Soy Yesica y les voy a contar cómo fue que tuve sexo con nuestro maestro de matemáticas para ayudar a Gery y Alex y se pudieran titular.
Se llamaba Mario, un hombre de unos 55 años, alto, bien parecido, de bigote abundante y bien cuidado, con mucha personalidad que a la mayoría de las chicas nos gustaba. Todos sabíamos que le gustaba recibir sobornos para aprobar a alguien, en el caso de los hombres, les pedía dinero o botellas de licor caras y en el caso de las mujeres, por lógica, les pedía su cuerpo.
De los amigos del grupo que les hemos contado en nuestros relatos anteriores, los que aprobamos todas las materias para poder titularnos fuimos Sara, Maribel, Arturo y yo. Yajaira, Gery y Alex no se titularían si no aprobaban esa materia. Yaja ya había cogido con el maestro Mario para pasar materias anteriores, así que esa vez hizo lo mismo, la tuvo fácil. Pero a Gery y a Alex les pidió una buena cantidad de dinero. Yo no estaba de acuerdo en que Gery gastara lo que habíamos ahorrado con tanto esfuerzo, pues seguíamos con la idea de ahorrar para algún día comprar nuestra casa. Así que le propuse que me dejara tener sexo con el maestro a cambio de que lo aprobara, en un principio Gery se negó, pues me decía que yo valgo mucho más que una calificación, pero luego de mucho platicar aceptó y como extra, Alex entraría en el trato con el maestro y me ofreció quedarme con el dinero que iba a pagar para que lo aprobara, así que yo tendría una ganancia adicional.
Esa misma tarde hablé con el maestro, ambos fuimos directos, yo le pregunté qué podía hacer para que aprobara a Gery y Alex y él me contestó que me acostara con él. Y así quedamos para el siguiente día saliendo de la escuela.
Yo no pensaba quedarme sólo con la ganancia de que los aprobara, nos ahorraríamos el dinero de Gery y nos ganaríamos el dinero de Alex. Escribí mis medidas en un papelito y se lo di al maestro, le pedí que me comprara lencería sexy, un buen perfume y algunas cremas para el cuerpo, él sonrió y me dijo que se lo iba a desquitar, contesté que desquitaría con creces lo que gastara.
Gery y yo estábamos muy excitados, esa noche hicimos el amor delicioso imaginando cómo sería mi primera infidelidad con otro hombre sin que él estuviera presente, ese detalle le agregó un extra a nuestro sexo, terminamos exhaustos y satisfechos, abrazados y enamorados, nos quedamos dormidos.
Al día siguiente el maestro me esperó para decirme que pasaría por mí en el centro de la ciudad, subí a su coche que era un deportivo de por el año 2000. Nos fuimos directo al motel y estando dentro me entregó unas bolsas con lo que le había pedido. Tenía que cumplirme, pues me atrevo a decir que en toda la escuela, no había otra mujer con el cuerpo que yo tenía, y solo complaciéndome se le haría tenerme en la cama. Me encantó la lencería que me compró, les mentiría si les digo que recuerdo cómo era, pero si recuerdo que eran ligueros y medias, prendas que me han encantado desde siempre. Fueron dos o tres conjuntos diferentes, ese día usé solo uno para él, pues solo estuvimos juntos como dos o tres horas.
Me bañé y vestí para estar con él, mientras me esperaba en la cama, desnudo y cubriendo la mitad de su cuerpo con una sábana. Se veía sorprendido cuando salí vestida para él, tenía un cuerpazo que trato de mantener hasta hoy en día y a mi me encantaba saber que otros me deseaban, tal y como tenía al maestro ese día.
