquero.

No me miró ni una sola vez, sus bonitos ojos clavados en la pantalla. Nunca supe si le interesaba la película o solo se hacia el despistado. Entonces él fue directamente hasta la cremallera de mi pantalón, que bajó y metió la mano en busca de mi polla. Un chico decidido. Me bajó el slip por debajo de los huevos y comenzó a acariciarme. Yo estaba al rojo e imité cada una de sus maniobras. Me lancé ne busca de su pene , grande caliente, hermoso.

No había gente alrededor. Aproveché para sacarle la polla fuera de los pantalones y comencé a mover la mano de arriba abajo en una lenta masturbación. No teníamos prisa, a la cinta le quedaba mas de una hora de comidas de coño. Al poco me recliné sobre él y me metí el hermoso miembro en la boca. En realidad solo fue el glande, nunca he sido un gran traga sables y su tamaño era en verdad respetable. Chupándolo, mordiéndolo suavemente, no pretendía hacerle daño, y recorriéndolo con la lengua. Los solté y comencé a darle besos por el tronco y a lamerlo con la lengua hasta los testículos que me metí en la boca. Entonces aún no se llevaba la depilación masculina y las tías solo se pelaban las piernas y las axilas, la que lo hacía. Pero a nadie nos importaba llenarnos la boca de pelos en una situación así. Terminé con mas de uno de sus vellos entre los dientes.

Él continuaba acariciándome los genitales dentro del pantalón. Sentí los espasmos que anuncian el orgasmo cuando volvía a tener su glande dentro de la boca. Apreté los músculos del perineo para intentar aguantar un momento más. Se corrió en mi boca dándome a tragar todo su rico y espeso semen.

-Ahora me toca a mí.

Me dijo cuando me erguí en el sillón y deslizó su lengua por la comisura de mis labios para catar su propia leche. Se metió mi rabo en la boca exprimiéndolo con fuerza con los labios y lengua contra el paladar. No me faltaba mucho. Hasta que con un leve suspiro, no quería que me oyeran los que estaban en juegos parecidos un par de filas mas adelante, tuve un maravilloso orgasmo. El dejó mi lefa en su boca y nos besamos con pasión, yo tuve mi sabor de su lengua mientras esta recorría mi boca.

Para entonces decidimos que merecía la pena un mas íntimo conocimiento. Salimos a una calurosa tarde de verano en una calle casi vacía, nadie paseaba cerca de un cine de esos si podía evitarlo. Necesitábamos más el uno del otro. Y por fin nos presentamos, Marco se llama. Él me dijo que podía llevarme a su casa, pues en la mía estaban mis padres. Con mas luz descubrí un muchacho como de mi edad, guapo a rabiar y con un cuerpazo de modelo, delgado y bien proporcionado bajo una camiseta y unos vaqueros bastante ajustados.

Me advirtió que aunque sus padres habían salido de viaje allí estaría su hermana, Merche. Pero que ella no se metía en su vida amorosa y que podíamos encerrarnos en su habitación. Para mi las chicas no significan nada, por aquel entonces o por lo menos asi pensaba. Hasta que ella se dio la vuelta y me mostró su delicioso rostro, casi idéntico al de su bello hermano. ¡Parecían gemelos! Eran gemelos.

Mostraba buena parte de sus hermosos y bien formados pechos por el amplio escote de una blusa con pocos botones abrochados. En ese primer momento sus tetas no me impresionaron mucho ni sus caderas anchas y muslos bien torneados dentro de unos ajustados vaqueros.

Me miró y se dio cuenta de mi estupefacción. Si el hermano era guapo ella era una delicia de criatura. eso si que podía apreciarlo y yo no debí caerle mal del todo. Por lo menos en una primera impresión.

-Los amigos de mi hermano son mis amigos.

Me dijo al saludarme parafraseando una canción de la época. Desde luego no le importaba que los amantes de él fueran chicos. Todo fue como muy natural, con las presentaciones y en el rato que estuvimos charlando. Incluso nos zumbamos tres botellines de cerveza sentados en el salón.

Él nos indicó que nos fuéramos a su dormitorio y de pronto ella nos pidió:

-¿podría ver lo que vais a hacer? Me excitaría veros hacer el amor.

