Es costumbre cuando vienen a la empresa de visita clientes del interior invitarlos a cenar, y normalmente va la Gte. de Ventas, Luciana, su esposo, si la persona viene con su pareja, y otro Gte. con su esposa. Si no, solo Luciana y otro Gte. Como normalmente eran bastantes insulsa, aburridas, con los otros Gtes. decidimos que haríamos una lista.
Luciana es una mujer de 37 años, muy inteligente, muy hábil para vender, y sabe usar su cuerpo para seducir a los clientes cuándo es necesario. A pesar de ser casada, no tiene pruritos. Es de altura promedio, de piel blanca, pelo negro y ojos verdes hermosos. Por si le faltara algo, tiene muy buen cuerpo, pechos de mediano tamaño pero firmes como pocos y un culo increíble.
– Garrote, ven un minuto por favor. Me dijo por el interno.
Ella me había puesto el apodo luego de una fiesta en una quinta con pileta, a la que fui con una sunga y mi miembro se notaba demasiado. A raíz de esa fiesta y mi sunga brasilera, dos días después estábamos revolcándonos en un hotel, teniendo un sexo genial y cada tanto nos encontrábamos para disfrutar.
– Para de llamarme Garrote porque alguien va a escuchar… Dije cuando cerré la puerta de su oficina.
– Perdoname, tenes toda la razón mi amor.
– Menos, ¿que te pasa hoy?
– Juan se fue de viaje hace una semana y estoy…
– Ufff. ¿Para que me llamaste?
– Cena, esta noche. Viene Leticia Giménez de Paraná.
– Ni idea… ¿Quién es?
– Una clienta tonto. Te toca en la lista.
– Por favor, decime que viene con el marido, pareja, algo.
– Nada, y solo sé que es una mina de mi edad. Otro dato no tengo. Nunca la traté porque es clienta de Lito y él está de vacaciones.
– Que mierda… Bueno, no hay problema. ¿Me pasas a buscar? Le pregunté.
– Dale, a las 21 estoy en tu casa. Ponete lindo y avisale a tu mujer que puede ser larga la cena…
– Lo imaginaba… dije sonriendo.
Fui a casa a ducharme, cambiarme y tomar un whisky antes de salir. A mi mujer no le extrañó para nada la cena, ya que sabía que era costumbre de la empresa y sobre todo porque cuando me pregunto si iba con el auto, le dije que me pasaba a buscar Luciana. Como la conoce (mujer casada, seria, responsable) no la tenía en su radar como posible “enemiga” como ella les decía a las mujeres que me podrían buscar para tener algo.
Cuando llegó Luciana, bajo del auto a saludar, estaba con una pollera sobre la rodilla, una camisa floreada y un saco haciendo juego con la pollera.
– Maneja vos Marcos. Me dijo mientras caminábamos hacia su auto alemán.
Viste, me acorde tu nombre. Dijo.
– Lindo sería que me llames Garrote o mi amor delante de mi mujer.
– Estás lindo, y ese perfume… me enloquece. Es el que te regalé.
– Me lo regaló un proveedor. Dije sonriendo.
– Ah… cierto. Dijo y empezó a pasar su mano sobre mi entrepierna.
Mmm, como extraño mi Garrote… me tenes abandonada desgraciado.
– Lu, estuvimos juntos hace dos semanas.
– Un siglo para mí… sabes como soy de caliente con esa tremenda pija que tenes y más con mi marido de viaje.
– Lu, no es para tanto.
– No te voy a decir cuántas conozco, pero te aseguro que bastantes. Ninguna de más de veinte centímetros y gruesa como mi puño.
– ¿Cuándo me la mediste?
– La segunda vez. Quería saber el tamaño de la bestialidad que me había roto la concha y el culo. O no te acordás que estuve dos días sin trabajar.
– Tuviste fiebre….
– Claro, le voy a decir el medico: “Marcos, el gerente de sistemas, me hizo mierda el culo por eso no puedo sentar”. Estaciona acá que bajo a buscarla. Y si te tenes que sacrificar por la empresa…
– Yegua…
Era una de las cosas que me gustaba de ella, divertida, directa, y guarra para hablar cuando podía. La vi salir del hotel con una mujer impresionante. Baje del auto y fui hacia ellas.
