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La vecina del parking
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Llegué a este barrio hace seis años, me hice amigos de todos y de todas, mi balcón deba a una plaza pasaban muchas personas por ahí, desde arriba en el tercero la vista se amplía ya que se pueden ver las chicas con sus blusas cortas en verano la cual muestra las tetitas, inclusive se llegan a ver los pezones en esas delgadas ropas que usan incluyendo los pantalones cortos que se les ve hasta el culo.

Laura la que vive en el primero, me saluda cada vez que me topo en el ascensor con espejos en las cuatro paredes.

Bajando al parking me la topo, me dice que le ayude con la compra, le pregunto por su esposo, me dice de viaje, al igual que la mayoría de los vecinos se me cae un paquete, me agacho le toco el tobillo “uy que rico” me dice, paro, le digo que va, la condenada me lleva atrás de otro coche más alto, me la arrimo a la pared, la comienzo a lamer por todos lados, le saco su blusa con cuatro botones, meto la mano sin sostén, muy fresca la tía, le meto las manos en esos mangos con punto de fresa su pezón, me lo lleve a la boca para disfrutarlo sin parar.

La tía me hundía la cabeza en sus tetas mis labios no paraban de besar esos manjares que olían a rosas… lamiendo sin parar un rato mi polla se puso dura, me bajé la cremallera lo cual se dio cuenta ella, nos miramos y con los ojos le hice señas que se agachara. Se arrodillo, me saco la polla y baje los pantalones para estar cómodo, se metió la polla hasta el fondo viendo esos labios color fresa llegar hasta el fondo tocando los huevos, succionaba la polla sintiendo su saliva por mis piernas.

La levanto, le bajo esas faldas cortas y sus bragas, me lanzo a lamer ese ano, si el ojete del culo eso es sabroso un beso negro que nadie lo hace a veces, se lo pregunto si se lo hacían, me dice que no, que no parara alargue la lamida hasta la raja del chocho entre sus piernas estaba perdido lamía sin parar.

La gire delante de mí, me pongo frente a ella, le separo las piernas le comienzo a meter la polla dura y venosa lubricada con su saliva, sus ojos me volteaban para atrás, no es yo tenga una tranca gigante, pero si generosa, se la metía y sacaba sin parar, aprovechaba para lamer esas tetas de mango y fresones, le levante las piernas para acercarme mas, llego hasta los huevos chocando entre ellos con el golpe que se oía por todo el parking to, to, to, una y otra vez cada vez mas fuerte, eso era la gloria.

Seguimos así un rato cuando de repente de entre medio de las columnas sale una sombra que se acerca, la vi de reojo, pero ella la vio de frente con su mirada me decía que algo estaba pasando, el marido ha suspendido su viaje y nos sorprende en plena follada, me dice, “sigan no se preocupen por mi”.

Yo con la verga dura le seguía dando cuando el tío se saca la camisa, se baja el pantalón y saca su verga se pone detrás de mi “a ver vecino compartamos todo vale y cuando digo todo es todo”. Se baja a lamerme el culo y me lo moja. “He visto como miras de tu balcón a todos e incluso a los que orinan por la noche con tus prismáticos”, se para y comienza a meterme su verga blanca venosa.

Me quedo quieto un rato “no pares de follar a mi mujer” me dice. Me la metió toda, comenzó a darme que me empujaba contra la mujer de él los tres, era la fuerza que me penetraba que de un momento a otro salió mi semen por los lados de la vagina de la tía que no salía del asombro que su marido folle a otro tío. Estaba yo en medio que agarro las piernas de ella y su verga penetraba toda en mi, sus huevos chocaban hasta que él se corrió con un quejido de satisfacción que se oía de eco por el parking. Me la saco y salí de ahí satisfecho por todos los lados quise gozar y me gozaron, pero en fin así es la vida.

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