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Los cinco sentidos
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Como cada mañana salió a caminar a las ocho de la mañana. Cuando su marido se iba a trabajar, ella se ponía su ropa de deporte y le gustaba hacer sus ocho, diez kilómetros caminando. A ella lo que de verdad le gustaría sería poder hacerlos corriendo pero el traumatólogo se lo había prohibido.

Desde niña había estado en el equipo de atletismo del barrio donde vivía con sus padres, había ganado algunos campeonatos pero al llegar a la universidad tuvo que anteponer los estudios a la práctica deportiva y desde entonces lo realizaba pero como hobby y por mantenerse en forma. Y era evidente que lo había conseguido pues su cuerpo era firme sin ningún gramo de grasa.

Fue en esa universidad donde había conocido al que ahora era su marido. Un joven buen estudiante y responsable que la había enamorado con su manera cariñosa de tratarla. Todas sus amigas le dijeron que estaba loca por casarse con el primer y único novio que había tenido y ella estaba segura que si. Lo amaba y él la amaba a ella, y después de todo ya llevaban diez años juntos y los dos decidieron dar ese paso en cuanto a él lo ascendieron en su empresa.

Salió de casa y le encantó ver el buen día que hacía. Se sentía feliz en aquella nueva vivienda adonde se habían ido a vivir hacía tres meses, el tiempo que llevaba casada con Rodrigo. Como todos los días cuando llevaba unos diez minutos caminando se cruzó con su vecino que venía de vuelta, por lo que veía aquel hombre también salía a caminar a diario aunque un poco mas temprano que ella. Nunca habían hablado pero muchas veces lo veía en su jardín sentado con una libreta en mano y escribiendo. Siempre se preguntaba que escribiría. Seguro que está jubilado y mata su aburrimiento escribiendo, pensaba Tania. Y es que ella pensaba que la vida de ese hombre debía ser muy aburrida porque en los meses que llevaban allí viviendo, nunca lo vieran con nadie. Era un personaje misterioso.

Cuando regresó a casa allí lo vio de nuevo sentado, relajado, como siempre escribiendo y le sorprendió que por primera vez ese hombre la miró y con un gesto con la cabeza la saludó. Tania entró en casa y se dio una ducha para relajarse y se preparó un té, le gustaba mucho ese momento de relax antes de hacer las cosas de casa y es que Tania no trabajaba pues había decidido con su marido que lo mejor era preparar unas oposiciones que hasta el año siguiente no serían convocadas. Estaba ensimismada ojeando los temarios cuando se sobresaltó al escuchar su voz.

– Disculpa! Perdona mi curiosidad. Que estudias? – al ver que la había sobresaltado se disculpó – No pretendía asustarte, lo siento.

– Ah no! Es que estaba concentrada y me asusté un poco. No se preocupe. – Tania disipó sus dudas – Son los temarios para una oposición.

– Hoy en día preparar una oposición es una opción inteligente.

Aquel hombre era de conversación agradable a pesar de su seriedad, estuvieron hablando un buen rato.

– He sido catedrático de psicología en la universidad de Santiago.

– De psicología? En serio?

– Si. Por que te sorprende?

– Yo he estudiado psicología pero aquí en Madrid.

– Quizás nuestras mentes han conectado y por eso algo me ha dicho que te saludara. Como psicóloga crees que las mentes pueden conectarse sin los individuos ejercer ningún tipo de acto premeditado?

– Pues si que lo creo. Supongo que a usted le fascinará la mente como a mi, no?

– Por supuesto joven. La mente de las personas es la que mueve los hilos del mundo.

Cuando Tania se dio cuenta habían pasado dos horas desde que había empezado a hablar con ese hombre.

– Uff es tardísimo! Mi marido estará a punto de llegar. Tiene que perdonarme pero ahora debo entrar en casa a preparar la comida.

– No te preocupes. Puedo saber tu nombre?

– Tania, me llamo Tania y usted?

– Mi nombre es Braulio.

– Me ha gustado mucho hablar con usted.

– Opino lo mismo joven, si quieres en otro momento seguimos. – Tania estaba a punto de entrar en la casa cuando siguió hablando – Mañana vas a caminar?

