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Fany, la cornuda (capítulo 1)
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Tiempo de lectura: 55 minutos

Esta es la primera parte de esta saga de Fany y su semental novio, Mario. No se preocupen, esta vez tengo las historias terminadas y las iré publicando rápidamente, gracias por leer.

Fany gimoteaba y gemía a todo volumen cómo loca, cómo siempre. Mario se esforzaba, también cómo siempre, aunque Fany terminaba poniéndole la mano en el pecho y haciendo esa cara histérica que él ya sabía que significaba que bajara la velocidad un poco, él lo hacía. Cómo quiera no importaba, él ya estaba en la orilla, solo tuvo que empujar su enorme verga un par de veces más dentro de ella delicadamente, pero por completo y comenzó a llenar el condón. Fany ponía los ojos en blanco, él obviamente disfrutaba teniendo su orgasmo y ella amaba sentir ese enorme pedazo de carne dentro de ella palpitando descontroladamente.

—Te amo — le decía el guapo semental a la chica, dándole un beso en los labios, mientras regresaba de villa orgasmo.

—Yo más — le decía honestamente la enamorada adolescente.

Él sonreía dulcemente, se levantaba e iba al baño, ella admiraba a su hombre, blanco como el papel, un culo muy lindo para ser un chico, amaba sus hombros fuertes y espalda ancha, había algunas rayas por ahí, cuando él regresaba de tirar el condón por el retrete, la vista era aún mejor de frente. El torso firme y un poco marcado, digamos que podías notar el cuadro grande en su abdomen, pero no el six pack, con sus pectorales lo mismo, firmes, pero no parecían crecidos, aunque sin duda sellaban el trato, junto con su bien parecido rostro de rasgos firmes y viriles, sin despreciar para nada ese enorme pedazo de carne colgándole entre las piernas.

—¿Vemos algo o vamos por algo de comer? — decía el contento chico, nunca ningún hombre más contento que aquel que acaba de tener un orgasmo.

—Ninguna de las 2, me veré con mis amigas, no te dije, lo siento — decía Fany levantándose y yendo al baño, él seguía su pequeño trasero de cerca.

La chica se ponía al espejo arreglándose un poco el maquillaje, él se le repegaba por detrás, con la esperanza de que su verga floja en la espalda, le hiciera querer otro round, pero ella solo arreglaba su maquillaje. Retocaba su rímel, se pintaba los labios y lo atrapaba a él en el reflejo del espejo mirándole el trasero, ella aún se sentía un poco cohibida ante sus lascivas miradas, pero era más una cuestión de complejo que de pudor, se miraba en el espejo, la nariz un poco aguileña, los ojos algo saltones y los labios pequeños, no entendía como había atrapado a Mario.

El chico miraba atentamente el pequeño trasero de su novia, caderas delgadas y nalgas algo planas, Fany no era precisamente la chica sexi del salón de clases, la falda de tablones le quedaba floja y larga, igual ella no hubiera querido recortarla, no es que sus escuálidas piernas fueran un espectáculo digno de mostrar, en el apartado de tetas lo mismo, y sin embargo, ahí estaba el guapísimo Mario mirando atentamente sus morenas y pequeñas nalgas.

El chico descendía y ella se ponía nerviosa de inmediato.

—Mario — decía ella con voz suave, pero dicción firme.

El chico empujaba la espalda de su delgada chica un poco para que ella echara el coño hacía atrás, ella se resistía con fuerza, pero él hundía aún así la cara y abría las piernas de la chica un poco y metía la boca para lamerle el coño a su chica entre la selva que había ahí.

—¡Mario! — dijo Fany molesta y dándose la vuelta, apenas sintiendo el aliento de su novio y la lengua apenas rozarle el coño y los vellos púbicos.

—Quiero hacerlo — dijo él nervioso levantándose, sonriendo tontamente.

—No sé, tal vez luego — decía ella avergonzada de haberse molestado — Además que tú lo hagas, no significa que yo vaya a chuparte la verga — dijo alzando la voz de nuevo, aunque sin mirarlo, ellos no dominaban eso del sexo oral.

—Yo nunca dije eso — respondió él ofendido.

—¡Ya lo sé! Solo que… Tengo que irme en serio — dijo ella acercándose a él, lo besó dulcemente en los labios y todo estaba bien en un segundo — Podríamos experimentar eso después, ¿Ok? — dijo ella intentando convencerse a sí misma y sonriéndole.

—¿¡Y por qué carajos no dejaste que te comiera el coño!? — preguntaba Gabriela incrédula, casi molesta.

—¡No sé! — respondía Fany con el mismo tono que su cruel amiga y las demás reían — Apenas estamos experimentando — agregaba la chica excusándose.

—Yo mataría porque Julián me comiera el coño — agregaba Eliza rápidamente y reían más.

—Tú estás enferma — respondía Fany.

—A todas nos gusta que nos coman el coño, la rarita eres tú — agregó Gabriela rápidamente — Creo que hasta Paulina quisiera eso — dijo empujando a la más tímida a la conversación, todas la miraron, amaban molestarla con esas cosas.

—Mi niño no haría esas cochinadas, es niño bueno e inocente — decía Paulina sin mirarlas, un poco de sarcasmo, un poco de hablar en serio, se comía un maki para no hablar más.

—Ni el mío… y de inocente no tiene nada — remataba Eliza decepcionada, pero con tono cómico y las 4 reían — ¿Creen que deba pedírselo más claramente? — de pronto agregaba con tono serio, no las miraba.

—Sí — respondía Gabriela sin dudar — Te la pasas chupándole la verga y según dices, él ni por error se baja ahí — agregaba con autoridad la nalgona.

La jerarquía siempre estuvo clara desde el principio de la amistad en ese pequeño grupo de 4. Gabriela dominaba con puño de hierro en la parte superior, muy lejos de Eliza y Fany que peleaban siempre por el segundo podio y al fondo la tímida Paulina, aunque no le molestaba ser la última.

—Me gusta mamársela — decía Eliza pícaramente y reían un poco — Pero ya pasó casi un año desde que lo hacemos y él no parece captar lo que quiero — decía la chica devorándose un maki de un bocado hábilmente usando los palillos.

—¿Que más está mal aparte de que no te come el coño? — preguntó Gabriela sin pudor.

—Nada está mal — decía Eliza rápidamente — Pero me depilo por completo a ver si él se atreve y nada, se la chupo un chingo y a veces… — dijo la linda morena parando a media frase.

Todas se dieron cuenta de que venía lo realmente importante, hasta Paulina la miraba, la convención social la obligó a seguir.

—Bueno, ya saben… le digo que más fuerte o esas cosas y él no parece entenderme.

Dijo Eliza honestamente avergonzada, bajando la mirada, devorando un maki y haciendo como que no dijo nada.

—¿¡Julián es un "folla—quedito"!?

Dijo Gabriela riendo cruelmente, Paulina agachó la mirada al ver la expresión de Eliza, Fany rio un poco, sintió que eso era mejor que callarse con lástima.

—¡No! ¡No es eso! — dijo Eliza molesta, Gabriela reía — ¡Lo hace muy bien! Pero yo a veces quiero más fuerte, es todo — finiquitó molesta.

—Yo siempre tengo que detener a Mario, es una máquina sexual — dijo Fany, haciéndose la guay, riendo con sorna, todas la miraron ahora a ella en silencio — ¿Qué? — preguntó bajando la velocidad en un segundo.

—Déjame entender — dijo Gabriela, alzó las manos en un gesto melodramático pidiendo atención — No le chupas la vergota, no lo dejas lamerte nada y… ¡¿Lo limitas cuando te folla?! — dijo sarcásticamente y mirándola al final, riendo un poco.

—Bu-bueno — balbuceó Fany nerviosa, todas rieron, incluida Paulina, eso dolió — ¡Pues así lo hacemos nosotros! — dijo molesta — Que Eliza sea una guarra traga-corridas no es mi problema — dijo aún molesta, miró a Gabriela, quiso agregar "y que tú seas una zorra sin pudor tampoco", pero claro que no lo hizo — ¡Yo que sé! Cada quien tiene sus cosas — finalizó molesta.

Gabriela aún sonreía, Eliza no se atrevió a responder la agresión de Fany, porque no lo consideraba hiriente, ella alardeaba de chuparle la verga a su novio todo el tiempo, ya sabes, a veces es incluso más divertido contarlo que hacerlo, además, Fany parecía dispuesta a presionar el botón rojo, el botón rojo que lanza una ojiva nuclear, parecía dispuesta a pelear de verdad, Eliza mantuvo la calma, todos nos hemos detenido en ese punto alguna vez.

—Y no digas "vergota", no hables así de mi novio.

Agregó Fany aún molesta, bajaba la velocidad, pero aprovechaba el mood, sabía que había dado un manotazo sobre la mesa lo suficientemente fuerte como para imponerse.

—No es un insulto.

Dijo Gabriela con sencillez y la miraba de ese modo que ellas 3 odiaban, como si fueran niñas idiotas, Gabriela pensaba que era un gesto amable.

—No importa — dijo suavemente Fany — Además yo nunca dije eso.

Se excusaba la chica, sabía que no era un insulto, lo sabía desde el principio, es obvio, igual le molestaba por alguna razón.

—¡Claro que sí lo dijiste! — dijo Gabriela incrédula, Fany la miró confundida, ella definitivamente no usó esa palabra, claro que lo pensaba, lo sabía bien, pero ella no se expresaba así — Recuerdo perfectamente que hace como medio año que ustedes empezaron con eso, dijiste… — decía Gabriela comenzando y dejando una pausa, apuntando a sus makis.

—¡Ah sí! — dijo Paulina rápidamente, Fany la miró aún confundida.

—¡¿Que dije?! — preguntó molesta.

—Nos presumiste que la tenia del tamaño de un maki coreano — dijo Eliza riendo un poco, era claro que les quedaba claro a las 3.

—¡No les presumí! — argumentó Fany rápidamente — Ustedes estaban fregando que les dijera de que tamaño la tenía, había un kimbap en la mesa y les dije que así y ya.

Dijo Fany rápidamente, cuando ella lo dijo originalmente no fue por presumir, pero sí qué gozó con que todas parecieran sorprendidas, incluso Gabriela.

—Se me antojó un maki coreano, pidámoslo — dijo Gabriela cómicamente, alzando la vista por el restaurante buscando un mesero.

—Kimbap, se llama kimbap — dijo Fany de mala gana y las demás reían.

Las preparatorianas comieron el kimbap, ninguna se atrevió a hacer ningún comentario mas sobre la verga de Mario, incluso Gabriela solo se atrevió a abrir los ojos con sorpresa sarcástica cuando sirvieron el enorme rollo de arroz sobre la mesa, pero ni Paulina ni Eliza se atrevieron a hacerle segunda, Fany fingió no darse cuenta del estúpido gesto de Gabriela.

Al final de la tarde esperaban sus taxis, no hubo más charla incómoda y parecían ser las mismas. Paulina subió en el primero como siempre, era alguna clase de protección de las demás hacía la más ingenua e inocente del grupo, luego Gabriela en el segundo porque ella siempre lo tomaba sin preguntar, mientras Eliza y Fany esperaban algo incómodas el tercero, vivían cerca, siempre compartían.

—Perdón por llamarte así — dijo Fany mirando a su amiga y torciendo la boca en un gesto melancólico y de reconciliación con Eliza.

Ellas 2 eran las más cercanas, Paulina era la más inocente y pura, virgen aún según sus propias palabras, las 3 le creían, su novio Jonathan definitivamente no parecía del tipo "follador" ni Paulina del tipo "sedienta de verga". Gabriela estaba en un nivel por encima al de ellas 2, soltera por elección propia, ninguna de las 3 se atrevía a decirlo, pero sabían que no tenía novio para darle el culo a quien quisiera sin dramas, no sin culpa, solo sin dramas. Además, ella se sentía superior y se los dejaba claro, tenía el imponente culo enorme y redondo, y las lindas toronjas para sentirse así, las 3 la envidiaban un poco por eso, sí, incluida Paulina, que no fuera una zorra no significa que no quisiera verse más sabrosa.

Pero Fany y Eliza estaban al mismo nivel. Eliza más linda de rostro que Fany y con el culo más relleno de carne, además ese lindo par de nalgas tenían una agradable forma redonda y respingada, nada comparado con las planas y desabridas nalgas de Fany. Eliza tenía un culito lindo, algo pequeño, pero que lucía de infarto con algún buen short, sin mencionar que le llevaba una copa entera de sujetador a Fany. Pero tenían la misma estatura, el mismo tono de piel aperlado, seguro solo había un kilo o dos de diferencia entre ellas, bien acomodado en el culo y tetas de Eliza, ambas tenían el pelo negro intenso, si las vieras a lo lejos, dirías que ambas eran "del tipo", pero claro, el diablo está en los detalles. Y si te fijabas bien y de cerca, sí podías notar esos "detalles". Pero también se parecían en la experiencia, no eran unas santurronas como Paulina ni tenían una lista enorme como Gabriela, ambas habían tenido un novio y con ese novio habían perdido la inocencia, se lo contaron una a la otra cómo primicia por llamada antes de contarlo en grupo, primero Eliza y un mes después Fany. Les emocionaba darse notas más detalladas entre ellas de las que le contaban a Paulina, que no parecía querer escuchar más como quiera, o a Gabriela, que quería escuchar demasiado. Ellas 2 se conocieron primero en la preparatoria, luego llegó Paulina y Gabriela se unió al final, lo dicho, ellas 2 siempre fueron más unidas.

—¿Llamarme cómo? — preguntó Eliza — ¿"Traga-corridas"? — remató riendo un poco.

—En serio lo lamento — dijo Fany avergonzada.

—No te preocupes… Sí lo soy — dijo Eliza cómicamente y ambas rieron — No tomemos taxi, quiero contarte algo.

Dijo la más guapa, lo hacían seguido, se quedaban tiempo extra ellas solas, nunca se lo contaban a las otras 2.

Le servían su late grande a Eliza en la mesita de esa cafetería, las chicas se miraban emocionadas, siempre hacían eso, esperaban a los cafés para soltarse la lengua, no querían ni esa mínima interrupción.

—Mira lo que conseguí.