Parecía una decisión repentina. A mi no me importaba, siempre he sido algo exhibicionista. A día de hoy me gusta besar y meter mano a los chicos… y chicas, delante de todo el mundo, por la calle o en los bares. Cuando comenzamos a desnudarnos el uno al otro entre besos en la boca y caricias ella se sacó los vaqueros y se puso en un rincón para no estorbar. Sus leves braguitas tipo bikini no tapaban casi nada de su pubis peludo. Cuando nos desnudamos del todo yo confirmé la favorable impresión que tenía de Marco. De su cuerpo fibroso cubierto de un fino vello tan rubio que padecía albino.

Ella terminó de sacarse las braguitas mostrándome solo un segundo la pelambrera dorada que cubría su pubis. Luego la cubrió con su mano como con prisa. El rubor de sus mejillas delataba lo cachonda que estaba. Y él ya estaba excitado de nuevo. Su polla apuntaba directa hacia mí siguiendo todos mis movimientos. Se ve que yo no era el único exhibicionista. Me arrodillé y lancé a chupar su pene tieso lubricándolo con mi propia saliva. Estaba rico, volví a chupar sus huevos llenándome la boca de pelos rubios.

Le pedí que me penetrara, quería tenerlo ya mismo bien duro dentro de mí. Me puse a cuatro patas en el borde su cama y se colocó detrás de mí, de pie, entre mis pantorrillas. Se inclinó un momento para pasar la lengua por toda la raja haciéndome ver las estrellas. No estábamos para innovaciones. Colocó su glande a la entrada de mi ano sobre el que había escupido para lubricarme. Me agarró del hombro y cogiéndose la polla con la mano empujó lentamente hasta que logró entrar en mí.

Mi ano acostumbrado a ese trato cedió con facilidad y le dejó entrar. Suavemente comenzó a moverse dándome todo el placer y el dolor del amor. Ya se que suena muy ñoño pero cuando tengo un rabo en el culo, en ese momento, amo al chico que me folla. Se inclinó sobre mí para besarme en el hombro, acariciarme la espalda y el pecho con sus manos. Procurando reservar mi polla que por cierto se balanceaba bajo mi vientre, volvía a estar bien erecta. Entraba y salía de mi culo con un ritmo pausado haciéndome gemir.

Como estábamos de costado al rincón donde Merche no perdía detalle le estábamos dando un buen espectáculo. Su hermana se masturbaba viéndonos follar y yo de vez en cuando curioso la miraba. Y lo que veía me gustaba. Era bonito y hasta ese día, con ella, no me había dado cuenta de lo sensual que es el cuerpo de una mujer. Los dedos de una de sus manos acariciaban los labios de la vulva y el clítoris. Mientras tenía la otra dentro de su blusa que aun no se había quitado acariciándose un pecho que había sacado de la copa del sujetador.

Le pedí:

– ven aquí y únete a nosotros. Creo que a él no le importará.

Se quitó la blusa y el suje desnudando por fin sus bonitos pechos y se acercó a nosotros… a mí. Tímidamente, despacio. Dio la vuelta a la cama para entrar frente mí. Yo sentía tanto pudor como parecía que ella tenía. De no ser porque estaba empalado por la polla de su hermano y tan caliente como un horno nunca lo hubiera hecho. Pero la besé en la boca como había besado a su hermano y me supo a la misma miel que había sentido en sus labios. Le acaricié las tetas ofrecidas. Con suavidad apreciando el tacto suave y el peso de su masa. Rozando sus pezones con mis dedos.

Ella se metió reptando por debajo de mí hasta que alcanzó mi polla que su hermano le estaba reservando. Con sus labios la besaba y comenzó a chupármela. Dejando su coñito al alcance de mis inexpertos labios en esos menesteres y de mi lengua cada vez mas curiosa. Me lancé sobre su vulva procurando hacerla gozar como ella y su hermano me estaban haciendo disfrutar a mí.

Abrí su coño con dos dedos apartando la melena rubia, rizada y densa que me lo ocultaba. Con qué sorpresa descubrí el pequeño pene de su clítoris, el olor salado de su vagina. Mi lengua recorrió todos sus rincones. Para ser la primera vez que comía un xoxito no debía hacerlo mal pues notaba como sus labios y lengua rodeaban mi tronco con lamidas salvajes o como me chupaba la huevos. En algunos momentos dejaba de sentirla y sabía que se estiraba un poco más para hacer lo mismo con los testículos de Marco. Rodeaba mi cuerpo con los brazos para sujetar las nalgas de su hermano, tirando de ellas para que me follara a fondo. Eso hacía que mi polla entrara aún más en su boca.

