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Mi hermosa Irma
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hola a todos, soy Samuel, tengo 36 años. Mis relatos son mis vivencias. Espero las disfruten.

Era un domingo por la mañana, estaba tranquilamente descansando cuando escuché sonar el timbre de mi casa, así que me dispuse a abrir, para mi suerte se trataba de Irma. Ella era mi vecina, vivía a tres casas de la mía, pero pocas veces la veía. Irma, en ese entonces, recién había cumplido sus 18 años, se encontraba estudiando la preparatoria, mientras que yo tenía 22.

Irma era de piel blanca, su cabellera era rubia, unos ojos color café. Tenía unos pechos pequeños que los complementaba con un culito bien redondito y paradito. Pero sus piernas era lo que más me llamaba la atención, estaban bien formadas debido a que en su escuela pertenecía al grupo de porristas.

Ese día iba vestida con una blusa blanca que trasparentaba su brasier negro, que le hacía conjunto con un short cortito que le llegaba apenas debajo de su culito.

-Hola Irma, ¿y ese milagro que te dejas ver?

-Pues ya vez, de vez en cuando me aparezco por estos rumbos.

-Pasa, siéntate en la sala.

-Gracias

Dejé que Irma entrara primero para poder ver su culito desde atrás. Uff, que ganas de querer masajear ese trasero, pero mejor me tranquilicé, ya que mi pene estaba en proceso de tener una erección.

– ¿Te ofrezco algo de beber? – le pregunté.

-No gracias, no voy a tardar tanto.

– Y dime, ¿a qué se debe el honor de tu visita?

– Vengo a ofrecerte unos boletos para una lotería que estamos organizando mi mamá y yo para el sábado de la siguiente semana. Es para juntar un poco de dinero para mi fiesta de graduación y debido al accidente de mi papá pues no nos ha ido muy bien que digamos, así que estamos haciendo esto para ayudarnos un poco con esos gastos.

-Pues entonces que sean dos – le pedí – No tengo mucha suerte para los juegos de azar, pero mi mamá es toda una experta. Así que le daré el mío para que juegue. Todo sea para ayudarte con tu graduación.

– Muchas gracias, Samuel. Toma, aquí están los boletos – Irma sacó de su bolso los dos boletos que le pedí, por lo que yo fui a mi habitación para pagárselos.

– Toma, aquí está el dinero.

– Bueno, me despido entonces. Nos estamos viendo.

– Ok, te acompaño a la salida- Nuevamente aproveché para darle un último vistazo a ese culo y piernas. Ya en el portón, me despedí de ella, dándole un beso en la mejilla, percatándome de un agradable aroma. No cabe duda que era toda una hermosura.

Y así transcurrió la semana, llegó el día sábado, pero por cuestiones personales no pude asistir a la lotería. Pero mi madre sí, quien ya por la noche bien contenta me dijo que se había ganado un juego de vasos con platos y cucharas, pero como ya era de noche Irma se ofreció a llevarlos al día siguiente, el domingo, porque eran pesados y ella no iba a poder con todo. También me comenzó a platicar de los problemas económicos que Irma y su familia estaban pasando. Su padre tuvo un accidente en su trabajo que lo mantuvo en cama por unos meses, aunque actualmente se encontraba en rehabilitación, mientras la madre era la que se hacía cargo de los gastos de su casa y a la vez vendía productos de catálogo, pero no era suficiente, aunado a eso Irma estaba a punto de terminar la preparatoria y no tenían dinero para la fiesta de graduación, por eso hicieron la lotería.

Al día siguiente, me encontraba plácidamente descansando en mi habitación. Mi madre no estaría ya que como toda señora se había ido a la iglesia para la misa matinal. De pronto escuché que sonó el timbre de la casa, me pregunté quién diablos sería tan cabrón como para ir a molestar tan temprano. Ante la insistencia de la persona por tocar el timbre, no tuve más remedio que levantarme, y al asomarme me di cuenta que era Irma, quien llevaba cargando los premios ganados por mi madre en la lotería. Por lo que de inmediato corrí a abrir el portón y ayudarle a mi hermosa Irma. Fue así que ella me entregó la carga, pero al verme noté en su rostro un gesto de extrañeza para después ponerse roja como tomate. Yo sin caer en cuenta no sabía el por qué, pero la invité a pasar. Fue al cerrar el portón cuando me percaté que solo iba en bóxer, así que rápidamente entré a la casa y dejé sobre el comedor los premios. A lo lejos solo alcancé a decirle a Irma

– Irma, enseguida regreso, voy a mi habitación a ponerme algo de ropa. Si gustas algo de beber con confianza agárralo.