Dijo Eliza emocionada y le daba una cajita a Fany, cuidando que nadie viera.

—¿Qué es? — preguntaba Fany mirando y tomando la cajita.

—Una pastilla del día siguiente — dijo Eliza emocionada, Fany la miró igual.

—Guarra de mierda — dijo Fany y carcajearon ambas.

—Odio los condones, esas mierdas irritan — decía Eliza justificándose un poco.

—¡Claro que no! Quieres sentir la verga de tu wey al natural, guarra — insistía Fany riendo más.

—Bueno, a lo mejor un poquito también eso — decía Eliza sarcásticamente y reían ambas.

—Jamás me atrevería a pedir una de estas en la farmacia — decía Fany entregándole la cajita con la misma discreción que le fue dada — Mario compra los condones o los consigue en la enfermería, no sé.

Agregó Fany rápidamente, era verdad, no tenía idea de dónde los sacaba su hombre, pero él siempre estaba preparado, la cachondez le podía más que la vergüenza al chico.

—Me la dio una prima… A veces le platico, es enfermera, súper liberal ya sabes — decía Eliza emocionada y bebía un poco.

—¿La dejarás guardada o…? — preguntaba Fany.

—No, se caduca, mejor la usaré el jueves — decía Eliza y ambas reían.

—¡Lo tienes planeado! — respondió riendo.

—El jueves tendré la casa sola tooooodo el santo día — decía la aperlada sonriendo con picardía.

—Bueno, al menos la aprovecharás.

—¡Obvio! — respondía Eliza y reían.

—Mmmm ¿Cómo te depilas bien? Tengo miedo de cortarme — preguntaba Fany de golpe.

—Cuando me baño, un rastrillo, mucha espuma de jabón, delicadeza y paciencia — respondía Eliza encogiéndose hombros.

—Mmmm me da miedo — decía Fany y reían en voz baja.

—Depílate bien y deja que Mario te coma el coño, te envidio la verdad — dijo Eliza con sencillez, pero Fany lo sintió como una granada.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Por Mario?

Preguntó Fany histérica a súper velocidad, era mucho más celosa de lo que le gustaría admitir, sus complejos y miedos la acosaban, siempre supo que estaba una (o dos) liga por debajo de Mario.

—¡No! Porque quiere comerte el coño… ¡Puta madre, Fany! ¿¡Otra vez!? — dijo Eliza rápidamente con fastidio evidente, aunque se arrepintió un segundo después del gesto, miraba su vaso avergonzada.

La gente idiota no sabe que lo es, la gente alrededor de los idiotas son quienes lo sufren, pasa lo mismo muchas veces con los celosos, no lo saben o no se limitan, no les importa, solo son idiotas con sus seres queridos. Eliza había sufrido eso siempre con Fany. Cómo aquella ocasión que Eliza y Mario se quedaron a solas 10 minutos en aquella fiesta, Julián, el novio de Eliza, se había ido temprano y Fany fue al baño, cuando regresó su mejor amiga y su novio reían, Mario hacía mofa de Esteban, un chico de su clase que estaba ahí y era evidente que no sabía bailar, Fany enfureció. Tomó de la mano a Mario y se lo llevó a bailar, ni siquiera le dijo adiós a Eliza, no le habló por 2 días y no folló con Mario por una semana, tanto Mario como Eliza sabían la razón, pero decidieron no pelear. También esa otra vez que Eliza buscó a Mario por una tarea, Eliza lo hizo tan sencillo como mandarle mensaje a cualquier conocido suyo en Facebook, cómo a cualquier conocido con el que no tienes una confianza de años de amistad, pero sí con quién tienes una relación cordial, cómo ella la tenía con Mario. Estaban en aquella misma clase, Eliza siempre fue algo distraída y Mario era básicamente "el niño de los pinceles de colores", con todo ordenado con obsesión preocupante. Así que Eliza le envió un mensaje, lo saludó, platicaron por 3 minutos y la chica le pidió la tarea, Mario se la dio por simple amabilidad y no volvieron a cruzar palabra, ni siquiera se despidieron muy emotivamente. Cuando Fany revisó el celular de Mario, hubo problemas. Aunque más problemas para Fany, porque Mario evidentemente se ofendió por la ofensa de violar su privacidad, Fany hacía eso constantemente y nunca había encontrado nada digno de reclamar, así que Mario jamás se había enterado, ella creyó que esa insípida conversación sobre nimiedades y tarea, era digna de reclamo, por supuesto que no salió bien para ella, solo causó una pelea enorme con su amado Mario y que ahora el chico no dejara su celular ni a sol ni a sombra cerca de ella, y aún así, Fany tuvo el descaro de decirle a Eliza que no "buscara" a su novio y le pidiera la tarea a alguien más, también hubo una pelea entre ellas por eso.

Pequeñas escenas de celos como esas, de algún modo Fany era una pequeña tirana de los celos, Mario y Eliza se saludaban de lejos alzando la mano solamente cada vez que ella o él llegaban y Fany estaba con el otro, nada del fraternal beso en la mejilla que era la normal, lo hacían por no hacer enfadar a la dictadora que siempre parecía mirar atentamente cuando ellos se saludaban, aunque comenzaban a cansarse de la situación.

—Lo siento — decía Fany débilmente dándose cuenta de su torpe e incómodo error.

—Fany… Yo te amo, ¿Sabes? Más que a Julián — decía Eliza cálidamente, Fany asentía avergonzada — Pero de verdad, tienes que parar con tus celos — decía un poco más firmemente la chica, se miraban a los ojos.

—No sé que me pasa, te lo juro — respondía Fany avergonzada bajando la mirada — Solo sé que me pongo como Hulk con ese tema — seguía y Eliza esperaba, por fin Fany mostraba arrepentimiento por esa actitud, mejor no interrumpirla — La otra vez casi nos corren de un restaurante, le pregunté a la mesera porque hablaba con mi novio y no conmigo — dijo sin levantar la mirada, Eliza reía un poco, más por aligerar todo que por burlarse.

—Obvio él te ama, organizó esa fiesta sorpresa, nunca olvida los aniversarios, te dio ese ramo gigante de flores el último San Valentín… — enumeraba Eliza, Fany sonreía melancólica sin mostrar los dientes y alzaba la mirada — Y quiere comerte el coño — remataba la amiga y reían — Yo quisiera que Julián hiciera al menos una de esas cosas… Ya sabes cuál — alargaba el chiste y reían más.

—No sé cómo quitarme estos pendejos celos, desde antes de ser nada, ya lo celaba.

Decía Fany y miraba a Eliza buscando respuestas, constantemente se lanzaban bolas así una a la otra, buscando consuelo o consejo.

—Yo que sé — decía la amiga con sinceridad y riendo — Terapia de electroshocks wey, deja que hable con putillas en las fiestas y sopórtalo — dijo Eliza riendo.

—Esa amiguita suya, Carolina, ¿La ubicas? — decía Fany de mala gana, Eliza asentía — Siempre lo está invitando a hacer cosas, que si a hiking, que si a correr, que la acompañe al museo — enumeraba Fany, Eliza solo seguía asintiendo — A veces me siento mal de ser tan perra y no dejarlo ir con ella nunca — finiquitaba la chica.

—Bueno, pero una cosa es ser perra y otra es ser pendeja — decía Eliza con seguridad — Esa wey se ve que se muere por tu novio — decía Eliza, porque realmente lo creía y porque quería darle una pequeña victoria a su amiga.

—¿Verdad que sí? ¡Lo sabía! — decía Fany apretando los dientes.

—La foto que subió con él comiendo boneless hace una semana… — negaba Eliza con la cabeza — Demasiado obvia la piruja esa.

—Ah, pero Mario dice que ni al caso, que ella lo ve como a un hermano — decía Fany rabiosa.

—Pues tal vez como a uno de esos hermanastros del porno, con los que se folla cuando los papás no están — decía Eliza ingeniosamente y hasta Fany reía un poco, bajaban la velocidad — Pero… Tal vez no con ella, pero si deberías dejar que él salga con amigas, como algo normal, ¿Me entiendes? — ella esperaba y Fany asentía débilmente sin mirarla — Julián siempre quería salir con la mensa de Daniela, yo siempre me ponía como furia — ahora Fany la miraba atentamente — Pero un día le dije que estaba bien, salieron y no pasó nada, luego salieron otra vez y lo mismo, la verdad siento que él lo agradece, al menos ya no peleamos por eso y cuando le cancelo para salir contigo, ya no me echa los ojos para arriba con fastidio — finiquitaba la amiga, Fany miraba su café y luego a ella.

—Pues con Carolina no, eso seguro — decía Fany bebiendo de su café.

—¿Cómo se llama la otra? ¿Mayte? — preguntaba Eliza intentando recordar a esa chica de la clase de Mario.

—Menos, esa perra se ve desesperadísima por verga — decía Fany rápidamente, Eliza reía con ironía, Fany la miraba confundida.

—Wey, tienes que hacer algo con esos celos, en serio — decía Eliza aún riendo.

—¿Tú…? — dijo Fany sin terminar y buscándole la mirada a su amiga.

—No, no, no — dijo Eliza rápidamente, negando con la cabeza y manoteando.

—Solo ir al cine o eso, confío en ti, obvio — dijo Fany rápidamente, Eliza seguía negando con la cabeza y manos — Solo era una idea — dijo de mala gana y sintiéndose estúpida.

—Nah, no quiero arruinar nuestra amistad — dijo Eliza con seguridad.

—No la arruinarías, solo sería salir y ya — insistía Fany, de algún modo no quería insistir, pero tampoco desistir.

—Nah, que flojera el interrogatorio después — decía riendo la amiga.

—No preguntaría nada, podrían hacer lo que quisieran — dijo Fany rápidamente, Eliza la miró sorprendida, luego sonriendo con sorna y burla.

—¡¿Qué significa eso?! — preguntó Eliza y rio fuertemente.

—¡No! O sea que no preguntaría nada, nada de nada — dijo Fany rápidamente y reía nerviosa.

—No pienso caer en la trampa, no gracias — dijo Eliza sarcásticamente y reían.

Eliza condujo la conversación por otro lado, cómo quiera no era que Fany quisiera insistir, lo que le pareció una buena idea por un segundo, le pareció atroz al siguiente, se sentía estúpida por haberlo propuesto y jodidamente celosa de imaginarlo. Y así terminaron sus cafés, hablando de tareas y emocionadas por la siguiente fiesta, viajaron en taxi a sus casas y se avisaron cuando estuvieron a salvo cada una en sus casas.

—¿Por qué surgió esa conversación? — le preguntaba Julián algo molesto a Eliza, al otro día desayunando en el receso en la escuela.

—Sí te había dicho que la wey es súper celosa, tuvo la idea de que saliera con Mario, algo así como terapia de electroshocks — decía Eliza con desinterés.

—¿Y por qué precisamente tú? — preguntó Julián sin ocultar su molestia, ah los celos, ¿Quieres ver las inseguridades de alguien? Intenta ponerlo celoso.

—Pues estábamos hablando de eso, yo que sé — dijo Eliza igualando el tono.

—Obviamente no te dejaría salir con ese idiota — dijo el chico a la defensiva, Eliza lo miró furiosa.

—¿Disculpa? — preguntó irónicamente.

—Tú siempre me prohibías salir con Dany, yo te prohíbo salir con él — dijo firmemente el adolescente.

—¡Pero ya sales con la idiota de Daniela! — reclamó fuertemente Eliza, lo miraba incrédula.

—¡Después de meses de insistirte! Además, ese wey es un pendejo, es insoportable.

Decía Julián sonriendo nervioso, no sabía cómo salir de ese pantano, y claro que por " pendejo e insoportable" quiso decir "es ridículamente guapo y eso me pone inseguro".

—Daniela me caga la madre y lo sabes, si yo quiero salir con Mario o con cualquier otro amigo, lo haré — dijo Eliza con tono firme, no lo miró, Julián negaba con la cabeza.

Los adolescentes no dijeron mucho más, terminaron su desayuno en silencio y cuando Fany apenas asomó la cabeza en el comedor estudiantil, Eliza corrió con ella sin despedirse de su novio, la chica fingió que todo estaba bien con su amiga, a nadie nos gusta hablar de las mierdas cuando aún están frescas, siguen apestando. Cuando la chicharra final sonó, las amigas caminaron del brazo a su salón de clases, Eliza se detuvo en la puerta y Fany entraba, pero Eliza lanzó la granada antes de que su amiga fuera a su banco.

—Oye… Si lo de Mario era en serio, podría salir con él al cine o algo… Tú me dices.

Dijo la aperlada de lindo trasero sin mirar a su amiga, con desinterés aparente, el resentimiento con Julián habló por ella, Fany solo asintió nerviosa y huyó de ahí.

Pasaban las clases, Eliza olvidó el asunto tan rápido como Julián le enviaba emojis cursis y se disculpaba con un enorme texto en WhatsApp, lo disculpó en un minuto, como disculpan los adolescentes, tan apasionada y rápidamente como se enfadan. Diciéndose que se amaban, que había sido una pelea estúpida y que no pelearan más por celos, Julián quiso confirmar si ella saldría con Mario, estaba desesperado por saberlo, pero claro que no preguntó, cómo quiera Eliza ya ni siquiera pensaba en eso realmente.

Fany estaba nerviosa, pasó las siguientes clases algo ausente con Mario, el chico lo notó, pero él siempre tuvo la sensibilidad de saber cuándo preguntar, sabía que en ese momento ella no respondería o que no lo haría bien, sabía que debía esperar, le dio su espacio, siempre buscándole la cara, esperando que ella lo mirara y sonriera, sabía que entonces debería preguntar, no antes. Pero cuando Fany lo vio riendo con Mayte entre clases, se puso furiosa, estuvo a punto de ir, sentarse en las piernas de su macho y lanzarle esa mirada a Mayte que siempre le lanzaba, un firme gesto territorial que Mayte pensaba que era infantil y Mario odiaba, pero no lo hizo, se quedó sentada y por primera vez no se dejó dominar por sus celos, tenía que parar.

La chica no pensó en otra cosa, la cabeza le dolía, ya habían pasado 3 horas y Mario esperaba, sabía que había algo en la mente de su chica, por eso cuando alzó la cara por fin y le vio fijamente, él sonrió cálidamente, se sentía aliviado de que ella por fin fuera a decirlo, no le gustaba cuando ella estaba distante.

