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Mi mejor amigo y yo intercambiamos esposas
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Estábamos festejando mi cumpleaños 33. Cuando acabo la fiesta, yo estaba muy borracho. No aguanto bien el alcohol y más o menos a las 3 de la mañana, mi cuerpo empezó a sentirse pesado.

Lo último que recuerdo es a mi esposa, Verónica, besando los deliciosos labios de Viridiana, la esposa de Caleb, mi mejor amigo. Era un juego de tragos y cartas… y Caleb eligió ese castigo para mi esposa. Caí dormido…

Entre dormido y despierto, recuerdo haber visto el pene de mi mejor amigo siendo mamado por mi esposa y su mujer al mismo tiempo, el parado de pie sobre el sofá frente al mío, ambas recorriendo con la lengua su verga roja y venosa. Pensé que estaba soñando… Después a Caleb desnudándose completamente mientras Vero y Viri hacían lo mismo…

Y entonces desperté realmente.

Me dolía la cabeza y estaba desorientado… y sobre el sofá frente a mí y regada por todo el suelo, la ropa de esos 3. Mi pantalón estaba desabrochado y mi pene de fuera.

En el piso de arriba… el sonido del sexo.

Corrí subiendo las escaleras tras abotonarme los pantalones, cada paso sintiéndose como una tortura por el dolor de cabeza. Pero cuando llegué al cuarto en el que dormía con Vero, los vi.

Mi hermosa esposa completamente desnuda contra la pared, mi mejor amigo de pie detrás de ella, penetrando con su grueso pene la vagina con la que me casé… y Viridiana viendo todo desde la cama, sus piernas abiertas, dedos estimulando su clítoris, una mano estimulando su pecho derecho al mismo tiempo que disfrutaba el espectáculo que su esposo estaba dando con Vero.

Estuve a punto de lanzarme sobre ellos, pero el alcohol me ganó y caí al suelo.

Cuando recobré el conocimiento, Caleb, aún con su cuerpo sudoroso, y mi esposa, igual o más sudorosa que él, me estaban llevando hacia la cama, cada uno por debajo de mi hombro. Me aparté y volví a caer, pero esta vez en la cama. Con el habla impedida, hablé.

"Vayánse a la chingada. ¿Qué putas te pasa, pendejo?"

"Wey, tranquilo…"

"No me digas que tranquilo, pinche idiota… te estás cogiendo a mi esposa"

"Y la mía te mamó la verga, cabrón… si no te hubieras dormido, estarían cogiendo igual de duro".

Y cuando dijo eso, volvió a ponerse detrás de Vero…

"No te estés pasando de verga".

"Amor, amor, fue tu idea, mi vida"

"Además, dejaste que te mamara la verga", dijo Viridiana, sentándose en el borde opuesto de la cama.

"Estaba borracho, no mamen".

"Bueno, pendejo, tú elige: o nos arruinas el momento a todos, o te unes", dijo Verónica.

Y tras decir eso, mi esposa se empinó para que mi amigo le metiera la verga otra vez más.

"Wey, no mames, tu esposa te está dando permiso de cogerte a la mía, yo te estoy dando permiso… no lo arruines".

Caleb lamió su mano y untó saliva en su pene antes de penetrar nuevamente a mi esposa.

Ver la cara de placer de Vero me hizo enfurecer.

Estaba a punto de saltar nuevamente cuando mi estado me lo impidió, me eché hacia atrás de vuelta a la cama y me preparaba para intentarlo una vez más… y entonces sentí el cálido y suave cuerpo de Viridiana echándose encima mío.

Procederé a describirnos a todos, empezando claro por nuestras damas.

Viridiana tenía apenas 30 años, piel blanca, pero con un delicioso bronceado que la hacía parecer morena. 1.60 de altura, bra 34 e, senos naturales con pezones diminutos, pero areolas marrones amplias. Una cinturita preciosa que coronaba un culo bien formado, casi tan grande como el de mi esposa. Cabello rubio teñido que le caía hasta las caderas, pero recogido en dos moños.