– Leticia, te presento a Marcos Costa, Gte. de sistemas. Es el responsable que pierdan las órdenes de compra entre todos los cablecitos.
– Hola Leticia, un gusto saludarla. No le haga caso. A esta hora delira.
– Un gusto Marcos, y tutéame, debemos ser de la misma edad.
– No… soy mucho mayor que vos. Tengo 37, vos más de 27 no tenes. Dije sonriendo.
– Le erraste por ocho de menos, pero gracias.
– Suban, y partimos.
Yo mido 1,90 y ella, con tacos tenía mi altura. Rubia, ojos celestes, y un cuerpo de modelo impresionante. Fuimos a uno de los mejores restaurants de la ciudad y nos ubicaron en una mesa circular. Nos contó que había heredado la cadena de negocios de su padre, que había sido modelo (con ese cuerpo era evidente), que era divorciada y no tenía novio.
La charla, contra lo habitual, era muy amena, hasta que:
– Garrote, contale cuando viajaste a Punta Cana. Dijo Luciana y cerré los ojos por instinto.
– ¿Garrote? No escuche que fuera ese tu apellido. Me dijo mirándola a Luciana.
– No, no es mi apellido. Dije mirándola a Luciana.
– Eh… No, es un apodo que le pusieron…
– No expliques más, entiendo. Dijo Leticia riendo.
– No, escuchame, te explico. Nosotros no tenemos nada que ver, somos compañeros, no pienses.
– Luciana, cállate por favor. Nadie te pregunto nada, no sigas destrozando todo con tu bocota. Dije.
– Tranquilo Marcos, conmigo no hay problema.
– Es para matarla. Dije.
– A garrotazos… es muy linda. Dijo Leticia con una sonrisa pícara.
– No justamente Leticia.
– Leti. Estamos entre amigos Garrote.
– No… vos también…
– Haber, ella es la Gerente de Ventas, es lógico que esté en la cena. Vos sos de Sistemas… ¿Te trae para seducir a las clientas? No se hace eso…
– Toda tuya Lu. Ahora, arréglatelas vos. Dije riendo.
– Y… a veces un grandote así, lindo, seductor, y con ese perfume… ayuda.
– No lo dudo en lo más mínimo. Interesante… Entonces, si yo no compro como esperan… me atiende Garrote… ¿Cuánto esperan que compre? Dijo sonriendo con picardía.
– Porque no lo trajiste al Gallego Fernández…
– Tranquilo, no necesito estímulos para comprar. No te vas a tener que sacrificar.
Y ese fue el momento donde mordí el anzuelo.
– Quien dijo que sería sacrificarme, para nada. Dije y ella me miró a los ojos y luego a Luciana.
Leticia hábilmente cambió de tema y la cena terminó con “normalidad”. Cuando subimos al auto, fue la sorpresa.
– Escuchen, listo la cena. Gracias por la invitación. Ahora los invito yo a tomar algo. ¿Aceptan jugar de visitantes?
– Claro, no hay problemas. Dijo Luciana.
– Bueno, vamos… Dije.
– Hey, si te compromete, tranquilo. Tampoco vengas forzado Marcos. Dijo remarcando mi nombre.
– No quise que suene de ese modo Leti. ¿Dónde vamos?
– Yo te guio.
Fuimos a uno de los bares más bohemios de Buenos Aires, antiguo, pero hermoso. Yo no lo conocía. Entramos y nos sentamos en una mesa.
– ¿Qué vas a tomar Leti?
– Whisky, y del bueno por favor. Pago yo.
– ¿Lu?
– Gin Tonic.
Vino el mozo, pedí dos whisky’s y el Gin.
– ¿Me cuentan? Dijo Leti.
– ¿Qué? Pregunté.
– De Uds. obvio.
– Ya estamos hasta el cuello. Termina de enterrarnos Lu. Dije.
– Como te contamos, los dos estamos casados, pero… cada tanto tenemos nuestras tardes-noches de placer.
– ¿Quién le puso Garrote?
– Yo… en serio es un garrote. No vi nada igual. Más de 20 de largo y como este puño de gruesa.
– Epa, eso sí es un buen argumento de venta… muy bueno. Y si se sabe usar… demoledor. Dijo Leti mirándome a los ojos y luego a Lu.
