Mi fuckgirl me invitó a una posada con sus amigos de la prepa en realidad, en realidad no quería ir sonaba una fiesta familiar y así lo fue… niños, tías abuelas, sin embargo, había mucho alcohol, Vanesa así la llamaremos traía un vestido corto floreado por encima de la rodilla, mujer latina de piel canela, piernas firmes por el ejercicio, un trasero redondo y grandes y redondas tetas, hacían excitar a cualquiera, en medio de la posada y un poco entonados empezamos a jugar a retos.
Le pedí que se quitara la tanga
Ella aceptó y bailo con el papá de su amiga, enseñando ligeramente las nalgas.
Ella me pidió sacar a bailar a una amiga suya y restregar le mi miembro.
Luego yo le pedí que se quitara el brasier y el resto de la fiesta se pudo apreciar sus pezones erectos a través del vestido.
Ya calientes y basándonos atrabancadamente decidimos ir a un hotel.
Pedí el Uber. Cuando llegó era un señor como de 60 años.
Nos subimos en la parte trasera, nos dejamos llenar por la pasión, entre besos y cachondeo, empecé a acariciar su vagina, la cual para ese momento estaba extremadamente mojada, y su respiración agitada, ella acariciaba mi miembro sobre el pantalón, bajo el cierre y empezó a masturbarme.
Aposté te toca, mámamela.
Ella accedió y empezó a matarla, lo recuerdo y fue una de las mejores mamadas que me han hecho, mientras veía al señor del Uber nervioso, con la cabeza sobre el volante, intentando no ver, la escena me la puso durísima, le ordené a Vanesa que me montara, ella estaba muy excitada, aceptó de inmediato.
Se subió en mis piernas y mirando hacia el conductor montó mi verga, no sin antes tener un gemido delicioso.
Primero lento para que el señor no se diera cuenta, que para ese momento ya era obvio que sabía que estábamos haciendo.
Luego rápido y violento, así seguimos hasta llegar al hotel.
Al día siguiente mi calificación de Uber bajó, pero valió la pena.