—¿Sabes? Tuve una plática interesante con Eliza — dijo Fany nerviosa, la boca seca.

—¿Sobre qué? — preguntó suave y cálidamente el muchacho.

—Sobre ti — dijo Fany nerviosa, intentaba no mirarlo.

—¿Qué hablaron?

No pudo evitar ponerse nervioso, no había nada que decir, ellos ni siquiera hablaban, pero nunca nos gustan las charlas "serías" con nuestra pareja.

—Platicábamos sobre mis celos — dijo Fany riendo nerviosa, aligerando el tema, Mario esperaba — ¿Ya ves la vez que te pidió la tarea? ¿O cuando se quedaron platicando solos en la fiesta de Raúl? — dijo Fany alzando la mirada.

—Solo fue eso, lo juro de ve-

Respondió el chico nervioso, aunque su espectro rápidamente gravitó al enojo a media frase, ella lo interrumpió.

—¡Lo sé, lo sé! — dijo ella con tono conciliatorio, le tomaba la mano.

Fany miró hacía la linda jardinera de la escuela donde estaban, pasar ahí el tiempo tranquilamente era la segunda cosa favorita de ellos 2, obviamente después de estar desnudos y follando, él esperó a que ella terminara su mirada contemplativa.

—Hablamos sobre que me pongo bien loca con mis celos y que debería parar — decía la chica, el joven no diría una palabra, nadie interrumpimos a alguien cuando nos da la razón — Incluso hablamos de una posible solución — él asintió emocionado, expectante, nervioso — Mmmm pensamos que tal vez podrías salir con ella — dijo Fany sonriendo tontamente, el corazón a tope.

—¿Qué?

Expresó él, genuinamente sorprendido y confundido, no sabía que vendría, pero definitivamente nunca espero eso.

—Sí, con Eliza — dijo Fany aún sonriendo, una sonrisa falsa y evidentemente forzada.

—¿Cómo en una cita? — preguntó aún confundido, ella se sintió aliviada de que él no pareciera recibirlo bien.

—Pues ammm sí, algo así, no cómo una cita romántica — decía nerviosa, casi tartamudeaba — Solo sería como salir normal, ¿Me entiendes? Cómo una cita, pero sin que fuera romántica — dijo torpemente.

La chica dijo eso y Mario la miró fijamente, como intentando ver a través de ella, hacía eso con regularidad, intentando mirar cada gesto por más mínimo que fuera.

—Solo fue una idea — dijo Fany sintiéndose estúpida ante su mirada — Por eso de los celos, pensamos que podría funcionar — agregó rápidamente.

—¿Por qué con ella? — preguntó el joven sin ordenar sus ideas aún.

—Bueno, fue su idea — respondió nerviosa sin pensarlo realmente, mintió por prisa, no por malicia.

—¿Fue su idea que yo saliera con ella? — formuló explícitamente la pregunta sin creerlo.

—Sí, o sea, fue su idea, sí — respondió desesperada y rápidamente, intentaba recordar la conversación, sabía que no era verdad, pero prefirió eso a alargar la explicación.

—¿Y tú estarías bien con eso?

Preguntó sin mirarla, mil ideas y preguntas lo golpeaban, simplemente dejaba salir la primera que llegaba.

—Es la idea — respondió ella de igual manera, con la misma premura sin pensar, demasiadas respuestas, simplemente daba la primera que venía — Es como terapia de electroshocks, ¿Entiendes? — dijo ella sintiéndose inteligente por el termino, copiando lo que dijo su amiga.

—Sí, es como mmmmm hacer que algo te deje de doler exponiéndote a ello, ¿No? — respondió él sin comprender bien, no podía pensar claramente, demasiado ruido en su cabeza.

—Exacto… Y yo confío en ella, así que con ella estaría bien, su idea es buena, ¿No?

Dijo Fany, terminando de echarle la culpa a Eliza, esta vez conscientemente, así era mejor, si él se ponía raro con la idea, era la loca idea de su amiga, no de ella.

—Pero ella sigue con Julián, ¿No? — decía intentando recordar al gris novio de Eliza, no se hablaban mucho.

—Sí, pero emmm… nadie tiene que enterarse — respondió su novia, ambos supieron que eso sonó raro y turbio.

Ambos se quedaron en silencio 2 segundos ante la turbia declaración de ella, y como si fuera cosa del diablo, sonó el celular de él, miró la pantalla y se levantó a contestar la llamada. Fany lo miraba ansiosa sentaba en esa linda banca artesanal, cuando el chico volvió, dijo exactamente las palabras que ella no quería escuchar:

"Era mi papá, tengo que irme".

Se tomaron de la mano y caminaron en silencio mientras ella lo acompañó a la parada del autobús urbano, ninguno de los 2 dijo nada, ambos pensando en la extraña circunstancia, ambos analizando delicadamente las palabras del otro, cada frase y cada entonación, queriendo decir tantas cosas, él queriendo negarse, era demasiado extraño, ella queriendo retractarse. Pero no dijeron nada, el padre de Mario llamó en el peor momento posible y cortó la charla a medias, de no haber sido interrumpidos, él se hubiera negado riendo y diciéndole que era una mala idea, que la amaba incluso siendo así de celosa y ella hubiera aceptado gustosa su negativa con ánimos renovados, pero no lo hicieron, solo lo pensaron y así se pasaron toda la tarde, mientras el viajaba a casa y luego le ayudaba a su padre con el auto, y ella se atormentaba en su habitación con la charla que quedó abierta.

—Ahí déjalo, Mario, vete a hacer tarea o lo que sea, a veces no puedo creer lo inútil que eres.

Dijo el mal humorado hombre de 40 años a su hijo sin mirarlo.

—Cómo quieras.

Respondió el joven fingiendo pereza, pero ardiendo de furia por dentro, dejó la lámpara sobre el piso y entró a casa.

Fueron 3 malditas horas y media de esa tortura, su padre pidiendo las cosas de mala gana, Mario resistiendo como un campeón intentando hacer lo que el hombre pedía de la mejor manera, pero su padre era un idiota, y por supuesto que el cuarentón pensaba lo mismo de su hijo.

El guapo joven entró, se lavó las manos, ignoró cuando su madre le preguntó que sucedía, tomó el teléfono inalámbrico de la casa y subió en silencio a su cuarto, marcando el número de su chica de memoria mientras subía las escaleras.

—Hola, niño guapo — respondía Fany la llamada, sonriendo inconscientemente del otro lado.

—Hola, niña bonita — respondió él intentando con todas sus fuerzas dejar su mal humor atrás.

—¿Qué haces? — preguntó ella tendida en su cama, mientras él cerraba la puerta de su cuarto.

—Ya sabes, el maldito carro de mi padre que no funciona — respondía de mala manera, odiaba ese auto — Oye, sobre lo de Eliza…

Comenzaba él, estaba en el humor perfecto para descartarlo con desinterés y hablar con su chica para renovar fuerzas, solo eso le importaba en ese momento, solo eso quería hacer, solo eso iba a hacer.

—Mejor ya no hablemos de eso — respondió Fany histérica, sentándose en la cama, mal tono.

—No, es qu-

Mario intentó hablar con calma, ella siempre lo interrumpía demasiado, él odiaba eso, cancelaron muchas citas anteriormente por eso, cuando ella se ponía nerviosa ni siquiera lo dejaba hablar, irónicamente él siempre iba a darle la razón cada vez que ella hacia eso, por supuesto que después de que ella lo interrumpía, él ya no le daba la razón.

—No, no quiero hablar de eso, Mario, mejor cuéntame q- — decía ella de mala gana, él resopló fuertemente y ella se calló a media frase.

—¡Pero fue tu idea! — dijo él molesto.

—No, fue idea de ella — dijo ella, torció la boca al darse cuenta de que le seguía echando la culpa fácilmente.

—¡Pero tú lo aceptaste! — insistió él.

—Bueno, sí, algo así — respondió nerviosa — Pero no quiero hablar de eso, ¿Por qué quieres hablarlo tú? — preguntó molesta, los celos, malditos celos.

—¡Déjame hablar! — dijo él furioso, se levantaba de la cama, caminaba por su cuarto.

—¡Ok! — respondió furiosa, él esperó un segundo — ¿No que no te dejo hablar? — dijo ella, se golpeó la frente con la palma sabiendo que estaba siendo una perra.

—¿Cuando sería? — preguntó él, buscando hacer daño, sabía que ella odiaba la idea, era evidente en este punto.

—No sé, el jueves — respondió rápidamente, intentando lucir inmutada.

—Ok, dile que sí — dijo él siguiendo la discusión que ambos aparentaban que no lo era.

—Vale — respondió rápidamente.

—Tengo que irme, me voy a bañar — respondió él.

—Ok — respondió ella, se sentó en su cama, bajó la velocidad — Te a- — intentó decir con tono suave, conciliar en el último segundo, él colgó.

—¡Te amo también! — dijo él regresando histéricamente el teléfono a su oído, vio el teléfono, presionó el botón, nadie ahí, "¡Imbécil!" Pensó furioso consigo mismo.

Sacó su celular rápidamente, desbloqueó la pantalla y entró rápidamente a la conversación con su amaba novia y comenzaba a escribir, se disculpaba, pensaba decirle que su padre había sido un idiota, que estaba cansado, fastidiado, que no quería colgar, que le dijo que la amaba cuando se dio cuenta de que había colgado, pero que ella no pudo escuchar eso y, sobre todo, decirle que no saldría con Eliza. Él escribía, pero había llamado desde su casa y ella había recibido la llamada en su celular, los valiosos segundos que él perdió sacando su celular, desbloqueándolo, abriendo WhatsApp y entrando a la conversación. Esos segundos, ella no los perdió, solo entro a la aplicación y comenzó a escribir furiosamente cuando él colgó, por eso llegó primero el sarcástico y cruel mensaje de la chica mientras él aún escribía:

"No sabía que tuvieras tantas ganas de salir con Eliza, ok, se lo diré, me ocuparé, te veo mañana"

Él dejó de escribir, leyó y resopló furioso, bloqueó el celular y se fue a bañar.

Por supuesto que ambos se espiaron por WhatsApp, viendo si el otro estaba conectado, pero ninguno de los 2 cedió ni escribió nada y así durmieron pensando en el otro, ambos sin decidirse si estar furiosos o sentir compasión con el otro.

—¿Problemas en el paraíso?

Le preguntaba Gabriela a Fany riendo un poco, al ver qué Mario pasó por tercera vez frente a ellas en el recreo y Fany lo ignoraba.

—No, todo bien — respondió Fany haciendo una buena pokerface que hasta Gabriela se creyó — Es el cumpleaños de Fausto, creo, quería pasar el rato con él — agregó hábilmente.

—¿Por qué Mario es amigo de Fausto? Fausto es súper pendejo, ¿Se acuerdan lo que dijo la semana pasada? — dijo Gabriela riendo.

—¡Que si los hombres no eyaculan les da cáncer de próstata! — dijo Paulina y las 3 reían, menos Fany.

—De hecho, creo que es verdad, ¿No? — dijo Eliza bajando la velocidad.

—Eso te dice Julián para que le chupes tanto la verga — respondió Gabriela y volvían a reír.

—No me dieron el pan.

Dijo Fany aún sin reír, levantándose de la mesa, dirigiéndose a la barra del comedor estudiantil, Eliza la siguió de cerca.

—Holi — decía infantilmente acercándose a su mejor amiga y tomándole del brazo — Gabriela te cree, porque no te conoce tanto como yo, ¿Pero que pasa con Mario? — preguntó Eliza, sin imaginarse ni por un segundo que ella era "la causa".

—Ayer me colgó — decía la chica rápidamente, alcanzaba la barra — Oiga, no me dieron el pan.

Decía la chica sonriendo, la mujer de la barra le alcanzaba la pieza de pan dulce y se la entregaba, Eliza miraba esperando.

—¿Qué sucedió? — preguntó Eliza parando a Fany en su camino de regreso, el chisme señores, el chisme.

—Nada, discutimos, una pendejada la verdad — dijo nerviosa, sabía que Eliza no lo dejaría ir, nunca lo hacía.

—¡Pues cuéntame! — dijo sonriendo tontamente.

—Le dije tu idea, lo de salir con él.

—¿¡Mi idea!? ¿Le dijiste que era mi idea? — la sonrisa se le fue de inmediato.

—No exactamente, le dije que lo habíamos hablado y pensamos en eso — recompuso rápidamente, Eliza esperaba — Cómo que se puso tensa la cosa y medio discutimos — agregó rápidamente.

—Bueno, no importa, no salgo con él, pero si deberías ser menos celosa — dijo tranquilamente la otra chica.

—¡No! Le dije que sí, que el jueves.

Dijo Fany desesperada, Eliza literalmente sacudió la cabeza para aclararse, de pronto esa frase la golpeó fuertemente.

—A ver, a ver — decía ordenando sus ideas — ¿Pelearon por qué él sí quería salir conmigo y te enojaste?

Preguntó confundida, pero mentiría si no te digo que se emocionó un poco, solo un poquito, no por Mario exactamente, pero a todos nos gusta sentirnos la manzana de la discordia, aunque nadie lo admitamos en voz alta.

—Sí, algo así.

Respondió Fany, ya no estaba segura de porque había peleado con Mario, pero lo que decía Eliza sonaba coherente.

—No lo haré, no te preocupes, ¿Ok?

Respondió Eliza aparentando empatía, se sentía miserable por sentirse guay por supuestamente haber causado la discusión, aunque no se sintió miserable por ser tan condescendiente.

—En serio le dije que el jueves, no puedes quedarme mal — dijo Fany presionando, Eliza la miró confundida.

Fany estaba en ese punto en qué no quería ceder, quería aparentar que controlaba la situación. Cómo cuando un niño hace un berrinche, le dijeron que no le comprarían 3 videojuegos, solo uno, pero se aferra a su berrinche, por último sus padres desesperados y avergonzados en el centro comercial le ofrecen 2 videojuegos, pero como es un niño idiota, prefiere no tener nada para supuestamente probar un punto, prefiere seguir haciendo berrinche y avergonzar a sus padres e intentar hacerles sentir mal. Eso le pasaba a Fany presionando a Eliza, no quería nada de eso, pero estaba dispuesta a llevar su berrinche hasta las últimas consecuencias, los adolescentes y los niños no son muy diferentes cuando hacen berrinche.

