Era el tercer trabajo que nos dejaban en la universidad y una vez más, hice equipo con Daniela y Maricela, nos llevábamos bien y eran aplicadas.
El entusiasmo no tardó en llegar, normalmente Maricela proponía hacer los trabajos en su casa, misma dónde a veces rondaba su madre, una señora de unos 40 y tantos, bien conservada, me era imposible no verla de reojo cuando estaba por ahí. Rubia, alta, esbelta y tenía un culo de infarto aparte de las grandes tetas que se le marcaban sobre las playeras, siempre que la venía me era imposible sentir una punzada en la vagina.
Llegó el día de ir a hacer el trabajo y al llegar a tocar la puerta, ella me abrió. No pude evitar verla de pies a cabeza, traía un vestido ajustado que le daba la perfecta definición a sus tetas y sus pezones, se me antojaron tanto y al darme la espalda se veía su culo grande y redondo mientras lo movía de un lado a otro, sentí el calor y la humedad en mi vagina. Ella sabía que la veía pues me regalaba sonrisas coquetas e incluso jugaba con su ropa cuando nadie más que yo la veía.
Esa noche me masturbe una vez más con el recuerdo de su vestido ajustado, imaginaba como sería chupar esa vagina y tener su delicioso culo en mi cara.
Al día siguiente no teníamos que reunirnos y decidí saltarme dos clases para ir a "buscar a Maricela" con la excusa de haber olvidado algo en su casa. Realmente iba preparada para lo que fuera, llevaba una tanga blanca con el coño depilado y un sujetador a juego.
Toqué el timbre nerviosa y tras unos segundos abrieron la puerta.
—¿Peach? Que sorpresa, pasa — tragué saliva al verla, traía puesta solamente una bata dónde se le marcaban los pezones. Cerro la puerta y le expliqué que venía a buscar un cuaderno que había dejado dónde Maricela, me dejó subir a buscarlo, me dijo que ella estaría ocupada, que lo tomara y podía salir. Estaba tan caliente y nerviosa que al salir camine despacio hacia su habitación que se encontraba en el fondo del pasillo.
Escuche un ligero gemido y trate de ver por la raja de la puerta, entonces la vi sentada en la cama acariciando sus pechos, no pude evitar abrir la puerta. Al verme solo sonrió y como puta caliente me acerqué y me senté encima de ella, comenzamos a besarnos mientras sentía lo mojado que estaba mi coño. En cuánto pude me fui a chupar esos pezones que tanto había soñado, eran cafés claros y quería quedarme ahí, mi mano bajo descaradamente a sus bragas y sentí lo mojada que estaba así que las moví un poco y dejé que mis dedos sintieran sus fluidos para después llevármelos a la boca.
—Sabes deliciosa — chupe hasta el último fluido de mis dedos y luego la bese de nuevo, me sentía como una puta y me encantaba.
—Ven aquí— me acerco y fue quitando mi vestido, hasta dejarme en ropa interior —que rica estas— se mordió el labio y comenzó a quitarme el sujetador mientras chupaba cada pezón con salvajismo haciendo que me mojara aún más.
—¿te gusta, zorra?— mordió uno de mis pezones y di un brinco, solté un gemido de placer.
Me alejo un poco se sentó en la orilla de la cama y se abrió se piernas para mí, tenía el coño depilado y tan jugoso que no necesite que me lo pidiera, corrí a lamerlo. Pase mi lengua por toda su deliciosa vagina mientras saboreaba su sabor y escuchaba como gemía, pero quería más. Me pare y me acoste —Sientate en mi cara, quiero que te vengas aquí — sonrió y lo hizo, vi como ese culo se poso en mi cara, con las manos abrí sus nalgas para poder comerme su coñito, se empezó a mover como una loca en mi cara mientras sentía su fluidos por mi boca y cara, me imaginaba como rebotaban sus tetas con los movimientos que hacía, se estaba moviendo como puta en mi cara y sus gemidos cada vez eran más fuertes, entonces ella también se recostó en mi y sentí su lengua en mi coño jugoso, estábamos haciendo un 69.
Sentir su lengua experta me estaba haciendo tocar el cielo, entonces paro y volvió a sentarse en mi cara para hacer movimientos intensos y bruscos que me daban a entender que llegaría a su orgasmo así que chupe más rápido más fuerte, mi lengua entraba a su coño y luego iba a su clítoris, me fui más atrás y le metí un dedo al culo mientras succionaba su clítoris, su grito y sus fluidos me dijeron que había llegado al orgasmo, sentí todo sobre mi boca y no dude de limpiar con mi lengua hasta el último fluido tan rico que dejó.
Se bajó de mi cara y me jaló hacia la esquina de la cama dejándome abierta y bajo a chuparmela, lo hacía tan rico que me aferre a su cabello y empecé a mover mi caldera muy rápido hasta que explote y llegué a mi orgasmo, igual no dejo nada lamió hasta la última gota de fluido.
—Espero que se te olviden cosas más seguido — Me dio una nalgada y comenzamos otra vez…