– Si gracias- gritó ella.

Si bien no tengo un torso bien marcado, mi cuerpo y altura me ayuda mucho con mi fisionomía. Tengo un poco de músculo así que no parezco mucho una lombriz.

Rápidamente me di un baño, me puse ropa y ahora sí a ver a mi querida Irma.

Ese día Irma llevaba puesto un short de mezclilla con una blusa verde y tenis color blanco. Llevaba una cola de caballo, lo que hacía resaltar más su lindo rostro.

-Ya estoy de regreso. Sí que están algo pesados los premios. Se ve que son de buena calidad.

-Si ¿verdad? No te imaginas lo que venía batallando desde mi casa y eso que no vivimos tan lejos. Jaja – Sonrío.

– Si, ya lo creo. Por cierto, te ofrezco una disculpa por las fachas en que me encontraste. Estaba dormido y al salir y verte con todo eso pesado no me percaté de mi vestimenta.

– No te preocupes – arrojó una pequeña sonrisa- A veces suele pasar

– Y bien, dime ¿cómo les fue con la lotería? – le pregunté para cambiar un poco el tema.

– Muy bien. Logré vender todos los boletos. Ya con eso logro dar una parte para la fiesta de graduación.

-Qué bueno – le referí para después poner una cara más seria.

-Mi mamá me platicó de las dificultades que están teniendo actualmente a raíz del accidente de tu papá. Es una pena, pero quiero que sepas que si necesitas ayuda, aquí estoy para lo que quieras.

Al decirle esto, el semblante de Irma cambió por completo. Sus ojos hermosos comenzaron a llenarse de lágrimas, y en un momento comenzaron a rodar por sus mejillas. Así que me senté junto a ella, y comencé a consolarla, pasando mi brazo derecho por sus hombros, dándole unos pequeños golpecitos.

-No me imagino lo duro que debe ser para ti, pero debes ser fuerte- me levanté e hice pararla a ella, y así fue como le di un fuerte abrazo. Ella también me abrazó y comenzó a llorar, lo cual estaba bien. No me gustaba verla así de triste, pero le ayudaría un poco el desahogarse, y qué mejor si era conmigo. Así estuvimos un buen rato, mientras que yo me deleitaba con su aroma, el cual me estaba volviendo loco. A la vez que intentaba controlar mis instintos para que mi pene no comenzara a ponerse duro.

Irma logró controlarse, y solo así fue que nos separamos. Ella se secó sus lágrimas con sus manos, para después verme a la cara y decirme

-Samuel, no sabes cómo te agradezco lo que acabas de decir. En verdad es que necesitaba desahogarme, y contigo me sentí en confianza para hacerlo.

– Muchas gracias, Irma. Para mí es agradable oírte decir eso.

Y por un instante nos miramos fijamente, y fue ahí que ambos nos besamos. Nuestras bocas comenzaron a saborearse mutuamente, era un beso demasiado apasionado. Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo, comencé a acariciar su espalda, metiendo mis manos debajo de su blusa, pegándola más a mi cuerpo para que sintiera mi pene todo duro. En un movimiento rápido, la cargué como el cliché de los recién casados en su noche de bodas y la llevé a mi habitación. Estando ahí, la coloqué muy despacio sobre la cama, y comencé a quitarle su blusa, así como su brasier y después me quité mi playera. Era yo quien llevaba la batuta, así que después desabotoné su short y se lo quité, dejándola sola en su ropa interior, es decir solo con su bóxer negro cachetero.

Me detuve un momento para grabar bien en mi mente esa imagen. Irma, ahí tendida en la cama, esperando la acción, con su cara bien roja, sus pechos pequeños con unos pezones bien paraditos, su bella piel blanca, su hermoso rostro, no cabe duda que me estaba volviendo loco. Me despojé de mi short y me quedé en bóxer, me coloqué en medio de ella y comencé a besarla nuevamente, pero ahora también lo hacía en su cuello, después bajé a sus pechos y mordí su pezón derecho mientras que con mi mano izquierda comenzaba a masajear su otra teta. Le daba unas buenas chupadas, ella solo gemía. Así estaba, turnándome para saborear cada una de sus tetas, hasta que paré por un momento para después comenzar a pasar mi pene, aún con el bóxer puesto, sobre la rajita de Irma. Vaya que si estaba excitada, mi bóxer enseguida se llenó de jugos vaginales. Fue en ese momento que los gemidos de Irma comenzaron a ser más fuertes.

