Siempre he tenido un morbo oculto con mi suegra… ella es tan osada al hablar. Si hija por otro lado, es más tímida. Aunque cuando estamos en la cama se vuelve la puta de mis sueños.
En una ocasión, entre a la casa de mi suegra sin notar que ella estaba en la cocina en tanga y sin sostén… yo solo buscaba saludar como de costumbre y dejarle las llaves de casa ya que me iba a trabajar y mi novia estaba estudiando.
Al verme, quede paralizado. Si huía quedaba muy tonto, pero si me quedaba mirando quedaba como un pervertido. En fin, no me importó. Ella se estaba preparando un pan con mermelada cuando sintió que la puerta se abrió. Salió de detrás de la puerta y con el pan en la mano, se apoyó en el marco mirándome. Sus tetas, enormes, duras y blancas de pezones rozados estaban allí, desviando mis ojos hacia ellas.
-me parece que se te perdió algo. – me dijo sonriendo mientras llevaba el pan hacia una de sus tetas.
Dejo caer algo de mermelada en la teta que tenía apoyado el pan. Fueron segundos que alcanzaron para que mi pene se despertara rápidamente y se fuera mirando en mi pantalón. Ella bajo la mirada hacia mi miembro, paso su lengua entre sus labios y en voz baja me iba diciendo: -mmm, ahora veo porque mi hija está tan enamorada. Con una Berga así yo también estaría loca de amor.
– María me tengo que ir, perdón, no sabía que estabas así. Le dije medio entre tartamudeos.
– No te pongas mal, no me molesta. Al contrario, en cuanto te sentí la puerta quise que fueras vos.
Dejo lo que le quedaba de pan sobre la mesa, comenzó a caminar hacia mí con esas tetas hermosas y esa tanga roja… yo solo sentía como mi pene comenzaba a dejar salir de manera espontánea una gota que lubricaba mi glande de forma involuntaria.
Me tomo del cuello de mi camisa, me empujó hacia el sofá y yo, como un niño que no ofrece residencia, me deje caer. No daba crédito a lo que pasaba, pero tampoco me negaba. La madre de mi novia estaba de rodillas ante mí, mirándome mientras me sacaba el cinto del pantalón a la vez que me hablaba.
-Ahora quiero ver qué tan rica sabe la pija que mi hija disfruta cada noche. No te creas que no siento los gritos de noche.
En ese momento ya había perdido la timidez. Que más daba, ya ni había vuelta atrás.
-Si, tu hija grita como una putita mientras se la entierro cada noche, no sabía que las paredes podían filtrar los gritos.
-Pues no, y esos gritos hacían que yo me imaginara cualquier perversión. Mientras vos te la coges del otro lado, yo me dedico a acariciar mi vagina.
Ya me había bajado los pantalones por debajo de las rodillas. Me agarró la verga con una de sus manos y como una profesional, comenzó a chupármela lentamente mientras con la otra mano me acariciaba los huevos.
Dándole rienda suelta, la agarré de los pelos y comencé a soltar mi vocabulario sin censura: chupármela puta, sabía que siempre quisiste algo de mí.
Fueron minutos de mamadas lenta, pero sin pausa. Hasta que sentí que el semen iba a salirme desenfrenadamente.
-Dame todo el semen en la boca, no dejes ni una gota afuera.
Explote en semen en cuestión de segundos. Mi pija no salió de la boca de mi suegra hasta que no salió la última gota. Ella me miró, saco su boca y se chupo los dedos un par de veces. -No estuvo mal. La próxima vez quiero que me entierres la verga por el culo.
Se paró, se fue a su cuarto se vistió y volvió al living. Yo ya estaba había vuelto a la normalidad. Mi pene estaba flácido. Me había abrochado el cinto y estaba con cara de felicidad sentado en el sofá.
Alguien golpeaba la puerta. mi suegra abrió y sentí la voz de mi novia:
-hola mamá, salí más temprano y aproveché a saludarte, Luis está acá?
– hola hija, si está acá recién paso a dejar las llaves pero no las voy a necesitar.
Mi novia vino hacia mi, me vio y con inocencia dijo:
-buen día mi amor, que feliz te veo hoy veo que el pan con mermelada de mi madre te cae bien.