– Si – Tania giró sobre si misma para responderle. – Salgo todos los días cuando mi marido se va a trabajar.

– Yo también camino todos los días. Puedo acompañarte mañana?

– Claro, sería estupendo. – Tania respondió con espontaneidad porque aquel señor le parecía muy interesante conversador y sabia que Rodrigo no se molestaría que fuera con un señor que podría sacarle unos cuarenta años de diferencia.

– Mañana nos vemos entonces. Pasa buen día joven.

– Usted también pase buen día.

Cuando Rodrigo llegó a casa ella tenía preparada la comida. Tania le contó la conversación con su vecino y la coincidencia de que ese señor hubiera sido catedrático de psicología.

– Si que es coincidencia cariño. Bueno si tienes alguna duda de las oposiciones quizás pueda ayudarte, no?

– No lo había pensado cielo, pero quizás sea abusar demasiado.

– Cariño un profesor de vocación siempre está feliz de poder ayudar.

– Si, en eso tienes razón. Bueno, ya veré.

Por la tarde cuando su marido se volvió a marchar Tania se puso a estudiar. A media tarde salió al jardín y allí estaba el señor Braulio con su libreta haciendo anotaciones. Ella lo miraba disimuladamente y no fue capaz de interrumpirlo al verlo tan concentrado. Se sintió un poco frustrada de que ese hombre la ignorara porque se había ilusionado de volver a conversar con él.

Esa noche, como todas, Tania y Rodrigo hicieron el amor. Los dos eran muy fogosos sexualmente y desde que habían empezado a salir juntos era algo que necesitan frecuentemente. Tania se sentía muy feliz de que Rodrigo supiera satisfacer sus continuas necesidades sexuales y siempre la hacía alcanzar varios orgasmos en cada encuentro sexual que tenían.

Ya había amanecido cuando Tania se despertó y como cada día desayunó con su marido y se vistió su ropa deportiva. Salió de casa a las ocho y no vio al señor Braulio, acaso se había arrepentido y se había ido solo como siempre? Decidió esperarlo un poco y al momento lo vio traspasar la puerta del jardín.

– Buenos días joven. Disculpa la tardanza – lo que no sabía Tania es que ese señor siempre acostumbraba a llegar tarde a propósito. Según él, si alguien de verdad estaba interesado en su compañía, esperaría un poco.

– No se preocupe – Tania se había sentido feliz de ver que ese señor no se había marchado solo y que iba a acompañarla – Pensé que igual había cambiado de idea y se había ido mas temprano.

– Siempre cumplo mi palabra. Quizás la puntualidad no sea una de mis virtudes.

– Y cuales son? – Nada mas hacer esa pregunta se dio cuenta que era una pregunta indiscreta y se sonrojó – Perdone, a veces no pienso lo que digo.

– La naturalidad es una virtud, no te preocupes – Braulio le respondió sonriendo.

Caminaron un rato en silencio. Aquella pregunta indiscreta realizada sin querer había dejado a Tania como bloqueada.

– Mis virtudes son muchas aunque no todo el mundo puede verlas como virtudes. Lo que para uno es una virtud a ti por ejemplo podría parecerte un defecto. No crees?

– Nunca lo había pensado y ahora pensándolo creo que tiene razón.

– Sigues queriendo saber mis virtudes?

– Yo no quiero parecerle indiscreta y que piense nada raro de mi.

– Tania, por lo que me has dicho ayer, estás recién casada y eres feliz con tu marido. Jamás jugaría a nadie por lo que piensa o siente y tu como psicóloga deberías saberlo.

– Tiene razón – se sintió como en la época de estudiante cuando recibía una reprimenda de uno de sus profesores.

– El corazón no tiene nada que ver con la mente ni con el cuerpo. – Braulio relajó su forma de hablarle para decirle – la curiosidad para mi es una virtud, sin curiosidad no se aprende ni se descubren cosas. Creo que eres curiosa. Verdad?

– Muchísimo – Tania se sonrojó confesando algo que para ella hasta ese momento era un defecto – No puedo evitarlo y mi marido siempre me reprocha mi curiosidad por todo.