– Mmm, Samuel… me gusta lo que me haces. Me tienes bien caliente.

-¿En serio te gusta?- le pregunté

-Me encanta, siento que me voy a derretir

Para este momento le quité su bóxer y fue ahí que su vagina, rosadita, llena de jugos pidiendo impacientemente que le metiera mi pene. Fue así que comencé a puntearla, dándole a desear que se la metiera.

– Métemelo, lo quiero sentir bien adentro. Mmm, dámelo.

Con ese deseo procedí a meter solo la cabeza de mi pene, sin dificultad fue metiendo más y más mi dura verga. No batallé nada, ya que ella estaba bien excitada y simplemente mi pene se deslizó dentro de su vagina.

Al momento de tenerla toda dentro, solo escuché un fuerte gemido – Mmm …

Comencé con el mete y saca, a la vez de que su vagina me apretaba bien fuerte con cada embestida. La miraba a ella y veía cómo sus ojitos se encontraban cerrados, se mordía un labio mientras se dejaba llevar por la situación. De repente sentí como con sus piernas Irma me abrazaba por la espalda, haciendo que mis movimientos fueran más fuertes.

-Me encanta tu verga, no pensé que me fuera a gustar tanto tenerla toda adentro, mmm, Samuel, eres muy bueno en esto, métemela fuerte, toda… Mmm, que rico, dale, dale…

Para este entonces yo ya estaba que me venía, así que la levanté de su cadera y seguí metiéndosela más fuerte. Sus gemidos eran cada vez más fuertes, por fortuna mi casa estaba totalmente cerrada así que no habría problemas por los ruidos.

-Irma, ya me voy a venir- le dije.

-¿Sí?, entonces vente bien rico… donde tú quieras, pero quiero tu leche calientita ya.

Así que seguí moviéndome, y me puse a pensar ¿dónde sería bueno acabar?, si bien Irma me dio la libertad de venirme donde yo quisiera, no podía hacerlo, al menos esa vez, dentro de su vagina. No quería tener compromisos mayores, así que decidí venirme fuera, creo ya habría más ocasiones para venirme dentro de ella.

Llegado el momento, mis movimientos eran más rápidos, inevitablemente acabaría, y así saqué mi pene y comencé a masturbarme, comenzando a eyacular por lo que mis disparos de semen los apunte a la vagina bien abierta de Irma, fue ahí donde cayó todo mi esperma, donde una vez arrojado el último disparo, metí mi pene en la vagina de Irma, aprovechando aún mi erección, mientras que ella realizaba movimientos para disfrutar lo poco que quedaba, hasta que mi pene cedió y fue poniéndose flácido, pero nosotros seguíamos besándonos, en eso estábamos cuando mi celular sonó, era mi madre, así que Irma se levantó y se dirigió al baño, mientras que yo continuaba en la llamada.

Al poco tiempo Irma regresó, venía solo enrollada en una toalla que apenas le cubría su panochita totalmente depilada.

– ¿Quién era la que llamó?, preguntó

– Era mi madre

– ¿Ya viene? – dijo ella con voz nerviosa

– Tranquila, solo me habló para avisarme que va a llegar hasta la noche porque aprovechara a ir con mis tíos al centro a hacer unas compras.

– Así que tenemos un poco más de tiempo, ¿verdad?

Sinceramente no me esperaba eso, pero ya que ella lo pedía, ¿quién era yo para negarme?

– Sí- asentí con la cabeza

Dicho esto, Irma me tumbo en la cama, para después quitarse la toalla que cubría su delicioso cuerpo, para después ponerse encima de mí y comenzar a besarme, podía sentir sus pequeños pechos sobre mí, sus pezones erectos me estaban pidiendo que los devorara, así que comencé a mordérselos,

– Uff… no los muerdas tan fuerte… capaz que me dejas sin pezones-

Ella comenzó a besarme por mi pecho, chupando mis pezones para después bajar poco a poco hasta detenerse en mi cintura. Por un momento pensé que me iba a mamar mi pene, pero no fue así. En vez de eso, se sentó sobre mi pene, aún flácido, procurando que su vagina hiciera contacto con mi verga. Después comenzó a menearse como si se estuviera masturbando con mi pene, podía ver cómo los labios de su vagina se abrían, mientras que yo le pellizcaba sus pezones y apretujaba sus tetas.