Vero tenía 34 años, mide 1.70, piel blanca aperlada, bra 36f, operados, sus pezones chiquitos y sus areolas casi invisibles sobre su piel clara. Mi mujer caderona con un culo grande y un cuerpo casi tan esvelto como el de Viri. Cabello negro natural que le cae hasta el abdomen.

Caleb era un año mayor que yo. Mide 1.70, lo mismo que mi esposa, piel morena oscura, de complexión ancha y muy musculoso. Él, Viri y Vero se conocieron en el mismo gimnasio, donde sus coqueteos empezaron mucho antes de que yo supiera nada de ellos. Su pene mide 15 centímetros de largo y es bastante ancho.

Yo mido 1.83, soy de piel blanca, en aquel entonces tenía un poco de sobrepeso y me sentía inseguro de mi cuerpo. Mi pene mide 17 centímetros de largo y es más delgado que el de Caleb. Mi cuerpo, además, es muy peludo, otro aspecto mío que me generaba inseguridad.

Continuando…

Sentir a Viridiana encima mío me hizo sentir enojado más que excitado al principio.

"Llevamos horas haciéndolo, Abraham… no quieres tú también cogerte a alguien?", me preguntó a la vez que me metía la mano en el pantalón y agarraba mi pene con firmeza.

"Quítate a la chingada, Viri…"

"Lo tienes más largo que mi marido… ¿por qué te preocupas? Si yo fuera tú, le mostraría lo que puedes hacer con algo tan grande"

Descubrí entonces que me excitaba ser comparado.

"Viri, de verdad, déjame en paz".

Ella soltó mi pene en el momento y dejó salir un profundo suspiro.

"Mira, si quieres de verdad cagarnos a todos el pinche momento, dale. Nada más recuerda que lo cogida nadie se lo va a quitar a tu vieja, y que si te pones en ese plan pendejito después de haber iniciado este desmadre tú mismo, el que va a salir quemado serás tú".

Se quitó de encima mío y sorprendí al darme cuenta de lo mucho que sus fluidos habían empapado la pierna de mi pantalón. Me enderecé y estaba a punto de pararme… cuando vi esos ojos.

Caleb estaba follándola muy duro. La tenía agarrada del cuello y con la cabeza hacia atrás… pero eso no evitó que Vero me voltease a ver con ojos de furia. Supe entonces que si paraba esto, lo más probable es que me metería en un problema muy grave con ella.

"Cógetela, mamón", me dijo Caleb, sin dejar de metérsela a mi mujer, "literal tienes el culito hermoso de mi esposa para que te lo cojas… déjate de mamadas y dale"

"Caleb… chinga tu madre"

"Cógetela, Abraham", me dijo Verónica a la que se soltaba el cuello del agarre de Caleb.

"Somos hermanos, Abraham, me molestaría que cualquier otro wey se cogiera a mi esposa, pero contigo no tengo problemas. Deja de joder y únetenos… Además… mira a Vero", dijo mientras la enderezaba y le pasaba los dedos por su labia expuesta, aún con el pene dentro, "está mojadísima… le encanta que me la coja… ¿no quieres demostrar que puedes satisfacer a mi esposa más que yo? Porque con esa pinche actitud y lo mucho que lo anda gozando… diría que le gusto más a tu esposa que tú"

Vero sonrió al escuchar esto y sin dudarlo volteó hacia atrás y ella y Caleb compartieron un beso de lengua apasionado.

Me ignoraron.

Mi esposa estaba gozando del pene de mi mejor amigo. Él de su vagina. Ambos fingiendo que no estaba ahí, pero viéndome fijamente a la vez que se besaban. Sus ojos parecían los de demonios, burlándose de mí, provocándome.

Cogerme a Viri… Podía llenarla de mi esperma, podía meterle una vez más el pene en esa boquita con la que besaba a Caleb… Podía hacerlos sentir una fracción de lo que ellos me estaban haciendo sentir.

Me quité los zapatos a la vez que me quitaba la camisa y después me quité los pantalones y boxers. Aún sentado, desnudo, volteé a ver a Viri, pero ella se adelantó y gateó hasta a mí, acostándose con la cabeza en mis piernas desnudas, abrió mis piernas y se metió mi pene en la boca.