– Ves? Tu marido lo ve como un defecto y en cambio yo como una virtud. Dos personas, dos maneras diferentes de ver las cosas.

– Me alegra que lo vea como una virtud. Yo hasta ahora, que usted me lo dijo, también lo veía como un defecto.

– En las parejas, una de las mayores dificultades es precisamente eso. Lo que vemos en nosotros mismos como cosas normales o virtudes el otro piensa lo contrario y surgen los reproches.

– Usted nunca estuvo casado? – Tania se sentía mas relajada al saber que aquel señor comprendía su curiosidad.

– Si lo estuve, veinte años. Pero como lo de las virtudes, a veces el sexo en una pareja también se ve con dos prismas diferentes. No quiero hacerte sentir incómoda con este tema.

– Es que esa tema para mi es algo que no estoy acostumbrada a hablarlo con nadie que no sea mi marido.

– Lo comprendo y lo respeto.

– Es que no se lo dije pero mi marido ha sido mi primer novio. Empecé con él en la universidad y hasta ahora.

– Y sientes que te gustaría poder hablar de sexo con alguien que no fuera tu marido?

– A veces pienso que si – aquel señor le inspiraba confianza quizás por la admiración que estaba sintiendo por él – Muchas veces me da miedo no saber como pensáis los hombres sobre ese tema y que mi marido no sea feliz conmigo.

– Tus temores son normales joven. Normalmente las mujeres sentís miedo de que vuestras parejas encuentren a otra mejor en la cama. En los hombres el ego masculino nos hace pensar que somos los mejores amantes y ese miedo no existe hasta que nos damos de bruces con la realidad.

Tania sentía que le fascinaba conversar con ese señor y jamás había imaginado que podría estar hablando esas cosas con nadie que no fuera su marido.

– Mi mujer me dejó por otro hombre. Sexualmente se sentía satisfecha pero no comprendía que para mi el sexo es mucho mas que la penetración.

– Claro, las caricias y los besos son muy importantes.

– Mucho mas que las caricias y los besos. El olor, el sabor, la vista…. Yo lo llamo el juego de los sentidos. Precisamente estoy escribiendo sobre eso.

– Es sobre eso que escribe en su libreta?

– Si. Algún día encontraré la mujer adecuada con la que poder realizar los estudios definitivos y será cuando termine la tesis.

– Mujer adecuada? – la curiosidad innata en ella y el tema de conversación la hizo preguntar aquello.

– Si. No es fácil encontrar una mujer que acepte esas sesiones sensitivas. Llevo años buscándola.

– Pero como serian esas sesiones?

– Serian sesiones de una hora y media. Media hora cada día para cada uno y luego otra media hora analizando las sensaciones. Cada día con un sentido. Por ejemplo el primer día si fuera el sentido del olfato, seria olerse durante media hora cada uno, solo oler, no podría hacerse otra cosa. Como ves es muy difícil encontrar una mujer que acepte ese estudio, pero seria mi sueño poder analizar como afecta cada sentido a nuestra sexualidad.

– Suena interesante ese estudio. Yo porque estoy casada que si no… – Tania sonrió avergonzada – Es broma, soy demasiado vergonzosa para eso.

– Si no estuvieras casada crees que te gustaría descubrir esa forma diferente de sexualidad?

– Uy no lo sé. Nunca lo había pensado.

– Piénsalo y ya mañana me lo dices.

Estaban llegando a sus casas y Tania no podía dejar de pensar en aquello que habían hablado. Se despidieron en la puerta con la promesa de que si no coincidían durante el resto del día quedarían a la mañana siguiente para caminar de nuevo juntos.

Cuando se desnudó para darse una ducha se dio cuenta que estaba excitada. Hablar de sexo sin ser con su esposo la había excitado y se masturbó bajo el agua y sorprendida se imaginó a su marido oliéndola y ella a él.

Esa noche cuando hizo el amor con Rodrigo olió su polla disimuladamente y sintió morbo, mucho morbo. Se sentía especialmente excitada y sus orgasmos fueron mas intensos que otros días.