Sus movimientos consiguieron su cometido, mi pene comenzó a ponerse duro, comenzando ella a llenarlo con jugos vaginales, era una sensación bien rica que nunca había experimentado pero que me estaba excitando demasiado. Irma parecía estar en su propio mundo de disfrute, se movía con más rapidez, se mordía un labio para después meterse un dedo en la boca y chuparlo, cerraba sus ojos y daba pequeños gemidos.

– Mmm, Samuel, me voy a venir, siento cómo me quemo por dentro, ahh, ahh, mmm, sí, ahhh, ahh, me vengo…

Fue ahí que sentí como mi pene era bañado por un fuerte torrente de sus jugos, mientras que Irma se desmayaba sobre mi pecho, temblando de un fuerte orgasmo bien recibido. Solo pasaron pocos minutos cuando Irma se acomodó sobre mi pene, pero esta vez comenzó a metérselo ella sola, hasta el fondo. Se quedó así un segundo para después moverse frenéticamente.

-¿Te gusta cómo te lo hago?- preguntó

-Claro que sí corazón, me gusta cómo me lo haces, te mueves bien rico, tu vagina es muy estrecha y me encanta cómo aprieta mi verga

– Mmm, Samuel, a mí me está volviendo loca cómo me coges

Terminando de decir eso, Irma se inclinó hacia atrás, doblando sus piernas para quedar totalmente abierta frente a mí, seguía y seguía con el mete y seca, ella sola. Podía ver su vagina completa, rosadita, llena de jugos así que aproveche la posición para, con mi pulgar, comenzar a masajear su clítoris. Irma comenzó a gemir más fuerte

– Si, así, así… ah, ha, mmm,

Irma detuvo sus movimientos, se sacó mi pene y se puso de espaldas hacía mí, colocó sus pies debajo de mis piernas, y se hizo hacia adelante, introduciéndose poco a poco mi pene. Ahora tenía a mi disponibilidad su ano y su conchita toda húmeda, así que comencé a jugar con su ano, mientras que ella seguía con su cabalgada.

En un momento mi pene salió de su vagina, por lo que aproveché para puntearle su ano, ella dio un pequeño respingo:

– No corazón, por ahí no todavía, otro día será.

Acto seguido agarro mi pene y se lo volvió a meter, diciéndome que estaba a punto de venirse así que me aferré a su cintura y aceleré los movimientos

– Ahh, si, ahh, me vengo Samuel…

Rápidamente saqué mi verga y comencé a venirme sobre sus nalgas, mientras que otros chorros los apunté a su ano, los cuales fueron escurriendo atravesando su ojete.

Irma quedó tendida boca abajo completamente dormida, desde ahí podía verla por completo, llena de mi leche que escurría por ese hermoso culo, mientras que mi pene perdía la batalla.

Después de un rato Irma se despertó y se fue al baño llevándose su ropa, yo por mientras seguía ahí tendido en la cama, desnudo, esperando a que regresara, quizá por más acción, pero esta vez ya venía vestida, al verme ahí como dios me trajo al mundo, solo esbozó una sonrisa, diciéndome

-Tápate o no respondo.

– Por mí no hay problema- contesté- podemos seguir un round más, ¿quieres?

– Por supuesto que quiero, pero mi mamá ya me mandó mensaje preguntando que dónde estoy, así que me tengo que ir.

Escuchar eso fue una lástima, pero la entendía, creo que habíamos tenido suficiente para ser la primera vez.

– Esta bien, pero me debes una, ¿oíste?

– Una, y otras veces más.

Diciendo esto, nos comenzamos a besar, mientras que ella aprovechaba mi desnudes para acariciar mi pene, me estaba masturbando, pero tuvo que parar en seco

– Ya… si sigo así me quedaré por más tiempo y ten por seguro que mi madre me vendrá a buscar.

Por lo que me puse mi bóxer y la llevé a la salida, ahí nos despedimos. Regresé a mi cuarto dispuesto a dormir, estaba muy cansado y tal como estaba me quedé completamente dormido. Al despertar me di cuenta que ya era tarde, así que me dispuse a levantarme, al mirar mi celular vi que Irma me había mandado unos mensajes

– Me encantó lo de hoy. Espero podamos repetirlo en estos días.

– Por supuesto- le contesté.

Fue así como comenzó mi historia con Irma. Lo nuestro se repetiría por algún tiempo hasta que las circunstancias hicieron que las cosas cambiaran, pero ya esto va para otro relato.

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