Su vagina se veía tan… chiquita. Hermosa. Labios rosados, depilada, muy aseada, pero brillosa de tantos fluidos que se escapaban de ella. Me acosté de costado frente a ella mientras mi pene era mamado y gustoso empecé a darle sexo oral. Su olor era fuerte en comparación al de Vero, pero nada me importaba, al contrario, me excitaba. Estaba comiéndome el coño de otra frente a mi esposa, estaba satisfaciéndola frente a su esposo, mi mejor amigo. Qué morbo tan delicioso. Mi lengua era guiada por las contracciones de su cuerpo. Tardé quizá unos 10 minutos, pero la llevé hasta el orgasmo, un violento orgasmo en el que intentó sacar mi cara de entre sus piernas, su clítoris sensible le rogaba un respiro que no le di, ocasionando que se alejara a la fuerza de mí… gateando rápidamente al extremo opuesto de la cama.

"Qué rico, mi amor, ay, qué rico estuvo", le dijo Viri a Caleb mientras este seguía follando a Vero, pero ahora en el suelo, sobre la alfombra.

"Aguas, mi vida", le respondió Caleb al verme acercándome a ella por detrás.

Mi verga estaba sensible, erecta y la mamada me había dejado cerca del orgasmo. Tomé a Viri de los brazos con brusquedad y la arrojé sobre la cama, dejando su espalda contra la cama.

"No, no, espérate", me pidió, pensando que iba a irme sobre su clítoris nuevamente, pero dejó de resistirse al verme acercando mi mano a mi pene y dirigiéndolo hacia su hermosa vagina. La penetré sin condón, sin consideración alguna inserté mis 17 centímetros hasta el fondo, haciéndola gritar de placer. "Diooos, estás muy grande".

"¿Muy grande?", preguntó mi esposa a la que Caleb y ella se ponían de pie para unirse a nosotros en la cama, "muy rico, más bien".

"Sí, Dios, sí, está muy rico"

Viri claramente lo estaba gozando.

Ella gemía, gritaba, tenía espasmos. Mi pene le encantaba. No era fingido, podía ver el dolor seguido de placer cada que empujaba mi pene hasta el fondo, sus manos me agarraban con fuerza cuando era brusco y su agarre disminuía conforme le daba más suave, en esos momentos en que necesitaba recuperar la energía sin dejar de darle.

Mi esposa estaba en una posición parecida. Sobre la cama, a escasos centímetros de mí, sobre ella, Caleb, metiendo su grueso pene, abrazándola, su cara hundida en el cuello de mi esposa. Podía ver su espalda ancha y musculosa, su culo tonificado, sus testículos oscuros meneándose con el movimiento de caderas… lo único que podía ver de mi mujer eran sus manos aferrándose a la espalda de mi amigo, su rostro congestionado de lo duro que él se la estaba cogiendo y sus piernas enrolladas alrededor de su cuerpo. Nunca la había visto así. La estaba satisfaciendo, era claro… de una manera que yo nunca había podido.

"Sigue así, sigue así, dale, bebé, sígueme cogiendo así", dijo Vero a la que Caleb claramente había encontrado el punto y ritmo adecuado, y él hizo caso, llevando a mi mujer en un par de minutos a un orgasmo tan intenso que la hizo ahogar un grito y perder la fuerza en las extremidades.

Caleb se salió de mi mujer y la dejó ahí, tirada, los ojos medio cerrados y la respiración agitada. Se levantó de la cama y la jaló de los brazos hacia el borde, donde dejó que la cabeza de Vero cayera un poco antes de meterle el pene erecto. Lo vi claramente por primera vez… entendí el por qué de ese orgasmo. Era muy grueso, muy venoso, impresionante incluso.

"Le diste un orgasmo a mi Viri, Abraham, lo justo es que Vero tuviera el suyo", me dijo con los hombros caídos y una mirada tan lasciva… era como salido de una fantasía de orgía perfecta. Mi esposa mamando su verga, él con ese porte, Viri rogándome con la mirada que siguiera, el squirt de mi esposa humedeciendo mis rodillas…

Besé a Viridiana a la que se acercaba mi orgasmo. Iba a correrme dentro. Iba a hacerla mía.