—Es que, ¿Jueves? ¿O sea mañana? Veré a Julián, sí te dije, lo de mi casa sola y la pastilla…

Respondía la linda colegiala divagando, los adolescentes son un caos porque no pueden enfocarse en un solo sentimiento, no tienen la madurez emocional, eso le sucedía a Eliza, confusión, emoción, enojo, frustración, todo atacaba junto.

—Pero él va a sus clases de inglés, ¿No? Lo ves como a las 7 de la tarde — argumentaba Fany.

—Sí… Podría ir al cine o algo así con Mario, no sé — decía Eliza aún confundida, emocionada.

—Sí, lo que sea — respondió Fany molesta.

—¡Tú estás insistiendo! — dijo Eliza molesta.

—¡Lo sé! No estoy enojada — respondió la chica, bajaban la velocidad — Pero mejor no me cuentes nada de lo que hagan, ¿Ok? Le diré lo mismo a él.

Dijo Fany caminando de regreso a la mesa después de que Eliza asintió débilmente.

Las chicas no dijeron más del tema. Ambas se dedicaron a hacerse idiotas, fingiendo que no sucedía nada, que no estaba ese retorcido y extraño tema sobre la mesa, fingiendo reír con naturalidad e incluso se obligaron a quedarse juntas haciendo esa tarea a final de clases en la biblioteca, tarea que ambas sabían sería entregada dentro de una semana, jamás hacían eso, forzaban la naturalidad.

Cuando charlaban por la tarde en WhatsApp, más de lo mismo, ambas compartiéndose memes cómo siempre, platicando cualquier estupidez e incluso Fany etiquetó en una foto en Facebook a Eliza y está la comentó como hubiera hecho cualquier otro día. Ambas queriendo hablar del tema, Fany desesperada por hacer que su amiga se arrepintiera, incluso pensó en causar una pelea y así cancelarlo. Eliza ansiando preguntarle un millón de veces a Fany si ella en serio estaba bien con eso o al menos aclararle que solo irían al cine, incluso pensó en bromear diciéndole que compraría los boletos separados por un asiento. Pero Fany era demasiado cabezota y Eliza se sentía extrañamente emocionada, ninguna dijo nada, mientras Mario sufría por estar peleado con su chica, pero tampoco cedió.

La mañana siguiente una deidad con un sentido del humor muy ácido, hizo que los 3 se encontraran sin darse cuenta en la fila para entrar a la preparatoria, un prefecto revisaba que las chicas llevarán la falda a la altura establecida y pedía que los chicos abrieran su mochila para buscarles cigarros o algún otro contrabando, la fila se hacia larga y lenta cada mañana.

—Hola.

Saludaba Eliza nerviosa a Mario, Fany sentía que la sangre se le iba a los pies al darse la vuelta y ver a quien saludaba su amiga.

—¿Qué tal, Eliza?

Dijo cálidamente Mario, comenzaba de nuevo el juego de hacerse idiotas, en cuanto Mario lo comenzó, Fany lo siguió.

—Hola, amor.

Dijo la chica con un tono casi cálido al chico y se dieron el pico más incómodo de toda su relación.

—Odio estas filas.

Agregó Eliza rápidamente apenas la pareja dejó de besarse, no permitiría ni un solo segundo de silencio incómodo.

—Desde que el idiota ese de otro salón metió ese tequila, nos tratan como terroristas — dijo Mario recibiendo el pase.

—La vez pasada el prefecto Ruiz me hizo sacar todo de mí lapicera, “porque podía estar escondiendo cigarros” — siguió Fany, la fila avanzaba gracias a Dios.

—¿Supieron de la chava del grupo D? Le encontraron un dildo.

Dijo Eliza y los 3 rieron a carcajadas recordando el turbio chisme, pero bajaron la velocidad y el temido silencio incómodo llegó.

Eliza agachó la mirada, Fany la alzaba buscando desesperada a cualquier otro conocido que pudiera sacarlos de ahí, Mario solo miraba a su Fany esperando algo, ni él sabía qué, sus miradas se cruzaron, el chico sonrió cálidamente, extendiendo una disculpa y buscando perdón, ella dio otra sonrisa de regreso, se acercó un paso y se besaron honestamente.

—Eliza… — dijo Fany en voz baja y sin mirarla directamente, la otra chica solo alzó las cejas esperando — Entonces… ¿Ustedes se van saliendo de aquí? — dijo la chica con la boca seca.

Mario y Eliza sintieron que el alma se les iba del cuerpo al escuchar a Fany, ambos lo notaron en el otro al mirarse involuntariamente de inmediato, pero ambos fingieron no notarlo, por no avergonzar al otro ni a sí mismos.

—Sí o tú dime — le preguntó Eliza fingiendo calma y desinterés a Mario.

—Sí, vamos al cine o algo — dijo Mario rápidamente fingiendo el mismo desinterés.

—Hagan lo que quieran, pero no me digan, no quiero saber nada — dijo Fany intentando reír, no los miró, ellos no respondieron.

La fila avanzó, la última frase marcó el fin de la retorcida charla, así que Eliza estuvo feliz de voltearse y alejarse metafóricamente de ellos, aunque siguieran detrás de ella, Fany miró a Mario, ninguno de los 2 sabía que pensar, solo se sonrieron y él tomó su mano con fuerza.

Los 3 adolescentes nunca tuvieron clases más largas que ese día, parecían de 200 minutos en vez de 55. Fany sabía que no podía echarse atrás, solo causaría peleas en ese punto, quiso decirle a Mario que se portara bien, era evidente que debía hacerlo, ¿No? ¡Claro que era evidente! Igual ella quería dejárselo claro. Mario quiso dejarle claro también eso a Fany, eso de que ella le dijera que hiciera “lo que quisiera”, pero que no quería saber nada, le incomodaba demasiado al adolescente, quiso dejárselo claro, aunque también para él fuera evidente. Eliza quiso decírselo a su novio Julián, en el recreo, cuando por mensajes le decía que la amaba cada media hora y sobre todo cuando su novio confirmó emocionado la cita para follar de esa tarde. Eliza quiso aclararle a su novio que fue una idea loca de Fany, que presionó hasta el hartazgo y que únicamente iría al cine con Mario y lo vería a él a tiempo a las 7 de la tarde en su casa para follar toda la tarde. Incluso pensó que si Julián se molestaba, le diría de la pastilla y el sexo a pelo, era una sorpresa, Julián odiaba los condones y se quejaba cada vez, pero era un caballero y se lo ponía todas las veces, así que era una buena sorpresa, ella lo sabía, pero estaba dispuesta a quemarla para calmar el posible berrinche del chico. Y aunque parece que los 3 tuvieron una eternidad para decir lo que querían, al final, ninguno lo hizo.

Llegó la hora de la salida, los 3 sintieron un escalofrío al escuchar la chicharra final. Mario volteó a ver a su chica, Fany a Eliza, se miraron al mismo tiempo y sonrieron aparentando naturalidad. Lo único que pudo decirle Eliza a su novio Julián, fue que iría a casa de Fany saliendo de ahí, por fortuna el chico no preguntó nada, así que el retorcido trio caminó hasta casa de Fany, en silencio. Acortando cada paso más y más mientras se acercaban, ahí. En la puerta, la insípida Fany se detuvo a modo de despedida.

—Bueno… Pues ya váyanse — dijo Fany sonriendo torpemente.

—Te mando mensaje cuando llegue — dijo Mario rápidamente.

—No, ya les dije que no quiero saber nada — dijo Fany casi molesta, se resistía a hacer un berrinche en el último segundo y quedar como idiota — Hagan lo que quieran, está bien — agregó moderando el tono y sonriendo falsamente.

—Solo te mandaré mensaje cuando llegue a casa — dijo Mario insistiendo.

—Sí, solo para decirte que ya nos despedimos — agregó Eliza nerviosa.

—No… — dijo Fany y pensaba, los otros 2 esperaban — Mejor no me manden mensaje ya hoy, así no sabré ni siquiera cuando se hayan despedido, ni cuánto tiempo hayan estado juntos, ni nada — dijo la chica rápidamente — Y mañana, hacemos como si nada hubiera pasado y jamás volvemos a hablar del tema.

Finiquitó Fany convencida, lo notaron los otros 2, entre todas las débiles e inseguras declaraciones, preguntas y afirmaciones que se habían hecho los 3 esos días, eso parecía lo único realmente consciente.

Los otros 2 asintieron, no sabían si era peor o mejor lo que Fany propuso, pero ellos tampoco estaban seguros de nada, cuando un grupo de gente no está segura de algo, seguirán al que parezca seguro, aunque los lleve directo a un barranco, la gente seguirá al que parezca que tenga certeza, aunque no tengan la más mínima idea ellos mismos. Eliza se dio medio vuelta fingiendo atender su celular, Mario tomó de la cintura a Fany y la besó apasionadamente, los adolescentes se miraron y sonrieron.

—Tengo que ir al baño — dijo Fany riendo un poco y entró sin mirar atrás.

Al entrar Fany y dejarlos solos, Mario y Eliza se encontraban en territorio virgen, algunas veces se habían quedado solos por casualidades de la vida, pero está vez era obviamente diferente y esta única vez era por convicción propia. Eliza fingía seguir viendo cosas en el celular, Mario la miró y la chica devolvió la mirada.

—¿Cómo ves? ¿El cine está bien? — preguntó Mario nervioso.

—Sí, suena bien — respondió Eliza sin alzar la mirada.

Los jóvenes caminaron sin decir nada a la esquina, él paró un taxi, cuando el auto paró, Mario abrió la puerta por reflejo para que Eliza entrara y así lo hizo la chica, quién definitivamente notó el caballeroso gesto. Viajaron prácticamente sin hablar, ni siquiera se miraban, se comportaban en efecto como si fuera su primera cita, él a veces intentaba mirar hacia ella, hacer charla, romper el hielo, una charla torpe no podía ser peor que ese asqueroso silencio, pero Eliza nunca alzó la mirada y cuando llegaron a la plaza comercial, él bajó primero y le sostuvo la puerta de nuevo, se negó a que ella pagara el taxi y caminaron en silencio a la taquilla.

—2 boletos por favor.

Dijo Mario en la taquilla al muchacho detrás del mostrador, apenas unos 2 años mayor que él.

—Buenas tardes, bienvenido, ¿Para que función quiere sus boletos, joven? — preguntó de memoria.

—Emmmm — expresaba Mario mirando detrás del cajero, hacía la cartelera digital — La que sea, la que sigue más pronto — dijo nervioso.

—Ok, serían 2 boletos para pasión de verano, en la sala 3, comienza en 20 minutos — decía el chico presionando botones — Serían 180 pesos por favor, disfrute su función.

Dijo el joven de memoria entregando los boletos sonriendo cálidamente. La nueva parejita se formaba en la fila de los dulces, Mario preguntó una vez si el combo de palomitas grandes, refrescos y 2 chocolates estaba bien, Eliza dijo que sí, se ofreció a pagar la mitad y fue toda la charla que tuvieron mientras estaban en la fila y entraban a la sala de cine.

—¿Qué película es? Ya vi la última de Superman — preguntó Eliza, por curiosidad genuina y porque se sentía estúpida sin hablar.

—Emmm se llama — decía Mario revisando el boleto — “Pasión de verano” — dijo sintiéndose estúpido.

—Oh — expresó ella con vergüenza, se lamentó de abrir la boca.

—Solo le dije al cajero que me diera la siguiente función — se excusó rápidamente.

—Sí, sí, está bien — respondió Eliza.

Pasaron 15 eternos minutos antes de que la maldita película comenzara. Ambos intentaban tomarse en serio lo que tenían delante, pero era imposible. La película parecía escrita por una adolescente cursi que nunca había tenido novio, tan idealista y ridícula, tan incómoda, por fortuna cuando el protagonista masculino lanzó el enésimo diálogo estúpidamente cursi, ella rio con fuerza y él le siguió, una pareja de cincuentones varios asientos adelante los calló y eso solo los hizo reír más intentando no hacerlo, se sintieron liberados, se miraron por un segundo, ella sonrió cálidamente y él correspondió, se ponían cómodos por fin.

La película avanzó, él hacía ingeniosos comentarios en voz baja, ella se mordía los labios para no reír a carcajadas y le golpeaba el muslo, la pasaban bien, se sentían a gusto, olvidaron por algunos minutos la retorcida situación y simplemente eran adolescentes en una linda cita amistosa.

—Odio estos asientos — murmuraba Eliza, Mario la miraba intentando acomodarse — ¿Son para gente pequeña o qué? — decía realmente frustrada la chica en voz baja.

—Si quieres me cambio aquí a lado y te dejo los 2 asientos

Murmuró el chico, la sala no estaba precisamente llena, Eliza prendía la lámpara del celular para ver quién sabe que cosa en el asiento.

—No, no, ¿Cómo crees? No.

Respondió Eliza rápidamente, lo miró desparramado en el asiento, se miraron a los ojos y ambos pensaron lo mismo, un segundo de silencio.

—¿Si quieres…? — insinuó él aún murmurando.

—Sí, estaría bien — dijo ella sin mirarlo a los ojos.

Mario se acomodó nervioso, se arrepintió de haber cachado el pase y devuelto el balón, ella también. Pero el jovencito se acomodó en el mullido asiento echando el cuerpo un poco para un lado y ella se recostó nerviosa sobre su pecho, los hombres somos unos idiotas, estamos ciegos, pero las mujeres son las reinas de las sutilezas, ella notó el fuerte pecho del joven, lo recordaba saliendo del gimnasio escolar para irse con Fany, sí que se ejercitaba el chico. La chica disfrutaba sentir el firme pecho de él, sin darse cuenta ya le tenía una mano encima de los pectorales y también sin darse cuenta, él la abrazaba por los hombros, él se convencía a sí mismo de que era lo más cómodo, ¿Dónde más pondría ese brazo con ella encima? Ella pensaba lo mismo sobre su mano encima de él, pero claro que ambos disfrutaban la fisicalidad de eso.

