Hacía dos meses, con Claudio mi marido, nos mudamos a un country club de la zona norte del Gran Buenos Aires, a una casa más amplia, con pileta y gran parque. Uno de los amenities del barrio es un gimnasio super completo y por comentarios de conocidos con muy buenos profesores.
Luego de acomodarnos, decidí empezar a ir al gimnasio, para bajar un par de kilos y tonificar los músculos. El primer día que fui me recibió Sandra, una joven de no más de 28 años, pelo castaño, y un físico envidiable, a pesar de no tener grandes pechos.
– Hola, ¿Cómo estás? Soy Sandra. ¿Sos nueva?
– Hola, soy Romina, Ro. Sí, es mi primer día.
– Bienvenida entonces, te voy a molestar con algunos datos para completar la ficha.
En diez minutos habíamos terminado y ella me preguntó:
– Contame Romina, ¿Qué buscas viviendo al gimnasio?
– Tonificar mis músculos y si es posible bajar un par de kilitos.
– Bueno… empecemos entonces.
Con mucha dedicación me fue mostrando las máquinas y los ejercicios que quería que haga. Yo estaba vestida con un jogging, una remera y un buzo arriba. Poco se podía apreciar de mi cuerpo, ella por su parte estaba con unos leggings tremendos, floreados y un top que marcaba sus pechos a la perfección.
Cuando terminé fui a saludarla y me dijo:
– Ro, algunas cosas: si queres o no podes venir a la mañana, lo podes hacer en cualquier horario. En tu tarjeta esta todo tu entrenamiento, y acordate que tenes muy buenos baños, un sauna y ducha escocesa a tu disposición.
– Gracias Sandra, lo voy a tener en cuenta. Nos vemos.
Durante las siguientes semanas fui tres veces a la semana, y realmente me iba sintiendo mejor, sumado a que empecé a bajar esos kilitos. Siempre iba con mis joggings. Una mañana está en una de las máquinas y se me acercó.
– Ro, ¿me dejas decirte algo?
– Claro Sandra.
– Mujer, tenes 34 años, sos una linda mina. ¿Por qué no lucís tu cuerpo?
– No te entiendo Sandra.
– Siempre con esos joggings bolsa, cómprate uno leggings, unas remeras ajustadas, unos tops. Tenes que lucirte, disfrutar las miradas de hombres y mujeres sobre tu cuerpo, en especial las de tu esposo.
– Soy muy pacata… pero voy a hacerte caso, aunque sea probar…
– Dale, vas a ver que hasta te vas a sentir mejor como mujer. Me dijo Sandra.
– Puede ser…
El miércoles de esa semana hice una escapada a un shopping y me compre dos leggings, remeras de lycra y un par de tops. Al día siguiente fui con uno de los conjuntos al gimnasio.
– Huy… que cambio. Estás preciosa. Dijo Sandra cuando me vio entrar.
– Gracias, es una sensación rara, como estar desnuda, casi no se sienten en la piel.
– Viste, son geniales. Me dijo mientras me miraba sin perder detalle de mi cuerpo.
Primero me sentí un poco incomoda, una mujer me miraba de una forma… excitante. Pero mientras hacía los ejercicios, sus miradas se mantuvieron y a mí se me hicieron agradables. Aunque nunca me atreví a contarle a mi esposo, antes de conocerlo, cuando estudiaba y vivía con una amiga, había tenido algunos encuentros calientes con ella, besos, caricias y masturbaciones.
La semana siguiente fui a comprarme varios leggings, remeras y tops más. Una mañana arme mi bolso con otra muda y un par de toallones para bañarme en el gimnasio. Nunca había llevado bolso y pude ver una sonrisa distinta en el rostro de Sandra cuando me vio con el bolso.
– ¿Te decidiste a tomar una sauna? Me pregunto cuando estaba en una máquina.
– Sí, o una ducha escocesa, todavía no sé.
– Sauna, así abrís bien los poros, y después la ducha para limpiar bien la piel.
– Gracias por el consejo.
Cuando termine los ejercicios fui al vestuario y entre en un box para sacarme la ropa, anudar un toallón sobre mi pecho y entrar al sauna. Lo estaba haciendo cuando escuche que alguien entraba. No le di importancia. Guarde la ropa sucia y cuando salí del box me encontré con Sandra, desnuda y con un toallón en el brazo.
– Terminé mi turno, voy al sauna.
– Vamos. Le dije.
Las dos entramos ella fijo la temperatura y nos sentamos en las tarimas.
– Perdoname, ¿Te molesta que no me tape con la toalla?
– Para nada, quédate tranquila. Le contesté.
– A algunas chicas no le gusta… se sienten “intimidadas”.
– ¿Intimidadas? No entiendo.