– Te aseguro que le vende calefactores al diablo y al contado sin descuento.
– ¿Sos celosa o lo compartimos?
– ¿Perdón? Pregunte sin poder creer lo que escuchaba.
– Silencio, estoy hablando con la Gerente de Ventas…
– ¿Vos decís las dos con él?
– No era esa la idea, pero te aseguro que tu idea me agrada bastante. Nunca estuve con otra chica.
– Yo tampoco. Dijo Luciana mordiéndose los labios.
– Garrote, ¿Vos estuviste con dos chicas? Me preguntó Leti.
– Con dos chicas sí, con dos mujeres como Uds., que hablan delante de mí así, no.
– Nos puede enseñar Leti. Dijo Lu.
– Garrote, ¿Tomamos otro whisky y vamos? Me dijo Leti y para mi sorpresa, me dio un tremendo beso.
– ¿Cómo le digo que no? Dale.
– Entonces un whisky para mí también. Aunque mañana tenga fiebre otra vez.
– ¿Cómo es eso?
– Viene el mozo, ya te explico.
– Tres whisky´s, por favor.
– La primera vez, me la metió por adelante y por favor, era grande en serio. Nunca una igual, pero el señor, me dio vuelta cual muñeca de trapo, un poco de saliva, dos dedos, y Garrote. Te imaginas que no iba a decirle al médico que no me podía sentar. “Tengo una fiebre que viene y se va”.
– Decile que el mío doble. Dijo riendo Leti.
Le pedí al mozo que lo cambie y cuando lo trajo Leti me preguntó.
– ¿Qué tenes pensado hacernos hacer?
– ¿Me preguntas en serio?
– Sí. Dijo Leti mordiéndose el labio.
– Lo normal, besarse, tocarse, un 69 mientras cojo a una, o se la meto por el culo. Dije mirándola a los ojos.
– Aparte es un hijo de puta… Dijo Luciana.
– Muy hijo de puta.
Ellas dos se miraban y me miraban ansiosas. Cuando íbamos a subir al auto, Luciana le dijo a Leti que se siente adelante. Ni bien arranque le dijo:
– Pálpalo…
– Por favor… y no se despertó. Dijo Leti y me siguió acariciando la pija por sobre el pantalón.
En un semáforo Leti me dijo que la mire a Luciana. Estaba sentada en el medio del asiento, con la pollera subida hasta el culo y se estaba metiendo dos dedos en la concha.
– Te das cuenta Leti, no se la puede sacar. Dije.
– Yo sí puedo… Dijo y bajo el cierre de mi pantalón, me desprendió el cinturón y el pantalón, bajo un poco mi bóxer y por fin libero a mi pija.
– Dios santo… Dijo Leti y me masturbaba muy despacio.
– Hija de puta, dijimos de compartir. Dijo Luciana.
– Vos me mandaste adelante, y soy la visita. Silencio.
Llegamos al hotel y por suerte la cochera estaba junto a la escalera de la habitación. Subimos y las dos se desnudaron de inmediato. Saltamos a la cama y la dos se pusieron a chuparme la pija. Leti estaba enloquecida, trataba que Lu no chupe para chupar ella.
– ¿Quieren besarse? Les dije.
Ellas se miraron y con pudor se comenzaron a besar. Las hice poner de rodillas y yo me puse junto a ellas. Se besaban y se miraban tratando de entender las reacciones de la otra. Poco a poco se empezaron a acariciar los pechos y a besarse con más energía. Leti tomo mi pija con una mano y con la otra la acariciaba a Luciana. Justamente ella tomo la iniciativa y le empezó a acariciar la concha y chuparle los pechos.
– Hija de puta, me estas calentando mal… Dijo Leti.
– Y yo haciéndolo ni te cuento…
Un par de minutos después, el gemido profundo de Leti me indicó que le había metido dedos en la concha. Me puse de pie y acerque nuevamente mi pija a su boca.
– Por favor, esto es genial… No pares que me corro… Dijo Leti.
Luciana siguió metiendo y sacando sus dedos de la concha de Leti mientras le mordisqueaba los pechos. Ella me chupaba la pija con lentitud, disfrutando a más no poder.
– Lu… entiérralos… Aggg… sí… Que placer por favorrrrr. Dijo Leti.
– Sos una yegua caliente como yo Leti.
