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El desconocido del bus
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola amigos no suelo escribir mucho por aquí, pero lo que me sucedió el otro día en el bus es digno de contarlo. Tengo 22 años y siempre me ha gustado experimentar y hacer cosas atrevidas, sin embargo, son pocas las veces en las que me he acostado con desconocidos.

Eran las once y media de la noche y esperaba el bus para volver a casa después de salir de fiesta. Llevaba un vestido con escote, sin sujetador y bastante pegado al cuerpo, el cual resaltaba mis nalgas y mi figura.

Estaba en la parada esperando cuando de repente apareció un hombre de unos 35 años más o menos, alto, bien vestido y desde el primer momento que llegó sentí que me comía con la mirada. Al principio me puse un poco nerviosa pero lo cierto es que en parte me excitaba.

Una vez que subimos al autobús yo pasé delante suya para hacer un poco el espectáculo. Me senté en los sitios de atrás ya que venía prácticamente vacío. Para mi sorpresa él me siguió y se sentó enfrente mía.

No paraba de mirarme las piernas y los pechos ya que se me marcaban los pezones, y para darle un poco más de vida al asunto, comencé a abrir mis piernas disimuladamente. El hombre se quedó asombrado y no apartaba la mirada de mis partes, porque llevaba una tanguita muy estrecha. Yo trataba de evitar el contacto visual pero cada vez que nos mirábamos sentía que me excitaba cada vez más.

Pero no paso más nada en ese momento. Rato después, mi parada se iba acercando y yo satisfecha de haber captado su atención me puse de pie y me agarré a uno de los tubos del bus.

Inmediatamente sentí su miembro erecto entre mis nalgas, y me susurró:

-¿Estás segura de que te quieres bajar ya zorrita? Y comenzó a restregarse hasta subir mi vestido.

Como tenía fácil acceso puso sus manos en mi entrepierna y empezó a acariciarme los muslos para después frotar mi clítoris en círculos rápidamente. Solté un gemido inmediatamente, aunque intenté que el conductor del autobús y algunos pasajeros que había no lo escucharan, así que me mordía los labios y gemía muy bajito.

No me esperaba para nada que eso pasará y sentí como mis fluidos empezaban a bajar por mi vagina hasta impregnar el tanga.

-Veo que estás muy mojadita. -Me susurró al oído suavemente mientras me daba algunos besos en el cuello.

Empezó a abrirse paso por mi tanga, el cual hizo a un lado para después introducir dos de sus dedos y los sacaba y metía hasta casi hacerme alcanzar el orgasmo.

Me confundió que parara justo en el momento en el que iba a alcanzar el clímax.

Y me dijo:

-no tan pronto, ahora me toca a mí. -Rodeó mi cintura con sus manos mientras me tocaba el culo, y me hizo bajar en la siguiente parada.

Era un sitio bastante solitario y me llevó a un callejón que estaba cerca.

Allí me puso de rodillas y se bajó la bragueta, sacando su miembro. Estaba muy duro y erecto y para mi sorpresa era de gran tamaño.

-Chúpamela puta

Inmediatamente lo empecé a hacer, primero lento chupando el glande y los testículos y después más rápidamente haciendo un poco de garganta profunda hasta que se me saltaron algunas lágrimas. Estuve así durante varios minutos y yo me deleitaba con el sabor de su polla.

-Mmm que bien que lo haces mamacita, tienes bastante experiencia parece

-¿Te gusta como lo hago? -me relamí.- Ya no puedo aguantar más quiero que me folles aquí mismo -le dije casi gimiendo.

Bruscamente me dio la vuelta, me pegó contra la pared, bajando mis bragas y subiendo mi vestido, empezó a penetrarme y a darme unas buenas embestidas de perrito, mientras me tocaba y estimulaba los senos. No podía evitar gemir y gritar de placer.

-ufff que rico sigue así por favor, dame más duro. -Le pedía extasiada. Mientras me pegaba unos azotes en el culo.

-A las zorras como tú hay que saber tratarlas bien.

Yo gemía muy fuerte ya no me importaba si me oían o no y me agarraba con fuerza a la pared para no perder el equilibrio. Tuve dos orgasmos seguidos hasta estar exhausta.

-Lléname de tu leche -le pedía entre gemidos

Después de eso el hombre se corrió dentro de mi y sentía como su semen salía a chorros de mi coño.

-Toma tal y como me pediste putita -me dijo.

Después se subió los pantalones, me dio un par de nalgadas y se fue del lugar. No tuve más remedio que tomar un taxi y al llegar a mi casa no podía creer lo que había hecho. A día de hoy aún pienso en ese hombre y como me gustaría volver a vivir algo parecido.

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