Al día siguiente Tania se despertó mas temprano de lo habitual, su marido aún dormía. Se dejó estar en cama y recordó la conversación con Braulio. Si no estuviera casada, seria capaz de descubrir esa forma diferente de sexualidad?, la pregunta que ese hombre le había hecho retumbaba en su mente. Pensó en su marido, analizando sus encuentros sexuales juntos y a decir verdad los dos estaban muy satisfechos sexualmente pero sentía siempre hacían lo mismo, besos, caricias y penetración, pero por qué cambiar si a los dos le encantaban? Como algo instintivo Tania se acercó a su esposo y le olió el cuello y sintió que le excitaba, por un momento deseó despertarlo y hacer el amor pero recordó que a Rodrigo no le gustaba hacer el amor por las mañanas. Decidió levantarse y preparar el desayuno.

Rodrigo ya se había ido y se dio una ducha. Esa mañana se sentía especialmente nerviosa. De nuevo hablarían de sexo durante la caminata? si no estuviera casada sería capaz de ser esa mujer que Braulio buscaba para su estudio de los sentidos en la sexualidad?, eran preguntas que constantemente se hacía mientras enjabonaba su cuerpo… Cuando se fue a vestir vio uno de sus pantalones deportivos cortos que desde que se había casado no se había vuelto a poner. Le gustaban mucho pero eran quizás demasiado ajustados y al caminar sola no le parecía apropiado ponérselos por lo que pudieran pensar sus nuevos vecinos. Recordó la conversación del día anterior con Braulio, los sentidos, la vista era uno de ellos. Que sentiría si ese hombre me ve con este pantalón? Una extraña sensación se apoderó de su cuerpo cuando se lo puso. Eran nervios? Curiosidad? Morbo?

A las ocho en punto salió de casa y allí vio a su vecino en la acera esperándola. Se dio cuenta que ese hombre la miraba descaradamente pero no le molestó. Acaso no era esa su intención al ponerse ese pantalón tan ajustado?

– Buenos días señor Braulio.

– Buenos días joven. – el mientras se acercaba no dejaba de mirarla – estás muy guapa con esos pantalones.

– Gracias – Tania se ruborizó y comenzaron a caminar, después de un corto silencio siguió hablando. – Hacia mucho que no me ponía estos pantalones.

– Y hoy por que te los has puesto?

– Pensé en la conversación de ayer, la vista es un sentido y al verlo en el armario me apeteció ponerlo.

– Gracias por hacerlo Tania. Que has sentido al salir de casa y ver como te miraba?

– No se explicarlo, nadie me había mirado de manera tan descarada pero no me desagradó y eso que soy muy vergonzosa

– Has pensado lo que te dije ayer? Si no estuvieras casada crees que te gustaría ser esa mujer para realizar mi estudio?

– Si no estuviera casada quizás si, pero no lo sé si sería capaz.

– La paciencia…

– Que? – aquel brusco cambio de rumbo de la conversación la sorprendió – Que quiere decir?

– La paciencia es otra de mis virtudes.

Caminaron en silencio un rato. Era agradable para esa joven caminar al lado de ese señor tan enigmático, tan serio.

– Anoche cuando estaba con mi marido en cama, lo olí un poco – no podía evitar confesarle ciertas cosas y se sorprendía por ello.

– Y el que te dijo? Nunca lo habías hecho?

– Lo hice sin que se diera cuenta. Pensaría que estoy loca.

– Puedo saber que parte de su cuerpo oliste?

– Bueno, ya sabe… – le daba vergüenza decirlo.

– Oliste su sexo?

– Si

– Y te gustó hacerlo? Lo oliste durante mucho rato?

– Me dio como morbo hacerlo. No, solo un ratito, me daba vergüenza que se diera cuenta.

– Es normal que en muchas parejas no se digan ciertas cosas por miedo a que pensará el otro sobre nuestros deseos y no debería ser así. Tu mejor que nadie conoces a tu marido para saber si debes o no decírselo. Que crees que pensaría si le dijeras que deseas olerlo?

– Pensaría que estoy loca. Sabe? Mi novio es de familia muy tradicional y en el sexo es muy clásico – Tania no quería que ese señor malinterpretara sus palabras – Pero disfrutamos mucho eh!!

– Me alegra sentir que es así joven. Se os ve muy enamorados. Una pregunta, puedo?