Ambos estaban más en silencio ahora, no sabían que decir, tampoco tenían golosinas ya para distraerse y mientras la película avanzaba, ambos tenian pavor de que llegara una incómoda escena de sexo, ¿Pero que película romántica estaría completa sin eso? Claro que llegó. Los protagonistas en pantalla se entregaban a los falsos besos pagados por la película, se quitaban la ropa y ambos miraban la pantalla usando todas sus fuerzas para no mirar uno al otro. Los personajes en pantalla se desvestían y comenzaban a simular una escena de sexo, de esas que son dulces al principio y terminan siendo bastante apasionadas, tuvieron que pasar por esa tortura por 7 largos minutos, por fortuna la película terminó pronto después de eso y pudieron salir de ahí.

Caminaron fuera, ambos quedándose parados ante la inmensidad de la plaza comercial, Eliza miró su celular, 4:30pm, aún quedaban 2 y media eternas horas antes de que pudiera llegar a casa con su amado Julián.

—¿Vamos a comer algo? — preguntó la jovencita.

—Emmm sí — dijo él dudando y buscando su cartera de inmediato.

—Tú invitaste el cine, yo la comida — dijo riendo relajada la chica, el joven sonrió aliviado.

Esperaron sus enormes hamburguesas en silencio, ¿Qué decir? ¿Preguntar sobre la pareja del otro? ¿Hablar sobre la escuela? ¿Sobre la película? ¿Hacer chistes sobre esa incómoda cita? No tenían idea, pero cuando les sirvieron la comida, ella decidió atacar el problema.

—Sí está raro, ¿Verdad? — dijo sonriendo nerviosa.

—¿Qué cosa? — preguntó el joven desenvolviendo su comida.

—Esto, esta “cita” — dijo aún riendo nerviosa.

—Perdón, no debí aceptar — dijo él riendo un poco.

—No, no, está bien, tal vez sí le funcione a Fany, debe cambiar en eso, es tóxico para ustedes — respondía la chica desenvolviendo también su hamburguesa.

—Mmmm — expresó dramáticamente él, haciéndolo evidente, ella lo miraba esperando — ¿Puedo preguntar algo? — dijo nervioso.

—Sí, yo también tengo dudas — dijo ella aliviada, rieron.

—¿Por qué lo propusiste? No me molesta, pero me sorprendió un poco — preguntó nervioso sin mirarla.

—Emmmm bueno, no fue exactamente mi idea… O sea, sí, fue una plática confusa con Fany jajaja — la nerviosa chica intentaba articular, recordar si realmente había sido su idea, se avergonzaba de que él lo tuviera tan claro — De pronto ya estaba comprometida a una cita contigo y no me di cuenta — decía riendo, estaba algo roja.

—Yo no iba aceptar — dijo él nervioso, ella sintió la puñalada, créeme, ella no pensaba ni quería nada de eso, igual no es agradable que te rechacen — Pero estuvo bien, que bueno que acepté — recompuso desesperado, notó el pequeño dolor de la chica.

—¿Por qué aceptaste?

Preguntó nerviosa, pero le daba un bocado a la hamburguesa para no mirarlo y hacerse la desinteresada.

—Emmm bueno, no sé — dijo nervioso — Quería ver qué pasaba, supongo — respondió nervioso.

—¿Qué pasaba de qué?

Preguntó ella sin saber porque quería saber eso de pronto.

—Bueno, con esto, “la cita”, ya sabes — respondía tan rápido como pudo.

—Sí, yo también, o sea como curiosidad solamente — dijo nerviosa.

—No sé porque ella nos dijo tantas veces eso de que no quería saber nada de lo que pasara — dijo él sin pensarlo demasiado.

—¡Ni yo! — dijo ella riendo, el ambiente se relajaba — No pasaría nada — agregó rápidamente.

—Solo el cine o esta comida y ya — respondió él nervioso.

—¡Exacto! — reafirmó riendo.

—Igual no le digas, ella no quiere saber nada — remató él cómicamente y rieron.

Los adolescentes comieron feliz su hamburguesa cada uno, caminaron unos minutos por la plaza y platicaban cualquier cosa, era emocionante conocerse, cuando él paró a ver los accesorios para patinetas ella se sorprendió de no saber que él practicaba skating, cuando ella compró un libro él también se sorprendió al ver al tamaño de esa cosa que la adolescente leería solo por gusto.

Se conocían, era divertido y emocionante, se relajaban al mismo tiempo que la tensión subía para ambos, lo notaron, pero ambos quisieron disfrutarlo, se negaron a seguirse sintiendo incómodos, decidieron disfrutarlo, emocionarse por la interesante compañía sin sentirse culpables. Cuando se sentaron en una banca con helados que él pagó, le vio las lindas piernas desnudas saliéndole de la falda a ella, sin duda más abundantes que las de su Fany, nunca lo había notado, no conscientemente, quiso tocarlas, pero solo se atrevió a darle un golpecito amistoso en el muslo con el puño cerrado para liberar su ansiedad por tocarla, pero todo es contexto, lo que hubiera sido nada, en ese momento le dio una punzada en el coño a ella.

Ella fingía revisar las pulseras que él llevaba, preguntaba por cada una, él contó las insípidas historias de cada pedazo de tela alrededor de su mano y ella disfrutaba tocarle la mano.

Salían del lugar ambos sabiendo que el final se acercaba, ella revisaba la hora para que a él le quedara claro, 5:45pm, en una hora y quince minutos debería estar desnuda y encima de su Julián.

—Debería irme, yo… — dijo ella sin querer decirle todo.

—Claro, te acompaño — dijo él sonriendo cálidamente.

Él paró el taxi una vez más, hizo eso de nuevo de abrirle la puerta al entrar, la charla fluyó amistosamente en el trayecto y al salir del taxi ella incluso esperó a que Mario saliera primero para que él detuviera la puerta, Mario la acompañó cortésmente hasta la puerta y ella se detuvo ahí, sonando las llaves antes de abrir.

—¿Puedo pasar al baño? — preguntó él, ella asintió con sencillez.

Para la mente humana cuando estás cachondo, todo es sexual, ella escuchó un poderoso chorro caer en el agua del retrete y le recorrió un escalofrío al recordar la supuestamente enorme verga del chico, tenía sentido con ese chorro tan abundante haciendo un ruido escandaloso hasta la sala, ella no había pensado en eso todo el tiempo que había estado con él, lo había disfrutado de una manera casi inocente teniendo en cuenta las circunstancias, casi había querido coquetear con él, pero no había pensado ni un segundo en su verga, pero ahora el coño la traicionaba.

—¿Quieres un refresco o algo? — preguntó la chica, apenas él salió del baño.

—¿No estabas ocupada? Si quieres ya me voy, no importa — dijo él sencillamente.

—No — dijo ella revisando el celular, 6:02pm — Es hasta las 7, no pasa nada — sonrió.

La chica fue por los refrescos, se tomaba su tiempo, estaba nerviosa y emocionada, de pronto pensaba mil cosas y ni una era buena idea, no importa, él tendría que irse pronto y Julián recogería una cosecha que no sembró, se tranquilizaba pensando eso, tenía el tiempo en contra.

Le entregaba la lata al joven y se sentaba hasta el otro lado del sillón, tenía miedo de sí misma, pensó en ir a masturbarse al baño y dejarse de pendejadas, aclararse la mente, pero a todos nos encanta pararnos en la orilla y ver el abismo, tentar la suerte.

—Bueno, esto definitivamente no se lo diremos — dijo ella nerviosa.

—¿Qué estuve aquí? — preguntó igual de nervioso.

—Sí, ya sabes, mi casa sola hasta la madrugada y todo eso — dijo riendo nerviosa.

—Por fortuna dijo que no quería saber nada — respondió riendo el joven.

—Y que podíamos hacer lo que quisiéramos, nunca dijo que no te trajera aquí — reía falsamente.

—Por fortuna no tendremos que contarle la horrible película — dijo él nervioso.

Mario lo sentía, algo extraño pasaba con Eliza, era algo en la mirada de ella que ahora no se le despegaba, toda la tarde la chica miró a todos lados menos a sus ojos, ahora no miraba a ningún otro lado.

—¡Ya sé! — respondió Eliza riendo — No sé si era peor lo cursi que era o la incómoda escena de sexo — dijo ella, se emocionaba.

—¡Duró como maldita media hora! — respondía él riendo.

—¡Exacto! Y nadie folla así.

—Mmmm ¿Así cómo? — preguntó él honestamente.

—No sé — decía ella, le soltaba la mirada un segundo — Tan ammmm fuerte, apasionado, no sé, solo los actores porno, demasiado falso y fingido — dijo riendo desproporcionadamente, se ponía roja sin darse cuenta.

—Mmmmm no me pareció tan irreal como en el porno — dijo él con seguridad, ella apretó las cejas.

—¿Tú…? — dijo ella, se detuvo, pero él rio, dejando claro implícitamente que ella podía preguntar — ¿Tú te follas así a Fany? — preguntó sonriendo nerviosa, puta suertuda de mierda.

—Bueno… Quisiera — dijo él nervioso — Pero ella me detiene, le duele a veces por… Le duele un poco — dijo él, silencio de un segundo.

—Por tu vergota.

Dijo ella sin mirarlo, no quería hacerlo, pero lo hizo al final, la boca seca, el coño húmedo, el corazón a tope, él se sorprendió solo un poco, era la mejor amiga de su novia y Fany siempre le decía lo enorme que era, obviamente Eliza lo sabía.

—No es tan grande, pero ella es muy delgada, como tú, emmm o sea — él supo de inmediato que no debió hablarlo en primera persona — Ya sabes mmmm digo de ti porque es proporcional, el tamaño de la cadera y todo eso — dijo él sintiéndose un completo imbécil, no se miraban.

—Yo no te detendría — respondió Eliza, el silencio llenó el lugar — Espera — dijo ella fingiendo rápidamente que contestaba una llamada e iba a su cuarto a responder, huyendo.

Le enviaba rápidamente un mensaje a Julián apenas cerraba la puerta detrás de ella:

“Amor, mis papás no se van aún, mejor llega a las 9 para asegurarnos, dice mi mamá que se van despuesito de las 8”.

Escribió y envió sin pensarlo, ni ella sabía para que quería esas horas extra, no estaba segura, solo sabía que no quería echar a Mario en media hora. Esperó, Julián leía y ella esperaba nerviosa mientras su novio escribía.

—Mejor no, no quiero regresarme tan tarde — escribió su novio, ella torció la boca decepcionada.

—Puedes irte hasta las 4 de la mañana, ya sabes, pedimos un taxi — escribió desesperada.

—Nah — escribió con tono cruel él — Mejor para la otra — respondió en seco.

—Porfa, quiero verte y hacer cosas ricas jajaja — escribió usando emojis de berenjena, durazno y una carita de diablito sonriendo.

—Ya no me van a dejar salir, lo siento — escribió él y ella sintió un escalofrío, se negaba a tener lugar y todo el tiempo del mundo con Mario, tenía pavor de sí misma, ¡Estúpida!

—¿Neta no vas a venir? — intentó chantajear en texto.

—¡Que no! Entiéndelo.

Respondió en texto de mala gana el adolescente, ella resopló molesta, bloqueó la pantalla del celular sin responder y sin comprender porque su Julián se puso así. Silenció el celular y salió del cuarto.

—¿Quieres ver algo? Tengo Netflix — dijo Eliza con sencillez caminando hacia el mueble donde estaba la tele.

—Ammmm ¿No te ocupabas a las 7? — preguntó nervioso, la chica se empinó frente a él, desvió la mirada.

—Nah, una amiga me canceló.

Mintió rápidamente buscando el control remoto dentro del mueble, odiaba que su padre siempre lo dejara hasta el fondo.

—Bueno, ok, sí, estaría bien — dijo él nervioso, ¿Por qué carajos ella tardaba tanto? ¡¿Qué puñetas tanto hacía ahí empinada?!

Regresó la mirada, si eres hombre sabes que es inevitable, la chica seguía agradablemente empinada frente a él, Mario alejó la mirada por 4 largos segundos siendo un caballero, 4 segundos más de lo que haríamos la gran mayoría, pero hasta su caballerosidad tenía límites, regresó la mirada con terror. Con honesto terror miró ahí, pero sin duda disfrutó por otros 5 largos segundos mirando las lindas y redondas nalgas de Eliza, bastante mejores que las de su Fany aunque no lo parecieran a primera vista, lo que era una floja y horrible falda escolar a tablones en su Fany, lucía fantástica en Eliza, esas lindas nalgas lucían bastante más redondas y firmes, se marcaban un par de firmes cachetes en esa horrenda falda, un poco más abundantes, un poco, pero bastante evidente, lo disfrutó hasta que la chica se reincorporó con el mando en mano, respiró y por fin su instinto primitivo lo dejó mirar a otro lado.

La chica se sentó peligrosamente cerca de él, Mario se acomodó unos centímetros más cerca de ella inconscientemente y ella simplemente puso la primera película que le pasó por enfrente, se recostó y se encontró con el brazo de él posado sobre el sillón, ni él quitó el brazo ni ella se hizo hacía adelante para pedirlo sutilmente, ella simplemente se recostó sobre su pecho como en el cine y él la abrazó con naturalidad.

Veían su segunda película de la tarde en silencio, mucho más incómodos y silenciosos, también bastante más emocionados. Él le pasaba la mano por la espalda delicadamente, ella por el pecho y el abdomen, ambos fingiendo que era un movimiento casi natural, como si la mano de ella se cayera constantemente sobre él y como si Mario simplemente moviera la mano y el brazo para acomodarse, él deteniéndose justo antes de su lindo trasero, sobre la parte final de su costado, ella detenía su mano justo en la parte inferior del ombligo del muchacho, ambos mirando, viendo fijamente ese objetivo final al que no se atrevían a llegar, ella tenía la cabeza debajo del mentón de él, ambos podían mirar impunemente.