– Intimidadas sexualmente. Una hasta una queja hizo.
– Wow… bueno, no me sorprende. Hay cada una… Dije.
– Lo que pasa es que esa mina me vio besándome con una amiga una mañana que me trajo, y piensa que la voy a “atacar” solo porque soy 50% lesbiana como digo yo.
– Jajaja, contame porque no entiendo.
– Claro, soy bisexual, pero me gustan demasiado las chicas. El tipo tiene que ser algo alucinante para mí para que quiera estar con él.
– Entiendo.
– ¿En serio no te jode?
– Para nada, en serio.
– ¿Sos bisexual?
– No hetero, aunque años atrás, he tenido encuentros con una amiga. Partiendo de tu definición, podría decir que soy 70% hetero, y de mi marido.
– Buena política. Te digo que te están mirando varios para tirarte unos tiros en cualquier momento.
– Tengo piel antibalas, estoy muy bien con mi marido para meterme con un tipo.
– ¿Y con una chica?
– Nunca digas de esta agua no he de beber. Pero tendría que ser algo claramente sexual, nada de enamoramientos, eso no me interesa. Dije sabiendo que podría venir su ataque.
– Muy interesante… en serio te digo.
Por un par de minutos no hablamos hasta que sonó la alarma indicando que los 20 minutos habían pasado. Me di una ducha escocesa y ella una normal. Me fui a cambiar y ella lo hacía tres boxes más allá. Cuando me estaba peinando frente a un espejo en los lavamanos de reojo vi que me observaba. Las dos fuimos hasta la puerta del vestuario y me dijo:
– Espera Ro.
– ¿Si Sandra?
– Nada, deja, una tontería. Me dijo y se mordió los labios.
Espere que deje de morderlos y le di un beso tomándola de la nuca.
– ¿Eso? Pregunte sonriendo.
– Algo así… me contesto sorprendida.
– La mañana está muy linda, si tenes ganas podemos ir a tomar sol y darnos un baño en la pileta de casa.
– Me muero por aceptar, pero tengo que ir a otro gimnasio… ¿Mañana?
– Mañana.
Me fui a casa con una excitación tremenda. Me gustaba, tanto sentirme excitada por una mujer como Sandra. Al día siguiente los cruces de miradas eran tremendos, las dos nos comíamos con los ojos. Yo no lleve el bolso y cuando salía del gimnasio fui a saludarla y le dije al oído: “Lote 37, ¿Venís?”. Ella solamente asintió con la cabeza. Volví trotando a casa y me metí de inmediato a la ducha, me estaba poniendo la tanga cuando llamaron a la puerta. Me puse una bata y fui a abrir.
– Hola. Me dijo cuando abrí la puerta.
– Hola.
Entro y tiro su bolso en el piso. Nos empezamos a besar como locas las dos. Mi bata cayó al piso al instante y le quite el top. Ella comenzó a chupar mis pechos y acariciarme por sobre la tanga. La detuve, tomo su bolso y fuimos al parque a tirarnos en las colchonetas. Ella se quitó la ropa y yo la tanga. Nos besábamos con todo. De pronto estaba chupándome la concha, era la primera vez en mi vida que lo experimentaba. Me volvió loca por completo, me sacó varios orgasmos con una facilidad tremenda.
Luego yo, totalmente inexperta, trate de copiar lo que ella me hizo, y guiándome por sus gemidos y por como apretaba mi cabeza contra su concha fui haciendo y le pude sacar un par de orgasmos. Mientras yo me dedicaba a eso, ella tomo de su bolso un dildo de goma, con forma de pene en las dos puntas. Con cuidado lo introdujo en mi concha e hicimos una X, y ella se metió la otra punta en su concha. Nos frotamos como locas, mientras nos besábamos y acariciábamos los pechos sin parar. Las dos tuvimos un tremendo orgasmo que nos dejó temblando y nos dimos otro beso.
– Creo que para estar fuera de estado y ser inexperta no estuve tan mal. Dije.
– Ro, estuviste genial. Pero estas loca, nos pueden ver aquí.
– Y nos vieron… una mina en la casa que está detrás mio.
– ¿La conoces?
– No, pero la vi trotando, está muy fuerte.
Me tengo que comprar un dildo como ese… A mi marido le va a encantar, de paso lo blanqueo… así lo tenemos por si te lo olvidas.
– Lo vas a volver loco a tu marido con eso…
– Espero.
Entramos a la casa y nos vestimos. Tomamos un café y ella se fue.
Al día siguiente pasé por un sex shop y me compre algunas “cositas” entre ellas el dildo. A la tarde salí a trotar, y me cruce con la vecina voyeur, la invite a ir al gimnasio a la mañana… será para otro relato. Besitos.