"Hazlo dentro", me dijo Caleb.

"Vente dentro", me confirmó Viri.

"¡Estás enfermo, cabrón!", le grité a Caleb mientras eyaculaba en la vagina de su esposa.

Me puse de pie, alejándome de ella un momento.

"¡Puta madre!", grité a la vez que esa primera eyaculación se extendía y soltaba un chorro de semen que salió con todavía más fuerza que el primero y bañaba el erótico y hermoso cuerpo de Viri.

"Qué rico, amor, qué rico me llenó tu amigo", dijo Viri.

"¿Estuvo rico?", preguntó Caleb mientras sacaba el pene de mi esposa.

"Mucho, mucho rico" dijo Viri riéndose.

"Se escuchó rico", dijo Vero, moviéndose para que Caleb la follara en la misma pose en que acababa de follarme a Viri. "¿Me llenas otra vez, ahora que mi esposo está despierto?"

"Por supuesto, nalguita", dijo Caleb mientras le agarraba la nalga y una pierna, acercando su pene a la vagina de Vero.

"¡¿Otra vez?!", grité.

"Sería la tercera esta noche", dijo Caleb.

"Qué hija de puta", le respondí.

"Tranquilo, Abraham… acabas de dejarle tu semen a mi vidita dentro… somos hermanos, cabrón, no me molestaría criar a un pendejito tuyo", metió su pene nuevamente. Y hubiera dicho algo de no ser porque Viri se acercó a mí y se acostó en mis piernas.

"Se ven hermosos, no crees?", me preguntó en un tono muy calmado, casi antinatural en la situación. No respondí nada, pero ciertamente, se veían hermosos. Caleb era mucho más dulce con ella, la trataba con más respeto y delicadeza de lo que había hecho en esta última hora de sexo que había compartido conmigo y su esposa. "Esto que sientes… eso que tu esposa sentía mientras tu me llenabas… no se puede obtener de ninguna otra forma, además, es su primera vez… disfrútenlo".

Me dio un beso en la pierna y empezó a acariciar mi barriga y darle besitos, como calmándome mientras Caleb tenía un orgasmo espasmódico y eyaculaba dentro de mi esposa una última vez.

Fue un momento bellísimo. Es difícil explicarlo, porque hacía una hora, hacía unos momentos, estaba furioso, pero ahora todo era éxtasis. Agradecí que la cama era king size, porque en cuanto Caleb y mi esposa terminaron de besarse y reposar el orgasmo de él, Viri me abandonó y fue a recostarse, con su cuerpo cubierto de mi esperma, con su vagina chorreando mi semilla, encima de Caleb, y Vero se quedó con ellos un rato antes de volver conmigo. Ya había amanecido… y los 4 dormimos juntos. Me sorprendió cómo Caleb abrazó a su esposa sin dudarlo, a pesar de mancharse de mi semen en el proceso. Yo apenas y pude abrazar a Vero sabiendo lo mucho que su cuerpo debía estar cubiertos de fluidos suyos y de Caleb, pero al cabo de unos minutos el sueño me ganó.

Cuando desperté, Caleb y Viri estaban semidesnudos, vistiéndose, habían tomado una ducha.

Vero seguía acostada junto a mí, despierta todo este tiempo.

"Nos vamos, ¿ok?"

"Con cuidado, sigue dormido"

"Nos avisas si se pone violento", le dijo Viri.

"Él no es así, yo hablaré con él".

Preferí no intervenir. Dejar que se fueran, fingir que no escuché nada.

Al despertar, le di a mi esposa la cogida más apasionada y deliciosa que hemos tenido en nuestro matrimonio. El día anterior no hubiera tocado siquiera la parte en la que el pene de otro hombre hubiera estado, pero ahí estaba yo. Metiendo mi pene en la vagina que mi mejor amigo eyaculó, besando los labios que habían tocado el miembro de Caleb, gozando de una manera única a mi esposa.

Claro que lo repetiríamos. Y sería incluso más obsceno, y descubriría incluso más cosas de mi mismo en el proceso.

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