– Claro, con usted siento como libertad para poder hablar de todo y siento que no me juzga.

– Ayer después de oler a tu novio, seguisteis haciendo el amor o fue al terminar cuando lo hiciste?

– Seguimos haciendo el amor. Por qué?

– Tuviste orgasmo después? Como fue ese orgasmo?

– Si tuve orgasmo – Tania recordó el orgasmo que había sentido – y fue mas intenso que otras veces.

– Los sentidos, ves? Son lo mas poderoso para estimular la mente. El sexo está en nuestra mente y los orgasmos nacen en ella.

La caminata se había hecho muy corta para Tania ese día. Estaban llegando a sus casas cuando ese señor para sorpresa de ella le propuso sentarse en un banco en el parque de enfrente.

– Sentarnos? Para que?

– Para mirarte. Te has puesto ese pantalón para que te mire, no?

– Si – la vergüenza era grande pero le gustaba ser sincera con ese señor.

– Vayamos allí. – Braulio comenzó a caminar y ella sin saber por qué lo siguió.

Tania vio que ese hombre se sentaba de lado en el banco con cada pierna a un lado y ella se sentó frente a él en la misma postura. Al tener que abrir las piernas la tela de su ajustado pantalón se pegó como una segunda piel a su abultadita vulva, se podía ver perfectamente dibujada su rajita en la tela. Se quedaron callados y él miraba con descaro entre las piernas de esa joven que avergonzada miraba a los lados evitando mirarlo.

– Esos pantalones son perfectos. Te gusta lo que sientes cuando te miro?

– Nadie me había mirado así. Me da vergüenza pero me gusta. Es extraño esto.

– Puedo ver perfectamente como es tu vagina. Es prominente y podría asegurar que no tienes vellos en ella. Verdad?

– Si. Es así como usted dice. – la voz entrecortada de ella delataba su estado.

– Tranquila joven, es normal que te sientas así de excitada y mas siendo la primera vez que te mira alguien de esta manera.

– Es normal que me pase esto?

– Por supuesto que es normal. Mira hacia mi pantalón. No temas.

La mirada de Tania viajó lentamente desde el suelo por las piernas de ese hombre hasta posarse entre las piernas de Braulio. Lo que vio la dejo impactada porque se notaba perfectamente que ese hombre tenía una erección.

– Está así por mirarme?

– Así es, por mirarte y sentir tu mirada.

– Te gustaría que tu esposo te mirara así como yo pero desnuda. Verdad?

– Mi marido nunca se detuvo a mirarme mucho tiempo, solo un poco y ya quiere hacerme el amor. – ella sentía los flujos resbalar por su vagina – Si, me gustaría que me mirara.

– Y tu poder mirar su sexo erecto durante mucho tiempo sin que pensara que estás loca. Verdad?

– Si, me gustaría.

– Quieres bajarte un poco el pantalón ahora?

– Bajarme el pantalón?

– Si. Solo un poco para que sientas lo que es mostrar tu monte de venus.

Tania no pudo evitar llevar sus manos a la goma de su pantalón y tirar de ella un poco bajándola dejando desnudo su pubis suave. Sentía que aquella sensación era lo mas excitante que había vivido nunca.

– Es hermoso. Gracias por confiar en mi. Ahora deberíamos irnos. Te parece?

– Si, debo preparar la comida a mi marido.

Se despidieron quedando para el día siguiente. Tania temblaba al llegar a casa y se masturbó en la ducha recordando aquella sensación de la mirada de Braulio, se orgasmo fue intenso cuando se imaginó que no sólo le mostraba a ese señor su monte de venus sino que bajaba de todo el pantalón y ese señor le miraba el coño.

Cuando llegó su marido a casa ella estaba estudiando, en realidad estaba intentando estudiar porque su cabeza no dejaba de darle vueltas a lo sucedido hacía unas horas en el banco del parque. No entendía como había sido capaz de mostrarle al señor Braulio su pubis y lo que mas le sorprendía era que le había gustado hacerlo. Se sonrojó al recordar el sexo de ese señor presionando el pantalón.