– Te toca. Dijo Leti.
Le puso mi pija en la boca a Lu y le comenzó a besar los pechos y acariciar la concha y el orto.
– Mi amor… Leti me está metiendo los dedos en la concha y me muerde los pezones… Dijo Lu.
– Gózala Lu.
Lu bajo su mano y apretó la de Leti no dejándola salir de su concha.
– Me encanta chuparte las tetas Lu, son tan delicadas, tan hermosas. Dijo Leti.
– Méteme otro dedo por favor… Dijo Lu.
Unos minutos después tuvo un orgasmo que la dejó temblando. Las dos me miraron y se besaron con todo y rodaron por la cama. Quedaron una encima de la otra besándose, Leti arriba. Me puse detrás y le separe las piernas, y la hice poner en cuatro. Le fui metiendo la pija de a poco, hasta que entro la mitad.
– Garrote, entiérrala. Me dijo.
Y empuje con todo. Ella dio un grito mezcla de dolor y de placer y los dos nos quedamos quietos.
– Chúpale las tetas Lu.
– Será un placer enorme. Dijo.
Le fue mordiendo y besando los pechos de a poco y Leti empezó a gemir como gata. Yo me fui moviendo lentamente, entrando y saliendo de esa concha depilada al detalle. Cada vez le daba con más fuerza y ella empezó a gritar y a tirar de los pelos a Lu para que le chupe con todo las tetas. Fui aumentando la velocidad hasta que ella estallo gritando en un orgasmo terrible y cayó sobre Lu, que se corrió y le dio un terrible beso.
Quise seguir con Luciana pero me detuvo.
– Garrote, completo para la visita. Dijo Lu.
– Leti, ¿Queres completo?
– Mmm, si… pero dilátalo desgraciado. No es virgen pero tampoco la pavada. Dijo ella.
– Yo me ocupo, quédate en cuatro. Dijo Lu.
– Desgraciada, sí que te sacrificas… Aggg. Dijo Leti justo en el momento que Lu le mojaba el orto con su lengua y le metía un dedo.
Me puse junto a la cabeza de Leti y me empezó a chupar la pija mientras Leti le fue metiendo dedos para dilatarle el orto.
– Cuatro, más es el puño.
– Hija de puta… debe ser un túnel… Dijo Leti.
Me fui a poner atrás pero antes le dije a Lu:
– Metete abajo y chupale la concha hermosa que tiene.
– No seas hija de puta Lu, por favor…
No le hizo caso y antes que yo acerque mi pija ella estaba chupándole y lamiendo la concha. Lentamente fui empujando mi pija y ella bufaba como toro.
– Garrote, no entra…
– Si Leti… entra… y empuje con todo enterrándosela mientras la tomaba de la cintura.
Ella dio un grito y me empecé a mover entrando y saliendo mientras Luciana le chupaba con todo la concha. En dos minutos estaba gimiendo y pidiendo que le dé con más fuerza. Luciana la chupaba y con una mano le apretaba las tetas. Leticia gritaba pero de placer.
– Para la invitada, un gran final. Dije y saque mi pija de su culo y me acosté.
Móntame Leti, por donde quieras.
– En mi culo la quiero.
Se puso sobre mi pija y lentamente fue descendiendo hasta enterrársela totalmente. Y luego se empezó a mover. Lu la miraba y se metía dedos en la concha con todo.
– Lu, para un gran final se necesita que le chupes las tetas y le metas dedos en la concha. Yo me ocupo de las dos.
– Leti, quiero escucharte gritar como loca, hermosa.
Se puso de rodillas junto a mí y se inclinó para chuparle los pechos, morderlos, succionarlos y meterle dedos en la concha y jugar con su clítoris.
– Sos una hija de puta… no pares…
Ella subía y bajaba con todo sobre mi pija. Gritaba como pocas veces escuche gritar de placer a una mujer hasta que los dos llegamos al orgasmo. Le llene el culo de leche y ella se dejó caer sobre mí para darme un terrible beso.
Se levantó y entre las dos me limpiaron con sus bocas la pija y se dieron un terrible beso. Mientras ellas fueron al baño yo pedí tres whisky`s.
– Lu, ¿Cómo mierda no te enamoras de un tipo así? Le pregunto Leti.
