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Mi primera vez con otro hombre
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Un matrimonio con una relación de años desgastada por la falta de comunicación y la prioridad puesta en la búsqueda del desarrollo personal nos mantenía alejados, muy distantes, tanto que siempre hay alguien que lo nota y comienza a rondarte hasta “entrar” lentamente por el rabillo de tu ojo.

Un chico con una linda sonrisa, preocupado, detallista, siempre presente en el momento adecuado, a veces reunidos por la casualidad y en otras buscado insistentemente, con mucha cautela, pero en afán de conquista. Muchas veces literalmente lo “correteé”, pero insistía y siempre aparecía en esos peores días, esos en los que consciente o inconscientemente necesitas un apoyo una sonrisa amable. Esta vez apareció luego de algunos días y me llamo para invitarme una cerveza. No estaba muy animada para salir y menos con él, pero no tenía a qué llegar a mi casa, o mejor dicho no me apuraba, así que acepté y nos juntamos en el barrio universitario de Av. Brasil a tomarnos esas cervezas. No era primera vez que conversábamos, pero esta vez lo hicimos mucho más, escaneé bien su personalidad y estuvo muy entretenido, me sentí cómoda, mucho más que la vez anterior, me gustaron más cosas de él, lo directo, lo bueno para reírse y hacerme reír.

La conversación animada, muchas risas, cervezas y roces cercanos hicieron su efecto y en un momento quise ir al baño, pregunté donde quedaba y me dijo “te acompaño”, a lo que respondí “para qué, si puedo ir sola”, y me respondió “¡no!, te acompaño”. Caminamos por el pasillo y cuando fui a ingresar, me tomo del brazo y me metió al baño de hombres hasta uno de los cubículos. El espacio era pequeñito, estábamos muy pegaditos y ya casi me hacía, no sé si sorprendida pero incomoda porque ya no aguantaba, bajé mis pantalones con él parado frente a mí, pegado a mí, no me quitaba la vista de encima y no dejaba de hurguetearme, hasta que finalmente lo logré he hice pis mientras me miraba y con sus dedos jugaba a cortar el chorrito que caía mientras subía por él hasta tocar mis labios vaginales. Cuando terminé sacó su mano empapada y se las llevó a la boca chupeteando sus dedos, mi orina y mis jugos, eso me fascinó, encendió a mil mi sexo. Aunque debo reconocer que previo a ir al baño y sentado junto a mí y mientras bebíamos sus manos rápidas e inquietas ya había tocado mis piernas y recorrido sutilmente mi entrepierna hasta mi conchita, su firmeza y calidez me encendían. Pero ahí en el cubículo, no pasaría nada más, subí mis pantalones, lavé mis manos y volvimos a la mesa.

Esta situación propició que al poco rato me dijera, “por aquí cerca hay varios lugares donde podemos ir por un rato, pero no son muy buenos, son para estudiantes”. Mi respuesta clara y directa a la invitación fue; “pero que más se necesita, una cama eso es todo”… su rostro se iluminó, mi decisión ya estaba tomada, aunque nerviosa, pero estaba tomada, así que salimos de ahí caminando a un motel de la zona.

Luego de identificarnos en el ingreso, nos hicieron pasar por un pasillo hasta el fondo donde debimos espera que prepararan la habitación, era algo distinto para mí pero tenía ganas de lo que había decidido hacer, estaba encendida y mi compañero jugaba y calentaba más la situación. Estábamos al final de un pasillo donde había un mueble como una cajonera con sábanas dobladas encima de él, mientras mí cabeza procesaba a mil todo lo que ocurría, veía pasar imágenes como flashes, mi cuerpo ardiendo altamente sensible a todas las motivaciones de mi endurecido compañero que no paraba de acosarme, olerme, besarme el cuello, manosear mis pechos, mis nalgas y mojar mi sexo diciéndome lo caliente que lo tenía, me repetía cochinadas al oído mientras sus manos exploraban mi cuerpo y apretana mis presas.

Poco a poco me fue llevando a una suerte de trance en el que fui perdiendo la conciencia del tiempo-espacio y sensibilizándome solo a él, sus palabras, mi cuerpo reaccionando, mi vulva muy pesadita y mojada, mientras sus besos en el cuello y sus jadeos me elevaban cada vez más. Sus rápidas manos desabotonan mi blusa, liberan mis pechos encontrando mis pezones erectos, los tironea suavemente, no los suelta y estoy contra la parde, a un costado del mueble, su cuerpo contra el mío puede sentir su paquete duro apuntándome, mi mano recorre su abultado pantalón lo siento firme y duro, su pelvis me empuja amenazantemente, ya quiero tenerlo, mientras sigue hablándome al oído y mi mano entra en su pantalón hasta alcanzar su pico, esta empapado, duro como el fierro, se siente delicioso. Él tampoco para y sus manos abren mi pantalón y alcanzan mi botón, suelto un gemido de placer cuando su mano alborota mí vulva. Estoy ardiendo y FJ metido en mi cabeza moldea lo que está ocurriendo, mis ojos cerrados, mi mano aferrada a su miembro, mi boca deseosa de mamarlo, siento de manera muy abrupta como sus manos me afirman de las caderas desnudas, baja mis pantalones con calzón incluido hasta los zapatos, abro mis ojos y trato de detenerlo, estoy con mis tetas al aire, su boca succiona mi pecho, los pantalones al piso, nos pueden llamar a la habitación en cualquier momento, pero mientras pienso en esto ha retirado una pierna de mi pantalón, me levanta en brazos y me apoya contra la pared. Mientras mis piernas abiertas descansan sobre sus brazos, sus manos me sostienen de las nalgas, su pico duro en la entrada de vagina se acomoda fácilmente entre mis labios y lo siguiente fue un gemido de intenso placer cuando lo empujó hasta el fondo golpeándome contra la pared. Una, otra y otra embestida más, sentía como mi espalda se golpeaba contra la pared, me dolía, pero luego de la segunda o tercera embestida ya no sentí más, no quería que parara, era un salvaje dándome fuerte y duro y yo era pura calentura, nada me importaba y aunque sabía que había una cámara en el pasillo y de seguro nos grababa, no me importó, estaba hecha una puta para FJ.

Tan rápido transcurrió todo esto, que cuando sentía que llegaba a mi primer orgasmo apareció la mucama nos dicen… “¡¡paren, paren!!, como no van a poder esperar, su pieza esta lista”… FJ me bajó al piso, guardo su armamento, mientras yo subía mis pantalones y ordenaba en algo mi blusa, la mucama intentaba regañarme, pero no la pesqué.

Entramos a la pieza, la mucama aún algo le comentaba molesta a la compañera, FJ cerró la puerta y sin dejarme pasar más allá de un tirón me sacó la blusa y del siguiente los pantalones con todo y zapatos. Me levantó contra la puerta y continuó culeándome sin importarle que las mujeres afuera siguieran escuchando lo salvaje que fue… rico, gemir y gritar libremente sin importarte nada hasta fundirnos en un orgasmo compartido y aunque ese día no terminaría ahí, ese fue el primer encuentro de varios con mi intenso amante 20 años menor.

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