Comieron juntos y le encantaba estar en compañía de su marido. La trataba con mucho cariño y en todo momento estaba pendiente de ella. Rodrigo le dijo que si quería podrían ir esa tarde de compras y luego ir al cine. Ella aceptó, contenta de pasar el día con él.

– Echaré una siesta y luego vamos, te parece bien?

– Claro cielo, mientras duermes aprovecharé para estudiar un poco en el jardín.

Como siempre, Braulio estaba en su mesa sentado a la sombra de aquel árbol en el terreno de su casa. Tania se sentó con los apuntes y su mirada de vez en cuando lo buscaba. Le gustaba ver a su vecino tan concentrado. Estaría escribiendo algo relacionado con lo ocurrido? Lo que mas le llamaba la atención, quizás era enfado?, era que siempre la ignoraba como si no se diera cuenta que estaba allí. Hizo algo de ruido a propósito pero todo era en vano.

Cuando llevaba allí veinte minutos y su mirada lo volvió a buscar por enésima vez vio que aquel hombre se había quitado la camiseta. Nunca hasta ese día lo había hecho. Quizás era parte de su estudio de los sentidos y lo hacía para que lo mirara? Lo hacía como muestra de agradecimiento para compensar lo de esa mañana? Tania lo miró disimuladamente. Era un hombre normal y corriente, ni gordo, ni delgado. Su pecho tenía algunos vellos prácticamente por completo blancos y su estómago sin estar totalmente plano, gracias a sus caminatas, casi no tenia vellos en él. Era curioso que siendo un señor normal y corriente no podía evitar mirarlo. Sintió cierta excitación y morbo de pensar que ese señor se había quitado la camiseta para mostrarse a ella y estimular su sentido de la vista. Y lo había conseguido.

Iban a salir a realizar las compras y Tania se había puesto un vestido corto, hacía bastante calor. Era quizás un poco corto para lo que ella estaba acostumbrada a ponerse y se miró en el espejo. Le gustaban mucho sus piernas torneadas y como aquel vestido se ajustaba a sus nalgas. Seguro que su marido se quedaría sorprendido y le gustaría verla así.

– Cariño así te gusta como voy? – salió de la habitación hacia el salón para enseñárselo.

– Si cariño, estás muy guapa. – él se levantó del sofá – Ya estás lista?

– Voy a coger mis llaves – se sintió un poco defraudada por la reacción de su marido. Si bien le había dicho que estaba muy guapa, Rodrigo apenas le había visto las piernas y ella en ese momento lo que mas deseaba era sentir la mirada de él sobre ellas. – Vamos cielo.

Cuando salieron, miró de reojo por si Braulio seguía allí sentado y allí estaba con su camiseta puesta y mirándola disimuladamente a las piernas. Tania se alegró de sentir la mirada de su vecino, sabía perfectamente que si no estuviera allí Rodrigo, aquella mirada seria descarada como por la mañana cuando la vio salir con su pantalón corto.

Pasaron una tarde felices. Se compraron mucha ropa para los dos y Rodrigo insistió en que se comprara también ropa deportiva y calzado cómodo para caminar. Cuando se compró varios pantalones cortos, Tania no podía evitar la tentación de comprarlos muy pequeños y pensar como la miraría Braulio si la viera con ellos, pero sabía que su marido no la comprendería. Probó uno que le quedaba bien, ajustado pero sin ser de manera exagerada

– Te gustan cariño?

– Si amor, te quedan un poco ajustados pero bien. Quieres coger un par de ellos más? Aprovecha y así ya te quedan para todo el verano.

– Vale, espera que voy a buscar un par de ellos más.

Cogió de la estantería un pantalón de la misma talla que se había probado y un impulso extraño le hizo coger otro dos tallas mas pequeño.

Por la noche al llegar del cine se acostaron y hicieron el amor como cada día. Eran sesiones duraderas pero Tania sentía que le faltaba algo a pesar de que su esposo le hizo alcanzar tres orgasmos. Cuando Rodrigo se durmió ella se quedó observándolo. Le gustaba mirar su cuerpo pero le hubiera gustado que estuviera despierto y también sentir la mirada de su esposo sobre ella. Tania se durmió deseando que llegara el momento de volver a caminar con su vecino.

(Continuará)

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