– No… Dijo Lu y tomó un trago de whisky.
– Hice una pregunta boluda. Perdón Lu.
– Está bien… Dijo Lu mirándome.
– Garrote, fue el polvo más genial de mi vida. Me hiciste gozar como nunca goce. Te lo juro. Y vos Lu… mi amor, como me hiciste mierda con esa boca…
– Te aseguro que me encanto chuparte, una delicia. Y ver como ese tremendo Garrote te daba placer…
– Tu turno… dijo Leti y la hizo acostar para chuparle la concha.
De inmediato Lu empezó a gemir y a apretarle la cabeza contra su concha. Leti le metió dos dedos en la concha y la volvió totalmente loca. Gritaba como posesa y se apretaba las tetas. Le acerque mi pija y la chupaba desesperada. Le saco varios orgasmos y les pedí que hagan un 69, con Lu arriba.
Lo hicieron y las dos se empezaron a chupar las conchas. Leti, le fue metiendo dedos en el culo abriéndose lo para mí. Las dos gemían sin parar. Me acerque al culo de Lu y le enterré mi pija hasta el fondo de la concha. Lu grito de placer y las dos no paraban de chupase las concha. Estuve un tiempo hasta que puse mi pija en la boca de Leti y le siguió abriendo el culo mientras me chupaba. Cuando vi que estaba suficientemente dilatado le apoye mi pija y fui entrando despacio.
– Haceme mierda.
– No… así no…
Seguí metiéndola y hasta que la tuvo toda adentro. Y ahí sí, me empecé a mover como enajenado, entrando y saliendo de ese culo hermoso, mientras ella gritaba de placer por mi pija y por la lengua de Leti. Estuvimos un buen tiempo hasta que acabe en su culo, en medio de un orgasmo brutal de Lu, que lleno la cara de Leti de sus jugos.
Se levantaron y Lu le dijo a Leti:
– Ayudame, esto le encanta.
Y las dos se pusieron a chuparme la pija como locas. Se alternaban para cogerse las bocas. Y se fueron excitando nuevamente y metiéndose manos mientras me volvían loco. Estuvieron un rato hasta que las detuve y me masturbe frente a sus caras.
– Garrote, atendé a la visita.
Me dijo eso y le metí la pija en la boca a Leti, mientras Lu se escurría entre las piernas para chuparle la concha. Le cogí la boca con todo, mientras Lu la volvía loca con la lengua y los dedos en el culo y en la concha. Me separé un poco y Leti abrió la boca por completo como pez fuera del agua. Acabe en su boca mientras ella tiraba de los pelos de Leti para que no deje de chuparla haciéndola tener un orgasmo bien fuerte.
Fueron al baño, y terminamos el whisky.
– Guachos, me voy a comprar toda la producción ahora. Dijo Leti.
– Te doy plazos, tranquila. Dijo Lu y los tres nos reímos.
Nos bañamos y yo llegue a casa a las cuatro de la mañana. A las 8:30 estaba en la empresa, y cinco minutos después me llamo Luciana para que vaya a su oficina.
– Buen día. Dije.
– Buen, genial, día. Escuchame Marcos, sobre lo de anoche, la pregunta que me hizo Leti…
– Lu no es lugar ni momento para hablarlo. ¿Qué te pareció?
– Una locura… quiero más… pero con Leti.
Entro una persona y me fui a mi oficina. Al mediodía me llamo nuevamente, estaba con Leti.
– Hola Marcos, gracias por una cena exquisita, fue un placer. Dijo ella delante del vendedor de su zona.
– Me alegro mucho Leticia que lo hayas disfrutado. ¿Te vas hoy mismo?
– Nooo, me quedo hasta el domingo, cinco días…, ya le dije a Luciana que me gustaría devolver la gentileza en mi ciudad, pero como por ahora no van a viajar, que sea aquí. ¿Aceptas?
– Imposible negarme Leticia.
La tarde siguiente ellas se juntaron solas y me dijo Lu que fue una locura, que estaban totalmente desatadas las dos y que no podían esperar a juntase conmigo. A nuestras parejas les dijimos que por un evento teníamos que viajar sábado y domingo. Luciana alquilo una quinta y pasamos el fin de semana a puro sexo. Ahora cada veinte días viaja Leti para encontrarnos.