La película avanzaba, ninguno se hubiera atrevido a decir nada ni a moverse ni un poco. Luego, cuando él se sintió lo suficientemente valiente, se atrevió primero, posó su mano delicadamente sobre el muslo de ella, por un lado de su linda y redonda nalga derecha, ella bajó la mano de inmediato y la puso sobre la semi-erecta verga de él, se moría por averiguar si ese grueso cilindro marcado en sus pantalones era en serio su falo, le palpitó el coño cuando lo sintió, sin duda era su verga. Él movió la mano y apretó con fuerza su lindo trasero, ella se estremeció un poco, y por reflejo le acarició la verga por encima del pantalón pasándole la mano por encima, alzó la cara, se encontró con su mirada y se besaron.

No se movían, jugaban con sus lenguas descubriéndose emocionados, él le acariciaba su firme y lindo trasero, disfrutando la obvia y redonda diferencia que había en Eliza en comparación de su Fany, ella se ladeaba para dejarlo tocar mejor y palpaba morbosamente el grueso cilindro de carne en esos pantalones, más por disfrutarlo ella que por complacerlo a él, exactamente como hacia él jugando con su culo.

La chica se le trepó encima, se miraron emocionados y se besaron, rieron un poco.

—Definitivamente nunca le diremos esto a nadie — dijo Eliza riendo.

Él no respondió, estaba más allá de sentirse mal, le tomó su lindo culo con ambas manos firmemente, disfrutando esas lindas y redondas posaderas definitivamente más llenas que las de su Fany y ella le restregaba la entrepierna suave, pero firmemente sobre la verga mientras se besaban.

La chica le arrancó desesperada la camisa escolar a él y él hizo lo mismo. Se detuvieron cínicamente a mirarse por 3 segundos, sin importarles verse mal ni lo que pensara el otro, hicieron el acuerdo implícito de usarse para su egoísta deleite visual sin decir una sola palabra. Él no podía creer lo fantásticas que lucían las lindas tetas aperladas de Eliza, parecía que se iban a salir del sujetador, nada enorme o exagerado, un par algo pequeño, aunque definitivamente más prominentes que las de su chica, tal vez casi del mismo tamaño, pero evidentemente más respingadas y firmes, y sin duda más redondas y lindas, tan agradables a la vista en ese lindo brasier morado con encaje. A ella casi se le escurre la baba cómo idiota, la boca abierta y los ojos aún más, el pecho de él era asombroso, tan firme y definido, ahí debajo podías notar bien marcado el cuadro grande, no había un six pack, pero sí un cuadro amplio enarcando su ombligo.

Salieron de su sopor, se miraron y sonrieron emocionados, se besaron y seguían tocándose, ella bajó las manos desesperada buscando su zíper, él pasó las manos detrás de ella encontrando el seguro de su sujetador, forcejearon por 3 segundos, miraban avergonzados al techo y reían ante su ineptitud mutua, al mirarse de frente de nuevo, ella pasó sus manos detrás y él se sacó la verga.

Ella se retiraba con sencillez el brasier y lo echaba al piso a un lado, mil inseguridades la abordaron, ¡Él es tan guapo! Él también sacaba nervioso y lentamente su verga, y ambos se miraban de nuevo sin pudor. Un precioso par de tetas redondas, con una forma que no se movía de su lugar, redondas y hermosas, coronadas por unos lindos pezones, café claros y diminutos, muchísimo mejores tetas que las de su Fany, mucho más lindas y redondas, no como las de su novia, con esa forma puntiaguda y que colgaban demasiado. Y una ridículamente enorme verga en la entrepierna de él, larga y gruesa, Eliza no lo creía, ni en sus imaginaciones más bizarras hubiera visto algo así, enorme, espantosa, con las venas tan marcadas que parecía que iba explotar, ella extendió la mano instintivamente y ni siquiera podía rodearla por completo con sus dedos gordo y medio.

—Wow — expresó honestamente la chica, amaba como se sentía en su mano, con la firmeza de una roca, pero suave y cálida — Está enorme — dijo emocionada en voz baja sin dejar de mirar.

—Gracias, tienes las tetas hermosas — dijo él nervioso, ella ni siquiera lo escuchó.

—Comprendo a Fany, me destrozarías con esto — dijo riendo un poco.

—Pero no vamos a follar — respondió él nervioso, ella alzó la mirada.

—No, no, ya sería demasiado — dijo nerviosa, ¿Decepcionada? ¿Aliviada? Mejor que él cuidara los limites, ya no sabía quién era esa otra mujer que gobernaba su cuerpo.

—Exacto, esto está bien, pero ya follar sería demasiado — dijo nervioso.

—Sí, sí, tienes razón — dijo ella sonriendo, se decidió por sentirse más aliviada que decepcionada.

Se besaban de nuevo, era nuevo e interesante, no se cansarían pronto, aunque en una posición algo incómoda, ella arriba de él aún, pero algo lejos, no pensaba soltar esa verga, la acariciaba de arriba abajo, de manera lenta, pero firmemente, él se atrevió a meter las manos debajo de la falda de ella para sostenerle el culo, se sentía increíble, firmes y con una deliciosa curva, sus manos estaban llenas, ella llegaba tanga, podía tocar todo su lindo par de nalgas.

Eliza le besaba el cuello y luego el pecho, él veía nervioso como ella bajaba cada vez un poco más, se tambaleaba en sus piernas casi cayendo, rieron.

—Mejor me pondré de rodillas — dijo ella, sonó como declaración, pero en realidad pedía permiso.

—No, eso es demasiado — dijo nervioso él.

—Solo te la chuparé — dijo sonriendo desesperada, le daba un pico.

—No — rogó él nervioso.

—Si me dejas chupártela, te dejo comerme el coño.

Negoció rápida y desesperadamente ella, medio segundo después se sintió una perra por usar esa información privilegiada sobre el deseo de él de probar coño, información que su mejor amiga le había confiado, pero funcionó, él la miró dudando, nervioso, rogando que parara, que no lo empujara al abismo.

—Me tragaré tu corrida.

Agregó ella mirándolo fijamente endulzando rápidamente el trato y él alejó la mirada cediendo.

Ella se bajó de inmediato de sus piernas y se acomodaba en el piso, mejor no darle tiempo a arrepentirse, se sujetó el cabello rápidamente con una dona que ya había puesto astutamente en su muñeca derecha, él la miraba nervioso mientras ella se acomodaba el cabello y luego se acomodaba entre sus piernas, Eliza le jalaba desesperada los pantalones y él alzaba el trasero para permitirlo, Eliza bajó esa barrera de tela hasta los tobillos de él.

La chica miró por 5 eternos segundos atónita el enorme par de pelotas del chico debajo de esa verga, ese falo lucía aún más grande frente a su cara y por completo desnudo, tan gruesa y larga, enorme, horrorosa con todas esas venas que parecía iban a explotar, con tanta personalidad y presencia. Acarició sus piernas disfrutando sentir los vellos y sus muslos tan fuertes, él peleaba con todas sus fuerzas por no acobardarse, la cordura peleaba con fiereza, pero el morbo fue más fuerte y no retiró a la chica.

Eliza comenzaba despacio, quería disfrutar cada segundo, le besaba los muslos al joven y él sonreía nervioso, la vista era surreal, Eliza, la mejor amiga de su chica estaba con las tetas de fuera y de rodillas frente a él. Eliza recorría el largo camino a besos por sus fuertes muslos y llegó a sus pelotas, aunque había ido besando de una manera casi tierna sus fuertes muslos, cambió por completo el tono llegando ahí y le lamió lujuriosamente las pelotas a Mario, mirándolo fijamente, pasándole la lengua por todo el escroto y metiéndose primero uno, y luego el otro testículo en la boca, sin dejar de mirarlo, quería grabarse a fuego la cara del chico en su memoria. Mario se retorció y ella sonrió inconscientemente, el joven disfrutaba ese cálido, suave y húmedo pedazo de carne resbalándole por las bolas, mientras ella lo miraba con cara lujuriosa y movía la cabeza entre sus piernas.

Eliza le lamió cómo cerda las pelotas y las ingles a Mario, el chico se retorcía y se mordía un labio negándose a gemir, la sostenía por lo hombros, casi manteniéndola a raya, pero sin alejarla ni un centímetro, peleando con todas sus fuerzas contra esa primera y abrumadora lengua en toda su vida paseándose en sus genitales. Ella hundía por completo la cara entre sus piernas y le alcanzaba el perineo con la lengua, la sensación era demasiada, la empujó fuertemente por los hombros, pero ella se afianzó en sus muslos, manoteó para quitarse el agarre de Mario y regresó para meter la firme verga de Mario a su boca.

Fany jamás le había chupado la verga a Mario, o sea que nadie nunca le había chupado la verga, la sensación es indescriptible, el joven se retorció involuntariamente mientras ella le abrazaba la verga con los labios y él sentía la calidez del interior de su boca, el suave, cálido y húmedo interior de su boca, ella le pasó la lengua por la punta de la verga por dentro de la boca y él gimió por primera vez, alzando la cara, dejando escapar su gemido y soltándole los hombros, rindiéndose a Eliza, por supuesto que eso solo la puso más puta.

Comenzó a chuparle la verga histéricamente, él regresó la mirada, quería mirar, ver a esa pequeña puta chupándole la verga multiplicaba el placer, la vista era asombrosa, todo hombre disfruta viendo a una chica comiéndole la verga. El lento comienzo de Eliza no tuvo nada que ver con como se puso en esos momentos, abría la boca tanto que si se hubiera visto a sí misma, le daría risa, la gruesa polla de Mario requería su quijada bien abierta, cómo si se atragantara desesperada. Ella bajaba desesperada con eso enorme dentro de su boca hasta apenas la tercera parte de ese largo falo y no sentía que pudiera ir más abajo sin provocarse el vomito, salía de ahí y lo miraba fijamente mientras le lamia lujuriosamente toda la vara a todo lo largo, terminando en sus pelotas, quedándose ahí, lamiendo sus bolas lujuriosamente y jalándole la verga con una mano, tenía práctica con su Julián, aunque eso se sentía cómo el examen final para ella después de estar practicando en modo fácil.

Mario no podía creer la vista, Eliza tenía la cara ahí metida entre sus piernas y la boca trabajando sus pelotas, Fany siempre le dijo que eso del sexo oral le parecía “degradante y bajo”, él estaba más o menos de acuerdo, tener a Eliza ahí, una chica con la que apenas había hablado nunca le hizo sentir mal de algún modo, sentir algo de lastima por ella, pero su lengua se sentía demasiado bien en sus pelotas, pudo ignorar su moral fácilmente. Eliza tenía ese penetrante “sabor a verga” en la boca que tanto amaba, lo amaba tanto con su querido Julián, cada segundo que miraba a Mario su corazón se iba a tope, no podía creer aún lo enorme de esa verga, se sentía culpable al pensar que era tal vez el doble que la de su Julián, en largo y en grosor.

Mario se levantó desesperado, ella lo miró emocionada y le ayudaba a quitarse los zapatos y quitarse los pantalones por debajo por completo. Eliza nunca había estado más cachonda, ni con Julián a toda su potencia encima de ella, cuando Mario se terminó de quitar los pantalones ella metió la cara debajo de sus piernas morbosamente, le tomó su firme trasero con ambas manos y le lamia profundamente el perineo, con la verga de Mario recorriéndole toda la cara y las pelotas en su nariz.

—¡Tu verga sabe deliciosa! — dijo ella guiada por la emoción más que por el verdadero sabor en su lengua.

—Julián es muy afortunado si siempre se la chupas así — dijo él como pudo entre sus tímidos gemidos.

—Julián la tiene diminuta junto de ti, es más afortunada Fany.

Dijo ella histérica, él sintió un escalofrío al escuchar eso, siempre es afrodisíaco que te galardonen junto de otro hombre, más si ese otro hombre es el novio/esposo actual, la miró emocionado y gemía despacio, mientras ella le recorría la verga con la lengua a todo lo largo.

—¿Te gusta mi vergota?

Dijo él, de pronto quiso ser ese típico idiota de los videos porno, presumido y tomándole la cabeza con ambas manos y restregándole la verga erecta en toda la cara, ella lo permitió feliz.

—Me encanta tu vergota — respondió sonriendo, metiéndose en el papel y disfrutando ese pedazo de carne abarcarle todo lo largo de su rostro — Tómame una foto — dijo ella nerviosa, él sonrió igual.

—No… Estás loca — dijo riendo un poco.

—Solo una así con tu vergota en la cara, para el recuerdo — finalizó cómicamente y rieron un poco, él buscó su celular con la mirada inconscientemente.

—No, te la van a cachar o a mí, acuérdate que Fany revisó mi celular esa vez y vio cuando me pediste la tarea — dijo él rápidamente.

—Me la mandas al rato y la borras, Julián no me revisa nada — insistía ella, le lamia las pelotas para doblegarlo.

—¿Para qué la quieres? — preguntó nervioso, ella no decía nada, le lamia la verga a todo lo largo — ¿De que te sirve? — le insistió casi gimiendo.

—Me masturbaré viéndola y me meteré un pepino pensando que es tu vergota — mintió ella con tono lujurioso, él sonrió nervioso y alcanzó su celular del sillón.

Nada mejor que acariciarle el ego a alguien para doblegarlo, el pensar que ella se masturbaría pensando en él viendo esa foto lo doblegó por completo. Enfocó a la chica en cuadro, le puso la verga sobre toda la cara, ella no dejaba de mirarlo “de esa manera” viendo al celular, tomó una foto, el obturador sonó, ella abrió la boca y metió sus pelotas cuánto pudo en su boca y él tomó otro foto, ella alzó la cara y se obligó a sí misma a meterse cuánto pudo de ese enorme pedazo de carne en la boca, casi llegó a la mitad y la vista era fantástica, verla con la boca tan abierta, un leve gesto de asco, casi la mitad de su vasta verga dentro de ella era asombroso, para sus ojos y por cómo se sentía, la dejó 4 segundos así, tomó la foto y ella salió de ahí exhalando con fuerza, un espeso hilo de saliva iba de su boca hasta su falo erecto.

—Me encanta en serio — dijo ella emocionada frotándole ambos muslos — Quisiera chupártela diario — dijo sonriendo y lanzando un anzuelo con esperanza.

—Pero solo será esta vez, ya dijimos — respondió él nervioso.

—Sí, sí, solo era un decir — dijo la chica sonriendo decepcionada.