Me paré frente a la cama y modelé la lencería que me regaló, me inclinaba mostrándole mi redondo trasero y juntaba mis tetas con ambas manos sobre el brasier para que las viera más grandes, ofreciéndoselas. Él tenía sus manos en la verga, jalándosela para que se le parara más de lo que ya se alcanzaba a notar bajo la sábana. Yo me acerqué a él gateando, retiré la sábana y me encontré con su verga medio erecta, con pelo púbico entre negro y cano, quité sus manos y con la mía comencé a acariciar esa verga que poco a poco crecía. Me tomé mi tiempo, apretaba la base de su verga y acariciaba su tronco hacia su cabeza tratando de que la sangre fluyera y terminar de parársela, lo cual después de un rato logré. Una vez que estuvo dura él me tomo de la cabeza y me atrajo para que se la mamara, yo le pedí que se pusiera un condón y me salió con que se le había olvidado comprar. Yaja ya me había contado que al maestro no le gustaba usar condón y en la escuela había rumores de algunas chicas que habían salido embarazadas por este señor, yo no quería arriesgarme, así que llevaba mis propios condones. Aunque a él no le pareció y se molestó un poco, le puse el condón y ahora sí me dispuse a chupar su verga. Me esmeré en hacerlo, él lo disfrutaba y trataba de poner el ritmo haciendo presión sobre mi cabeza como si me estuviera penetrando, yo retiré sus manos y apreté la base de su verga y con mi boca subí y bajé por su tronco que cada vez sentía más duro. No era tan grande, así que podía abarcar una buena parte de él con mi boca. Él gemía y gemía y aunque trató de contenerse, luego de unos minutos se vació dentro del condón, yo sentí ese rico calorcito de su venida dentro de mi boca. Y poco a poco su verga se puso flácida, le quité el condón, le hice un nudo y lo tiré a la basura. No pude evitar excitarme, mi panocha estaba húmeda, el maestro se vino tan pronto que no me dio tiempo de venirme mientras me masturbaba. Me pidió tiempo para recuperarse. Le dije que sí, que se tomara su tiempo, pero tenía que hacerme venir. Me quité la parte de abajo de mi lencería y me monté sobre su cara. Por Yaja sabía también que a él no le gustaba hacer sexo oral, me dio por demostrar que conmigo no se negaría. Mi pubis estaba completamente rasurado y sentía mis labios vaginales húmedos, coloqué esa humedad sobre sus labios, él se hizo a un lado, así que lo tomé por el cabello y con fuerza lo atraje hacia mi rajita, primero mantenía sus labios cerrados pero a medida que frotaba mi vagina contra su boca fue abriendo sus labios para luego sacar su lengua y meterla en mí. Sus manos se posaron sobre mis piernas y me atraía hacia su boca. Yo me movía buscando mi orgasmo y debo decir que su bigote le ponía un plus a mis sensaciones. Sus pelos picaban mis labios vaginales y estimulaban de una forma diferente mi clítoris, mientras él con su lengua trataba de entrar más en mi vagina, yo me movía buscando ese orgasmo que llegó intenso y húmedo, tanto que sentí como él sorbía las gotas que salían de mi panocha. Disfruté tanto ese orgasmo con su bigote estimulándome.
