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Vanessa, la esposa de mi mejor amigo
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Vanessa, 22 años, una chica guapa, de cabello largo y lacio, estatura baja, pero de caderas pronunciadas y nalgas grandes y firmes, pechos medianos y con cuerpo un poco maduro para su edad, seguramente debido a su primer hijo. Esposa de uno de mis mejores amigos, (desafortunadamente, o tal vez no) y es que gracias a ello pude disfrutar de los placeres de su cuerpo…

No sé en qué momento ocurrió, pero comencé a desearla, tal vez por todas las veces que vi sus pequeños pezones color rosado cuando amamantaba, o cuando al saludarnos podía sentir sus suaves senos en mi pecho, o tal vez por la manera de llenar los jeans con tremendas nalgas, o por el exquisito aroma de su ropa interior.

Yo sabía que no le era indiferente, es decir, siempre se reía a carcajadas con mis chistes, además de invitarnos a todos lados a mi novia y a mí, y su manera de saludarme, siempre pegándose a mi cuerpo, además de la forma en que nos veíamos y bromeábamos, se notaba la química entre nosotros.

Desde que comenzó a gustarme nunca me atreví a nada mas que admirar su cuerpo de la manera más discreta posible, pero en una ocasión durante una de las reuniones que acostumbraban hacer en su casa nos quedamos hasta el final, ese día en especial Vanessa se veía increíble, usaba una falda ajustada que dejaba ver sus preciosas nalgas y delineaba perfectamente su ropa interior, sobra decir que varias veces tuve erecciones debido a ello, solo podía imaginarme metiendo mis manos por debajo de su falda y bajando aquel bikini para luego comerme cada centímetro de su vagina.

Ya muy tarde y con varios alcoholes de más decidimos quedarnos a dormir ahí, como ya era costumbre mi novia y Vanessa fueron a descansar y mi amigo y yo seguimos platicando y bebiendo, yo había notado que Vanessa ocupo el baño antes de dormirse, pero nunca imagine lo que eso significaría para mí.

Antes de ir a dormir entre al baño, y en el estante pude ver un pequeño bulto de ropa, mi corazón se aceleró con tan solo imaginar lo que era, y efectivamente, era la ropa que Vanessa había usado aquella noche, no pude esperar para confirmar que ese pequeño rollo estaba formado de su blusa, seguido de la falda y finalmente en el centro… su exquisita ropa interior, ese bikini que un momento antes había soñado con quitarle lo tenía ahora en mis manos, era color negro y de encaje, sin dudarlo lo lleve a mi nariz y pude disfrutar del aroma de su intimidad, aún estaba un poco húmedo por su sudor, pero el olor que desprendía era delicioso, me masturbe con desesperación, lo disfrute tanto que eyacule dos veces, y aunque me hubiera gustado llevarme esa prenda para seguirla disfrutando, su ausencia hubiera sido demasiado obvia.

Desde aquel día la deseaba cada vez más, mis fantasías eran únicamente con ella, y al recordar el placentero aroma de su vagina solo quería poder darle una increíble mamada de culo hasta lograr que terminara en mi boca y poder disfrutar de toda su deliciosa miel.

Ahora estaba seguro de algo, necesitaba a Vanessa, y aprovecharía cualquier oportunidad, ya no había marcha atrás, ella era mi obsesión.

Como de costumbre cierto fin de semana decidimos ir a un bar, yo sabía que aquella podría ser mi oportunidad, así que hice todo lo posible por mantenerme lo más sobrio y que nuestros acompañantes hicieran lo contrario, al final de la noche mis esfuerzos rindieron frutos, Vanessa y yo bromemos durante todo el camino ya que éramos los únicos en pie, al llegar a casa platicamos un rato y yo comencé a decirle lo afortunado que era mi amigo ya que era una mujer muy guapa, ella se ruborizo pero el comentario no la incomodo, así que decidí seguir, me acerque a ella la tome de la cintura y le dije que me encantaba, sorpresivamente comenzamos a besarnos, mis sospechas era ciertas, no le era indiferente, con esos besos de lengua nos olvidamos de todo lo demás y yo comencé a besar su cuello, mis manos ágilmente abrieron su pantalón y con desesperación la metí entre sus piernas buscando su vagina, mi dedo se deslizo entre sus labios completamente mojados y abiertos y acto seguido lo introduje hasta el fondo y al instante ella emitió un ligero gemido.

Necesitaba probar su intimidad y sin pensarlo me agache, baje sus pantalones junto a su bikini azul hasta las rodillas y me abalance sobre su vagina, mi lengua recorrió todo lo que encontró a su paso, no se cuanto tiempo, pero ella se mojaba cada vez mas, en ese momento todo pudor se había perdido, la tome por la cintura y la gire, sus hermosas nalgas estaban justo frente a mi y sin dudarlo comencé a besarlas y lamerlas, su olor a sudor y sexo me excitaba cada vez mas, no me pude contener, abrí sus nalgas y comencé a meter mi lengua en su deliciosa y jugosa vagina, a lo que ella solo contenía sus gemidos, yo pude haber estado comiéndome ese culo toda la noche, pero ella me pidió que la cogiera, me levante aun con sus jugos escurriendo de mi boca y la penetre de un solo golpe, me metía dentro de ella cada vez con mas fuerza mientras apretaba sus pechos y mordía su cuello, en ese momento solo repetía que me viniera, no pude mas, mi pene exploto y por su entrepierna escurría esa mezcla de mi semen y sus fluidos.

Unos segundos después del orgasmo, Vanessa sin mirarme a los ojos o decirme algo, simplemente subió sus pantalones y corrió hacia el baño, yo aun aturdido de excitación por haber cumplido una de mis fantasías solo pude recostarme en el sillón.

Al día siguiente todo volvió a la normalidad, Vanessa y yo nunca volvimos hablar del tema y menos a tener otro encuentro sexual, sin embargo, aprovecho cada oportunidad que tengo para colarme en su recamara y disfrutar de los exquisitos aromas de sudor, sexo y vagina que deja en sus bikinis sucios.

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