Él arrojó su celular sobre el sillón, ella captó la señal y regresó a chuparle la verga, odiaba no poder comerle toda la verga entera como a Julián, odiaba no poder darle ese placer que volvía loco a su novio, volteando los ojos cuando ella iba hasta el fondo y cómo novio se retorcía ligeramente, intentaba comerle toda la verga tomándolo del trasero y obligándose a sí misma a ir hasta el fondo, pero no había modo, no podía llegar más allá de la mitad de ese infinito camino. Así que salía de ahí exhalando exageradamente y le lamia la verga de arriba abajo con la lengua de fuera, le lamia las pelotas y le jalaba la verga, no se cansaba, desanimaba ni aburría, Mario se retorcía cada segundo un poco más y cada vez gemía más sin pudor.

—Dijiste que te lo tragarías — dijo él emocionado, ella lo miró igual.

—Sí — estaba tan emocionada que sonrió involuntariamente.

—Pero quiero que te lo tragues todo — exigió él retirándola un poco para masturbarse.

—Todo — dijo ella, mirando fijamente la verga frente a ella siendo masturbada.

Ella amaba como él se masturbaba usando TODA su mano, jalando a todo lo largo de su verga con fuerza y violencia, sosteniendo su verga usando la mano entera como si fuera maquinaria pesada y jalándola con tanta fuerza a todo lo largo, tan fuerte que parecía se haría daño, mientras sus pelotas columpiaban, un espectáculo increíble que ella veía en primer plano frente a su cara, mucho más viril e imponente que su Julián usando solo el dedo índice y gordo, únicamente haciendo cortos y rápidos movimientos en la cabeza de su verga, ahora la verga de su amado Julián lucía tan pequeña y delgada en su mente, tan ridícula.

Mario puso su palma izquierda sobre la frente de Eliza con autoridad, mientras se masturbaba con la mano derecha, sostenía fuertemente la frente de la chica con la izquierda para que ella alzara la cara, la chica lo miraba con lujuria completamente honesta, nada de sonrisitas pícaras, risas nerviosas ni comentarios exagerados, solo lo miraba fijamente, semblante serio y algo desesperada, de rodillas frente a él, desnuda de medio cuerpo con las tetas de fuera y el rímel corrido, Eliza abrió la boca y sacó la lengua, la verga de Mario dio un salto involuntario ante esto, se estrujó con fuerza su firme vara de carne y se la metió en la boca.

Le metió desesperado la verga en la boca y ella lo dejó entrar sin rechistar, fue hasta donde pudo llegando hasta la mitad, sin dejar de mirarlo, ella quería mirarlo, quería ver “su cara de orgasmo”, lo necesitaba, como reclamar su recompensa, como una catarsis, quería ver cómo lo complacía, necesitaba ese morboso placer de saber cuánto gozo sexual le estaba dando a ese increíble hombre. Ella fue tan profundamente como pudo, hasta la mitad, sintiendo ese grueso cilindro de carne toparle en la campanilla, él le sostuvo la cabeza con ambas manos empujando suavemente, solo un poco más, solo para sentirse en control y su verga se estremeció con fuerza violenta en la boca de la mejor amiga de su novia.

Eliza sintió un escalofrío que le empezó en la boca y le terminó en el coño cuando sintió como se estremeció fuertemente la verga de Mario dentro de su boca, fue increíble, asombroso, se ponía aún más dura de golpe, parecía “inflarse” por debajo, luego se relajaba, Mario la miraba fijamente, gemía profundamente, con la garganta, como un hombre, nada parecido a los patéticos chillidos de su Julián. Ella comenzó a sentir su espesa, abundante y caliente corrida en la lengua, luego el sabor amargo y textura pesada invadirle toda la boca, la verga de Mario se movía violentamente de nuevo en su boca y ella no pudo resistirse de hacer una cara de asco completamente honesta y una escandalosa y ruidosa arcada, parecía demasiada lefa, tan espesa y caliente…

Mario gozaba como loco, había tenido mil orgasmos obviamente, era un adolescente cachondo, pero los había tenido por su mano, la de Fany y el coño de ella también, pero nunca uno en la boca de nadie, era definitivamente diferente, y el placer no viene solo de lo físico, viene también de lo mental, y la imagen de esa chica de rodillas con su verga en la boca y haciendo esas caras de asco, lo estaba llevando a un nivel de placer que nunca había sentido, disfrutaba con sadismo ver a la chica hacer esas caras sabiendo que era por su abundante lefa cayéndole en la lengua, lo disfrutaba tanto que pensó que estaba mal, que no debía disfrutar hacerla sufrir aunque fuera un sufrimiento tan ridículo como ese, pero decidió no hacer caso a su conciencia e incluso empujar un poco más, casi pudo sentir como su último chisguetazo se lo dejó caer directamente en la garganta y lo confirmó por como la chica se movió violentamente de todo el cuerpo.

Eliza pudo sentir como se endurecía violentamente la verga de Mario por última vez, odió el empujón en el último segundo, pero decidió resistir, quería complacerlo, sentía la abrumadora necesidad de darle placer, dio una arcada escandalosa cuando sintió la verga del chico obstruirle la respiración y sintió como un chorro de lefa espesa le caía en la garganta, que tragó por mero reflejo ampliando la garganta, miraba a Mario, histérica y él sonreía involuntariamente, le sacó la verga despacio de la boca y ella le abrazó el firme falo con los labios todo el recorrido hacia afuera.

—Que puta eres — dijo él aún sonriendo, ni siquiera lo pensó, solo lo dijo, disfrutaba ese sadismo ahora — Trágatelos — dijo aún sonriendo y con la verga ensalivada.

Ella echó la cara abajo, tragó con un esfuerzo sobrehumano, su garganta se negaba a aceptar eso, se cerraba, pero ella empujó con fuerza, sentir esa abundante flema espesa bajarle por la garganta casi la hace vomitar, sintió un escalofrío y alzó la mirada, los ojos le lagrimearon, él reía un poco nervioso, ella abrió la boca para mostrarle la boca vacía.

—Eso estuvo increíble — decía él derrumbándose sobre el sillón.

Ella avanzaba de rodillas hacia él, le abría las piernas, él la miraba y reía un poco, ella no había terminado, es lo que siempre olvidamos los hombres después de una buena mamada con final feliz, ellas aún siguen trepadas en esa nube. Eliza le besaba los muslos y Mario sentía cosquillas, es increíble como nuestro cerebro nos hace sentir qué cosas, según qué situación, ella le besaba las pelotas en un gesto que ella pensaba era sexi y lujurioso, pero él saltaba un poco riendo por las cosquillas.

—No seas payasa — decía el joven riendo y retirándola.

Ella se levantó sintiéndose idiota, pero decidió solo reír y correr al baño. Se arreglaba el maquillaje, quería lucir linda y no como una puta loca, era muy joven e ingenua aún para saber que todos los hombres amamos el look de “lágrimas negras”. Así que arreglaba su rímel rápidamente, se miraba las tetas en el espejo, pensaba cruelmente que Fany tenía las tetas feas, se las vio aquella noche que durmieron juntas, estaban ebrias y se quitaron el brasier riendo, sus tetas eran mucho más lindas que las de ella, redonditas y bien acomodadas, no como las tetas picudas y extrañas de Fany, sonrió sin querer, se puso de perfil frente al espejo para mirarse el culo, siempre le gustó esa linda curva que hacían sus nalgas en su floja falda escolar, todo bien, todo perfecto, y salió del baño.

Regresó a la sala rápidamente y aún así Mario ya tenía los pantalones puestos, una lástima, se miraba mucho mejor sin ellos, el joven la miraba y sonreía un poco. Eliza se sentaba cerca de él sin miramientos, se recostaba sobre su pecho y lo besaba apasionadamente.

—Debería irme, los autobuses dejaran de pasar pronto.

Dijo él, se negaba a sentirse mal, no quería, no lo necesitaba, lo odiaba, sin embargo, la conciencia a veces es floja, pero siempre es constante, comenzaba a ganarle por desgaste.

—¡No! — decía ella riendo un poco — ¡Me toca! — agregaba aún riendo, él la miraba confundido — ¡Me toca que me hagas rico con la boca! — finalizó riendo, incrédula de que él no captara.

—No, no te preocupes, neta, no tienes que hacerlo — dijo él tranquilizándola.

—¡No seas cabrón! — dijo ella cómicamente y ambos reían — ¡Me toca! — exigió ella mirándolo fijamente, se daban picos juguetones, ella le acariciaba la ensalivada y flácida verga por encima del pantalón.

—¿De verdad tú lo quieres? No tienes que hacerlo por mí, la mamada estuvo increíble.

Preguntaba con incredulidad el guapo joven, su Fany se negaba tajantemente cada vez, él lo veía como un favor hacía él y no hacía ella.

—Sí quiero — dijo ella sonriendo avergonzada — Pero sino quieres hacerlo…

Dijo ella amablemente, su coño lo suplicaba, pero ella no quería hacerle pasar ni un solo segundo desagradable al chico.

—¡No! ¡Sí, sí quiero! — dijo emocionado al verla realmente dispuesta, su erección volvía un poco.

—O puedes metérmela también si quieres — dijo emocionada, lo miró fijamente, le acariciaba la verga, podía sentir como se endurecía.

—No… Es que… — balbuceaba nervioso.

—Nadie lo sabrá — dijo ella encogiéndose de hombros, aparentando desinterés, pero rogándole con la mirada.

—Eso sí estaría muy mal — dijo él sonriendo nervioso.

—¿Y que me haya tragado tu asquerosa corrida no?

Preguntó Eliza sarcásticamente, casi molesta, aunque sonriendo con esa sonrisa idiota que todos hemos hecho avergonzados, incrédula, él se negaba muy cortésmente y con buenas razones, ¿Pero que chica adolescente no sentiría que trapeaban el cuarto con su ego por más amable que fuera la negativa a tener sexo?

—¡Perdón! Tú dijiste que te los tragarías, tú sola — dijo él avergonzado y a la defensiva.

—¡Sí! ¡Es broma!… Me encantó hacerlo, podría hacerlo de nuevo si quieres — argumentó mirándolo fijamente y aferrándose, sentía que perdía cada segundo un centímetro más de terreno ganado.

—No, no, está bien… Es que se hace tarde, en serio es eso — dijo él desesperado, la conciencia ya lo gobernada, tenía miedo de caer de nuevo.

—Mira… — dijo ella mirando el reloj de pared — El último autobús urbano pasa en 40 minutos, yo te la chupé como 20 minutos, con 10 minutos que lo hagas tú, estamos a mano, hasta te acompaño a la parada del autobús.

Dijo la chica devolviéndole la mirada, le desabrochó el pantalón y le abría el zíper lentamente sin dejar de mirarlo.

—Nunca me había portado mal — dijo él riendo nervioso, pero sin detenerla ni un poco.

—Ni yo — dijo ella riendo nerviosa.

Eliza le terminó de abrir los pantalones, intentó jalarlos, pero el peso de Mario lo hacía imposible, reían y él le ayudaba con eso bajándoselos él mismo hasta las rodillas, ingenuamente se los puso cuando ella fue al baño para no quitárselos de nuevo jajaja, sí, claro.

Su verga estaba semi-erecta y aún así era jodidamente imponente, ella lo miró fijamente a los ojos, metió las manos debajo de su propia falda y se quitó rápidamente su linda tanga y la echó al suelo, él corazón de él se aceleró al ver eso.

Ella dejó caer la tanga y se subía a él, Mario la detuvo firmemente por la cintura a medio camino de sentarse sobre él.

—En serio, follar no — dijo nervioso.

—No, no te preocupes — dijo ella sonriéndole y besándolo.

Se subió sobre él, se aseguró de que su falda no estorbara y comenzó a restregarle el coño con fuerza sobre la verga, se miraban fijamente, ni siquiera se besaban, solo disfrutaban cómo ella acariciaba su verga con su húmeda cavidad sexual, él metió las manos debajo de su falda para tomar su lindo culo con ambas manos y disfrutaban esos morbosos movimientos de ella simulando el sexo. Eliza cerraba los ojos, se sentaba por completo sobre su verga, disfrutaba las ásperas manos del chico en sus nalgas, él apretaba su lindo trasero con fuerza y luego sostenía con gentileza, ella sentada por completo sobre su falo, acomodándolo hábilmente a todo lo largo de sus labios vaginales, era asombroso como se sentía de enorme y vasta, la había visto, la había chupado y tenido en la cara, aún así restregarse contra ese enorme pedazo de carne era más intoxicante aún que lo demás. La linda chica movía las caderas con velocidad y usaba todo su peso para restregarse bien sobre esa vara de carne para así masturbarse por fuera, usando esa cosa enorme que cada vez se sentía más firme.

Mario miraba fijamente la cara de la chica, le encantaba verla con los ojos cerrados, disfrutando enajenada sus propios movimientos, retorciendo la cara y escucharla gemir suavemente, su coño estaba tan viscoso, resbaloso, caliente y húmedo, ella se movía tanto y tan rápido, su verga se ponía tan dura tan rápidamente, que él tenía miedo que en un brusco movimiento de ella, él se colara ahí dentro… y sabía que no se detendría.

—Métemela — dijo ella abriendo los ojos, podía sentir su gruesa vara bien dura contra su coño.

—No — dijo él firmemente, se besaban apasionadamente, le apretaba su precioso culo buscando alivio a su lujuriosa desesperación.

—¡Por favor! — rogaba ella, pero exigía realmente con la mirada, él negaba con la cabeza — Puedes metérmela sin condón, tengo una pastilla del día siguiente — dijo ella desesperada, él abrió los ojos incrédulo, ella pasó la mano debajo, levantó la cadera y ponía la punta de la verga en la entrada a su coño.

—¡No! — dijo él desesperado moviendo su verga lejos de ahí con una mano y sentándola a lo largo de su falo de nuevo.

—¡Entonces cómeme el coño de una maldita vez! — dijo mirándolo fijamente, exigiendo, aunque sonriendo.

Haciéndolo ver fácil, él la tomó de la cadera y la levantó, la acostó sobre el sillón, le colgaban las piernas, él se echó en el piso de rodillas frente a ella, le abrió las piernas y hundió la cabeza debajo de su falda escolar, viendo su coño hasta que lo tenía justo en la cara, y vaya que se detuvo a mirar. Pequeño, definitivamente pequeño, diminuto tal vez, ¿Debían ser tan pequeños? Entre toda la jungla de vello púbico de su novia ahí debajo y que ella no le dejaba acercar el rostro a menos de un metro, nunca había visto bien un coño, siempre la penetraba básicamente a ciegas, las primeras veces fue caótico, pero se habían acostumbrado.