Yo me estaba recuperando aún sobre su boca, él me bajó y me recostó boca arriba, su verga se habia puesto dura de nuevo así que me abrió las piernas y se dirigió a entrar en mí. Lo detuve pues no se puso condón, me dijo que se saldría antes de venirse, yo me negué y le dije que sin condón no lo haría, le pasé uno y de malas se lo puso, sin perder tiempo abrí las piernas y se dejó venir, lo recibí pues estaba muy mojada aún por mi orgasmo. Él se dedicó a entrar y salir mientras bruscamente intentaba apretujar mis pechos y besarme en los labios, lo hacía toscamente. Me estaba quitando la calentura mientras él apresuraba sus embestidas. Lo detuve e hice que se recostara boca arriba, me quité el brasier y me monté en su verga, la dirigí con mi mano a mi panocha y entró fácilmente. De nuevo intentó sus embestidas aceleradas, le pedí que no se moviera, tomé sus manos y las puse en mis tetas, dirigí sus movimientos para que no me lastimara y yo sintiera placer. Entendió el mensaje, así que lo empezó a hacer suave y comencé a disfrutarlo mucho, mientras me lo cogía a mi ritmo. El perfume que me había regalado ponía un rico ambiente y ese olor hacía más rico ese encuentro, bajó sus manos a mis caderas y me atrajo hacia él, nos besamos apasionadamente. Aunque su bigote me picaba, sentía rico el sabor de mi panocha en su boca, metí mi lengua en su boca y jugué con la suya. Sentía sus manos sobre mis nalgas, trataba de poner su ritmo de nuevo, yo no quería que terminara rápido y quería terminar antes que él, así que me retiré de sus labios y seguí montándolo a mi ritmo. Estuve un buen rato así hasta que sentí mi orgasmo, un poco menos intenso que el primero pero quedé satisfecha. El maestro Mario faltaba por terminar, seguía con la intención de hacerlo rápido, así que me bajé y me puse de a perrita, él se colocó atrás de mí y entró, mi vagina estaba muy sensible por mi orgasmo, así que no pude evitar excitarme de nuevo, me incliné sobre la cama para levantar mi culo, él se aferró a mis caderas y comenzó con unas metidas violentas, fuertes, firmes que me estaban haciendo sentir bien. El golpeteo de su cuerpo contra el mío y la sensación de estar sometida hicieron que llevara mis dedos a mi clítoris y comencé a masturbarme. El maestro me llenaba de elogios, me decía: "estás hermosa", "qué mujercita tan buena", "nunca me habían hecho lo que me haces", "eres única". Todo esto mientras me la metía con intensidad, me dio unas ricas metidas de verga y sentí como se venía dentro de mí, llenando el condón de semen y quedándose quieto poco a poco hasta que sentí a su verga retirarse. Mientras él se venía, yo tenía mi orgasmo con mis dedos, acariciándome. Me sentía muy bien así como estaba, empinada, escurriendo por mi orgasmo y con un hombre que no era mi novio en mi espalda, me sentía infiel pero satisfecha. Me había gustado mucho esa experiencia.
El maestro Mario se metió a bañar, salió y se cambió de ropa, pues no quería que su esposa se diera cuenta que había estado con otra mujer. Estaba apresurado, mientras se terminaba de vestir me decía lo mucho que lo había disfrutado y que le encantaría volver a tenerme. Yo le contesté que sólo era por esa ocasión pues no estaba interesada en él. Además que ya no íbamos a seguir en esa escuela algunos de nuestros amigos, Gery ni yo. Aceptó lo que le dije, yo me había quedado con la lencería puesta y con la prisa del maestro solo me puse mi pantalón y blusa encima. Vestida así quería llegar con Gery, contarle lo que había hecho y cómo me sentia, de algún modo sabía que lo tendría muy excitado y caliente con mis detalles.
Y así sucedió, hicimos el amor con la lencería puesta que usé con el maestro, Gery estaba muy caliente, me mamó mi rajita y me sacó un orgasmo delicioso. Me tuvo de a perrito también mientras yo le contaba que así me había puesto el maestro Mario, me cogió por un buen rato en esa posición, yo me vine dos o tres veces y él no se cansaba de cogerme así, parecía que esa infidelidad lo excitaba mucho más de lo que a mí me excitaba cuando él me contaba cómo cogía con otras personas. Ese día dejó un poco rozada mi vagina por tantas embestidas que me dio, al igual de mis caderas pues de ahí me tenía agarrada y así se impulsaba más en sus arremetidas. Terminamos cansados, pero enamorados cómo siempre.
Yo me quedé con los regalos del maestro, mi lencería, perfumes y cremas. Tanto Alex como Gery aprobaron y se pudieron titular gracias a mí. Alex me pagó lo que había acordado con el maestro y lo ahorramos para seguir con nuestros planes mi novio y yo.
Ojalá les haya gustado mi experiencia siendo infiel y les confieso que a partir de ese día, le agarré el gusto a tener otros hombres para mí.