No quería correrme todavía pero con todo lo que estaba sintiendo fue inevitable y le llené la boca de lefa. Ella lo guardó en la boca mezclándolo con su saliva para compartirla con nosotros al besarnos. Así que salió como pudo de debajo de mí para buscar con sus labios la boca de su hermano que aguantaba bombeando mi culo. Se apoyó en mi espalda para besarlo en una caricia. Sus lenguas jugaban y yo volviendo la cabeza los veía.

-¡guardadme algo!

Y ella se inclinó a besarme a mí. Correspondí a ese beso sin dudas ni vacilaciones compartiendo salivas y lo que quedaba de mi semen. A punto de correrse su hermano le sobaba los pechos y ella me acariciaba a mí.

Por fin me llenó el recto de lefa y sin cortarse un pelo se inclinó a comérmelo. En ese beso negro se llevó lo que salía de mi ano, el semen que ya no cabía dentro de mi cuerpo. Yo solo podía gemir al notar su lengua rozando mi ano. Aquellos dos estaban volviendo del revés todos mis esquemas.

Cuando él se incorporó pude ver como su hermana se metía su ahora flácida polla en la boca para dejarla limpita y reluciente. Yo me derrumbé sobre la cama mientras los veía juntos a mi lado. Pero no se habían olvidado de mi. Cayeron uno a cada lado con las cabezas apoyadas en mis brazos. Yo podía alcanzar así un pezón de cada uno. Me besaban por turnos o incorporándose un poco se besaban entre ellos. Y seguían acariciando mi piel, parecían incansables.

Después de dos corridas cada uno muestras pollas tardarían un rato en recuperarse. Suponía que ella no quería quedarse sin su parte de la diversión aunque me pareció que se había corrido antes con mi inexperta lengua. No me atrevía a preguntarle. Con los tíos era mucho mas fácil.

Con tanto toqueteo notaba que por allí abajo algo volvía a la vida. Y no sólo la mía, la suya también empezaba a hacerse notar contra mi cadera. Así que con mas ganas de guerra fue ella la que lo decidió todo. Pasando sobre mi cuerpo se sentó sobre la cadera de su hermano y apoyando las tetas en su pecho se abrió el culo con las dos manos para ofrecérmelo. Yo mismo le agarré la polla a Marco y separando con dos dedos los húmedos labios guiarla al interior del coño.

Entonces me tocaba a mí. Y eso era terreno conocido. Aunque fuera el culo de una chica. Usando el lubricante que llevábamos utilizando toda la tarde usé mi saliva para el ano. Le pedí que escupiera en mi mano para ponerlo en mi polla y que no le doliera. Pronto empecé a penetrarla. Mi glande se abría paso por el anillo de músculo. No nos costó mucho sincronizarnos al principio. Lo que mas costaba era mantener el ritmo para que ninguno se perdiera. De hecho tuvimos que volver a meter los rabos un par de veces.

Pero no importaba, simplemente estábamos disfrutando, follando. Yo besaba su nuca y hombros mientras me sujetaba a sus tetas, pellizcando sus pezones o los de su hermano. Ya no podíamos parar ni queríamos. Solo él tuvo la suficiente cordura como para sacar la polla y correrse sobre mis huevos en vez de dentro de su hermana. Pero por sus gemidos y por como había apretado mi polla con el ano unos momentos antes me pareció que se había corrido. Yo lo hice unos segundos mas tarde llenando su culito con mi semen. Ella cayó sobre el pecho de su hermano y yo sobre su espalda por como él nos abrazaba a los dos no parecía que le pesáramos mucho.

Yo estaba hecho un lio. Tenía que plantearme cosas sobre las que nunca había dudado y que en ese momento con el cuerpo de una chica y de un chico entre mis brazos me parecían tonterías. Me vestí, me despedí de ellos con un jugoso beso a cada uno y marché para mi casa con la cabeza revuelta.

Nunca me han contado si antes de conocerme ya habían experimentado juntos y a mi me tendieron esa celada. O si esa fue la primera vez y fui yo quien les animé. Pero una vez rotas las barreras de las primeras caricias: La mía con una chica y la suya entre hermanos, nos dejamos llevar por el placer.

Ahora soy bisexual, aquella experiencia me marcó, me hizo abrir mi mente. Y sigo haciéndole el amor a los dos hermanos y a quien me gusta y yo le gusto sin distinción alguna de género.

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