Tan pequeño y lindo, completamente depilado y algo más oscuro que el resto de su piel, por alguna razón eso le gustó, el olor era intenso, pero agradable de algún modo, el cerebro primitivo es curioso, siempre pensó que era chiste todo eso de la pescadería, no lo era. Besó los muslos de la chica cerca de su coño como hizo ella, Eliza se estremecía, la chica miraba emocionada al chico con la cabeza ahí metida, Mario le lamió una ingle y ella recostó emocionada la nuca, esperando que comenzara la diversión.

Mario miró un último segundo el agujero del placer de Eliza antes de lamer todo desde abajo hasta arriba con toda la lengua, Eliza gimió con naturalidad, sin pudor y todo su cuerpo se estremeció por completo, sus manos se sentían ligeras igual que su cabeza, su cuerpo se relajaba, como si su cerebro la obligara a solo sentir su vagina. Los tímidos ruidos sexuales de ella eran combustible para él, comenzó a lamer su viscoso coño de arriba abajo con la lengua de fuera y con ritmo. Eliza dejó caer los brazos y la cabeza, disfrutaba de la lengua del chico pasándole a lo largo de los labios. Mario disfrutaba descubriendo aquel interesante sabor, nada parecido a miel o “dulce” como decía el pendejo de Luis, más bien un sabor intenso, algo ferroso y avinagrado, amargo tal vez al final de su lengua, le encantaba.

Mario tomaba confianza, su verga ya estaba dura como piedra de nuevo y ponía toda su boca sobre aquel delicioso coño, chupaba y jugaba con su lengua, le encantaba la morbosa idea de estarla lamiendo entre las piernas, tan prohibido, nada de placer físico-sexual cómo tal para él, pero estúpidamente morboso y divertido, en su ir y venir, sin saber le acariciaba el clítoris con la nariz y Eliza estaba aturdida del placer. Gimiendo libremente, sus piernas se movían como locas y sentía esa poderosa sensación nunca antes experimentada, menos contundente que una penetración, pero definitivamente satisfactoria e intensa.

Eliza levantó su falda, quería ver a ese guapo chico comiéndole el coño, la vista no decepcionaba, el lindo chico lucía aún mejor con la cara entre sus piernas y su coño en la boca, ella rio nerviosa, ahora entendía porque los hombres aman tanto las mamadas, el placer está ahí, pero el poder amigo, el poder que sentía al verlo ahí era lo realmente increíble…

—¿Qué? — preguntaba Mario nervioso, ella le sonreía con malicia, le acariciaba su linda cara con una mano.

—Cómeme el coño y cállate — decía sonriendo y ambos reían un poco — Déjame tomarte video.

Agregó ella, él le sonreía, se separaba, echaba la vista atrás, tomaba su celular, presionaba unas cuantas veces y se lo daba a ella. Mario volvía a su labor viendo a la cámara, ella lo enfocaba con una mano, le apretaba la cabeza con las piernas y le acariciaba el cabello con la mano libre, gemía tímidamente y admiraba al muchacho degustándola.

—Ponte en cuatro — decía Mario separando la cara, los alrededores de su boca estaban visiblemente húmedos.

—¿Para? ¿Me la vas a meter? — preguntó emocionada aún grabando todo.

—No… Es que mmmm así sería diferente, a lo mejor te gusta más — dijo nervioso y sonriendo.

Ella sonrió y se levantó, él le daba espacio haciéndose a un lado, la chica tomó posición, rodillas en el piso, medio cuerpo sobre el sillón y en cuanto patas hacía él. Mario se colocaba, se ponía de rodillas detrás de la chica y le levantaba la falda con confianza, ella reía un poco.

—¿Te gusta? — preguntó nerviosa con su lindo trasero a merced de él, lo meneaba una vez tontamente.

—Sí — respondió él viendo fijamente — Demasiado — agregó honestamente sin dejar de ver las preciosas y redondas nalgas de Eliza.

Mario no perdía detalle, ni siquiera parpadeaba, incluso respondió sin darse cuenta, todo hombre sabe cómo es, la vista de un buen culo es hipnótica, más la vista de un buen culo NUEVO. Un precioso par de nalgas bien redondas y respingadas, levantadas, parecían infladas a presión, un par de pequeños balones bien redondos, rellenos de carne y aperlados. Ni un solo gramo extra, ni faltante, la curva de su culo era perfecta y la anchura de su cadera también. Odiaba pensarlo, pero ese culo se veía 1,500 veces mejor que el de su Fany en 4 patas, tan redondas y preciosas, se sentían firmes, aunque la chica apenas hacía ejercicio, bendita juventud, nada parecido a las nalguitas de su Fany, que el hueso de la pelvis se marcaba y sus nalgas perdían forma empinada por lo planas que las tenía, se le marcaban bordes, no como a Eliza con su hipnótica redondez tan evidente.

Posó su mano sobre una nalga y separó inconscientemente, los lindos agujeros de Eliza eran una delicia a la vista, le encantaba lo pequeños que eran y lo apretados que parecían, abrió por completo con la otra mano, amaba como la piel se oscurecía acercándose a esos lindos agujeros y sin pensarlo realmente, acercó la cara, sacó la lengua y la pasó profundamente entre esas lindas nalgas.

La linda morena se estremeció y retorció al sentir la húmeda lengua de Mario pasarle por encima del ano y a todo lo largo de su línea divisoria de las nalgas, la sensación no era tan satisfactoriamente potente como en su coño, pero no estaba nada mal, grababa con la cámara selfie a Mario hacía atrás, ver a ese lindo chico con la cara metida en su culo, mejoraba mil veces todo.

Mario se dio cuenta que ella grababa, pero lo ignoraba, miraba al frente, amaba tener ese lindo trasero justo en su cara, separaba con ambas manos y cada vez se esforzaba por ir más profundamente, intentando desesperadamente meterle la lengua en el ano, el sabor era penetrante y algo ferroso, ella se retorcía y a veces reía un poco, él tenía bien sostenido ese lindo par de nalgas, abriéndola, y no las dejaba alejarse ni un poco de su cara. Le encantaba lo prohibido de la sensación, pensaba morbosamente que eso no cambiaria nunca, ahora, por siempre, él habría chupado ese lindo trasero, ambos lo sabrían y pensarían en eso siempre que se vieran en cualquier contexto.

Mario se agarró la verga, no soportaba más, se comenzó a masturbar mientras se comía ese precioso culo, ella dejó de grabar, arrojó el celular sobre el sillón y comenzó a hacer lo mismo. Comenzaron una morbosa carrera, ella se acariciaba el coño con fuerza con toda la mano y él le comía tan profundo como podía el culo mientras se masturbaba con una mano, de vez en cuando él alcanzaba su viscoso coño con la lengua, ella gemía cada vez un poco más, se retorcía y le restregaba con fuerza el culo en la cara.

La chica se presionó con fuerza el clítoris, las piernas le temblaban fuertemente, gemía agudo y unas gotas le se le escapaban del coño, se perdía en el placer de ese asombroso orgasmo, él no paraba de comerle el culo ni de jalarse la verga, Eliza recuperaba la respiración mientras sus piernas aún no se detenían y lanzo un gemido fuerte cuando sintió la lengua de él lamer desesperado esas las últimas gotas de su coño.

—Date la vuelta — dijo él desesperado.

—¿Qué? — preguntaba ella aturdida mientras él intentaba moverla.

—Date la vuelta, acuéstate en el sillón — agregó más firmemente, ella se movía como podía aún en su orgasmatorio sopor.

La chica se ponía boca arriba en el sillón con medio cuerpo, sosteniéndose cómo podía con las piernas en el suelo, aún le temblaban un poco, él se sentaba desesperado en el pecho de ella apuntándole a la cara con la verga en una mano, y en la otra con su celular enfocándole la cara, ella ni siquiera se dio cuenta cuando él tomó el aparato, ella sonrió con malicia, él torció la cara, gimió profundamente, dejó de castigarse el falo, se estiró todo el pellejo hacia atrás y le dio en un ojo con un abundante disparo de lefa. Mario grababa morbosamente como le cerró un ojo a Eliza, la chica sonreía nerviosa con el otro ojo abierto y luego él le dio en el otro a propósito, ella reía un poco ahora cegada por su lefa, el instinto le decía que se moviera o se limpiará al menos, pero quería que él disfrutara esa pequeña y morbosa humillación que le propinaba. Él sonreía con sorna, disfrutaba demasiado su orgasmo, pero esta vez lo mental le ganaba a lo físico, disfrutaba más humillarla, llenarle la cara con su esperma, su chica jamás se le hubiera permitido, pero ahí estaba esa pequeña zorra dejando que él literalmente le llenara la cara de semen, por nada, por una estúpida cita, después de que le rogó que se la follara, todo le invadía la mente, le echaba más de su jugo viril encima intentando grabar lo mejor posible como le llenaba la cara con sus abundantes disparos, intentando llenar todo su lindo rostro, marcar territorio. La frente, una mejilla, un poco en el cabello, por último, en los labios y dientes de la nerviosa sonrisa de la linda chica, ella abría la boca intentando atrapar algo, pero él le pasaba la verga por toda la cara, embarrándole su lefa y terminaba de grabar.

—¡Oye! — expresaba Eliza riendo, intentando con todas sus fuerzas no molestarse.

—Te ves bien con mi corrida en la cara… Putota — agregó nervioso, quería sentir ese subidón de poder.

—Dame algo para limpiarme.

Dijo la chica nerviosa sintiendo el pedazo de carne rondarle la cara, mientras él hacía una foto tras otra.

El chico terminó su diversión de encuadrarla llena de lefa y con su verga en la cara, simplemente le dio sus propios boxers para que ella se limpiara. Reían como amigos y se besaban cómo amantes una vez que ella limpió todo, ella le sostenía las bolas con una mano y lo besaba profundamente, ansiando que él recuperara la erección y perdiera la noción del tiempo.

—Tengo que irme.

Dijo él, separándose del beso, pero sin moverse realmente, ni soltar su precioso culo a 2 manos, mientras ella estaba sentada sobre él de nuevo.

—¡Quédate! Mis papás llegan hasta la madrugada, te presto para el taxi o te quedas, nomás no hacemos ruido, ellos nunca se meten a mi cuarto y te vas en la mañana, súper en silencio antes de que se despierten — dijo ella rápidamente, lo estaba pensando desde que él le comía el coño.

—Estás loca.

Respondió él rápidamente y riendo, la tomó de la cintura y la sentaba como si fuera de trapo sobre el sillón, tan fuerte, ella amaba eso.

—Así siempre le hacemos yo y Julián, cuando mis papás me dejan la casa a veces, él se va en la madrugada o en la mañana en silencio si estamos muy guarros — dijo riendo y viendo que él buscaba sus pantalones, él la miró, se detuvo a pensar.

—Él era quien vendría, ¿Cierto? — pensó de pronto, ella rio nerviosa como quien es atrapado — ¿Le cancelaste? — preguntó sorprendido, su ego crecía invadiendo toda la sala.

—No… Le dije que viniera más tarde, pero no quiso, hizo berrinche, no sé porqué — dijo la chica de mala gana.

Los jóvenes buscaban su ropa y se vestían, se besaban un poco, se tocaban más, reían y salieron de ahí camino a la parada del autobús como ella se lo prometió antes. De pronto en la calle se sentían raros, recordaban esa calle más temprano, llena de gente y luz del sol aún, de pronto sentían sus genitales aún llenos de saliva y la mente llena de culpa, la turbia calle oscura era un retrato perfecto de su moral en esos momentos.

—Jamás le contarás esto a Fany, ¿Verdad? — decía Eliza sentándose a lado de él en la parada del autobús, no había nadie más a la vista.

—Ella ni siquiera creo que pregunte, creo que en serio no quería saber nada — dijo nervioso.

—Pero, aunque pregunté, no le dirías, obvio — dijo nerviosa, buscando confirmación con la mirada.

—No… No creo, no sé — respondió desviándole la mirada.

—¡Mario! — dijo la chica tomándole de los hombros para voltearle y mirarlo a los ojos — NUNCA puedes decirle esto — rogó la chica con la mirada.

—¿Y si pregunta demasiado? ¿Y si me chantajea para saber la verdad? Tal vez sea peor mentirle y que lo descubra — respondió nervioso.

—¡Nadie le dirá! ¡No tiene como descubrirlo! — dijo desesperada.

—Ok, no le diré — respondió rápidamente.

—Júramelo — pidió ella con esperanza, sabiendo que eso no valía de nada, ni siquiera eran amigos y él era el novio de esa chica de la que hablaban — Julián me mataría si se entera, por favor — dijo torciendo la boca.

—Lo juro — dijo Mario sonriendo nervioso.

No dijeron más, él se sentía molesto de las exigencias de ella y Eliza porque él hubiera cambiado tan rápido de decisión respecto a la discreción, el autobús llegó 10 minutos después y él subió apenas despidiéndose de ella, las caricias, el buen rollo y los besos se esfumaron cuando los aplastó la asquerosa y aburrida realidad.

Cuando él llegó a su casa, abrió la conversación con Eliza en Facebook, aquella única conversación. Se sintió extraño de ver qué la última y única conversación que habían tenido eran 5 líneas de cada quien, saludándose, ella pidiéndole la tarea, él entregándosela y ella despidiéndose, él ni siquiera se despidió de regreso en aquella ocasión y hace algunos minutos había tenido el hermoso culo de esa chica en su cara, la boca aún le sabía extraño, como cambian las cosas.

Rápidamente seleccionó aquellos turbios videos y fotos que ella pidió, que luego ella misma grabó y se sintió terrible al mirar la miniatura del último video que él mismo grabó apuntándole a la cara a Eliza con la verga, sentía que lo había grabado alguien más usando su cuerpo, parecía que ese no había sido él grabando eso, todo era aún tan irreal, los envió, salió de la conversación sin escribir nada y borró todo el material de su celular, fue complicado dormir esa noche.

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